Desde un comienzo, el debate global sobre desarrollo sostenible ha estado desafiado por una serie de temas éticos. Sin embargo, para proteger los intereses de naturaleza económica que tiene el establishment corporativo (en particular), aún la economía de mercado domina los procesos de decisión, tanto públicos como privados. Si agregamos la gran intromisión del dinero privado en la política (corrupción), el resultado ha sido olvidarse simplemente de las dimensiones múltiples que acompañan a la importante temática y estratégica de la sostenibilidad del desarrollo. En general observamos intervenciones puntuales; ellas caracterizan la situación en la mayor parte del mundo, incluyendo las organizaciones internacionales de financiamiento y desarrollo.
La inclusión de la ética en la economía –la eticonomía—demanda de un cambio radical en las nociones de bienestar, desarrollo, progreso, competitividad… El cambio solamente será una realidad como resultado de una revolución de valores, que van ciertamente más allá del individualismo materialista que hoy invade nuestras sociedades. Hoy en día, para muchos es evidente que nuestro bienestar no consiste solamente en consumir más o tener más.
Serán los valores colectivos (ej., solidaridad, compasión, equidad, cooperación, amor, justicia, e interdependencia) los que deben considerarse y auto realizarse en nuestras sociedades. Esto no es trivial, ya que todavía estamos dominados por una visión que nos aleja de nuestra naturaleza como una humanidad colectiva. Una dimensión de nuestra consciencia social.
Al mismo tiempo, nuestro bienestar está definido, en su mayor parte, por nuestra calidad de vida, el buen uso de nuestro tiempo, la felicidad… Sabemos que muchas de estas cosas no son de un carácter material (tener cosas). Es algo que va mucho más allá de eso. Son cosas y situaciones que las sentimos con el corazón. No es el “tener” lo que nos hace feliz. Es el “ser” nosotros mismos y como sociedad lo que realmente vale la pena en esta vida.
Evidente, la naturaleza (nuestro ambiente humano y natural) es una componente fundamental de nuestro bienestar y un elemento central en la calidad de vida: el agua limpia, el aire puro, los paisajes, los bosques, el mar, nuestras montañas, los animales, los ríos, las plantas, las aves, los minerales y todo nuestro entorno humano y natural. El estado de nuestra naturaleza es una pieza clave y debemos ser responsables en cuidarla, conservarla y protegerla.
Esta responsabilidad es de naturaleza colectiva. Es un bien colectivo que nos pertenece. El tema que se preocupa de nuestra naturaleza en el ámbito público y nacional, se llama “desarrollo sostenible”. Un término que ha sido definido de muchas maneras. Quizás la más importante fue la definición de Gro Brundtland, quien escribió un libro titulado “Nuestro Futuro Común” (1987). Usa tres palabras claves para entender el desarrollo sostenible: nuestro, futuro, común. Habla que este tipo de desarrollo es nuestro, es colectivo. No es un tema individualista. No es un tema del Yo, Yo, Yo. Es un tema del nosotros. Esto demanda actuar en grupo.
Habla del futuro. Esto es algo que debemos construir juntos. El futuro se construye, y depende de nosotros el cómo será ese futuro. Habla del futuro común. Es decir, somos una familia nacional, somos una familia regional, somos una familia global. Es por eso que el calentamiento de la tierra nos afecta a todos. La pérdida de biodiversidad nos afecta a todos. La destrucción de la capa de ozono nos afecta a todos. Así es, Nuestro Futuro Común.
Brundtland definió al desarrollo sostenible como una realidad donde la generación presente (nosotros) podemos satisfacer nuestras necesidades, sin limitar a las generaciones futuras para que también puedan satisfacer sus necesidades. Es decir, el “nosotros” no es solamente tú y yo, sino todas las personas que aún no han nacido.
Esto merece una reflexión profunda. Esto implica actuar ahora. Esto demanda de políticas, inversiones y tantas otras cosas para entregarles a las generaciones futuras un planeta tierra al menos tan bueno, o tanto mejor, de cómo lo recibimos nosotros.
Después de décadas de debate, es una realidad que hay muchas maneras de entender este tipo de desarrollo:
- Como una forma de desarrollarse y transformarse como sociedad.
- Como una colección de valores colectivos de manejo y conservación de nuestros recursos naturales y el medioambiente.
- Como una forma de vivir en este planeta, no destruyendo, no despilfarrado…
- Como un derecho, en particular, el derecho a una vida buena, a una calidad de vida aceptable…
- Como un estado de consciencia social donde nosotros entendemos que no se destruye la naturaleza ni se afecta negativamente a ninguna forma de vida que hoy existe.
A continuación, Steve Howard, ejecutivo jefe de sostenibilidad en Ikea, habla sobre su experiencia en la venta de materiales y prácticas ecológicas, tanto hacia el interior de la firma como a los clientes alrededor del mundo. Un ejemplo de lo que se puede hacer, desde el mundo corporativo, para apoyar los esfuerzos de creación de una conciencia de sostenibilidad global.
Hoy, quisiera referirme a una dimensión importante: la dimensión “ética”. Es decir, la dimensión que tiene que ver con lo bueno o lo malo, con lo aceptable o inaceptable…
Pero, aquí no quisiera hacer juicios de valor, sino indicar cuáles son los temas que contienen temas éticos muy importantes. Si los reconocemos, si los abordamos…esto constituirá un paso muy grande en nuestro país y en el mundo.
En lo que resta de este texto voy a abordar dos temas grandes. Uno, la importancia de la “economía ambiental”. Me referiré a este tema porque soy economista. Dos, los temas éticos más relevantes en este contexto.
La Economía Ambiental
La economía ambiental estudia los impactos de la economía y actividades económicas (producir, consumir, vender, etc.) en el medio ambiente (contaminación del aire y del agua). Es claro que todas las actividades económicas afectan el medio ambiente. Entre los temas más importantes, podemos mencionar:
- El fracaso de los mercados. El mercado no tiene los mecanismos para resolver los impactos negativos en el medio ambiente. Esto demanda de regular los mercados con impuestos verdes, o subsidios.
- Cómo le damos valor a las cosas. El mercado asigna un valor (un precio) que depende fundamentalmente de la utilidad que tienen los consumidores en relación al uso de lo que se compra. Pero hay otros bienes que no se tranzan en el mercado. Como el caso del aire, que uno no lo compra. Simplemente lo respira.
- Definir quién es dueño de nuestros patrimonios naturales. Para ello hay que asignar derechos de propiedad (públicos o privados). Estos derechos son muy importantes en el caso, por ejemplo, del agua. Hoy en Chile estos derechos son generalmente privados, cuando deberían ser colectivos o ciudadanos.
- Establecer el papel de los gobiernos. Generalmente, los gobiernos fracasan ya que no establecen los incentivos para tener una economía verde. Un incentivo muy conocido es el impuesto que se le llama “el que contamina paga”.
- Definir cómo administrar los bienes comunes que pertenecen a todos nosotros. No es una tarea fácil.
- Evitar que los procesos de producción acaben por eliminar irreversiblemente a recursos naturales tales como los peces, los bosques nativos…
- Aumentar la vida útil de los productos de consumo. Algunos artefactos del hogar duraban 50 años. Hoy, duran cuatro años. Es decir, muchos bienes se transforman en obsoletos muy rápidamente, aumentando los residuos (basuras) que se generan.
Economía y Ética
No podemos permitir que la economía y la política actúen en un vacío ético; este es simplemente un camino suicida para la humanidad. He aquí algunos ejemplos de los grandes temas éticos:
- La importancia de comprometernos con un manifiesto por la vida; pero DE TODAS LAS FORMAS DE VIDA QUE EXISTEN EN EL PLANETA.
- La preocupación constante sobre el bienestar de las generaciones futuras.
- La necesidad de entender que la tierra, que el planeta tierra, no es una cosa sino un ente vivo.
- El desafío de definir en forma colectiva y consensuada hasta donde el ser humano puede llevar la transformación de la naturaleza. ¿Podemos darnos el lujo de eliminar todos los bosques nativos? ¿Podemos eliminar miles de especies animales y vegetales? ¿Dónde está ese límite, quién lo define, qué hay que sacrificar?
- La definición de una ética asociada a los bienes comunes de la humanidad. Hasta dónde podemos continuar la perdida de la biodiversidad, hasta dónde puede llegar el recalentamiento de la tierra, hasta dónde podemos seguir destruyendo la capa de ozono… Hasta dónde podemos contaminar los océanos, los ríos, los suelos, el espacio… Estos bienes comunes ecológicos, van acompañados de otros bienes comunes como la seguridad humana, la paz, la estabilidad, la resolución de conflictos…
- La existencia de la llamada “deuda ecológica” entre los países desarrollados (que se llevan las materias primas y recursos naturales) y los países menos desarrollados que son sus dueños. Los países desarrollados no han pagado realmente el verdadero valor real de esos recursos (royalty).
- La manifestación permanente de una injusticia ecológica a todo nivel, especialmente con la gente pobre. Un ejemplo de injusticia ecológica es la definición de “zonas de sacrificio”. No deben existir estas zonas, cualquiera sea el propósito.
- La importancia de los aspectos éticos ligados al espacio (ética espacial). ¿Es ético contaminar al vecino? ¿Es ético dejar relaves mineros que van a contaminar las aguas que beberán las generaciones futras? ¿Dónde terminan las panderetas de las empresas?
- La importancia que tienen las pérdidas de calidad ambiental y la destrucción ecológica en relación a nuestra identidad social, a nuestra identidad como nación. La destrucción ambiental conlleva una pérdida progresiva de identidad, sentido de pertenencia, capacidad de integración…
- El impacto del deterioro en la calidad en la alimentación, derechos a una alimentación sana… No debemos justificar la seguridad alimentaria (oferta de alimentos) usando las semillas transgénicas, y las pérdidas cuantiosas de semillas indígenas.
Conclusiones
- La sostenibilidad del desarrollo no es un tema más. Es el único tema. Es el paradigma del futuro.
- Tenemos que crear una batería de incentivos para caminar hacia el desarrollo sostenible, y el desarrollo empoderado.
- Lo que antes era una limitante “tecnológica” hoy es una limitante “biológica”. Esto debe cambiar nuestra manera de ver, en la práctica, el bienestar, el desarrollo, la economía, las decisiones públicas y privadas, la definición de prioridades, la importancia del mediano y largo plazo, etc.
- Porque nuestro actuar afecta a muchas formas de vida, y a muchas generaciones, que tienen relación con nuestro planeta, es imperativo abordar juntos y consensualmente los problemas éticos que la humanidad confronta.
A manera de conclusión final te dejamos con la siguiente presentación en la que Jason Clay, Vice presidente senior de la WWF para la transformación de mercados, asegura que si se convence tan sólo a 100 empresas clave para que apoyen la sostenibilidad los mercados globales se transformarían para proteger el planeta.