1. Introducción
Nuestro país ha ingresado al tercer milenio, con el reto de convertirse en una nación comercialmente competitiva, para poder medirse con las naciones más importantes del mundo sin el temor a que sea devorado por los peces más grandes.
De esta forma, las empresas costarricenses deben identificar cuales son las ventajas competitivas que poseen y que pueden explotar en el mercado. Para ello tiene opciones tales como la conservación del medio ambiente, la generación de empleo por medio de empresas transnacionales, o bien buscar nuevos nichos de mercado que le permitan diversificarse y adquirir un porcentaje de las ventas totales.
Sin embargo, es importante que los empresarios no solo identifiquen las fortalezas que posee el país en un mercado en constate cambio, sino también buscar las debilidades y errores del pasado, con el fin de no caer de nuevo en ellos y poder obtener el éxito que han presentado empresas centenarias como Kodak y Shell.
Las empresas costarricenses deben de tener las características de esas empresas, las cuales se desarrollan más adelante, así como una fuerte identificación con el servicio al cliente para mantenerlo contento y un valor agregado a definir por la empresa de acuerdo a las fortalezas que ésta presente.
El siguiente trabajo pretende dar una visión de las perspectivas y las posibilidades competitivas que poseen las empresas costarricenses, las posibilidades y fortalezas así como una pequeña mención de las estrategias competitivas con las que puede enfrentarse el mercado internacional.
2. Marco teórico
Podemos empezar por definir que se entiende por competitividad, existen varias definiciones al respecto. Una definición que me parece adecuada es la que determina que la competitividad es, «el proceso mediante el cual la empresa genera valor agregado a través de aumentos en la productividad, y ese crecimiento en el valor agregado es sostenido, es decir se mantiene en el mediano y largo plazo»; «contender con empeño (lidiar, pelear, batallar; disputar, debatir, altercar; discutir, contraponer opiniones o punto de vista); igualar una cosa análoga en la perfección o en las propiedades».
Esto sería lo más deseable que sucediera, y es lo que la CEPAL ha dado a conocer como competitividad auténtica, a diferencia de los conceptos tradicionales de competitividad espúrea, basada en ventajas de muy corto plazo; como pueden ser salarios bajos, sobreexplotación de los recursos naturales, aprovechamiento de subsidios por parte del estado.
En Costa Rica se podría decir que hay procesos de todo tipo. Existen sectores dinámicos que han crecido, han aumentado su valor agregado, su productividad y que han logrado niveles tecnológicos relativamente altos en relación con la capacidad tecnológica de la región. Paralelamente, coexisten sectores de trabajo intensivos, de escaso valor agregado y con pocas externalidades tecnológicas que subsisten amparados al sistema de subsidios a la exportación.
Cuando se estudia el tema de competitividad, se debe tener claro que no se puede tipificar la competitividad a nivel agregado de la economía, pues existen actividades que tienen distintos grados de competitividad; e inclusive se encuentran factores de competitividad auténtica mezclados con factores de competitividad espúrea al interior de una misma actividad. Por lo tanto, se podría decir que en nuestro país no ha existido una tendencia clara en el tiempo, en este campo. Si se ve la competitividad como aumento de las exportaciones, la tendencia ha sido al crecimiento; pero no se puede hablar de que se haya dado una tendencia hacia el aumento de la eficiencia y la obtención de mayores niveles de utilización de alta tecnología en todos los sectores de la economía, aunque si existen diversos esfuerzos para aumentar la calidad de algunos productos que se venden internacionalmente.
Probablemente para hablar de competitividad, como bien lo dice Porter, habría que irse a la empresa, y al sector, e identificar cuáles son los factores que determinan que las empresas generen valor agregado y que ese valor se venda en el mercado, y si realmente esos factores son sostenibles en el mediano y largo plazo.
Costa Rica tiene una estructura productiva poco diversificada, sin embargo, si se compara los años 80s en los que la competitividad se basaba en: producción en masa, grandes mercados, investigación y desarrollo, respaldo financiero, organización funcional, dirección profesional y apoyo a los gobiernos con el presente las bases son: adecuación al cliente, trabajadores educados, educación continua y en constante actualización, sistemas flexibles, calidad total, integraciones verticales, responsabilidad tanto social como ecológica, tiempo y desperdicio, se encuentra que se han dado cambios muy radicales. La estructura productiva ha variado sustancialmente, existen una enorme cantidad de pequeñas actividades de exportación en una serie de rubros, tanto industriales como agrícolas, de los cuales no se tenía conocimiento anteriormente, y no se daban más allá de producciones para el mercado interno poco articuladas a principios de los 80s.
Por lo tanto, se podría decir que los procesos de apertura, los procesos de integración al mercado internacional han promovido junto con el apoyo de los subsidios a la exportación, el crecimiento de nuevas actividades: Sin embargo, la existencia de nuevas actividades no asegura que se van a explotar fuentes de competitividad sistémica o competitividad estructural de largo plazo. Que existan nuevas actividades es en todo caso una condición necesaria pero insuficiente para alcanzar una competitividad sistémica.
Se tienen que valorar varios aspectos claves; todas aquellas actividades que puedan crecer en el mercado mundial, es decir, que sean dinámicas y cuyo mercado se esté expandiendo, por ejemplo, en el mercado de la OCDE. A través del programa C.A.N (Análisis Competitivo de las Naciones), que desarrolló la CEPAL, se puede ver una tendencia de algunos mercados a abrirse, a expandirse, al mismo tiempo que existen mercados que se cierran o se estrechan; por lo que una primera condición a la cual se aspiraría, sería que esas actividades puedan garantizar el crecimiento y sostenibilidad de las exportaciones pudiendo permanecer en el mercado mundial, para esto tendrían que ser actividades dinámicas, lo que la CEPAL tipifica en las categorías de estrellas nacientes u oportunidades perdidas.
Una segunda condición es que dichas actividades generen valor agregado nacional de manera sustancial. Existen experiencias interesantes en el caso de los lácteos, las frutas procesadas, las legumbres, en los procesos de exportación de flores, plantas ornamentales, entre otras; que demuestran que se puede generar un proceso importante de integración vertical. Son actividades con coeficientes de inversión altos, con un uso relativamente intensivo de la tierra, que tienen niveles altos de inversión tecnológica; sobre todo lo que es biotecnología. Este tipo de actividades pueden ser interesantes en esta dirección de competitividad auténtica se enlazan con cadenas de comercialización externas.
Por lo tanto, se esperaría que este tipo de actividades dinámicas, que generan valor agregado, que generan empleo, que poseen un coeficiente de inversión tecnológica importante y que desarrollan un nivel adecuado de capacidad gerencial ( lo cual es de suma importancia para el desarrollo de un sector) exploten ventajas de mediano y largo plazo. Esto es a lo que Porter llama, crear ventajas competitivas sostenibles.
Existe otro tipo de actividades cuya particularidad es que usan de manera extensiva el entorno, el medio ambiente; por ejemplo la piña, los cítricos, el banano y otros productos; en donde se utiliza importante mano de obra pero con procesos más de tipo transnacional, en donde las articulaciones con el resto de la economía son escasas. Aquí las experiencias tipo enclave se han repetido a través de la historia en toda Centroamérica, por lo que no es nuevo encontrar este tipo de actividades, como lo fue en su época el banano, el cacao, el tabaco.
Actividades que poco dejaban a la economía nacional, porque estaban articuladas a procesos de producción transnacionales que generaban escaso valor agregado dentro del país.
Eran procesos que no estaban basados en transferencias o conocimientos tecnológicos hacia los demás sectores y aunque eran sostenibles por la estrategia transnacional en términos de aumentar sus exportaciones y aumentar su producción; no permiten a la economía explotar las ventajas de las externalidades que las actividades productivas generan hacia el resto de la economía; como son las externalidades de aprendizaje, de mejoramiento de la capacidad tecnológica, externalidades de desarrollo de pequeñas y medianas empresas que abastezcan la demanda de las grandes empresas exportadoras.
En el caso costarricense se podría tipificar otras actividades, como pueden ser las manufacturas basadas en el uso de la mano de obra, aquí están los textiles, la industria de los aparatos eléctricos y una serie de actividades de ensamblaje relativamente sofisticados, a pesar de que los componentes principales son de origen importado, materias primas, bienes de capital; pueden tener externalidades importantes en el corto plazo. Todo este tipo de actividades desarrolladas en zonas francas, procesos de maquila (no solo maquila de ropa sino de productos en todo sentido), son actividades en un entorno controlado, con un ambiente tecnológico adecuado y con características que de alguna manera, se pueda saber identificar el tipo de inversión y crear incentivos correctos, pueden resultar actividades que en el mediano y largo plazo generen un efecto de aprendizaje, pueden generar un crecimiento en el empleo, un incremento en el valor agregado, por lo que en términos generales podrían ser una alternativa de competitividad auténtica.
Se tienen también las actividades tradicionales de exportación, en el caso de Costa Rica el café, el azúcar, el banano, la carne y los productos no tradicionales que de alguna manera, son actividades que están bien articuladas al entorno regional de cada una de las áreas en el desarrollo del país, pero que por si solas no han garantizado un crecimiento progresivo y una integración vertical progresiva de los procesos productivos, aunque sería mucho pedir que solo cinco actividades garanticen el desarrollo de un país.
También tenemos las actividades del sector turismo, en donde se podría esperar que los procesos de explotación de los recursos naturales en los lugares turísticos, se den a través de actividades que permitan generar mayor valor agregado en los productos que se venden. En la actualidad estamos viviendo una especie de «boom» en donde alguna parte del sector esta desarrollándose con una visión de mediano y largo plazo, y alguna otra parte, con una visión meramente comercial, articulada a procesos transnacionales de hotelería, que no son realmente la solución para un país pequeño como Costa Rica. En este campo estamos empezando y tenemos aún mucho potencial, en la región del pacífico sur por ejemplo; o inclusive las áreas de conservación, que son a futuro áreas de gran potencial turístico.
En su conjunto se podría decir que la economía costarricense esta cambiando rápidamente y dichos procesos serán más acelerados en el marco de la integración hemisférica, ante un entorno más competitivo y más articulado alrededor de transnacionales. En este caso, cuando se habla de ser más competitivos nos referimos al hecho de que la competencia va a ser cada vez más difícil, especialmente para la pequeña y mediana empresa; en un entorno que se torna de alguna manera muy amenazante para las empresas de capital nacional con poca articulación al mercado mundial. La represión financiera (tasas de interés altas y poca accesibilidad al crédito) pueden ser a la larga, el principal problema para la competitividad de dicho sector.
Vamos hacia un período de desnacionalización, se van a trasladar buena parte de nuestras estructuras productivas a manos de empresas externas. Eso, en si mismo no es malo ni bueno, pero puede de alguna manera condicionar el tipo de actividad y el tipo de desarrollo que busquemos hacia el futuro.
Definitivamente, la economía tiene grandes extremos, grandes asimetrías productivas y la mejor forma para controlar esas asimetrías, esas diferencias entre productividades y competitividad que hay entre las diversas actividades y regiones del país, pasa entre otros aspectos por un fortalecimiento de la educación, el desarrollo de la inversión en ciencia y tecnología, la creación de ventajas para lograr una verdadera diversificación de las empresas y por supuesto, la cobertura y disminución del costo en el mercado financiero.
Se sabe también que está surgiendo un ambiente mucho más amenazador para la pequeña y mediana empresa, lo cual es muy importante para el proceso de desarrollo, pues puede ser que no sean las empresas tecnológicas más avanzadas las que tengan éxito en la nueva integración de mercado; puede ser que sean las pequeñas y medianas empresas las que puedan tener éxito en procesos de subcontratación, en venta en nichos específicos de mercado y sobre todo, en sostener el empleo, aspecto central si queremos mejorar la distribución del ingreso, o al menos, no sufrir fuertes caídas en este campo.
Además, vivimos en un entorno donde hay que proteger más de 4000 pequeñas y medianas empresas, pero se debe de tener claro que se debe protegerlas buscando que se den procesos de producción nuevos, donde éstas vayan reestructurando su producción, de tal manera que les permita ser más eficientes en sus procesos productivos y ser más competitivos en el entorno.
Esto debe pasar por algunos aspectos esenciales, como es el desarrollo de una política industrial que mejore el acceso a la ciencia y la tecnología en los procesos productivos, la capacitación del trabajador en forma distinta, el fomento de la educación técnica y de la educación en general, es decir, crear las condiciones institucionales que garanticen un Estado mucho más promotor de las actividades productivas y del desarrollo económico.
Por último, se debe hablar de los recursos naturales uno de los sectores de mayor dinamismo en el futuro; que se van a ver asociados con sectores de servicios y biodiversidad, el desarrollo de áreas de protección, el sostenimiento del medio ambiente natural que permita crear condiciones para el desarrollo.
Definitivamente se tiene que usar el concepto de sostenibilidad en el proceso de explotación de los recursos naturales, pero eso no significa que se pierda la perspectiva, el desarrollo de productos asociados con los servicios ambientales, el aprovechamiento de los nichos de mercado de productos orgánicos y en general la explotación racional, pueden favorecer el crecimiento del empleo, los ingresos y el bienestar de forma sostenida.
En Costa Rica se tiene una población creciente, un desarrollo urbano creciente, por lo tanto, necesitamos aumentar la producción por unidad de tierra, por unidad de recursos naturales, y esto debe pasar por el desarrollo de nuevas fuentes tecnológicas, por el desarrollo de la biotecnología en los procesos productivos agrícolas, la incorporación de valor agregado en las actividades que se realizan y sobre todo; por el desarrollo de un entorno institucional que propicie, la concertación social, la equidad y la protección del medio ambiente, y lo más importante aquí es garantizar un uso sostenido y sostenible en el mediano y largo plazo de los recursos.
Por último se podría decir, que en nuestro país se tienen rasgos interesantes en el desarrollo de la competitividad, es decir, se da un aumento sustancial de las exportaciones a pesar de los problemas de tipo de cambio, el deterioro de las condiciones de infraestructura, los altos costos de transporte, los problemas en los muelles, el transporte marítimo, la infraestructura vial. Corregir estos problemas y desarrollar una política industrial activa pueden hacer la diferencia.
Aunque al final de cuentas lo que se va a dar es una mezcla de sectores dinámicos, sectores competitivos sistémicamente, con sectores articulados a transnacionales poco vinculados a la economía nacional, y que probablemente exploten competitividad espúrea; esto expresa nuestra realidad.
La tarea que nos corresponde es dirigir mejor los procesos que se están generando, lo peor que puede hacer un país es nuestras condiciones es dejar al libre mercado la asignación completa de los recursos. Será prudente la definición de una política productiva activa, que direccione en forma adecuada el proceso de cambio.
La competitividad más que cualquier otra cosa depende de las personas; de sus actitudes ante los retos, de sus habilidades, de sus capacidades de innovar, de su intuición y creatividad, de saber escuchar y comunicase con otros, de hallar y usar información, de plantear y resolver problemas, de trabajar individualmente y en equipo, de aprender a aprender, responsabilidad y tenacidad, valores y sensibilidad social.
Un reto de fin de siglo
El ser competitivo hoy en día significa tener características especiales que nos hacen ser escogidos dentro de un grupo de empresas que se encuentran en un mismo mercado buscando ser los seleccionados. Es diferenciarnos por nuestra calidad, por nuestras habilidades, por nuestras cualidades, por la capacidad que tengamos de cautivar, de seducir, de atender y asombrar a nuestros clientes, sean internos o externos, con nuestros bienes y servicios, lo cual se traduciría en un generador de riquezas, de acuerdo a lo planteado por Michael Porter en su libro «Ventajas Competitivas».
No podemos implantar patrones competitivos o cualquier otro que detectemos como factor crítico de éxito para nuestro negocio, a menos que el componente humano de las empresas, programen sus creencias hacia la visión, misión, valores y objetivos estratégicos de la organización.
El reto de fin de siglo de las organizaciones está dado por un cambio de actitud de las personas involucradas en los procesos productivos, administrativos, de gestión estratégica, a fin de enfrentar los continuos cambios imperantes en el ambiente y en las condiciones del mercado, lo cual conllevaría a la búsqueda de una calidad total en toda su gestión, ya que las dos vías principales para llegar con éxito a las puertas del III milenio y entrar en él, son la actitud abierta decidida y congruente con el Aprendizaje y la Innovación.
En nuestras organizaciones se debe cambiar de patrones, de pensamiento y comportamiento, es decir, emplear lo que afirma Thomas Kuhn: el cambio de paradigmas. Cambiar nuestras formas de liderizar grupos de individuos y negocios, cambiar nuestra forma de gerenciar procesos, cambiar nuestra forma de pensar-sentir-actuar, cambiar nuestro futuro a través de acciones en el presente, y por medio de la creatividad, cambiar puntos de vistas, de encontrar nuevos enfoques para ver las cosas con otros ojos.
Ahora bien la actitud no basta, la acción es esencial, el aprendizaje no se ha dado hasta que el comportamiento no haya cambiado. Entonces cómo cambiar, cómo lograr la eliminación de hábitos, cómo dar ese vuelco a nuestra realidad en forma práctica. Tal como lo planteaba Barnard en «Las Funciones del Ejecutivo», «debemos motivar al individuo al logro del propósito colectivo».
La creación de nuevas empresas depende de cambios de pensamientos. La creatividad y el aprendizaje son dos llaves que junto a la calidad abren esas novedosas y a veces misteriosas puertas del III Milenio.
Este cambio de actitud, de pensamientos, de pertenencia a la organización, nos va a permitir crear empresas que puedan adaptarse rápidamente a los cambios exigidos en esta sociedad tan cambiante y turbulenta, tal como llama el Autor del libro «The Living Company, Habits for Survival in a Turbulente Business Enviroment», Arie de Geus, debemos crear «empresas vivientes» que tengan personalidad propia que permita un desenvolvimiento armonioso, que conozcan quienes son, su posición en el mercado, que valoren las nuevas ideas de las personas y mantengan su capital de manera que les permita gobernar su futuro.
Esos rasgos de personalidad manifiestan un comportamiento orientado y diseñado para renovar a la empresa generación tras generación. De allí que podamos decir que las empresas, las «empresas vivientes», producen bienes y servicios para ganar y mantenerse en la misma forma que nosotros como seres vivos lo hacemos al tener un trabajo para poder vivir nuestras vidas.
Marcel Antonorsi Blanco, define la competitividad de una empresa como la capacidad imprescindible, vital y necesaria de una organización para imaginar, diseñar, desarrollar y mercadear productos con mejor precio, calidad y oportunidad que los competidores a través de un esfuerzo sostenido e inteligente para el éxito en mercados abiertos y globales.
Sin embargo, no basta simplemente competir. Es necesario lograr ventajas competitivas; Julián Villalba, sostiene que:
«Las empresas competitivas son aquéllas capaces de ofrecer continuamente productos y servicios con atributos apreciados por sus clientes.(…)A este conjunto de características que distinguen al producto de una empresa de sus competidores lo denominamos ventajas competitivas.(…)Lo único seguro acerca de las ventajas competitivas es su dinamismo; los mercados pueden cambiar sus exigencias o la tecnología de la empresa puede verse desplazada por las de la competencia. Si una empresa no invierte en mantenerlas, remozarlas, tarde o temprano estará condenada a perderlas.(…) Existen dos categorías de ventajas competitivas: de costos y de valor. Las ventajas de costos están asociadas con la capacidad de ofrecer a los clientes un producto al mínimo costo.(…)Las ventajas competitivas de valor; por su parte, están basadas en la oferta de un producto o servicio con atributos únicos, discernibles por los clientes, que distinguen a un competidor de los demás.
«Esta filosofía de la competitividad y sus ventajas de costo-calidad ha traido consigo la modificación de los «mercados de trabajo» al igual que de los procesos de producción, comercialización y distribución de los bienes-servicios de las industrias que se desempeña en el sector de las telecomunicaciones.
Ahora bien, el acelerado desarrollo de esta mutación tecno-organizacional que se concentra en la competitividad y la innovación, con sus productos sustitutos en el sector de las tecnologías de información y comunicaciones, particularmente en lo referente a los bienes de consumo intermedio ha alterado la estructura de las antiguas ramas de las industrias culturales/comunicacionales generando nuevos participantes (riesgo de competencia) y sustitutos (riesgo de sustitución).
A manera de reflexión, de no darse ese cambio de actitud, no se superaría el reto de fin de siglo, ya que la mayoría de nuestros líderes enfocan sus pensamientos fundamentalmente en producir bienes y servicios, pasando por alto que la organización es una comunidad de seres humanos que se encuentran en una dinámica convivencia, lo que los conlleva a reducir el período de vida de las empresas a 20 años como promedio. Por el contrario, empresas como Shell, Du Pont, Kodak, entre otras, que han demostrado una longevidad mayor de 100 años, teniendo como característica fundamental una fuerte identidad corporativa, serían nuestro ejemplo a seguir.
3. Aplicaciones del autor
Centroamérica tiene cuatro tareas retadoras en el campo de la apertura económica intrarregional y los empresarios siguen siendo el actor principal en la «Agenda para la competitividad y el desarrollo sostenible».
Lo anterior se enfatizó recientemente en Costa Rica, donde los presidentes del área y otras autoridades conocieron el documento «Centroamérica en el siglo XXI».
La ejecución de la agenda está a cargo del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible y el Instituto de Harvard para el Desarrollo Internacional, Hiid.
En la cita a la que también asistieron las autoridades del Banco Centroamericano de Integración Económica, Bcie, los expertos hablaron sobre el gran desafío que es «saltar hacia etapas superiores de competitividad».
Se informó que existe un momento histórico de oportunidades excepcionales: el paso de la economía de los materiales a la economía de la información; de la guerra fría a la geopolítica de la paz caliente, la globalización, el comercio y las disyuntivas sobre la ética del desarrollo.
El paso del crecimiento y la disciplina fiscal a las ventajas comparativas y del crecimiento y la disciplina fiscal al crecimiento con disciplina fiscal pero sostenible, con equidad social y equilibrio ambiental.
Centroamérica, se reiteró, requiere una inserción inteligente en el mundo, una estrategia, su agenda.
La agenda, se indicó, ya está en marcha. Algunos países del área han avanzado en la transformación estructural del sistema estadístico; en la ley ambiental; el fondo vial; la competitividad turística e incentivos a ésta, entre otros ámbitos.
Con la implementación de la agenda «la competitividad de Centroamérica ha mejorado en su conjunto según indicadores de clase mundial».
La región ha incrementado el porcentaje exportado a las economías más desarrolladas, en productos cuya demanda ha aumentado en esas economías. La región ha sido eficiente y eficaz.
Los pasos van en la dirección correcta pero es necesario adquirir las mejores experiencias para dar «saltos de rana» en cuanto a operación y estrategia de las empresas y en clima de negocios.
Se trata de cómo las empresas logran elevar la productividad mediante la innovación y un mejor uso de los factores de la producción y establecer condiciones que faciliten el ambiente en el cual compiten las empresas.
Esta agenda nació a inicios de 1996 como un mandato de los presidentes centroamericanos.
Los objetivos iniciales: construir una agenda regional de competitividad y desarrollo sostenible; servir al mejoramiento del clima de negocios de los países mediante investigación aplicada y facilitación del diálogo y estudiar los «clusters» con potencial competitivo a nivel global.
Expectativas: Desde un punto de vista internacional, Centroamérica es percibida como una región económica y no solamente geográfica.
La agenda se sustenta en la competitividad y el desarrollo sostenible y centra su atención en el bienestar humano como criterio para medir el progreso de las naciones.
Las cinco dimensiones que afectan el desarrollo del área son: social, macroeconomía, microeconomía, reforma institucional y ambiente.
Respecto al ambiente, es posible que Centroamérica genere 1,500 millones de dólares en el 2005.
Si se aplica la agenda sugerida dado el alto potencial competitivo de turismo, se alcanzaría un ingreso regional, sólo por ese rubro, de $4 mil millones en el 2005.
En el campo de la agroindustria y siempre con la agenda, es posible mantener el ritmo de crecimiento real de 12% catapultando las exportaciones a $13 mil millones en el 2005.
En cuanto a textiles y prendas de vestir, debe aumentarse el valor agregado, generar más empleo y capacitar los recursos humanos.
Lo anterior permitirá al menos un 15% de crecimiento anual llevando las exportaciones a $14 mil millones en el 2005. Es decir, pasar del 1,5% al 2.9% del mercado mundial.
En lo referente a servicios electrónicos y de software, se insiste en desarrollar un sistema integrado de formación técnica en manufactura de semiconductores y en formación de programadores software.
Además, mejorar las telecomunicaciones y energía. Con ello, se podrían exportar $5 mil millones en el 2005.
El corredor logístico centroamericano permitiría tener un ahorro en los costos de logística que está entre un 5 y un 10% del PIB en el 2005: Serían ahorros de $4.5 mil millones.
Para atraer inversiones, los expertos consideran conveniente, entre otras acciones, mejorar los sistemas de propiedad de bienes inmuebles; los sistemas de registro de marcas y propiedad intelectual y los sistemas judiciales en el campo de resolución de conflictos en materia comercial.
Al elevar los grados de escolaridad promedio a seis años al 2005, podría significar un 1% más de crecimiento del Producto Interno Bruto, PIB, en el área, equivalente a $4.5 billones.
Las cuatro grandes etapas para la apertura económica intraregional son: consolidación de la zona de libre comercio de bienes, del 2000 al 2005.
La liberaralización de los servicios, del 2005 al 2010; la unificación de la política comercial del 2010 al 2015 y la consolidación de la Unión Aduanera Centroamericana del 2015 al 2020.
Se sugiere crear comités de competitividad mixtos, sector público y privado; comprometerse con la productividad, la calidad y la innovación y cumplir las normas legales sobre propiedad y comercio, entre otras medidas.
4. Bibliografía
www.ladb.unm.edu/aux/econ/sociedad/1996/september/competitivadad.html
www.colciencias.gov.co/cq97co/presenta/EDCOMPET/
www.oei.org.co/innovacion4.htm
www.laprensahn.com/portadas/9702/o19.htm