Prospectiva del mundo basada en la biodiversidad y el conocimiento

Una prospectiva es una anticipación del futuro.

Previa a la prospectiva conviene definir los elementos en que se basa y el estado previsible de continuar las tendencias actuales, las cuales obran como sustento prospectivo.

La biodiversidad la define el Convenio sobre la Diversidad Biológica como “toda la variedad de formas de vida desde el ámbito de lo genético, es decir, variedad de genes o de formas genéticas, al ámbito de lo ecológico: variedad de ecosistemas; pasando, lógicamente, por el ámbito de las especies “la variedad de especies”.

El agua es el recurso vital para la humanidad por ser el principal componente de los seres vivos pues entre el 65 % y el 95 % del peso de la mayor parte de las formas vivas es agua, esta molécula fue además el soporte donde surgió la vida, además es el único solvente capaz de transportar los nutrientes de la red suelo, planta y animal, que nutre todas las formas de vida.

El conocimiento tiene tantas definiciones como puntos de vista o de abordaje. Aquí se prefieren las relacionadas con su sinónimo el capital intelectual, que en las sociedades de la información, como en la que vivimos, es la parte más importante de la sociedad y esta constituido por el saber y la preparación que las personas tienen en su mente, lo cual equivale al acervo de saberes de las ciencias.

Concluyendo: biodiversidad es sinónimo de cualquier forma de variedad de la vida; el agua una molécula simple y extraña considerada como el líquido de la vida y el conocimiento es una facultad o actitud mental adquirida que sirve de guía al obrar o actuar.

Una prospectiva basada en los tres elementos implica la forma como se gestionan desde el conocimiento dos invaluables patrimonios de la humanidad: la vida y el agua. El saber y la preparación de la humanidad guiando su manera de actuar sobre los elementos naturales.

Los conocedores, las conferencias mundiales sobre el ambiente, de las cuales la de Río, definida como la cumbre de la Vida, la conferencia mundial sobre diversidad que la definió como el más invaluable patrimonio de los países, las organizaciones ecológicas para la protección del ambiente, el Programa de las naciones Unidas para el ambiente – PNUMA – nos presentan un panorama desalentador sobre el agua y la biodiversidad. Veamos:

Es un hecho conocido y ampliamente documentado que, a escala mundial, la pérdida actual de la biodiversidad silvestre es acelerada y alarmante.

La causa directa somos los seres humanos, por la forma en que, durante siglos pero más durante los últimos años, tratamos nuestro entorno natural.

Siguiendo esquemas de desarrollo que parecen considerar a los recursos naturales como inagotables e ignorando el hecho de que existe un límite para su uso racional, el entorno terrestre o marino-costero ha sido urbanizado, convertido en campos agrícolas y ganaderos, deforestado, sobreexplotado y contaminado. Se ha actuado como si la capacidad de la naturaleza para absorber esos impactos fuera ilimitada.

En la actualidad, cerca de 100 especies por día se extinguen y es probable que por lo menos 1 millón de los más de 40 millones de especies estimadas desaparezcan en las próximas tres décadas.

Estas pérdidas de la diversidad biológica no pueden ser compensadas con la aparición de nuevas especies pues se necesitan entre 2.000 a 100.000 generaciones para que evolucione una nueva especie.

Estamos causando la extinción masiva más grande en 65 millones de años, desde el final de la era de los dinosaurios, como lo muestra la evidencia científica basada en las tasas de extinción de especies y poblaciones, al igual que la masiva pérdida de ecosistemas terrestres y marinos.

Algo que hace aún más trágica la situación es que esta extinción masiva está ocurriendo precisamente en la época cuando la diversidad biológica había alcanzando un pináculo, producto de millones de años de evolución. Nunca antes habían existido tantas especies y ecosistemas en la faz de la Tierra.

Y sin embargo estamos viviendo ya la sexta extinción masiva que ha ocurrido en la historia de la Tierra, la cual a diferencia de las anteriores que fueron naturales será la única generada por el hombre.

Otro factor preocupante es el agua pues los datos conocidos y veraces es que apenas el uno por ciento de la superficie terrestre está ocupada con agua dulce, de la cual forman parte los ríos, lagos y tierras húmedas.

De este frágil producto depende toda la vida y el ser humano se ha destacado en realizar actividades que contaminan las capas subterráneas y las aguas superficiales.

Con la construcción de canales, represas y embalses se ha alterado el flujo natural de los principales cursos de agua del planeta, todo con el objetivo de alimentar con el recurso hídrico las tierras agrícolas y la demanda que genera la creciente urbanización y el crecimiento demográfico.

Los terrenos asignados a la agricultura abarcan un cuarto del total de suelo, pero tres cuartas partes tienen tierra poco fértil.

Esta situación no es extraña, ya que el 70 por ciento de estos terrenos han sido sobreutilizados durante los últimos 50 años, siendo atacados además por la erosión y la contaminación.

Es precisamente la producción agrícola la que sustenta gran parte de la alimentación mundial, y su demanda aumentará considerablemente durante las próximas dos décadas cuando la población mundial tenga mil setecientos millones de personas más.

En 1972 la población mundial era de 3.200 millones. En 2002, es de unos 6.000 millones, y quizás sólo empiece a estabilizarse en cerca de los 9 mil millones a mediados de este siglo; así que el problema también tiene que ver con la sobrepoblación, en otras palabras este mundo es pequeño para tanta gente, pues actualmente se tienen datos de 800 millones de personas desnutridas en todo el mundo, así que cuanta gente será al alcanzar los 9 mil millones?

Es muy difícil predecir cuánto se logre conservar de la biodiversidad silvestre con una población mundial que crece aceleradamente.

Fenómenos como urbanización, industrialización y crecimiento poblacional han sido los principales responsables por la disminución del número de especies del planeta generando un modelo económico que no es sostenible, un sistema económico que promueve la destrucción; el ritmo y el tipo de crecimiento actual están conduciendo a la polarización económica y la degradación medioambiental.

El crecimiento voraz de la utilización de los recursos naturales está destruyendo el ecosistema en el que se basa.

Los objetivos de crecimiento industrial continuado son incompatibles con los límites del sistema natural del planeta, la utilización de recursos aumenta más allá de los niveles medioambientalmente sostenibles.

El crecimiento económico está todavía estrechamente ligado al aumento de la utilización de los recursos y todo este gran problema por el desarrollo económico occidental pues esta es la cultura de consumo, de mayor adquisición y de explotación irracional la que nos ha llevado a perder el valor de la naturaleza, construyendo ciudades descomunales que requieren de mayor consumo de riquezas naturales y que solo generan contaminación que sobrepasa la capacidad de la tierra de autoregeneración.

El mundo tiene que cambiar su forma de actuar para poder seguir siendo vital y habitable, cambiar su modelo de desarrollo económico y sustituirlo por un modelo verdaderamente sostenible, es necesario un equilibrio económico pues el sector adinerado consume y derrocha los recursos, mientras que los sectores más pobres -la mayoría- sobreviven, en muchos casos, a costa de la sobreexplotación de los recursos de la naturaleza.

La población debe ser conciente que se ha sobrepasado la capacidad de carga real del planeta, además se requiere un cambio de cultura y de hábitos, donde los valores y el aprecio por la naturaleza sean la ideología a seguir, la producción y el consumo, por tanto, deben hacerse mucho más eficientes.

Se debe pasar a una utilización más racional de los recursos, al uso de recursos renovables y a ciclos de producción y consumo en los que se reutilicen los residuos.

La demanda de energía de los países industriales puede reducirse considerablemente mediante una utilización más racional de la energía.

En los países en desarrollo, también debe asegurarse el uso racional de esta con tecnologías sencillas y apropiadas, el abastecimiento de energía ha de pasar del “carbono” a fuentes renovables y limpias que reduzcan las emisiones de gases causantes del efecto invernadero.

En 2030 la mayoría de la gente vivirá en ciudades.

Para hacerlas sostenibles y para asegurar que se disfrute de una mejor salud, del acceso a la educación, los servicios y los intercambios sociales, necesitamos volver a pensar cómo se utilizan las edificaciones, pues la construcción y diseño de estas deben ser con una mejor eficiencia energética, las ciudades han de planificarse de forma que disminuyan la dependencia de los coches.

La limitación de las emisiones de gases causantes del efecto invernadero y del “comercio de emisiones” es sólo un punto de partida.

Debe aplicarse completamente el Protocolo de Kyoto y, por lo que respecta al principio de precaución, debe hacerse extensible a todas las sustancias antropogénicas que afecten al clima, al recalentamiento global y a la circulación oceánica.

Debemos buscar nuevos sistemas para un uso racional de los recursos naturales y financieros basados en la educación, los valores locales y las prácticas sostenibles, acordes con la realidad global, y basados en el acceso de todos los seres humanos al conocimiento.

Se debe construir una sociedad sin límites para el conocimiento, ya que gran parte del problema se debe a la enorme ignorancia “ o falta de conocimiento “en la que vive la población, pues es imposible la realización de un cambio si las personas no tienen comprensión de los problemas de contaminación y peor aun si no dejamos un presente ecológico a las siguientes generaciones.

La Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible (WSSD: World Summit on Sustainable Development) de Johannesburgo urgió a los líderes políticos, la sociedad civil y la comunidad empresarial a llegar a un acuerdo sobre un nuevo sistema de solidaridad y desarrollo para todos los habitantes del mundo, que respete los límites de los recursos naturales.

Los nuevos retos están relacionados con la justicia social, la diversidad cultural, la estabilidad económica, la protección ecológica y el aprovechamiento óptimo de los recursos limitados del planeta.

Necesitamos que emerja una nueva “ética de la solidaridad humana”, cambiar las tendencias actuales, la cultura y el pensamiento es, ahora, más que urgente.

Si el conocimiento, como se anotó al comienzo de este escrito, debe guiar la relación con la naturaleza, se impone un cambio en la orientación de las ciencias. El objetivo de las ciencias es brindar soluciones a los problemas de la sociedad y el problema ecológico, manifiesto en la crisis de la biodiversidad y del agua, es ahora la prioridad de la sociedad y debe serlo por tanto de las ciencias.

Ese cambio tiene una guía: si el conocimiento se orientó antes para explotar la naturaleza, ahora debe aprender de la naturaleza que ha demostrado que sus principios son los de la sostenibilidad.

El modelo de producción nuestro es lineal y generador de residuos que causan la contaminación, mientras en la naturaleza los procesos son cíclicos y no generan residuos porque lo que para una especie es residuo para otra es alimento.

La naturaleza trabaja en red mientras nuestros procesos no son integrados.

La naturaleza utiliza el sol como energía y nosotros recursos fósiles que solo generan contaminación y que se agotan.

Lo que se nos propone es el orientar el conocimiento hacia el ecodiseño: diseñar los sistemas productivos siguiendo a la naturaleza. Igualmente un cambio de valores sociales que privilegien la calidad de la vida y no el nivel de vida medido por cuanto poseemos, cuantos carros, televisores y vestidos, etc.

La crisis nos llevará a cuestionarnos la vida diaria en qué comemos, qué vestimos, cómo nos transportamos, cómo producimos. Y el conocimiento deberá guiarnos para lograr un planeta mejor en donde puedan habitar todas las especies y su elemento vital, el agua. De lo contrario será el Apocalipsis.

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Leal Calderón Daniel Felipe. (2006, abril 18). Prospectiva del mundo basada en la biodiversidad y el conocimiento. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/prospectiva-mundo-basada-biodiversidad-y-conocimiento/
Leal Calderón Daniel Felipe. "Prospectiva del mundo basada en la biodiversidad y el conocimiento". gestiopolis. 18 abril 2006. Web. <https://www.gestiopolis.com/prospectiva-mundo-basada-biodiversidad-y-conocimiento/>.
Leal Calderón Daniel Felipe. "Prospectiva del mundo basada en la biodiversidad y el conocimiento". gestiopolis. abril 18, 2006. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/prospectiva-mundo-basada-biodiversidad-y-conocimiento/.
Leal Calderón Daniel Felipe. Prospectiva del mundo basada en la biodiversidad y el conocimiento [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/prospectiva-mundo-basada-biodiversidad-y-conocimiento/> [Citado el ].
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