La capacidad de gestión ó corporate capabilities matriz – CCM – de una empresa, tiene una necesaria correspondencia biunívoca con la calidad de la Gerencia, y ésta a su vez depende no solo del know how y competencia que posea, sino principalmente de sus Valores Humanos Clave. Esta es la variable fundamental, la que hace la diferencia.
El VHC de la Dirección
Toda empresa es una entidad viva que nace deliberadamente para crecer, desarrollarse y cumplir los fines para los cuales fue creada. El crecimiento por lo tanto es lo normal en toda organización sana, como resultado de la interacción de los componentes de su cadena de valor.
Sin embargo tener éxito no es cuestión de todos los días, vivimos en un medio donde a falta de una cultura en este sentido, aprendemos casi siempre más de nuestros fracasos que de nuestros propios aciertos. No hace falta investigar porque lo apreciamos todos los días en la prensa, la radio, la televisión, etc., en donde más cm/col, ó más tiempo en el aire son dedicados a este tipo de eventos. Los mensajes de fracasos nos llegan en forma de noticia destacada. Lo primero que tenemos que regular entonces es la influencia de nuestro propio entorno.
¿Pero qué es lo que hace que la gente tenga éxito?.
El primer punto es considerar que esta condición no viene por casualidad, ni se dá por generación espontánea; por el contrario es casi siempre resultado de actos deliberados, de un conjunto coherente de actividades que debemos realizar voluntariamente. Podemos tener todas las posibilidades, pero éstas debemos acompañarlas de la actitud adecuada. El segundo punto es tener en cuenta las transformaciones en la forma de operar y hacer negocios que ha traído consigo tanto la globalización como el avance de las tecnologías de información y la informática, lo cual ha permitido disminuir la complejidad de las organizaciones haciéndolas más gerenciables; y que por tanto constituyen herramientas con las que debemos de contar sí ó sí en razón a que en los nuevos escenarios de negocios, ya no es suficiente solo trabajar juntos bajo una visión compartida, tener clara la misión y adicionalmente el capital necesario.
Hoy se requiere de soluciones tecnológicas apropiadas, además de una infraestructura básica de información con datos confiables y relaciones de variables adecuadamente definidas que apoyen los procesos y estrategias del negocio. El tercer punto es que no debemos retrazar el cambio en nuestras organizaciones, por el contrario debemos liderarlo. No olvidar que de la actitud y la inteligencia emocional que pongamos en práctica frente a los problemas y retos que se nos presenten en el camino, dependerá en mucho el futuro deseado.
Nuestra responsabilidad como organización es estar preparados para responder eficazmente a los sucesos tecnológicos de los mercados; pero teniendo siempre presente que el hombre sigue siendo el factor más importante, el “agente de cambio” sin cuyo concurso todavía “nada es posible”. La idea fuerza de este primer artículo es precisamente postular los Valores Humanos Claves de la Dirección como la variable fundamental, que permite moldear el tipo de organización que se quiere y las líneas maestras de la cultura de la organización, más allá de las tecnologías que elijamos como soporte. Es ella la que crea las condiciones básicas para el desarrollo de las personas que trabajan en una organización, así como de los procesos clave del negocio.
Todos hemos conocido de éxitos clamorosos de personas y organizaciones brillantes que al cabo de unos años dejaron de serlo. Todos somos testigos de casos de otras empresas, y la carrera profesional también lo es, que en sus inicios tuvieron menor lucimiento pero que con el tiempo se han hecho más sólidas y han crecido corporativamente, haciéndose de los socios adecuados y aprovechando las oportunidades de la globalización. No bastan entonces la creatividad, el genio y figura, la competencia y las estrategias, para llegar y sostener una posición de éxito; tampoco basta acertar con el socio adecuado que convocamos a nuestras organizaciones, como de la pareja que elegimos para compartir nuestro hogar; sino que necesitamos además de lo que en mi concepto constituye la ventaja competitiva sostenible: los Valores Humanos Clave.
¿Cuales son estos valores?, ¿En qué consisten?, es lo que desarrollaremos en nuestras próximas entregas. Mientras tanto amables lectores, les dejo una pequeño caso para que juntos analicemos y podamos compartir reflexiones, éste es el siguiente: Cual es el mensaje, por ejemplo, que le daríamos a un empleado al cual ordenamos contestar, ante una llamada telefónica, que hemos salido ó estamos en una reunión y que además pida al interlocutor que deje su teléfono que “le devolveremos la llamada”; precisamente cuando hemos determinado que no vamos a hacerlas. Peor aún, imaginamos cual es la lectura que el empleado va a darle a esta experiencia. ¿ Es tan difícil aceptar que la transparencia de los actos administrativos y el desarrollo de las buenas comunicaciones son el punto de partida de una gerencia competente y no la causa de ella?.
¿Que pasaría si esta experiencia la repetimos en casa, con nuestros hijos?
La Humildad es la marca de clase de toda organización destinada al éxito; la soberbia en cambio ensombrece el alma y no deja que veamos nuestros errores. VALENCIANO.
Los VHC de la Dirección: La Humildad
Muchas veces alcanzamos una posición a base de mucho trabajo, esfuerzo y creatividad; pero sucede en muchas organizaciones que, una vez alcanzado el primer peldaño de la escalera de logros, nos dejamos ganar por la soberbia, dejamos de escuchar y por tanto perdemos la capacidad de aprender.
La humildad es la virtud que nos lleva a reconocer nuestros errores, lo cual constituye el primer requisito para el inicio de todo cambio; evitándonos caer en la autocomplacencia y en la soberbia que nos aleja de Dios; ayudándonos por tanto a mejorar como personas y como empresa.
Todos hacemos un acto de contrición al inicio de cualquier empresa. Viene el Padre de la Parroquia que elegimos y bendice las cosas materiales, nos encomienda a todos los santos, nos bendice a todos; nos llena de buenos deseos, nos habla del futuro grandioso que nos espera si cumplimos nuestra misión. Pero está nuestra alma preparada para afrontar los desafíos y tentaciones que nos ofrece el facilísimo, la miopía del corto plazo que todo lo quiere rápido y ya?. Está nuestra estructura organizacional preparada para recibir con humildad los primeros éxitos de nuestra gestión y por tanto lo está para postergar la tentación de las gratificaciones inmediatas?. Está nuestra estructura mental igualmente preparada para no relajarnos y mantenernos al pie del cañón; creando a los primeros éxitos de flujo de caja los fondos de contingencia necesarios y presupuestos de investigación para obtener información fiable que nos permita crecer además de seguir compitiendo?. Está preparada asimismo para afrontar el fracaso?.
Recuerdan el Motor Show y Motor Place del 98, No?, Mejor así; porque fueron los dos fracasos más clamorosos de eventos comerciales desarrollados en este sector en la década pasada. Hacer cifras sería ocioso. Pero a quién se le ocurre desarrollar un fantástico proyecto Automotor en un año donde la mayoría de las variables macroeconómicas hacía inflexión?. A quién se le ocurre desarrollar en ese año un mega-negocio de dealer de autos con la fuerza de un despliegue publicitario aplastante y completo donde no faltaba nada: publicidad en la vía publica, paraderos, paneles unipolares; radio; tv; diarios y revistas; merchandizing, outdoor, etc. A lo que habría que adicionarle la política de venta al crédito con 0% de interés.
Todo sobre el papel estaba perfecto, había que estimular la demanda; Pero desde cuando se sabe que no tendremos éxito si nos dedicamos a distribuir helados en Alaska?. La dirección olvidó el ABC del marketing ó creyó en las cifras de un mercado que le inventaron para el análisis sus asesores de confianza. Son errores históricos y hay que decirlo con letras grandes por más que detrás de ella se haya encontrado uno de los grupos empresariales más poderosos del País. Se puede crear un mercado donde existen deseos insatisfechos o necesidades encubiertas; Pero un mercado es tal sí y solo sí, cuando existen fundamentalmente personas con necesidades y con dinero para satisfacerlas.
Todos debemos recordar el Centro comercial Camino Real, verdad?. Habría que preguntar a los creadores de tal proyecto bajo que bases y criterios de localización erigieron esta mole de cemento en el lugar que está, cuando el más mínimo criterio de ubicación para un proyecto comercial de tamaña dimensión señala no solo adecuarlo a las variables de segmentación conocidos sino localizarlo óptimamente en la intersección de dos troncales. Un ligero análisis nos demostrará que de lo último el CCCR no tiene nada. Estamos hablando de un mercado abierto de competencia, no de mercados políticos como los “del pueblo” que alguna vez existieron.
Troncales son grandes avenidas con circulación doble, de ida y vuelta y mejor aún con varios carriles de tránsito, que aseguran fácil acceso y desplazamiento. Los éxitos de algunas cadenas comerciales de clamoroso éxito actual, además del sello distintivo de su cultura empresarial y estrategias de marketing; se deben también a la ubicación de sus locales.
Hace más de una década trabajé en el área de marketing de una empresa de mucho éxito en la categoría de alimentos, encontrándome con un proyecto especial ya realizado de un restaurante para clase media alta en plena Av. Colonial. Aunque no estuve a cargo del negocio en sí, porque me responsabilizaba de otras líneas; éste formaba parte del portafolio de productos de la empresa y por tanto se requería mi opinión en algunas reuniones de directorio. Evidentemente era algo destinado al fracaso porque se pretendía aglutinar a los ejecutivos de la zona industrial para sus reuniones de negocio, cuando un estudio arrojaba como emergente que tales reuniones eran la oportunidad que estos ejecutivos esperaban para salir a comer a otro lugar; el mercado adicionalmente se veía reducido porque en horas de la noche la zona era reconocida como insegura, etc. No se trata de hallar explicaciones para justificar los errores; Pero en algún momento los propietarios de la empresa asintieron que habían hecho un lujoso restaurante de consumo extrahogareño “familiar”.
Pueden intentarse innumerables explicaciones para estos casos empresariales pero lo central es que tales proyectos, podríamos enumerar otros, han sido desarrollados sobre la base de “la soberbia del que todo lo puede”; olvidándose que la naturaleza es la explicación de todas las cosas y deberíamos adecuarnos a sus leyes. La soberbia sin duda, no solo impide la comunicación apropiada con nuestro entorno, con la consecuente pérdida de oportunidades de intercambio de información y negocios; sino que no es la mejor compañera a la hora de tomar decisiones acertadas.
La Humildad es uno de los VHC fundamentales de las empresas, aquellos que moldean la estructura y la forma de respuesta de ésta ante los problemas, oportunidades y desafíos que le representa su existencia misma; he ahí el porqué de la importancia de cultivarla en nuestras organizaciones y en la vida personal misma. Si somos Humildes para reconocer nuestra misión y cumplirla fielmente, entonces habremos quien sabe haber sido elegidos por los Dioses, para tener éxito aquí en la tierra.