Llevo casi veinte años formando a adultos. Puedo decir que empecé transitando mi experiencia casi en el siglo pasado, mucho antes de que asomaran las conferencia TED, el e-learning y las innovaciones en capacitación que el nuevo siglo fue trayendo. He tenido la oportunidad de realizar procesos de enseñanza-aprendizaje con numerosos tipos de colectivos: personal de empresa en diferentes niveles, empleados de la administración pública, diplomáticos, grupos en situación de vulnerabilidad, científicos, técnicos, estudiantes universitarios, emprendedores. He transitado además por organizaciones diversas; pymes, multinacionales, cooperativas, organismos de la administración pública, universidades, organismos internacionales. La experiencia es basta y el aprendizaje obtenido enriquecedor. Todos los grupos con los que trabajé fueron, sin lugar a dudas, singulares, cada uno me ha dejado sólidas enseñanzas sobre el proceso de enseñar.
Observo que en la actualidad existe una tendencia a la espectacularización de la capacitación en el mundo de las empresas. Muchas veces se busca la respuesta rápida, el mero impacto del soporte tecnológico, el contenido transferido centrado en el orador, la situación efectista descontextualizada de los mundos del trabajo.
Por el contrario a estas visiones, he aprendido que la capacitación en las organizaciones debe ser un momento de “encuentro con otros distintos” que permita tolerar esas diferencias, para que en contextos de grupo surjan aprendizajes significativos. A partir de esta visión, intentaré resumir en 10 lecciones aquello que me han enseñado estos veinte años de experiencia.
10 lecciones que aprendí como capacitadora
1. La capacitación en la organización no es un acto de magia: es aprendizaje
Para que el aprendizaje emerja en una organización es necesario trabajar con procesos de enseñanza-aprendizaje profundos y diseñados a medida. No se aprende de la improvisación. La paciencia y el trabajo continuo con un fuerte involucramiento de la alta dirección son claves.
2. La capacitación es un proceso integral del ser humano y no solo un conjunto de contenidos atado a objetivos
Un capacitador debe comprender la complejidad de enseñar en el contexto organizacional, ejercitando una escucha atenta más allá de los temas del programa previsto. En este sentido, el capacitador más que experto en un tema debe pensarse como un profesional buscando aportar a resolver una problemática compleja.
3. Los saberes no se transfieren, se construyen en contextos de equipos
Las capacitaciones no son instancias teóricas donde se dictan contenidos meramente, requieren recuperar los saberes previos de los participantes y desarrollar metodologías que permitan el contacto con otros y entre otros para que los nuevos saberes circulen y se construyan.
4. Una buena capacitación debe sentirse “en el cuerpo”
El diseño metodológico de una capacitación debe dar lugar para que fluya la razón, la emoción y la alegría en contexto grupal. Recordemos que se trata de una “experiencia de aprendizaje” que para dejar huella requiere distintas vías de acceso.
5. La experimentación y la vivencia no son una opción
Contraponer los nuevos conceptos a la experimentación, la vivencia y la posibilidad de pensar los nuevos conocimientos al contexto de trabajo, son condiciones necesarias para que el aprendizaje tenga lugar.
6. Un vínculo de confianza entre docente y participantes es el contrato que habilita el proceso
Trabajar en la construcción de la confianza del capacitador con el grupo es clave para dar lugar al aprendizaje. Esa confianza no se gana con un chiste o una sonrisa amplia, se obtiene con el respeto que le concede un grupo cuando considera legítimo a un capacitador.
7. Tener un amplio portafolio de metodologías ayudan a abrir distintas puertas de acceso al aprendizaje
Toda capacitación tiene sus momentos: la apertura, la experimentación, la exposición conceptual, la construcción grupal, el cierre. Desconocer o saltear sin propósito estos momentos, es saltear un momento grupal. Facilitarlos por medio de técnicas diversas e innovadoras es una lección indispensable para cualquier capacitador.
8. La tecnología es una aliada del proceso de enseñanza aprendizaje pero no un fin en sí misma
El uso de diferentes dispositivos tecnológicos es un recurso maravilloso en una buena planificación didáctica, pero solo tiene sentido en el marco de un diseño pedagógico que permita hacer circular distintos lenguajes con un propósito.
9. La planificación de la capacitación es una herramienta fundamental del capacitador pero debe dar lugar a que surjan “emergentes”
En las preguntas de los participantes, en sus intervenciones (hasta en las fuera de lugar) en donde es posible observar el conflicto cognitivo. El emergente muestra una mente aprendiendo a la que toda capacitación debe dar lugar.
10. Nadie puede enseñarle a un adulto que no desea aprender
El vínculo de enseñanza- aprendizaje es una díada, donde no es posible forzar a una de las partes a ingresar al proceso si no es su voluntad.