Se propone una breve descripción de la distancia existente en el presente entre lo que las empresas necesitan y la oferta disponible en el mercado de talentos. Ante esta realidad, el artículo plantea la noción del nuevo concepto de empleabilidad, capaz de establecer con precisión qué competencias debe tener una persona que busque incorporarse a una organización, haciendo especial énfasis en las soft. Teniendo estas competencias por norte, será posible articular las demandas empresariales con las necesidades de la población.
Curiosa realidad dibuja el escenario de los Recursos Humanos en la actualidad.
A diferencia de lo que venía sucediendo en años anteriores, en los cuales las empresas reducían personal por cuestiones de costos, hoy en día vemos una saludable tendencia hacia el sentido opuesto.
La paradoja está constituida por datos inimaginables en otros tiempos.
Concretamente, hoy en día emerge una brecha entre las demandas de las empresas y las ofertas existentes en el mercado de trabajo.
Situar causas posibles para esto implicaría hablar de los efectos de crisis económicas anteriores; de la ausencia de programas educativos a largo plazo; y también del desconocimiento de aquellos deseosos de incorporarse a una organización, respecto de los nuevos puntos de mira de los empresarios al momento de contratar un nuevo colaborador.
Resumiendo: la estructura de liderazgo de las compañías sabe que captar empleados talentosos les permitirá contar con un capital humano de excelencia, capaz de estar a la altura de los permanentes vaivenes del cambio, aportando innovación y creatividad. Pero asumir este desafío conlleva a una necesaria adaptación activa de los candidatos a esta realidad.
El producto de la diferencia entre expectativa empresaria y mano de obra disponible es importante. Es cierto que algunos graduados de carreras específicas tales como las Ingenierías y las afines al rubro informática son tentados permanentemente a sumarse a las filas de organizaciones locales y regionales. Pero no menos cierto resulta conocer que muchas veces el deseo de los empresarios permanece insatisfecho.
A los fines de aportar alguna luz en este panorama, es interesante ubicar el término “empleabilidad”, concepto nacido recientemente y que sirve para adjetivar e identificar las personas atractivas para las compañías, distinguiéndolas de aquellas que no lo son.
Alguien ingenuo podría suponer que el título de grado convierte per se a una persona en empleable. Ese es, quizás, uno de los principales paradigmas que este concepto modifica sustancialmente.
La relación con el saber de una persona empleable es diferente a la de antaño. Quien es seductor para una empresa utiliza el conocimiento obtenido en su formación para aplicarlo a la resolución de problemas concretos.
Las organizaciones necesitan no tanto de diagnosticadores sino de personas que aporten soluciones específicas a la tarea. La creatividad, la capacidad de gestión, las ganas de aprender, estar dispuesto a trabajar en equipo se convierten así en las Competencias Blandas Clave (key soft competencies) para tener éxito en la obtención de un empleo, y el sostenimiento del mismo.
Gente que agregue valor a las tareas significa simplemente que se distinga de un empleado commoditie y haga valer su plena individualidad. Esa subjetividad que nos hace únicos y valiosos es nuestra mejor herramienta para superar los obstáculos y conseguir no solo el trabajo que necesitamos, sino fundamentalmente, el que queremos.