Las leyes sobran, lo que faltan son buenos ejemplos
Meritocracia, etimológicamente proviene del latín: Meritum, que significa: Acción que hace al hombre digno de premio o castigo; Resultado de las buenas acciones que hacen digna de aprecio a una persona y del griego Kratos: que significa “poder”, interpretándose así Meritocracia: El poder de las buenas acciones.
En algunos países la demora de los trámites administrativos en las instituciones es uno de los problemas más álgidos con los que se tiene que lidiar, en el presente artículo trataremos de llegar al verdadero motivo de dicha demora: el gobierno piensa que es por falta de capacidad o capacitación de los encargados de viabilizar dichos trámites ¿pero en realidad será que el abogado encargado de atender la parte legal de un proyecto, no tiene la suficiente capacitación para autorizar el pase de dicho proyecto?, de igual forma ¿el ingeniero que tiene la responsabilidad de evaluar y/o autorizar la ejecución de una obra, demora dicho trámite por su falta de capacitación? ¿O quizás el economista que demora en exceso la evaluación de un proyecto lo hará por no tener la capacitación necesaria para realizar dicho trabajo? Vayamos a otro caso ¿puede por su falta de capacitación la persona encargada del trámite documentario de una entidad, recibir un documento y solo después de muchos días recién derivarlo a la persona, unidad o sección a la que estaba destinada?
En los tres primeros casos citados, hemos puesto como ejemplo a tres profesionales y en el cuarto a una persona con estudios de mando medio (instituto) o tal vez a alguien que no es profesional; a juicio de algunas personas llámense legisladores, ministros o empresarios, este procrastinar se da por falta de capacitación o estudios. No hay peor ciego que el que no quiere ver. No quieren darse cuenta que ello no es por falta de estudios ¿o es que a la fecha en alguna universidad ya se incluyen en la formación profesional cursos de probidad, justicia, verdad, honradez; maestrías en honestidad y ética?
Nos estamos fijando en la punta de un iceberg; un currículo, un título profesional, un perfil, una hoja de vida, etc., solo refleja quizás entre un 10 a 20 por ciento del desempeño laboral, siendo generosos, quizá hasta un 30 por ciento; las actitudes que tenga una persona en un determinado cargo dentro de la administración pública o en la actividad laboral que realice, su grado académico, su currículo, su hoja de vida no garantizan que tenga cualidades que le haga ser un trabajador o funcionario eficiente y eficaz pues no prueban que posea las cualidades propias de un trabajador proactivo, de un líder, es decir que sea: honesto, autocrítico, justo, adaptable al cambio, íntegro, creativo, entusiasta, ético, comprometido, asertivo, responsable, flexible, el gobierno y los empleadores soslayan este hecho pretendiendo en que el trabajador posea el mayor desarrollo académico posible relegando a un segundo plano el desarrollo personal de las personas, su inteligencia emocional, un adecuado conocimiento de programación neurolingüística y sobre todo su formación en valores y principios.
Todo lo anteriormente expuesto y no reflejado en los perfiles personales no forman parte de la formación profesional, lastimosamente en la gran mayoría de las universidades se han olvidado la importancia del desarrollo personal, formación en valores y principios, inteligencia emocional pues en su mayoría solo les importa un mayor ingreso económico, como resultado cada día se incrementa la oferta de “formación profesional”, pre y post grados académicos, presenciales y a distancia.
Para algunos gobiernos la consecución de estos grados académicos es meritocracia, ya olvidaron de un Doctor en la década de los noventa era el hombre más poderoso de un país sudamericano; al famoso Doc no le importaban los valores y principios pero tenía un post grado de mucho peso, supuestamente un CI bastante alto y una increíble falta de escrúpulos. No quiero que se interprete, que no estoy de acuerdo en que la formación académica es importante, definitivamente sí lo es, pero acompañada de formación en valores y principios, de desarrollo personal; incluso, para evitar la compra de grados académicos.
En los tres casos citados al inicio, debemos tener en cuenta que se trata de profesionales, es decir personas con grados académicos y el cuarto quizá no profesional, pero al parecer con la misma deshonestidad de los tres primeros, que pretenden crear urgencia o desesperación en los usuarios para conseguir o lograr provecho económico indebido para aligerar el trámite.
En mi país se promulgó una Ley, la del Servicio Civil, que según el Congreso de la República que la aprobó, era para lograr eficiencia en el aparato estatal; por dicha ley primaría la meritocracia o el poder del mérito se tendría en cuenta para los ascensos y nombramientos a cargos importantes, todo ello consagrado en una Ley el 02 de julio del presente año, esta Ley fue impulsada por el Presidente de la República y varios ministros de estado, pero se evidenció la falta de liderazgo de referencia o de ejemplo, cuando el 17 del mismo mes, en un día que se puso al desnudo la total falta de honestidad, integridad y vergüenza de la mayor parte de la clase política del Poder Legislativo, apoyados soterradamente por el Poder Ejecutivo, felizmente existieron excepciones, muchos de ellos profesionales con sendos grados académicos, quienes conjugaron una componenda llamada repartija por la prensa y el pueblo, para designar a seis magistrados del Tribunal Constitucional, al Defensor del Pueblo y a tres directores del Banco Central de Reserva, sin tener en cuenta para nada la hace poco tan famosa meritocracia, primando solo sus intereses partidarios o personales.
Peor aún, en la encuesta de Proética del año 2012, el Congreso de la República figuraba en un tercer lugar como institución con percepción de corrupción, antecedido por el Poder Judicial y la Policía Nacional y hace días se ha divulgado la encuesta del año 2013 de la citada institución, donde el Congreso de la República figura en el primer lugar ¿será por meritocracia que han logrado “ascender” al primer lugar? Cual será ahora la apreciación de los miembros del Congreso de la República: ¿Fue por falta de estudios o formación académica? ¿O por falta de formación en valores y principios que sus actitudes deshonestas llevaron al total desprestigio ese poder del Estado?
Por ello es que la meritocracia debe tener su base en la autorrealización o realización personal, Maslow utilizo varios términos para denominarlo: “motivación de crecimiento”, “necesidad de ser” y “autorrealización”. Maslow consideró como auto realizados a un grupo de personajes, entre ellos: Albert Einsten, Mahatma Gandhi, Abraham Lincoln. Personas centradas en la realidad, independientes de la cultura y el entorno dominante, resistente y no susceptible a la presión social.
Una persona auto realizada es una personas honesta, incluso para reconocer sus limitaciones, para trabajar en ellas y superarlas para un buen desempeño laboral, una persona comprometida con la visión, metas u objetivos de la institución en la que trabaja, es una persona que sabe que la permisividad carece de valores, que los valores no son transables con las costumbres, modas o necesidades del momento, que no se someten al abuso de las mayorías, reales o aparentes.
Lo que la mayoría hace o dice hacer no puede elevarse a la categoría de valor, aunque pese en el ambiente. Viktor Frankl, plantea que el ser humano tiene una enorme necesidad de trascender, de ayudar, de servir; entiendo que se refiere a las personas auto realizadas que necesitan trascender positivamente.
El gobierno debería poner su mayor esfuerzo en formar este tipo de personas y las instituciones que desean su desarrollo, eficacia y eficiencia, personas identificadas con la visión y valores que son los pilares en los que descansa o pretende descansar la cultura organizacional de las instituciones en las que trabajan, personas con buenas y positivas actitudes que pondrán el cien por ciento de sus capacidades al servicio y consecución de metas, personas honestas inclusive con sus limitaciones trabajando en su capacitación para superarlas, porque capacitar a personas sin valores o con actitudes negativas y/o no comprometidas con la institución es gastar tiempo y dinero inútilmente. Solo teniendo personas con desarrollo personal o que deseen auto realizarse y formadas en valores, podremos lograr un Estado e instituciones eficientes.