Patrimonio intangible y valores en la cultura industrial de Monterrey

El patrimonio industrial es un concepto que se ha legitimado a nivel internacional a partir de un proceso que se identifica con la posmodernidad: el paso de la hegemonía cultural de la civilización industrial a la emergencia de la cultura de la sociedad posindustrial. En tal contexto .

La European Federation of Associations of Industrial and Technical Heritage (E-FAITH), está convocando a declarar el año 2006 como el Año Europeo del Patrimonio Industrial y Ténico.1 Noticia que resulta por demás ilustrativa del proceso que hemos mencionado.

El concepto de patrimonio industrial tiene dos acepciones: el patrimonio material y el patrimonio intangible. La propuesta de la presente comunicación se ubica en el nivel del patrimonio industrial intangible, es decir, el patrimonio de las mentalidades, las ideas, los valores, las costumbres y las creencias. En este caso particular me propongo analizar los valores culturales que se han construido a través del tiempo, para tejer el entramado que forma la red de las representaciones simbólicas que identifican el imaginario colectivo de la sociedad regiomontana del siglo XX, es decir, de la cultura industrial de Monterrey, que es el propósito de la presente comunicación.

Desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX el símbolo que ha distinguido a Monterrey, ha sido la industria, ese complejo proceso tecnológico, económico, social y cultural producto y productor de la civilización moderna: la civilización industrial. La sociedad regiomontana del siglo XXI tiene muchos testimonios de la herencia cultural que ha construido a partir de las fábricas industriales: ideas, literatura, centros habitacionales, edificios fabriles, escuelas, iglesias, centros recreativos y deportivos; conjuntos de símbolos, creencias, ideas, que han formado un sistema de valores a lo largo de la historia.

Los seres humanos que han fundado y desarrollado fábricas industriales: empresarios, empleados y obreros –como productores y consumidores– han sido protagonistas de la construcción de la ciudad-fábrica: Monterrey; al mismo tiempo, han contribuido a la definición de símbolos fabriles e industriales con los que se han identificado culturalmente varias generaciones de regiomontanos. La significación histórica de las fábricas y la industrialización de Monterrey y municipios aledaños han inspirado a destacados intelectuales, quienes se han asomado a la realidad nuevoleonesa para explicar el milagro industrial regio. Alfonso Reyes definió la ciudad regia con la fórmula de «honesta fábrica de virtudes públicas». Raúl Rangel Frías hizo aportaciones teóricas para conceptualizar el significado de la cultura fabril industrial.

Nemesio García Naranjo elaboró una explicación literaria de la historia de la Cervecería Cuauhtémoc.

En el escrito que sigue nos proponemos describir las formas en que la sociedad regiomontana ha construido los valores de la cultura industrial y las formas en que los actores sociales observan y evalúan su propia historia que le da identidad a la cultura industrial de Monterrey.

El concepto de cultura se asume aquí como parte del sistema social que organiza»…los valores, las normas y los símbolos que guían las elecciones de los actores y que limitan los tipos de interacción que pueden tener lugar entre éstos…»2

2 Talcott Parsons y Edgard A. Shils, Hacia una teoría general de la acción, Kapeluusz, Buenos Aires, Argentina, 1968. Capítulo 1, Algunas categorías fundamentales de la teoría de la acción: exposición general. pp 19 y ss.

El concepto de valor se entiende aquí como la pauta cultural formada por sistemas de ideas y creencias; expresiones simbólicas que determinan las orientaciones de la acción social, según el esquema teórico propuesto por Talcott Parsons.3 En un desarrollo del concepto el sistema de valores se concibe como lo define Max Weber, «…representaciones normativas de carácter ético…»4; que le dan coherencia y estabilidad a los sistemas sociales y culturales.

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El escrito se integra por tres apartados:

  1. La cultura industrial regiomontana en Alfonso Reyes y Raúl Rangel Frías.
  2. Las fábricas industriales y la literatura fabril.
  3. La cultura industrial y la construcción de los valores del trabajodisciplinado.

1. La cultura industrial regiomontana en Alfonso Reyes y Raúl Rangel Frías.

La cultura industrial regiomontana ha sido motivo de la reflexión de los intelectuales más destacados, entre ellos Alfonso Reyes, uno de los valores más representativos de la literatura hispanoamericana, quien en su vasta obra literaria le ha dedicado palabras elogiosas al espíritu emprendedor regio, entendido como esfuerzo por vencer obstáculos y forjador de proyectos basados en el trabajo. Es célebre su definición de los regiomontanos como «héroes en mangas de camisa».

En el escrito titulado: «Nuevo León», contenido en el tomo XXII de las obras completas,5destaca que Nuevo León no haya sido un lugar favorecido por la naturaleza para ser un lugar próspero. Por lo cual el hombre ha tenido que crearlo todo. Este razonamiento ha sido repetido por Reyes en otros trabajos, lo cual se funda en la idea de subrayar la cultura industrial comparándola con otras regiones del país en las cuales abundan los bienes prodigados por la naturaleza. En los «Regiomontanos»6, Reyes dice: «En otras zonas la naturaleza fue más dadivosa. Allá ( en Nuevo León) hubo que arrancárselo todo, y esta pugna feliz, esta creación sobre la nada, es una de las demostraciones mas patentes de la cultura y de las posibilidades del espíritu. Porque el espíritu es, sobre todo, rectificación y superación, modelación que transfigura el dato bruto de las realidades exteriores. En nuestra historia-continúa Alfonso Reyes- Nuevo León se destaca con relieve único… allá (Nuevo León) no había tronco para el injerto; no encontraron los fundadores un cimiento de civilización estable sobre el cual plantar su nuevo edificio; no contaron con los brazos del indio para levantar su arquitectura como aconteció en la meseta central. Todo fue pugnacidad y ceño, duelo del hombre contra el medio. Un río casi seco, mas que río camino de pedruscos, se hincha de pronto y produce inesperados desbordes..»

Si bien es cierto que desde un principio del poblamiento del territorio se produjo una guerra viva entre indígenas huachichiles e hispanos, por otra parte la colonización del Valle de Extremadura, fue posible gracias al concurso de los indígenas pacificados que los españoles trajeron de otros lugares del país (tlaxcaltecas y otomís), por otra parte la industria en Nuevo León se realizó gracias a la existencia de fuentes de materias primas, como los minerales y la abundancia de agua, entre otros. Sin embargo, la reflexión apunta a destacar la acción transformadora del trabajo fabril. El valor del discurso alfonsino tiene como fin destacar las virtudes de los regiomontanos en el campo de la producción industrial, que le da una dimensión nacional. Como queda de manifiesto en el siguiente fragmento:

«Hoy la capital de Nuevo León es la capital industrial de la República. Sus productos se derraman por el país, fomentando la riqueza local y ayudando a la gradual emancipación económica de la nación, y además, logran pasar las fronteras y competir sin desdodoro en tierras extrañas.»

En «Los regiomontanos», 7Alfonso Reyes hace referencia explícita «a las creaciones fabriles», que hacen famoso al Estado de Nuevo León. Compara la producción material que distingue a los regiomontanos, lo que oscureció la producción literaria, no porque haya faltado, sino porque «el milagro de la creación económica ha sido… tan portentoso que, de pronto, ofusca y relega en la penumbra la obra solitaria y paciente de los escritores..

» Alfonso Reyes rebautiza la capital del Estado de Nuevo León con el título de: «Honesta fábrica de virtudes públicas».8 Dibuja el perfil de los regiomontanos: «El regiomontano, cuando no es hombre de saber, es hombre de sabiduría. Sin asomo de burla pudiera afirmarse que es un héroe en mangas de camisa, un paladín en blusa de obrero, un filosofo sin saberlo».

Dos fábricas llamaron la atención de Reyes, que forjaron la identidad cultural industrial de Monterrey: la Fundidora y la Cervecería»: ¡Finura y resistencia como en el acero famoso de nuestras fundiciones! ¡ Levedad y frescura como la bebida efervescente de nuestras cervecerías famosas!»

Alfonso Reyes rubrica sus reflexiones sobre la cultura fabril e industrial de los regiomontanos, con su poema «Romance de Monterrey», en el cual ocupa un lugar destacado la fábrica y la industria, en las ideas de «fábrica de la frontera», «por los pitos de tus fraguas y de tu industria en los silbos».

Otro intelectual que ha contribuido a la construcción conceptual de la cultura industrial y fabril es Raúl Rangel Frías. Sus reflexiones lo ubican como directo continuador del pensamiento de Alfonso Reyes, sobre la identidad de la cultura basada en las experiencias de la industria y las fábricas regiomontanas. Su análisis se dirige más al campo de la antropología cultural y filosófica.

En «Teorema de Nuevo León»9, Rangel Frías hace un desarrollo teórico sobre la cultura industrial y fabril de Nuevo León. Comenzando desde las características del poblamiento regional, desde la etapa colonial. Otra de las hipótesis fecundas rubricada por el maestro Rangel Frías es la importancia del factor migratorio para la implantación fabril en la región, dice: » fue la gente que estuvo al frente de negocios en Monterrey a fines del siglo XIX, familias españolas, francesas, alemanas e italianas que han ido fundiéndose en filiaciones que son hoy enteramente mexicanas».

Los migrantes europeos del siglo XIX sumados a los que poblaron el Nuevo Reyno de León: españoles, criollos y mestizos así como a los indígenas pacificados traídos de Tlaxcala, produjeron en conjunto una fórmula mental, espiritual que hizo posible-desde el punto de vista humano-la industrialización del Regio Monte.

Una contribución importante que hace el maestro Rangel Frías es la conceptualización de la cultura industrial:

«La industria que es un medio de provecho y aplicacion de recursos económicos es también una forma cultural. Pone énfasis en el esquema racional de la vida entre todas las formas que están ligadas con la cultura. Hace la proyección del hombre y de su organización social, con base en la técnica y la producción de bienes económicos.»

Los factores históricos que explican los primeros brotes de la industria fabril, se asocian con las consecuencias de la guerra de Estados Unidos y México, así como con la Guerra Civil estadounidense. En una reflexión filosófica, el maestro Rangel, sintetiza los factores mencionados, para concluir que «la combinación de estas fuerzas muestran cómo se van uniendo factores, a los que sin atribuir propósitos ni fines preconcebidos dan con el tiempo una resultante histórica, como si se hubieran ligado entre sí».

En otro trabajo titulado: «Teoría de Monterrey»10, Rangel Frías precisa los efectos de la Guerra Civil norteamericana en el desarrollo industrial de Monterrey: «La ubicación de los centros manufactureros norteamericanos-dice-más próxima al litoral del Atlántico y en conexión con el comercio mundial por este océano, encontró su plano de deslizamiento hacia México por una vía ferrocarrilera».

Al quedar Monterrey enlazado con Tampico, Matamoros, Torreón y la capital de la República por medio del ferrocarril, quedó en una posición estratégica entre Estados Unidos y México.

Sin embargo de nada vale la posición geográfica si no se cuenta con hombres cuya energía y visión conviertan en hechos que generen riqueza y bienestar para el pueblo, es lo que interpreta Rangel Frías del proceso de combinación de hombres, medio geográfico e inversión de recursos en la producción de bienes.

¿Qué factores fueron decisivos para la configuración urbana de la ciudad?

Instalaciones industriales, establecimientos bancarios, edificación publica y privada, saneamiento de la ciudad y dotación de agua potable.

Como efecto directo del desarrollo industrializador la ciudad vive transformaciones radicales: » la casa familiar-nos dice el maestro Rangel- transa con la antigua huerta, a la cual aprisiona entre patio y traspatio. Hacia el norte y tras una apretada faja de casas de hechura mediterránea… se observan instalaciones industriales, entre una tupida y sinuosa red de viviendas obreras; vías férreas a cuya orilla se acomodan las fábricas, como si fuesen otro río; y esa anchurosa ribera que es la avenida Francisco I. Madero, donde la población obrera pone con sus yompas azules la nota alegre y optimista del nuevo tiempo».

Raúl Rangel Frías no sólo hizo reflexiones teóricas sobre la cultura fabril e industrial regias, también se ocupó de escribir relatos de la vida cotidiana vinculados a la actividad de la fábrica, en particular con la Fundidora Monterrey.

En «El Reyno»11se pueden leer dos relatos que hacen alusión a peonajes y situaciones identificadas con la vida fabril: «José y sus amigos» y «La huelga».

Al mejor estilo de Emilio Zolá en «Germinal», Raúl Rangel Frías en «José y sus amigos», dibuja con realismo la vida de una familia obrera de la Fundidora. El personaje central: José, hijo de Rafaela, de padre desconocido, quien busca y al fin encuentra un lugar en la Fundidora, como eventual, de peón. Narra con singular maestría las vicisitudes de la vida obrera dentro de la fábrica, el sistema escalafonario sindical. Asocia origen racial con los puestos de los jefes, capataces y peones. Refiriéndose a José, narra las primeras tareas de un obrero recién ingresado al trabajo:

«Muchos días pasó a las puertas de la fábrica, sólo que en esta vez fue distinto: lo llamaron por su nombre y le dieron paso en la rejilla lateral de la entrada, recogió una contraseña y con otros más los llevaron por el patio y fueron declarados en los ficheros del personal del día, jornalero y peón de cuadrilla en los patios de carga con paga ordinaria. Carretilla de mano y una pala para mover el mineral hasta los carritos por donde era empujado hacia la boca del horno: otras veces acarrea escoria sólida hasta el banco de grasa en un tiradero con vista al seno del río.»

Después del examen médico José es admitido en la peonada, y empieza la descripción vivencial de las diferencias de clases dentro de la planta:

«Muchos con huarache y sombrero de palma que sólo maestros mecánicos y los ingenieros llevan botas y chaquetas de cuero. Hacen de hormigas andantes al derredor del honro, el monstruo parecido a un volcán que vomita hierro de las entrañas.»

Las diferencias raciales y de nacionalidad se combinan con los puestos y las jerarquías: «La gente es como la mezcla que le dio origen a la industria. Muy abajo la indiada; y los capataces mestizos, cercanos en el color y en los rencores. Los oficiales y maestros de talleres o máquinas son extranjeros lo mismo que los jefes de producción, prusianos, polacos y americanos; los empleados de la administración, criollos; y los meros jefes, españoles, italianos o franceses.

» ¿ Por que a la Fundidora se le llamó «la Maestranza?». El maestro Rangel Frías tiene la respuesta:

«Cuando se comenzó la fundición la llamaron «la maestranza» porque la que había antes era para hacer cañones y balas; esta es la imagen más conocida de su semejante. Y la gente pensó que sólo habría de servir pa’ quello».

En «La Huelga», Rangel Frías presenta los momentos agitados de los inicios de una huelga en la Fundidora, la reunión clandestina entre los activistas: Germán, Mundo, Andrés y José. La participación de los estudiantes en el «movimiento». La llegada sorpresiva de la policía y el encarcelamiento de los activistas. El motivo que inició la huelga: la suspensión unos obreros sindicalizados. Las asambleas sindicales y luego la represión contra los huelguistas.

2. Las fábricas industriales y la literatura fabril.

En el interior de las fábricas se ha producido y se sigue produciendo una vasta obra editorial, sobre los más diversos temas: revistas, boletines, manuales, textos. Asimismo las fábricas han sido fuente de inspiración literaria entre los seres humanos que en ellas se desempeñan, o los que desde afuera han tenido contacto.

Una de ellas es el texto de Homero Galarza Elizondo12: «Una fiesta inolvidable», cuenta la vida cotidiana de los moradores de la colonia Acero de la Fundidora. Contiene breves cuentos, desde el efecto del fuego de los hornos de la fábrica sobre la fantasía de los niños -«Una noche de espanto»-hasta la comparación que hace entre la Fundidora y Celulosa sobre el grado contaminante y de fetidez de ambas plantas. Cuenta Galarza en «Fundidora vs.Celulosa»:

«Todas las mañanas el sol resbalaba por el Cerro de la Silla y caía en los peroles de la Fundidora para fundirse luego en un haz de lingotes. Enseguida se iniciaba un concierto de ruidos de máquinas, grúas, sirenas en diferentes movimientos y para diversos instrumentos, bajo la dirección de un Stravinsky incesante durante los tres turnos.

Como vivíamos en las entrañas de la Fundidora, llegaban todos los días unas emanaciones fétidas y enrarecidas que rompían con la monotonía y gravedad del momento. Mientras respirábamos esos pestazos se hacían burlas, aunque muchos cerraban puertas y ventanas los fuertes olores penetraban.

La combustión de gases en la elaboración y producción del fierro y acero eran un asunto detallado que sólo podían ser explicados por Poncho, Federico o Gerardo, los científicos de la Colonia.

En la fundición del hierro podían estar presentes 57 elementos-decía Poncho-y enumeraba y describía para asombro nuestro.

Bastan 17 elementos para producir el simple acero de carbón- decía Federico y acotaba: manganeso, fósforo, azufre, silicio, oxígeno, cobre, níquel, arsénico, estaño, cobalto, cromo, molibdeno, aluminio, antimonio… ¿ Y quieres producir un acero superior?, – lo interrumpía Gerardo-. Entonces-decía Poncho: » permítanme enumerar estos elementos: cromo, cobalto, columbio, cobre, manganeso, molibdeno, níquel, silicio, titanio, tungsteno, uranio, vanadio y circonio.

Ahora bien, decía Gerardo, ¿cuántos pies cúbicos de aire se necesitan por cada tonelada de lingotes?

-Yo te contesto decía Federico: 440 mil pies cúbicos, exactamente. ¿No es así Poncho?
– Correcto-decía Poncho-, o, lo que es lo mismo, 4 toneladas de aire.
– Vámonos, dijo el Chato, ya me dolió la cabeza y la Fundidora empieza hacer sus necesidades.
-¡Qué bárbaros, cómo saben tanto!- Dijo Chuy-.
– Es que se aprenden el «Previsión y Seguridad » de memoria, y le machetean todos los días-dijo Mace-.»

Otro ejemplo es el siguiente, tomado de El Porvenir, cuando la Fundidora cumplió 50 años:

«Los templos de Monterrey son sus fábricas, en sus torres metálicas y en sus fundiciones tiene sus más nobles monumentos. Hay ciudades y regiones que son famosas por las huellas de sus arcos, catacumbas, mausoleos, estatuas, castillos y templos que en ellas dejaron sus civilizaciones pretéritas. Monterrey, al contrario casi no tiene monumentos históricos de que enorgullecerse: le faltan ruinas arqueológicas, los castillos medievales, templos del renacimiento, y poco le queda del mexicano barroco del siglo XVIII. En cambio Monterrey se ufana con razón, de poseer algunos de los más bellos monumentos-sí, artísticos-de nuestra época: las grandes fábricas que rasgan las nubes con sus chimeneas humeantes; las torres de acero de los altos hornos; las pirámides monumentales de sus plantas eléctricas; y la maravilla de su maquinaria, tan perfecta, tan amiga del hombre.

El templo a Quetzalcoatl. El viajero del siglo xx que desee conocer la gran zona monumental de Monterrey debe comenzar su recorrido por «la Fundidora de Fierro y Acero». su presencia se impone, desde lejos, por la geometría de sus chimeneas, de sus vigas, calderas, depósitos, tubos, rieles aéreos, torres, grúas, techos y escaleras, que perfilan su expresiva silueta…

El horno alto: grandioso templo de la producción, ocupa el simbólico lugar y el jerárquico puesto que los aztecas conferían, en sus metrópolis sagradas, al bienhechor Quetzalcoatl, señor de la luz y de la vida. Después de la Fundidora que también podría llamarse el palacio del acero, el visitante de la ciudad pasará obligatoriamente a la que podría llamarse el palacio de cristal: La Vidriera. Y pasando como en las galerías de un museo en los templos de la ciudad arqueológica, de maravilla en maravilla, el visitante se traslada a la fábrica que lleva el nombre grandioso del único héroe – Cuauhtémoc-que, en el decír del poeta, se halla a la altura del arte.»13

En las fábricas se ha formado una tradición comunicativa por medio de revistas y periódicos. En ellos se publican mensajes motivacionales de la empresa, reseñas sobre cumpleaños de los trabajadores y empleados, información literaria y científica; información política y hasta poemas.

Por los años cincuenta, en la fábrica El Porvenir de El Cercado, N. L. se editaba El Telar, un pequeño periódico que dejó de circular posteriormente. Desde los años ochenta se publica un pequeño boletín semanario bajo el título «Textimundo», que circula en el interior de la planta. Difunde breves notas informativas sobre la vida de la comunidad laboral de El Porvenir. Asimismo los trabajadores, por su cuenta han editado publicaciones de contenido sindical.

En La Leona se publicó desde 1958 hasta 1960, una revista mensual con el título de La Rueca, de las mismas características que las otras, con notas sociales: cumpleaños de trabajadores y empleados, notas deportivas y mensajes de seguridad e higiene. Estuvo dirigida por Baudelio Garza.

Un personaje destacado de la fábrica La Leona fue Octavio Herrera. Nació en San Pedro de las Colonias, Coahuila, el 5 de enero de 1905. Trabajó como mayordomo de los campos de algodón de don Jesús J. Llaguno. En 1938, a los 32 años, ingresó en la Fábrica de Hilados y Tejidos La Leona.

Estuvo a cargo del departamento de personal. De espíritu romántico, escribió versos que fueron publicados en «La Rueca». Tras 21 años de servicios, murió el 28 de 1959.

De sus poemas destaca el siguiente que el dedicó a la fábrica, en el que hace énfasis en el el recuerdo, los silbatos. Es una historia en la que el autor combina el esfuerzo, los anhelos de justicia. El amor al trabajo fundado en el oficio de la industria textil: la trama, la urdimbre, el tejido de la fantasía y el destino.

Dentro de la industria textil pionera, La Fama de Nuevo León, es importante mencionar a don Jesús Cortés García, obrero de la fábrica y dirigente sindical, escribió un texto titulado «Semblanzas. Estampas y apuntes de un pueblo: La Fama, Nuevo León.»En el cual narra sus vivencias como obrero y como habitante de la comunidad en relación con la fábrica. Dice: «Cuantas añoranzas nos trae el recuerdo de la sonoridad diáfana y pura de «Los pitos» o silbatos de las fábricas textiles de La Fama y La Leona, evocarlos aquí no es una ilusión o fantasía, ocurría que en aquellos tiempos este vallecillo circundado de montañas, todo era quietud y silencio». Hace un análisis del origen de los trabajadores textiles: «Todavía en la década de los 30 y los años 40, el trabajador textil de La Fama, N.L. era mitad obrero y mitad campesino. La herencia de su origen pastoral no se le podía borrar ni de su mente ni de su corazón». 14

La Fundidora Monterrey.

La producción editorial de la Fundidora puede dividirse en dos aspectos: las ediciones promovidas por la propia gerencia de la fábrica y las editadas por el sindicato y la cooperativa.

A lo largo de la vida de la fábrica y del sindicato, se produjeron diversas publicaciones, unas de larga duración y otras de vida efímera.

Colectividad

Órgano de la Sociedad Recreativa «Acero». Editada por los empleados y obreros de la Cía. Fundidora y Afinadora Monterrey. Director Profesor Simón Salazar Mora. En su directorio se decía que publicaba «poesía y prosas regionales». Se publicó del 30 de octubre de 1926 a octubre de 1931.

CyPSA

Consumo y Previsión Social «Acero», S. C. L. Servicio, Protección y Cultura. Semanario obrero-cooperativista. Director: Profesor Simón Salazar Mora (1931-1933)

Grupo de colaboradores: Profesor José G. García Estrada, Juan B. Estrada, Federico B. Criarte, profesora Raquel Cantú Leal, Emma Strozzi, Fernando Urquijo, Jacinto Moreno Aguirre, Guillermo Cavazos, Jesús M. Tamez, Ramón Cárdenas C. Antonio Cerda, Eusebio Garza. Temas: deportivos, consejos sobre ahorro, reseñas de libros. Noticias internacionales, nacionales y locales.

Previsión y Seguridad

Anuario de la Fundidora Monterrey. Se editó a lo largo de 32 años, de 1937 a 1969.La publicación nació bajo la dirección de Manuel L. Barragán. Inició con un tiraje de 20 mil ejemplares, con el subtítulo de «Almanaque anual para el taller y el hogar mexicanos». En el primer número se incluyeron escritos sobre consejos prácticos para las comisiones de seguridad.

Los accidentes de trabajo y sus causas.

A lo largo de sus 32 años el anuario dedicó su atención a temas relacionados con mitología y religión, dogmas y cultos. Costumbres, ética y moral de individuos y colectividades, leyes y gobiernos. Lengua, sus orígenes, su evolución. Monumentos y obras arquitectónicas. Literatura universal y mexicana; música y ciencias.

Pasionaria

Revista sindical mensual. Órgano oficial de la Sección 67 del Sindicato Industrial de Trabajadores Minero Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana.

Se publicó en la década de los treinta. El título alude al sobrenombre de Dolores Ibarruri dirigente comunista española. Estuvo dirigida por Antonio García Moreno. Los artículos publicados hacían referencia a la defensa de la República española y a la condena del franquismo español, el fascismo italiano y el nazismo alemán.

Alfonso Reyes tuvo oportunidad de dedicarle bellos pensamientos a la Fundidora. En el cincuenta aniversario de la Maestranza, leyó un discurso titulado: «Ante los altos hornos», en el cual, entre otras cosas, dice: «La Compañia Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey ha levantado en el mundo el nombre de la patria chica y la grande patria, y ha derramado profusamente el trabajo y el bienestar, bendición de los pueblos.»15

También existe una producción poética, tanto de trabajadores como de empleados, dedicada a la fábrica de fierro y acero. En algunas poesías se mezcla el orgullo regional que simboliza la Fundidora Monterrey, con la fábrica como fuente de trabajo, forjadora de valores: disciplina, amor al trabajo, afán de progreso y superación. A continuación se incluyen dos poemas dedicados a la Fundidora, el primero con motivo del cincuenta aniversario y el segundo publicado después que se clausuró la fábrica.

En la lírica de los trabajadores de la Fundidora Monterrey, S.A., se destacan los valores como el orgullo, el esfuerzo, la constancia, el optimismo, la laboriosidad, el espíritu de conquista; la legitimidad, la firmeza, el honor; la superación. El deber, la honra, la nobleza. La dignidad. La fe. La grandiosidad. La fuerza y los méritos por el logro de arrancar a la naturaleza pedazos de montaña. Todos los valores asociados con las actividades de la empresa, que produce férreas estructuras de edificios o majestuosos puentes. O máquinas, o arados, o caminos de acero ferroviarios.

Cuando la Fundidora Monterrey, S. A., fue clausurada en 1986, se produjo un sentimiento de pérdida muy profunda entre los trabajadores y empleados de la fábrica.

Plutarco Guzmán compuso un largo poema en seis actos, en el que narra la importancia de la Fundidora para la ciudad de Monterrey, como destinos paralelos. Lo interesante de la reflexión es que concluye con la forma en que se utilizaron las instalaciones de la fábrica, después del cierre, y lo conceptúa como un renacimiento.16 Las partes que componen el escrito hablan de la trayectoria de la planta industrial, la fusión entre la fábrica, el ser humano y el acero. El autor resalta los valores que se inculcaron en cada trabajador:

«… Pues este lugar fue templo
en que el esfuerzo del hombre,
entonó cada jornada
un himno a la libertad,
y ese credo permitió,
que cada obrero tuviera:
¡Triunfos… Honor… Dignidad!
Con lo cual pudo llevar
el cotidiano salario,
que hizo posible a los suyos
tener…¡Paz…Gozo…y Amor!
Es sin duda…¡ Tierra buena!»

La Cervecería Cuauhtémoc.

Desde el interior de la fábrica es importante mencionar la revista Trabajo y Ahorro editada por la cooperativa Sociedad Cuauhtémoc y Famosa. En 1996 cumplió 75 años de publicarse la revista que ha desempeñado el objetivo de comunicar a la comunidad fabril Cuauhtémoc. El primer número se editó el 4 de junio de 1921. De acuerdo con la Comisión Calificadora de Publicaciones de la Secretaría de Gobernación, la revista Trabajo y Ahorro es la publicación interna más antigua de México, luego de Revista de Revistas, editada actualmente por Excelsior.17Su primer director fue Rafael R. Villarreal, quien también fue el primer subsecretario de la Sociedad Cuauhtémoc y Famosa. Sobre la Cervecería Cuauhtémoc se ha escrito mucho. Desde Nemesio García Naranjo, mencionado en la introducción, hasta Salvador Novo, que en su Crónica Regiomontana, hace un paralelo histórico entre Monterrey y la Cervecería, así como el argumento de que la cerveza es un antídoto contra el alcoholismo, dice»: Amplios estudios estadísticos han demostrado que en los países en que predomina la cerveza, el índice de alcoholismo es inferior al de aquellos en que se beben vinos y licores; y que la incidencia delictiva es también acusadamente menor en los países cerveceros que en los vinícolas». Y recomienda: «En el combate contra el alcoholismo que justificadamente libran los gobiernos, la cerveza ha resultado ser una arma de la mayor eficacia cuando se otorgan las facilidades para su propagación.»

Cementos Hidalgo.

La planta productora de cemento se fundó en 1906. Durante el sexenio cardenista fue convertida en cooperativa obrera. Existe un texto de la historia de la fábrica en el que se incluyó un acróstico que ilustra el pensamiento de un obrero cooperativista, sobre la fábrica:

Acróstico dedicado a la fábrica Cementos Hidalgo, cuando era cooperativa.

Por Ventura Martínez Serna.

C uando no veo tus hornos girar
E mbarga una inmensa tristeza a mi corazón porque
M e recuerda aquellos días grises de 1932 cuando Cementos sus puertas cerró
E migramos a otras tierras llenos de nostalgia y de dolor
N o quisiera recordar aquellos días aciagos llenos de miseria que
T odos pasamos sin pan y sin sal que comer, que desolación
O remos siempre y pidamos a Dios para que nuestra cooperativa
S iga, siga adelante prosperando para bien de todos.

H agamos de esta industria cementera una fuente
I nagotable de trabajo y prosperidad para nuestro pueblo y región
D emos ejemplo de tenacidad, de trabajo fecundo y creador
A los compañeros socios fundadores que ya se fueron y que su vida a ella consagraron
L os admiramos y valoramos igualmente a los que están, nuestro gran respeto
G ocemos y disfrutemos todos unidos como uno solo de los beneficios que nos
O torga a todos los socios y trabajadores, que por siempre así sea, que nunca se extinga el humo de vida.

S igamos conservando las sabias recomendaciones de nuestro gran benefactor general Lázaro
C árdenas
Con unidad siempre se llega al triunfo y el triunfo siempre es progreso
L os años pasan y se van y sus huellas dejan, la historia se escribe para que todos la
comprendamos

3. La cultura industrial y la construcción de los valores del trabajo disciplinado.

Una de las características que definen a la fábrica idustrial, es la reunión en un establecimiento, de un número considerable de personas dedicadas al desempeño de labores específicas y cuyo factor central dentro de la fábrica es la disciplina laboral. Sin disciplina no hay ni productividad, ni calidad, ni producción, lo cual convierte y hace de la disciplina un valor superior a todos los que se puedan apreciar en el lugar de trabajo.

Max Weber18 le ha dedicado particular atención al tema de la «disciplina de taller», la cual adquiere particular importancia en el sistema industrial en la medida en que involucra la obediencia y la autoridad. La obediencia que impera en el taller industrial es voluntaria, a diferencia de la obediencia y la disciplina militar que son obligadas.

La fábrica industrial creó el sistema fabril basado en el control y la supervisión de la disciplina laboral. Ni las labores agrícolas, ni el taller artesano como tampoco el trabajo doméstico de la industria a domicilio requirieron una conducta tan disciplinada como el sistema de fábricas. En el sistema de manufactura basado en el trabajo realizado en los domicilios, la supervisión era muy laxa y esporádica por el que encargaba los productos, quien solo visitaba a los trabajadores cuando entregaba la materia prima o al recoger el producto acabado. El taller artesanal se distinguía porque los maestros y los aprendices tenían la posibilidad de renunciar e independizarse, por cuanto poseían los medios para trabajar.

Por ello la cultura fabril tiene una de sus expresiones fundamentales en la llamada cultura del trabajo, referida específicamente al sistema fabril, valor que se ha resaltado como una forma distintiva de los regiomontanos. Lo cual adquiere concreción en la disciplina laboral y los valores que de ella se generan, centralmente el trabajo disciplinado y las características positivas que lo refuerzan: deber, asiduidad, cumplimiento, obligación.

La disciplina de trabajo como valor tiene una larga trayectoria histórica. Durante la época de Luis XIV, el ministro Colbert se dedicó a impulsar las manufacturas textiles, productoras de géneros y calcetería de lana. En las fábricas Gobelino y Savonnerie, a cargo del Estado, el ministro nombró un grupo de intendentes para vigilar y supervisar la disciplina del trabajo. En ellas se difundían valores tales como la austeridad, que consistía en el ahorro de materiales, la moralidad era objeto de meticulosas prescripciones. Durante las labores estaba prohibido proferir palabras inadecuadas; los domingos y días festivos se promovían las sanas diversiones. La piedad era considerada como la observación de las costumbres religiosas que garantizaban la moral y la obediencia. Para el objeto de inculcar la disciplina el rey y su ministro visitaban los talleres para exhortar a los trabajadores a cumplir bien con su deber. Grandes señores así como los obispos y hasta las damas de alcurnia asistían a las fábricas con el mismo propósito. 19

El propio sir Richard Arkwrigt innovador y promotor del telar mecánico ganó fama como organizador de la disciplina fabril.

Hubo un tiempo en que la disciplina fabril estaba a cargo del mismo patrono, quien físicamente estaba presente en la planta supervisando y vigilando el cumplimiento de las tareas.

El crecimiento y desarrollo de la industria hizo insuficiente la disciplina laboral a partir de la anterior experiencia. Se requirieron métodos más elaborados y científicos. Fue Taylor quien se encargó de elaborar y sistematizar una teoría sobre la disciplina laboral y sus correspondientes ordenamientos. De formación religiosa quáquera, educado en tradiciones estrictas de trabajo, disciplina y ahorro, Taylor formuló su administración científica del trabajo y dotó a la industria de una base conceptual consistente, centrada en la división del trabajo mecánica y repetitiva; así como en la medición de tiempos y movimientos.

Esa tradición constituye un aspecto muy destacado de la cultura fabril regiomontana, que se ha desarrollado en el interior de las fábricas y que se trasmite hacia el resto de la sociedad. La que se mantiene y refuerza como valor más preciado.

En el interior de las fábricas y de la empresa se pueden encontrar muchas expresiones específicas, de la valoración del trabajo disciplinado, como aspecto de la cultura fabril. La revista informativa de la Sociedad Cuauhtémoc y Famosa, de la Cervecería Cuauhtémoc, en su número del 90 aniversario de la fábrica, da a conocer el ideario Cuauhtémoc. En el punto número VI declara la importancia de la puntualidad:

«Quien no puede guardar sus citas, muy pronto se constituirá en un estorbo».

El ideario XII subraya la necesidad de estar seguro de disfrutar el trabajo o de lo contrario, cambiar de compañía, dice:

«Es muy legítimo tener pasatiempos predilectos, e interés en otras cosas; pero si se estima como un sacrificio venir los sábados, o quedarse en la oficina más allá del horario en caso preciso, entonces lo que se necesita es un descanso u otra compañía en que trabajar».

El punto XIV conmina a pensar prioritariamente en interés del negocio más que en el propio, lo que podría definirse como el principio de fidelidad: «La fidelidad a la empresa promueve el propio beneficio».

El trabajo disciplinado como principio fundamental de la cultura fabril, asume formas poéticas, como es el caso de la fábrica textil El Porvenir, de El Cercado Nuevo León.20El siguiente pensamiento fue formulado por el ingeniero Rafael Rico Samaniego, director de la planta:

«Amor al trabajo

Qué hermoso sería aquel momento en que todo el personal de esta fábrica, sin excepción, se sintiera íntimamente orgulloso de lo que hubiera producido ese día, y satisfecho de haber realizado a conciencia la parte del esfuerzo que cada cual le hubiera correspondido ejecutar.

….sería un momento de indescriptible belleza,
….sería un momento de triunfo colectivo,
….sería un momento de paz social, sería un momento de verdadero patriotismo,
¡Ese momento feliz, no dependerá de nadie, solo y exclusivamente de ti mismo ¡
Ese momento se llama: Amor al trabajo.»

Otra práctica que se ha convertido en una tradición en el mundo industrial es la premiación por antigüedad, el valor del reconocimiento, que resalta la lealtad del trabajador con la empresa y con la fábrica.

Con lo expuesto se ha constatado que la cultura industrial ha creado valores y el de la disciplina o el trabajo disciplinado es uno de los principales

Comunicación presentada en el:
1er Encuentro Regional para el Estudio del Patrimonio Cultural.
Monterrey, Nuevo León. 28, 29 y 30 de octubre del 2004.

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Rojas Sandoval Javier. (2006, diciembre 18). Patrimonio intangible y valores en la cultura industrial de Monterrey. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/patrimonio-intangible-y-valores-en-la-cultura-industrial-de-monterrey/
Rojas Sandoval Javier. "Patrimonio intangible y valores en la cultura industrial de Monterrey". gestiopolis. 18 diciembre 2006. Web. <https://www.gestiopolis.com/patrimonio-intangible-y-valores-en-la-cultura-industrial-de-monterrey/>.
Rojas Sandoval Javier. "Patrimonio intangible y valores en la cultura industrial de Monterrey". gestiopolis. diciembre 18, 2006. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/patrimonio-intangible-y-valores-en-la-cultura-industrial-de-monterrey/.
Rojas Sandoval Javier. Patrimonio intangible y valores en la cultura industrial de Monterrey [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/patrimonio-intangible-y-valores-en-la-cultura-industrial-de-monterrey/> [Citado el ].
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