Juana es propietaria de una microempresa, que debe más de $.10,000 a diferentes Instituciones de Microfinanzas – IMF.
Los inventarios de su negocio bordean los $.1,000 y sus rubros más importantes rotan en promedio cada 7 y 15 días, lo que significa ventas mensuales promedio de $.3,500, corroboradas con la metodología de los días buenos, normales y malos.
El margen bruto del negocio bordea el 20%, lo que implica una Utilidad Bruta mensual promedio de $.700, que deducidos los gastos familiares ($.500) arrojan un excedente de la unidad económico familiar de $.200. Saldo que es utilizado para cubrir el monto de las cuotas de los préstamos por $.10,000, que debe.
La pregunta es: ¿Cómo Juana puede pagar un préstamo de $.10,000 si genera un excedente mensual de $.200?
En el mejor escenario, si la tasa de interés cobrada por los $.10,000 fuera del 2.00% TEM y el plazo total de 4 años, la cuota mensual ascendería a $.326.02.
Entonces: ¿Cómo es que paga, Juana?.
Para contestar la pregunta, primero debemos preguntarnos: ¿Cómo es que se otorgaron los préstamos a Juana?
La respuesta puede tener varias explicaciones, entre ellas; que el Analista de Créditos, deliberadamente o por desconocimiento, calculó erróneamente el volumen de inventarios del negocio o, por inexperiencia, no consideró la totalidad de gastos familiares de Juana. Originando, en ambos casos, un cálculo errado de la capacidad de pago del cliente y, por consiguiente, la aprobación de un crédito que debió ser rechazado.
Si el error estuvo en la sobrevaloración del saldo de inventarios. Por ejemplo, de $.1,000 a $.2,000, las ventas mensuales del negocio fueron incrementadas de manera ficticia de $3.500 a $.7,000, arrojando un falso margen bruto de aproximadamente $.1,400, que deducidos los gastos familiares ($.500), implicaron un excedente de $.900. Monto suficiente para cubrir las cuotas de los préstamos y permitir la aprobación de las deudas asumidas.
Por otro lado, si el descuido se generó por no considerar la totalidad de los miembros de la unidad familiar o por no tomar en cuenta todos los gastos, la consecuencia fue la reducción de los gastos familiares. Por ejemplo, de $.500 a $.300, con lo que, el excedente de la unidad económico – familiar ascendió a $.400, lo que permitió cubrir el monto de las cuotas y aprobar los créditos.
Ahora la pregunta más complicada. Entonces: ¿Cómo es que paga, Juana?.
Sencillo, por la facilidad con que muchas Instituciones de Microfinanzas otorgan préstamos. Muchas veces sólo en función al volumen de ventas mensual del negocio y no de acuerdo a la rotación de los inventarios. Situación que permite a los microempresarios solicitar nuevos préstamos para cancelar los anteriores y así sucesivamente. Y lo más trágico, por montos que llegan hasta los $.35,000 y sin garantías reales.
Esta realidad, producto de la saturación de los mercados tradicionales (urbanos y urbanos marginales) y el temor de las IMF de incursionar en nuevos mercados (zonas rurales y de menor desarrollo), ha convertido el negocio de las microfinanzas en cada vez más riesgoso, tornándose en determinante la labor de supervisión.
El sobreendeudamiento que antes era visto como lejano y poco probable empieza ahora a generar preocupación y podría convertirse en una verdadera amenaza y pasar de un Cisne Negro a una realidad.