Vivimos en un mundo en que nada nos es regalado, todo lo que hacemos y/o recibimos requiere de un esfuerzo, ya sea el que hoy se realiza para contener el cambio climático, ese otro que se hace para mantener un presupuesto de gastos y egresos, o bien ese que es habitual en nuestro trabajo para finalizar o cerrar un negocio. Y las más de las veces, el término de esa tarea, cierre de negocio o simplemente el gozar de un aire limpio en el campo, entre otras, nos produce una sensación de triunfo y placer. Pero detrás de esa sensación de gozo, hubo un esfuerzo…y una decisión. Y ello porque no es fácil decidir hacer un esfuerzo, pues debemos de luchar contra la pereza, contra la ley del esfuerzo mínimo, o de la autocomplacencia, de salir de la denominada “zona de confort”.
Hacer un “esfuerzo” no es algo simple, como lo dice la definición siguiente: “el esfuerzo corresponde al empleo enérgico de la fuerza física, la inteligencia, la voluntad o cualquier facultad espiritual, para la consecución de un fin”.
Pero…la realidad nos indica que TODO trabajo significará un esfuerzo, ya sea intelectual o físico. En las actividades de comercialización es quizás donde el “esfuerzo” es más que necesario, y de ambos tipos, dado que significa “pensar”, “reflexionar”, “crear”, “imaginar”, “redactar”, “estudiar”, “decidir”, “capacitarse”, “motivarse”, “cumplir metas”, “definir objetivos”, “llamar por teléfono”, “caminar”, “escribir”, “tomar decisiones”, etc.
En la definición de más arriba, se indica que el esfuerzo es la aplicación con energía de la fuerza física, la inteligencia y la voluntad. Sinónimos de energía encontramos en las palabras: activo, autoritario, eficaz, firme, fuerte, poderoso, potente, pujante, tenaz, vigoroso. Como antónimo, DEBIL.
Pero para llegar a hacer ese “esfuerzo” que necesitamos, se requiere de una decisión, de decidir si queremos modificar la situación o queremos continuar. Modificar una situación nos enfrenta posiblemente a lo desconocido, al hecho de que tengamos que modificar varias (o todas) formas de nuestro actuar (o de ser) y lo vemos como un problema que muchas veces no estamos dispuestos a afrontar y por ello elegimos sencillamente, continuar en la mal llamada “zona de confort” y dejar simplemente “que las cosas sucedan” (y vaya que suceden cosas, pero negativas!).
“Que tus decisiones sean el reflejo de tus esperanzas, no de tu miedo”. Nelson Mandela.
“Decidir que no hacer es tan importante como decidir qué hacer” – Steve Jobs.
Y apoyándonos en estas magníficas frases, nuestros deseos, la esperanzas de que los problemas se solucionen, que la situación cambie favorablemente, que podamos por fin hacer lo que queremos, en fin, no pueden ser relegados al olvido solo por el temor de tomar una decisión y hacer el esfuerzo que ese cambio nos puede demandar. El temor al compromiso, el temor a la responsabilidad, el temor a equivocarse, son miedos que hay que combatir fuertemente. Mientras no se efectúe el esfuerzo requerido y se tome una decisión al respecto, la situación continuará (o el problema aumentará).
Pero ¿podemos soslayar ese temor y llegar a tomar una decisión?
Claro que sí, pero ello requerirá de un esfuerzo, aunque menor. ¿Cuál es ese esfuerzo? El esfuerzo de a) querer solucionar el problema que enfrentamos o cambio de situación, y b) utilizar un tiempo en…pensar, sí simplemente pensar, reflexionar, concentrándonos en las soluciones más que en los problemas que ello nos puede significar. Así, en una forma ordenada podríamos tener una pauta o esquema, como lo siguiente:
- Concentrémonos en el problema e identifiquemos las opciones que tenemos para su solución.
- Analicemos las opciones y seleccionemos al menos dos de ellas que, a nuestro entender, sean las mejores.
- Reflexionemos sobre las consecuencias de tomar o no la decisión buscada y las responsabilidades que eso involucrará.
- Regresamos a las opciones seleccionadas, anotando las ventajas y desventajas de cada una de ellas.
- Asumamos nuestra responsabilidad y decidamos de entre las opciones, la más conveniente según las reflexiones efectuadas.
La vida es demasiado corta para pasarla en la negatividad. Por lo que he hecho un esfuerzo consciente para no estar donde no quiero estar.-Hugh Dillon.
Un abrazo, Freddy Hayvard.