Uno de los temas de mayor debate en el ámbito académico, empresarial y político en los países emergentes es el crecimiento del empleo formal, y es que el decrecimiento del empleo formal es una realidad, pese al crecimiento económico de muchos de estos países en las últimas décadas. Para efectos de analizar este tema voy a tomar como modelo el caso peruano.
En el Perú, el 55% de la población económicamente activa se localiza en la costa, lo que equivale a más de 9.5 millones de personas, y según un reciente informe del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), 10 de las 14 principales ciudades de esta zona enfrentaron caídas en las cifras de empleo formal en febrero, en las que se incluye a Lima Metropolitana, Capital de la República, en donde son 10 meses en los que el empleo formal presenta una caída. En el caso de febrero, fue de -0.5% respecto al mismo mes del año pasado. En tanto, en todo el año 2017 en el Perú se alcanzó una variación promedio anual del empleo de -0.1%..
Como es de público conocimiento actualmente nos encontramos en un difícil contexto económico y geopolítico externo, que tiene como principales elementos de preocupación una virtual guerra comercial entre China y Estados Unidos, y las tensiones militares entre Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) frente a Rusia, China y sus aliados, en diversas regiones del planeta, que podrían desencadenar en un conflicto global, así como en una difícil coyuntura interna, donde si bien el tema de la vacancia ya ha quedado superado con la renuncia del Presidente Pedro Pablo Kuczynski y la asunción del primer vicepresidente Martín Vizcarra Cornejo como nuevo Presidente del Perú, la incertidumbre política tiende a estabilizarse, las denuncias de corrupción en diferentes niveles y sectores del Estado y el aun alto nivel de inseguridad ciudadana, son motivo de preocupación.
Ello definitivamente a influido en los agentes económicos donde se aprecia un descenso en la actividad empresarial en los sectores extractivos, como agricultura y minería (con una caída de 4.3%), así como en la industria manufacturera, que enfrentó una disminución de su actividad en 2.4%, debido a la menor demanda de sus productos y la disminución de las unidades productivas.
Este problema se observa en los sectores textil, conservas de pescado, producción de cacao, jabones y detergentes, calzado, estructuras metálicas, energía, entre otros.
El panorama se repite en las demás ciudades del interior del país, con un descenso en el empleo de 0.7% en promedio en febrero, comparado con el mismo mes del 2017.
Nuevamente, la caída se debe a una menor actividad de la industria manufacturera (-2.2%) y en menor medida a una caída en hoteles, restaurantes, educación, consultorías, transportes, agencias de viaje, agencias aduaneras, entre otros.
En el caso de Lima, el mayor impacto se ha dado en las pequeñas empresas (de 10 a 49 trabajadores), mientras que en el interior del país el impacto se observó en las empresas con más de 50 trabajadores (con una caída de 1% en febrero).
En suma, el empleo formal en las zonas urbanas del país cayó 0.5% en febrero, acumulando ocho meses consecutivos de caída.
Por lo tanto, si bien las cifras brindadas por el MTPE indican una caída del empleo formal en el Perú en el año 2017 no tan significativa, considero poco prudente afirmar que el empleo formal crecerá en el país en este año 2018, revirtiendo la tendencia del año 2017, por el complejo panorama económico y geopolítico externo e interno expuesto, lo cual puede influir negativamente en el clima de negocios en el Perú.