Atendiendo a su posición geográfica y a sus recursos naturales, México es un país que podría ser rico y poderoso. De hecho es un país subdesarrollado, tercermundista. Ni produce lo suficiente, ni administra bien lo que tiene, y muchísimos de sus habitantes gimen en la miseria.
Los hombres más dinámicos y de más visión (funcionarios del gobierno, capitanes de las empresas, educadores, directores de personal, gerentes de capacitación…) se preocupan al ver que al paso del tiempo nuestro país se rezaga y que nuestro subdesarrollo se acentúa. Los más conscientes analizan la situación y se ponen a estudiar:
Por otra parte, los profesionales que salen de las universidades comprueban a poco andar que no les bastan los conocimientos y habilidades técnicas; muchos problemas en el desempeño laboral surgen en torno al manejo del elemento humano. Y cualquier ejecutivo, gerente, director o jefe de departamento va aprendiendo, a veces con tropiezos y fracasos, que la productividad, la eficiencia, la calidad son resultado de más de la gente que de los sistemas y de los recursos técnicos y materiales. Toda persona que ocupa un puesto directivo, y todo profesionista, están abocados a buscar y a encontrar una orientación dentro de la esfera humana en la que se desenvuelven.
A manera de muestra, diremos que existen rasgos primordiales del mexicano en nuestros días. Una serie de emociones que repercuten en la vida del mexicano, en su forma de ser y actuar, en sus relaciones, su creatividad y las variantes de su carácter y su temperamento.
En visiones cercanas a las “zodiacales”, puede decirse que el mexicano es ilimitadamente vulnerable, suele tomarse las cosas “a pecho”, sus sentimientos suelen ir al extremo, tiene miedo al ridículo y trata de evitarlo; suele ser introspectivo emotivo, escrupuloso, obseso con frecuencia.
El mexicano suele temer a lo desconocido y también a las decisiones que le son exigidas. Además es incapaz de sacrificar lo más cercano a lo más remoto.
El mexicano puede apasionarse por cualquier cosa, además de que suele tener una generosidad irreflexiva, posee una seriedad afectiva, a pesar de esto, los extranjeros señalan una capacidad de calor humano que no puede ser igualado.
Lo negativo y lo positivo en el mexicano, descripciones simplificadoras del mexicano, el relajo, el miedo y la angustia, se vinculan con las condiciones económico-políticas de México de gran inestabilidad y arbitrariedad, que provocan en el mexicano –de todos los niveles y estratos sociales– un gran temor por el cambio, por la injusticia que puede llegar en cualquier momento. Dicho temor sólo puede llegar a su fin si el sistema cambia, sólo si llega a ofrecer seguridad y justicia para todos. Un lugar donde el típico dedazo deje de determinar la vida de los mexicanos.