Al menos desde la experiencia mendocina, pareciera que municipios y mercados de capitales tienen poco en común. Cuando el lector memorioso haga el esfuerzo por recordar el caso de algún municipio de nuestra provincia que haya recurrido a la bolsa para financiar obra pública, es probable que en su memoria sólo encuentre la experiencia de la Municipalidad de Guaymallén en la época de Pardal, iniciativa que le valió a dichas autoridades el viajar a EE.UU. a exponer en un seminario sobre su experiencia en el tema dentro de un país en vías de desarrollo, quedando con el rótulo de grandes innovadores en estas pampas.
Pero en el mundo desarrollado la relación entre municipios y mercados de valores es mucho más profunda de lo que se ve acá. En países como EE.UU, Canadá y buena parte de Europa Occidental -España es muy fuerte en la materia con el Banco de Crédito Local-, si bien los municipios no suelen emitir bonos por ellos mismos, es muy común la existencia de instituciones con el rol específico de intermediar entre los municipios y los mercados de valores, es decir entidades -públicas, privadas o mixtas- que, al tener un menor riesgo crediticio que los municipios considerados en forma aislada, emiten bonos a ser colocados entre inversores de largo plazo y de esta forma obtienen fondos frescos para financiar a los municipios y su obra pública, con el beneficio diferencial que brinda fondearse en el mercado de valores en cuanto a plazos y tasas, generalmente más atractivos que los de la banca comercial. Por ejemplo es común que, operando de esta forma, muchos municipios europeos, norteamericanos o canadienses consigan financiar sus obras públicas a plazos de entre 10 y 20 años, plazos muy difíciles de obtener con la banca comercial tradicional. Funcionando así, se hace mucho más fácil crecer para una economía, de esto no caben dudas, más en éstos tiempos donde los municipios cada vez tienen más funciones y servicios que prestar, porque se dice que es el nivel de gobierno que «más cerca está de la gente».
Ejemplos de estas instituciones en Europa son: el privado Banco de Crédito Local en España -poseído por los grupos Dexia y Argentaria-, el estatal Finland Municipal’s Finance -de propiedad de la Asociación de Gobiernos Municipales de ese país-, el estatal Kommuninvest en Suecia -poseída también por la Asociación de Gobiernos Municipales de ese país pero gerenciada por privados y el estatal Bank Nederlandse Gemeenten en Holanda -poseído por una Asociación de Gobiernos Provinciales y Municipales-. También en Europa encontramos experiencias similares con el Credit Communal de Belgique en Bélgica y el Credit Local de France en Francia. Por el lado de América del Norte también hay un desarrollo muy interesante en este tema, por ejemplo en Canadá encontramos diseminadas muchas Corporaciones Financieras Municipales -operando cada una a nivel provincia-, mientras que en EE.UU. encontramos los llamados Bancos de Bonos Municipales, también operando a nivel estadual con el fin de financiar a sus respectivos municipios.
¿Qué se podría hacer en Mendoza? Seguramente cosas más sencillas que las que se observan en el primer mundo, pero que de una buena vez indiquen que se avanza en dicha dirección. El Fondo para la Transformación y el Crecimiento -FTyC-, seguramente reformulando ciertas normas legales, podría convertirse, al estilo de alguna de las entidades arriba nombradas y sin abandonar sus actuales funciones, en el intermediario entre los municipios y los inversores mendocinos, porteños, chilenos o por qué no de países desarrollados, y de este modo captar ahorros locales y foráneos para ser destinados a financiar obra pública municipal. En todos nuestros municipios hay proyectos de infraestructura muy necesarios y postergados, todos rentables socialmente, pero no ejecutados por falta de fondos: innumerables obras de pavimentación de calles, construcción de plantas de tratamientos de residuos contaminantes, construcción o mejoras de zonas industriales, centros de salud, centros de recreación y deportes, etc. que podrían de esta forma concretarse. Por supuesto que el endeudamiento debería ser por montos y plazos que permitieran su devolución sin comprometer las finanzas municipales, garantizadas tanto con coparticipación municipal como con recaudación propia del municipio.
Sin dudas tenemos enfrente un camino que alguna vez hay que plantearse recorrer, debemos aprender a financiar nuestras economías inteligentemente: a las obras de infraestructura, que suelen ser disfrutadas por varias generaciones de habitantes, no es ningún pecado financiarlas a través de endeudamiento con terceros, al contrario es lo normal. Eso sí, la deuda debe ser a plazos acordes, es decir, tomada con entidades que manejan ahorros a largo plazo y no los que provienen de los plazos fijos y cajas de ahorro de la banca comercial.