La experiencia, que surge como aprendizaje de la cotidianidad, nos lleva a descubrir que somos protagonistas de nuestra propia historia y al mismo tiempo artífices de un futuro construido con fragmentos del pasado, sea en la organización, en la familia o en cualquier otro espacio social donde desarrollamos nuestra vida.
Desde que nacemos involucramos en nuestro desarrollo todo el contexto que nos rodea, desde las tradiciones que nos trasmiten nuestros familiares, pasando por los componentes geográficos y los aprendizajes cotidianos que incorporamos a la manera como nos relacionamos con los demás.
El auto conocimiento es un proceso que nos lleva a construir un auto concepto que nos sitúa de una manera determinada frente a las expectativas sociales a la cuales debemos enfrentarnos cada día y que condicionan en muchas ocasiones la respuesta que damos a la realidad que construimos.
S. Covey, en su libro “los siete hábitos de la gente altamente efectiva” invita a que hagamos de la individualidad una capacidad que transforme la historia que nos tocó vivir, con su frase “hacer que las cosas sucedan” nos anima a descubrir que somos los protagonistas de nuestra propio devenir, que ser responsable no solamente es asumir las consecuencias de mis actos pasados sino también de integrar la visión personal a la gestión cotidiana.
La vida personal, entendida como individualidad, nos lleva a reconocer que se construye gracias a los demás, a los que nos rodean y son ellos los permanentes promotores de nuestro ser. Ser gregario es reconocer que nuestros anhelos y esperanzas se logran con otros, que los deseos de llegar a la cima y cumplir nuestros objetivos es en razón de los otros.
La historia de nuestra vida tiene otros protagonistas y antagonistas, esta llena de capítulos y escenas que vivimos reconociendo nuestros éxitos y también las lecciones donde aprendemos que la derrota es un paso necesario en la búsqueda del triunfo y el éxito futuro.
La gerencia de sí mismo es una invitación a descubrir las potencialidades que tenemos para llegar a ser lo que hemos imaginado, saber que, al final, las decisiones las tomamos nosotros mismos y que el líder interior nos irá mostrando el camino que debemos recorrer para encontrar la luz que hemos buscado, el bosque que sigue al desierto y el amanecer que aparece después de la oscura noche.
Es una invitación a reconocer que lo que nos dicen otras personas, por sabias, preparadas y experimentadas que sean son solo sugerencias que nosotros debemos evaluar en función de la misión y la visión personal que tenemos. Autonomía significa que reconocemos nuestras fortalezas y debilidades para definir la manera como nos movemos en la búsqueda de los resultados que hemos programado para nosotros mismos.
Gerencia de si mismo significa entonces que nuestro destino no es un libro escrito desde la eternidad, ni que estamos determinados a tal o cual situación, se trata de reconocer la capacidad que tenemos para tomar decisiones oportunas y acertadas capaces de mover la historia que vivimos en la dirección que queremos. Entregar nuestro futuro al resultado de unas cartas, al humo del cigarrillo, al horóscopo y otras más que conocemos es reconocer nuestra incapacidad para asumir el rol protagónico de la historia que nos tocó vivir y entregarla a un tercero que interpreta nuestras inseguridades mediante objetos que terminan haciendo del fetiche una opción para la acción.
Vivimos entonces entre miedos y esperanzas; sin embargo la idea de esta reflexión es identificar también que los resultados que obtenemos en los contextos en los cuales trascurre la cotidianidad, tales como la familia, la empresa, los amigos, la comunidad donde participamos, etc., están mediados por el RETO COMPARTIDO, por la capacidad de reconocer que son los otros los que finalmente generan sentido a las acciones que realizamos.
Una breve reflexión para quienes tenemos la responsabilidad de reconocer el comportamiento de las personas en las organizaciones tiene que ver con la capacidad de ser observadores y reconocer la tipología de las personas que integran los equipos de trabajo, verificar los estados de ánimo y encontrar en ellos la respuesta a las situaciones que nos impone la cotidianidad en la empresa, los conflictos, la falta de asertividad, la agresividad manifiesta y demás comportamientos que nos llevan a intervenir para poder mantener los aspectos relacionales en las fronteras de la productividad organizacional.