Antes que la iglesia aceptara la idea de que la Tierra es redonda, se consideraba una verdadera herejía tan solo insinuar que en verdad lo era. Claro está, en la actualidad se sabe que tampoco es redonda, pues eso le atribuiría una perfección geométrica que no posee, pero el hecho es que definitivamente no era plana como por mucho tiempo se pensó.
Pero la idea de contar con una figura llana y de bordes rectilíneos que determinaban los límites no era del todo descabellada, respondía a una lógica y a una interpretación prácticamente correcta de acuerdo al conocimiento que se poseía en la época o que se deseaba imponer, era simple: la tierra tenía que ser plana para distinguir al cielo (arriba), la humanidad (en el plano) y el infierno (abajo), pues de lo contrario al asumir otra forma estructural ¿cómo podía decirse en el Sur que el cielo quedaba arriba si estaba debajo del Norte? Era más cómodo pensar que la Tierra era plana y así poder ubicar más fácilmente lo que en la lógica imperante se consideraba correcto.
Lo mismo ocurre con la Gerencia.
La Gerencia observa su gestión como los clérigos y científicos de la edad media observaban a la Tierra: solo en dos dimensiones (2D). En ella los juicios de valor solo tienen dos variables dominantes y una breve gama de distorsiones que las acercan o las alejan de los conceptos generalmente aceptados.
Cómo en un plano cartesiano, donde los números poseen valores positivos o negativos, las cosas son buenas (excelentes, maravillosas, extraordinarias) o malas (pésimas, pobres, de baja calidad), se tiene éxito o se tiene fracaso, pues no suele pensarse en la posibilidad de contar con un medio-éxito o en un medio-fracaso; se es el líder del mercado o se es seguidor del líder, y esto sólo por citar unos cuantos ejemplos.
El ejercicio, la visión, la medición y la evaluación de la actividad empresarial, incluso su conceptualización e imagen, están saturados de un dualismo extremo en todas sus expresiones.
Ahora bien, en un mundo donde las expresiones unidimensionales y bidimensionales han sido consideradas como básicas, siendo las estructuras tridimensionales las que han hecho posible las grandes diferencias en el aspecto social y cultural de los pueblos, pues sin ellas las edificaciones, el transporte, el arte y otras tantas manifestaciones, no serían ni la mitad de lo que son ahora, como puede apreciarse en las inmortales expresiones humanas surgidas del avance en el concepto de la geometría y en la complejidad del pensamiento matemático y físico alcanzado a muy temprana edad luego que los sumerios inventaran el cálculo, resulta curioso que la ciencia que se encarga de manejar los recursos y propiciar el avance evolutivo del pensamiento, la acción y el resultado, como lo es la ciencia administrativa, responda a un paradigma tan limitado y plano.
Tal vez la concepción bidimensional de la Gerencia responde más a la manera en que el hombre concibió los fenómenos sobrehumanos que rigen la Tierra, observando las manifestaciones naturales desde dos puntos de vista: día y noche, arriba y abajo, mojado o seco, frío o caliente, crecidas o sequía, extremos que generaron los conceptos del bien y el mal, de lo bueno o malo.
Pero esa idea pudo haber tenido sentido en culturas donde tales fenómenos no tenían respuesta y el mundo subatómico era prácticamente desconocido, por lo que las bases para imaginar una Gerencia de dos extremos perdió su validez desde el mismo instante en que el hombre comenzó a alimentar su curiosidad por el saber y descifró una buena cantidad de misterios.
Hoy sabemos que la tierra no es plana, que el día y la noche no son más que la consecuencia de la rotación del planeta, que una misma materia puede poseer hasta cuatro estados (líquido, sólido, gaseoso y plasma) que el frío es consecuencia de la ausencia de excitación de los componentes moleculares de un compuesto, que la unidad más pequeña conocida hasta ahora es el quark y que las leyes físicas no actúan de la misma manera en diferentes escenarios. Hoy sabemos que las cosas no son unidimensionales o bidimensionales, incluso que tampoco son tridimensionales, son multidimensionales, que es el observador quien las limita y enmarca, y sin embargo, ante tanto florecimiento y diversidad del conocimiento existe una marcada tendencia a dirigir en 2D.
Una vez comprendida la autolimitación existente en cuanto a la visión de la Gerencia que impera en el presente, es completamente lógico preguntarse cómo ha de ser una Gestión en 3D o MD, lamentablemente no es posible explicar tales expresiones de avanzada en tan corto resumen del capítulo que se ha dispuesto a esta materia en mi libro “Gerentes Ineptos”, sin embargo se puede recurrir al siguiente artilugio para facilitar su contextualización e inspirar su interés por desarrollarlo y practicarlo.
Cuando el hombre observó al Sol y la Luna y los representó pictóricamente no dio signos de análisis o muestras de un pensamiento complejo, pues se limitó a repetir lo que a simple vista era obvio: un círculo. Cuando dibujó el cuadrado y otras formas no comunes en la naturaleza, mostró su capacidad de creación e innovación, pero fue cuando se percató de que tales expresiones solo representaban una de las caras de lo que realmente eran que trascendió y produjo maravillas, se abrió a un mundo desconocido, imposible de pensar hasta entonces que marcó todo el avance tecnológico y social que ahora poseemos. ¿Se imagina si esto se hiciera también al dirigir?
Por supuesto que este planteamiento generará dudas y preguntas: ¿cómo puede integrarse el concepto 3D o MD a la Gerencia? ¿Qué elementos no se han considerado hasta el presente? O, simplemente, ¡es una idea absurda!
Cabe recordar que semejantes expresiones y preguntas surgieron en la mente de personas inteligentes y sabias cuando se planteó la tesis de la redondez de la Tierra ¡y cuán equivocados estaban! Pues bien, la Gerencia, tal y como se entiende en la actualidad es solo una cara de todo cuanto en verdad puede ser, lo que ocurre –y citando a Antoine Saint-Exupéry–, es que “lo esencial es invisible a los ojos” y se está tan segado con el paradigma que la envuelve que resulta un verdadero reto imaginarla distinto a como hoy se concibe.