Orientación profesional en Cuba. Interpretación de las necesidades del estudiante

Se ofrece un análisis del tratamiento al estudiante que opta por una carrera universitaria. Una vez que la consigue, cómo lograr su reafirmación o reorientación sin traumas, a partir de la manera en que el docente observa, explica e interpreta cada situación sobre la base de las necesidades y su vínculo con algunas unidades psicológicas primarias y formaciones psicológicas. Es lógico el seguimiento al estudiante para que logre concientizar sus necesidades y reconocer los motivos de satisfacción. A la par, es preciso relacionar necesidades y emociones, como prueba de la regulación del comportamiento. Se plantea el nexo entre necesidad y voluntad, como vía para que el estudiante se exija más a sí mismo. También se establece un lazo dialéctico entre necesidades e intereses. Lo más importante es que los docentes reflexionen hasta dónde su pequeño aporte contribuye a que ese estudiante que ya optó por una carrera no la pierda.

Contenido

Resulta una actitud tácticamente sensible del profesor seguir el comportamiento de aprendizaje de los estudiantes a partir del significado que este adquiere en cada clase. Al respecto, una actuación de notable valor lo constituye el modo en que el docente logra que el contenido impartido se convierta en un mensaje significativo. En esto desempeña un importante papel que el profesor tome conciencia del desempeño de la orientación profesional en el proceso de formación de los futuros egresados. A propósito, (F. González  1989:203-204) precisa las etapas del desarrollo de la orientación profesional (primera etapa: Desarrollo de intereses y capacidades básicas, segunda etapa: Desarrollo de motivos profesionales y procesos de elección profesional, tercera etapa: Reafirmación profesional).

A los intereses de la educación superior pertenece precisamente el resultado del proceso que sucede en la tercera etapa: de reafirmación profesional; pues sobre la base de la concatenación de las otras dos etapas, por su valor básico, en las universidades se insiste en la actuación del estudiante a favor de lograr su meta profesional. Es aquí donde se consolidan los motivos e intenciones profesionales; entonces vale destacar la motivación de la actividad cuya fuerza motriz es la necesidad, reconocida esta como la carencia de algo imprescindible en la vida individual o social del sujeto, cuya búsqueda lo incita a actuar para lograr su satisfacción.

Se reconoce que el sentido de necesidad es muy amplio, pues se refiere a todo lo que un organismo vivo necesita y de lo cual carece en determinado momento. También puede ser entendida como los estados psíquicos vividos por el hombre cuando experimenta algún menester determinado. Si se considera como el deseo que experimenta el estudiante de lograr su graduación, se ponen de manifiesto la relación entre el estudiante, el mundo que lo rodea y su dependencia del mundo universitario.

Las necesidades son cualidades estables de la personalidad, portadoras de un contenido emocional constante (positivo o negativo), orientan al sujeto hacia una dirección en su comportamiento, en forma de relación o ejecución con objetos o personas y facilitan una actuación creadora que busca niveles cualitativos (F. González, 1989:55).

Reconocer las necesidades como una de las premisas indispensables de la actividad, conduce a pensar que estas deben hacerse conscientes en el estudiante para que provoque una actividad dirigida, que sea reflejo de lo que la satisface y que se convierta en motivos de la correspondiente actividad. Estos motivos, además de los objetos del mundo exterior, pueden ser  sus imágenes, ideas, intereses, emociones, sentimientos, etc.

Así, entonces, motivo es toda vivencia que estimula y conduce la actividad del hombre con vista a satisfacer sus necesidades (Pérez Martín et all, 2004:51). Como unidad psicológica primaria debe ser tomada en cuenta porque permite advertir –en cierta medida- el deseo de un joven estudiante de ser un profesional. Los motivos constituyen contenido de la personalidad. Son formas que esta asume y procesa brindándole fuerza, intensidad, dirección y sentido al comportamiento. Se trata de un fenómeno que se forma en la incidencia de la personalidad sobre sus necesidades. En su acción sobre determinada necesidad, el motivo es portador de un contenido específico para que la carencia contribuya al desarrollo y la dinámica del estudiante. Así, por ejemplo, que el estudiante necesite estudiar una carrera universitaria se convierte en un motivo de búsqueda para alcanzarla a tenor de todos los esfuerzos y sacrificios que ello implica.

En este sentido, resulta oportuna la subdivisión de la tercera etapa del desarrollo de orientación profesional realizada por el destacado psicólogo cubano F. González, quien, la presenta en dos subetapas: el proceso de reafirmación profesional y la reafirmación profesional vinculada a la actividad laboral. La primera de estas subetapas ocurre en el contexto educativo bajo el régimen de los planes y programas de estudio de las diferentes carreras, y constituye el punto de partida de la segunda; pues en medio del currículo existen exigencias disciplinares que conllevan a la actividad laboral a través de la práctica pre-profesional.

Precisamente la disciplina encargada de estas prácticas contiene influencias educativas necesarias para que el estudiante se identifique con su profesión sin llegar a desmotivarse; pues las necesidades deben aportar a ese contenido el equilibrio de motivos e intereses que lo compulsen o estimulen a su progreso pre-profesional, de tal forma que asimile el valor significativo que tiene el enfrentamiento a la actividad laboral. Es decir, se pone de manifiesto la autorrealización como expresión variada de la necesidad, que significa  tener la sensación de que se  está haciendo aquello para lo que se está apto y se es capaz.

Este comportamiento de satisfacción de necesidades implica de inmediato una carencia humana, que significa pasar sucesivamente a otros niveles jerárquicos de realización hasta alcanzar el más elevado (Abraham Maslow, 1954). Para Maslow, la persona que satisface las necesidades más elevadas consigue el ideal; según este autor, una persona plenamente desarrollada, autorrealizada posee altos niveles en las siguientes características: percepción de la realidad, aceptación de sí mismo, de los demás y de la naturaleza; espontaneidad, habilidad para resolver problemas; autodirección; despreocupación  y deseo de intimidad; lucidez para la apreciación y riqueza de reacciones y emociones; frecuencia de experiencias culminantes; identificación con otros seres humanos; relaciones satisfactorias y variadas con otras personas; una estructura de carácter democrático; creatividad y un sentido de valores (Maslow, 1998, citado por  D. E. Papalia y S. W. Olds).

Se reconoce que nadie llega a ser completamente autorrealizado o autoactualizado, pero en la medida que el estudiante logre desarrollarse de forma sana, tendrá mejores posibilidades de avanzar hacia niveles más altos de autorrealización. Al conocer los rasgos que tipifican las necesidades, resulta asequible identificar el modo en que el estudiante transita jerárquicamente hacia peldaños más elevados de logros. Se busca una expresión estable en el comportamiento y las manifestaciones; la unidad interna de las necesidades es fuente de impulso y transformación sin estado de dependencia lineal. Sobre la base de las necesidades reales de los estudiantes, que desarrollan y transforman su personalidad debe realizarse el trabajo de influencia para afianzar su reafirmación profesional, tomando en cuenta la orientación.

Autores como el polaco  K. Obujovsky () establecen  un conjunto de necesidades  superiores, distintivas del hombre en relación con las especies animales, a las que llamó necesidades orientadoras, así refleja de forma exacta su rol en el proceso de autorregulación. En este grupo incluyó tres tipos: las cognitivas, las afectivas y las del sentido de la vida. En otro ámbito se estudian también las necesidades psicológicas que pueden ser de afecto, de realización, de comprensión, y de contacto personal; las cuales se manifiestan insaciables, estables, autopropulsadas y contradictorias.

La necesidad y el motivo están muy relacionados; pues la primera se encuentra frecuentemente oculta tras el segundo; así el estudiante no siempre se percata de cuáles son las verdaderas causas que lo llevan a asumir una u otra decisión tal, y con frecuencia llega a considerar que las causas sociales e históricas constituyen las fuerzas motrices ideales, que  en su mente adquiere las formas de determinados motivos e impulsos. Posee multiexpresión (en la conducta, en la reflexión, en la valoración) a partir de la cual dan energía y sentido a la personalidad. No siempre es consciente. Ahora bien, el desarrollo y la dinámica desplegada por el estudiante como personalidad que crece, también obedece al vínculo de la necesidad y la voluntad.

Las acciones volitivas en su forma acabada siempre se basan en una clara conciencia del fin y de los medios de acción y suponen un dominio perfecto de las operaciones en cuyo proceso se realizan. La formación de fines positivos y la significación social de las acciones volitivas están vinculadas, por una parte,  a la educación  de necesidades vitales convenientes desde la edad más temprana, y por la otra, a una formación político ideológica bien planteada. Las causas fundamentales motivadoras del surgimiento y desarrollo de acciones volitivas son las necesidades  experimentadas por el hombre sin cuya satisfacción es imposible la vida.

Le corresponde al profesor aprovechar las potencialidades del estudiante para que este perciba que su desarrollo profesional también depende del modo en que sea capaz de vincular las cualidades de estabilidad emocional que lo direccionan hacia nuevas acciones con un nivel de estimulación y determinados motivos que lo compulsan; pues aparejado a fuerzas motrices internas, existen otras externas que deben tomarse en cuenta.

Las acciones genéticamente voluntarias surgieron de la comprensión que ha tenido el hombre de sus necesidades; se trata de acciones conscientes dirigidas satisfacerse. Del propio hecho de reconocer cuáles necesidades le son inherentes -dependen en mucho también- las cualidades de su voluntad.

Las necesidades son experimentadas por el hombre de dos maneras: por un lado, como la vivencia de necesidades reales que requieren urgentemente la satisfacción  y, por otro,  como la concientización de las necesidades en forma  de una u otras representaciones y conceptos. El momento en que se toma conciencia de la necesidad es el más importante de la voluntad, el más esencial para su surgimiento y desarrollo. Servirá de punto de partida para esta toma de conciencia la existencia de alguna dificultad que le impida al hombre satisfacer la necesidad experimentada interiormente mediante la actividad inconsciente, como lo hacen los animales, o la vivencia de un sentimiento de placer más o menos fuerte relacionado con la satisfacción de la necesidad dada.

Las dificultades que se enfrentan en el camino hacia la realización de la necesidad, como también el sentimiento de placer experimentado en este caso, se convierten en un impulso a la comprensión de su necesidad y conducen a la elección consciente de los medios para satisfacerla. Las necesidades tienen enorme importancia en la ontogenia de las acciones volitivas. De este modo, su desarrollo en los jóvenes está relacionado con la educación de su voluntad.

Como parte de la psicología pedagógica, la investigación del proceso de desarrollo de las necesidades en los estudiantes universitarios y la elaboración de  métodos más eficaces de la influencia educativa, constituyen pilares para fomentar el comportamiento a partir de los objetivos de formación integral que se necesitan fomentar, sobre la base de carencias, búsqueda, estimulación y respuestas voluntarias. El trabajo de influencias axiológicas desempeña un importante papel para la expresión del modelo de conducta; pues contribuye a fraguar la voluntad ante las tareas más importantes de su quehacer estudiantil.

Es decir, no debe dejarse a la espontaneidad la coyuntura que facilita la influencia educativa en la fragua de la voluntad; pues el contenido axiológico deviene en ideas reguladoras que permiten plantearse objetivos mediatos para regular su actual conducta. El ideal de reafirmarse profesionalmente con la carrera seleccionada dice de la proyección mediata de graduarse y ser un profesional bien calificado. En este contexto la posibilidad de reestructurar el campo de acción se incrementa cuando el estudiante decide cambiar de carrera porque la actual no le gusta, y para ello debe esforzarse, con lo que conseguirá la condición académica imprescindible al obtener buenas calificaciones. Aquí la necesidad y la voluntad se entrelazan. Esta propiedad de regular y autorregular el comportamiento a un nivel superior se reconoce como nivel consciente volitivo.

Se busca desarrollar la elevada flexibilidad para reestructurar, reorganizar y valorar los contenidos psicológicos de su personalidad. Se trata de realizar esfuerzos volitivos estables para conceptualizar de forma consciente las circunstancias que rodean al estudiante y sus propios contenidos psicológicos, aquellos que les permitan realizar un análisis de las condiciones externas (carrera seleccionada) y las condiciones internas (intereses y cualidades para esa profesión). Así hay una expresión de esfuerzo sostenido para tener conciencia y entender sus conflictos, experiencias y problemas, asumir puntos de vista en correspondencia y plantearse un comportamiento adecuado que permita autocomprenderse y asumir  nuevos proyectos; de este modo se ponen de manifiesto los estados afectivos (las emociones, los sentimientos, los estados de ánimo y los estados de tensión). De acuerdo con la forma que ha empleado el estudiante para autorregularse se hace más o menos evidente el nexo necesidad- emoción.

La emoción (del latín emoveo emovere, que significa emociono, conmuevo) es la vivencia que tiene el hombre de su propia actitud hacia la realidad, y del estado subjetivo que surge en el proceso de interacción con el medio circundante y en la satisfacción de sus necesidades. Según Pérez Martín (op.cit., p.23) son vivencias afectivas de moderada intensidad en su manifestación, que aparecen en forma relativamente brusca, pudiendo organizar o desorganizar la actuación el sujeto y se expresan por un período breve.

Las particularidades de las emociones, que surgen en el proceso de interacción dinámica del hombre con el medio, durante el proceso de la vida y la actividad social, están relacionadas con la satisfacción de diversas necesidades sociales, materiales y culturales. Por ejemplo, el estudiante experimenta las emociones positivas (placer, satisfacción y bienestar) cuando logra satisfacer sus necesidades; por el contrario, si no lo consigue puede experimentar emociones negativas (enojo, aflicción, sufrimiento). De este modo, gracias a las emociones, se realiza una adaptación más racional del organismo a determinadas condiciones de la existencia. Es una necesidad la expresión de emociones, pues con ello se exterioriza y reafirma un comportamiento dado y la posibilidad de la autorregulación requerida. Esta reacción ante determinado objeto es también un reflejo de formaciones psicológicas como los intereses y su necesidad de expresión.

Las necesidades influyen en la formación de las capacidades a partir de las aptitudes congénitas, ellas están indisolublemente ligadas con la orientación de la personalidad, con la formación de sus intereses. Las necesidades e intereses constituyen fuentes de activación del hombre, ellos lo incitan hacia la actividad, hacia la adquisición de nuevos conocimientos y habilidades. El significado pedagógico de las necesidades emana de su papel en el desarrollo de la personalidad. Por eso la formación de nuevas necesidades e intereses constituye una tarea importantísima de la educación. En la medida que el estudiante avanza en su carrera, deben suscitarse en él nuevas necesidades y nuevos intereses, como expresión de motivos cognoscitivos que lo estimulan hacia la búsqueda del conocimiento.

He aquí la aparición de necesidades experimentadas de manera dual, por una parte, como peculiares vivencias emocionales de la realidad, que exigen impostergablemente su satisfacción, y por otra, como la toma de conciencia de las necesidades en forma de una u otras representaciones. Esta toma de  conciencia de las necesidades constituyó la condición de la formación de los intereses, como rasgos de la personalidad de calidad especial.

Los intereses manifiestan una orientación emocional del sujeto en forma de reacciones afectivas de agrado y satisfacción hacia el conocimiento de determinados fenómenos o hechos de la realidad. Se necesita de esa atracción emocional y su expresión dialéctica: aquello que hoy es interesante, mañana puede convertirse en una necesidad esencial que genera motivos y fines de una actividad  socialmente importante, transformadora y creadora. De este modo, en el interés por el estudio del contenido, determinada materia genera la necesidad de investigación o búsqueda del conocimiento, la cultura y sus valores, como mecanismos psicológicos de “apropiación” para la transformación de las necesidades sociales en personales.

En síntesis, la orientación profesional atraviesa diversas expresiones de necesidades, que se  revelan en correspondencia con el modo en que la personalidad del estudiante ponga en función su capacidad de regular o autorregular su comportamiento, a partir de hacer conscientes las necesidades  y su expresión vinculada a los motivos, las emociones y los intereses, aunque –por supuesto-no son estas las únicas interrelaciones que se producen entre la manifestación ontogenética de las carencias de las unidades psicológicas primarias y las formaciones psicológicas.

Es favorable que el docente asuma patrones de comportamiento profesionales que le permitan interpretar, no solo la situación concreta de sus discípulos, sino  -es muy importante- a la par, desentrañar de qué modo la concienciación de las necesidades  por el propio estudiante le pondrá en mejores condiciones para reconocer sus motivos, controlar sus emociones y renovar sus intereses; de manera que se conduzca al estudiante hacia una actitud flexible y autorregulada en su propósito de elección de la carrera y su reafirmación profesional.

 

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