Los valores desde la perspectiva humanista

Introducción

Hay que reconocer que existen valores universales propios de todos los seres humanos y esos valores poseen las características propias de una generación y de un lugar específico del mundo. Por eso el estado de los valores humanos se determinan por la relación que existe entre rasgos comunes a todo ser humano y rasgos específicos propios de una época y de una situación social dada.

El mundo de hoy sumergido en profundas crisis económicas, políticas, financieras y sociales retoma nuevas dimensiones de los valores humanos, pero es necesario primeramente, identificarlos y determinar cuál es el contenido de ellos en esta generación, en correspondencia con las condiciones en que se vive. Esa es la tarea que se tiene planteada en estos momentos para poner en el lugar que le corresponde, para perfeccionar su actitud y para hacerlo más efectivo en su papel. Es necesario aclarar que el valor humano depende en lo fundamental del medio social en que se desenvuelve el hombre, porque se relaciona con la forma en que se asimilan esas condiciones sociales. De ahí que hay que preparar al hombre para que responda al medio social en que vive y esto está estrechamente relacionado con los valores humanos.

Reafirmamos que es importante hablar sobre la pérdida de los valores a través del tiempo y cómo el ser humano ha olvidado que este punto tiene una total relevancia para el bienestar emocional y una estabilidad social en todos los sentidos. Si se sabe reestructurar el estado peyorativo en el que se encuentra el hombre, se puede llegar a favorecer en el sentido de una mejora en la conciencia humana.

Contenido

Aún cuando el tema de los valores es considerado relativamente reciente en filosofía, los valores están presentes desde los inicios de la humanidad. Para el ser humano siempre han existido cosas valiosas: el bien, la verdad, la belleza, la felicidad, la virtud, etc. Sin embargo, el criterio para darles valor ha variado a través de los tiempos. Se puede valorar de acuerdo con criterios estéticos, esquemas sociales, costumbres, principios éticos o, en otros términos, por el costo, la utilidad, el bienestar, el placer, el prestigio. Todo valor supone la existencia de una cosa o persona que lo posee y de un sujeto que lo aprecia o descubre, pero no es ni lo uno ni lo otro. Los valores son producto de cambios y transformaciones a lo largo de la historia. Surgen con un especial significado y cambian o desaparecen en las distintas épocas. Por ejemplo, la virtud y la felicidad son valores; pero no podríamos enseñar a las personas del mundo actual a ser virtuosas según la concepción que tuvieron los griegos de la antigüedad. Es precisamente el significado social que se atribuye a los valores uno de los factores que influye para diferenciar los valores tradicionales, aquellos que guiaron a la sociedad en el pasado, generalmente referidos a costumbres culturales o principios religiosos, y los valores modernos, los que comparten las personas de la sociedad actual. “Los valores no tienen existencia real sino adherida a los objetos que lo sostienen. Antes son meras posibilidades” (Prieto Figueroa, 1984).

El concepto de valor abarca contenidos y significados diferentes y ha sido estudiado desde diversas perspectivas y teorías. En sentido humanista, se entiende por valor lo que hace que un hombre sea tal, sin lo cual perdería la humanidad o parte de ella. El valor se refiere a una excelencia o a una perfección. Por ejemplo, se considera un valor decir la verdad y ser honesto; ser sincero en lugar de ser falso; es más valioso trabajar que robar. La práctica del valor desarrolla la humanidad de la persona, mientras que el contravalor lo despoja de esa cualidad. Desde un punto de vista socioeducativo, los valores son considerados referentes, pautas o abstracciones que orientan el comportamiento humano hacia la transformación social y la realización de la persona. Son guías que dan determinada orientación a la conducta y a la vida de cada individuo y de cada grupo social. Los valores se aprecian de acuerdo a varios aspectos: La visión subjetivista considera que los valores no son reales, no valen en sí mismos, sino que son las personas quienes les otorgan un determinado valor, dependiendo del agrado o desagrado que producen. Desde esta perspectiva, los valores son subjetivos, dependen de la impresión personal del ser humano. Tal vez podríamos afirmar que el valor es, ante todo, una idea. Se diferencia lo que es valioso de lo que no lo es dependiendo de las ideas o conceptos generales que comparten las personas. Algunos autores indican que «los valores no son el producto de la razón»; no tienen su origen y su fundamento en lo que nos muestran los sentidos; por lo tanto, no son concretos, no se encuentran en el mundo sensible y objetivo. Es en nuestro pensamiento y en nuestra mente donde los valores se aferran, cobran forma y significado. Desde una perspectiva idealista, podríamos considerar que los valores son ideales y objetivos; valen independientemente de las cosas y de las estimaciones de las personas. Un ejemplo es que aunque todos seamos injustos, la justicia sigue teniendo su valor. En cambio, desde la visión realista podríamos afirman que los valores son reales; valores y bienes son una misma cosa. Todos los seres tienen su propio valor. Hablamos de valores humanos entendiendo también que son aquellos bienes universales que pertenecen a nuestra naturaleza como personas y que, en cierto sentido, nos humanizan, ya que mejoran toda nuestra condición de personas y perfeccionan nuestra naturaleza humana. Los valores surgen generalmente en el hogar familiar y para transmitirlos es de vital importancia la calidad de las relaciones con las personas más significativas en la vida como son: padres, hermanos, familiares, maestros, amistades, etc. o bien, cualquiera que cumpla con el papel fundamental afectivo que necesitamos en la vida. El concepto de valores humanos abarca todas aquellas cosas que son buenas para nosotros como seres humanos y que nos mejoran como tales. En el ámbito de los valores humanos se requiere también un equilibrio y que cada uno de los valores, tomado individualmente, sea saludable.

Una de las claves en la importancia de los valores, es que nos hacen convivir como seres humanos. Si bien es cierto que la desvalorización ha estado presente en todas la épocas y civilizaciones, no podemos negar que en la actualidad el hombre es capaz de hacer cosas inimaginables, con tal de obtener dinero, poder, satisfacción personal; parte de la población manifiesta, negligencia, engaño, agresividad, envidia, etc.

Aunque cabe destacar que también existen personas con valores que revelan una gran calidad humana y viven su vida diariamente aplicando las normas correctas de toda sociedad, como; la responsabilidad, la honradez, la solidaridad, el respeto, etc. Al enfrentarnos a una nueva cultura, las formas de comportamiento y algunas costumbres de mucha gente, son muy distintas a las que se tenían en décadas anteriores, ahora hay mayor delincuencia, más violaciones, fraudes, engaños, etc. Y por ende hay que prestar especial importancia a las nuevas generaciones que se están formando, ya que los valores humanos son un proceso, que se enseña y se aprende. Pertenece en gran parte o en su totalidad al mundo de la educación. Este por su parte remite a la cultura. La cultura es el primer estadio de la moral que no se absorbe de la misma forma a lo largo de nuestra vida, puesto que los individuos recorremos un ciclo que comienza por la infancia.

Se da educación en valores para: hacer la diferencia y tener conciencia clara de lo que es bueno y lo que es malo, para desarrollar una escala de valores que a cada persona o cosa le de su justo valor sin rebajar ni aumentar, para comprender que los valores de justicia, amor, solidaridad, paz etc.; nos hacen más humanos, para rescatar a la sociedad y a la familia de la crisis de valores que hoy afecta a la humanidad.

Vamos por la vida ignorando situaciones realmente denigrantes, el simple hecho de no respetar a un anciano, no cederle el asiento a una embarazada, pasar desapercibido a alguien que necesita de nuestra ayuda, desvalorizar a las personas con capacidades diferentes etiquetándolas, es indignante cómo los valores se van enterrando y en esta sociedad destructiva no empezamos por hacer una mejora en nuestra conciencia humana. Esto también ha sido influenciado por los medios a los que tenemos acceso, dígase televisión, Internet, publicidad impresa, en fin, todos los medios de comunicación en general. Los valores son el soporte de una convivencia sana entre seres humanos. Pero ese soporte se construye con nuestros valores individuales, con nuestros valores familiares, incluso con nuestros valores regionales y nacionales, pero todo comienza con la persona. En la actual sociedad tal pareciera ser lo mismo bueno que malo, siendo esto una total equivocación, la gente es egoísta al extremo, ya que solamente piensa más en cosas materiales, sus pertenencias, su espacio, su libertad, olvidando a todo, haciendo lo posible para obtener por cualquier forma su beneficio.

La información que es vista día a día por los niños, adolescentes, jóvenes deben ser palabras y acciones coherentes, porque así como pensamos actuamos y desarrollamos unos hábitos que nos marcarán el carácter haciendo que nos comportemos de una forma determinada ante diferentes situaciones. El acceso a la libertad nos prepara o capacita para ennoblecer nuestra existencia, pero también nos deja en un peligro de empobrecerla. El ser humano accede a esta disyuntiva, pero, si prestamos oídos a nuestros instintos e inclinaciones más bajas, podemos actuar como bestias, y de este modo, deshumanizarnos. Boecio, el filósofo y cortesano del siglo V, escribió: El hombre sobresale del resto de la creación en la medida en que él mismo reconoce su propia naturaleza, y cuando lo olvida, se hunde más abajo que las bestias. Para otros seres vivientes, ignorar lo que son es natural; para el hombre es un defecto.

Al descubrir o saber lo que somos, por consecuencia descubriremos qué valores nos convienen. Cuanto mejor percibamos nuestra naturaleza, tanto más fácilmente percibiremos los valores que le pertenecen.

Los valores morales o éticos son superiores a los ya mencionados. Esto se debe a que tienen que ver con el uso de nuestra libertad, ese don inapreciable y sublime que nos permite ser constructores de nuestro propio destino. Estos son los valores humanos por excelencia, pues determinan nuestro valor como personas. Incluyen, entre otros, la honestidad, la bondad, la justicia, la autenticidad, la solidaridad, la sinceridad y la misericordia. Pero todavía no son tan importantes como los valores morales. Estos valores nos ennoblecen y desarrollan nuestro potencial humano. Cada valor apoya y sostiene a los demás; juntos forman esa sólida estructura que constituye la personalidad de un hombre maduro.

Los valores religiosos. Éstos tienen que ver con nuestra relación personal con Dios.

El mundo de hoy pasa por alto un hecho muy sencillo: la persona humana es religiosa. Aunque seguramente será difícil encontrar esta afirmación en un texto de sociología, no ha habido en la historia una sola sociedad que no haya sido religiosa. Preguntar por la existencia de Dios es algo que está íntimamente unido al por qué de la existencia humana. Buscamos de forma natural la trascendencia, porque es lo que da sentido y significado a nuestra vida sobre la tierra. Si el hombre cultiva los valores religiosos con tanta tenacidad, es porque ellos corresponden a la verdad más profunda de su ser.

Los valores necesitan dos etapas: la de su revisión seria y la de su aplicación. Valores sin acción son iguales a incongruencia. Si quisiéramos ver un mundo diferente, una sociedad más equilibrada y un futuro más alentador, entonces es el momento de detenernos a reflexionar ¿Qué son los valores para mí? ¿Cuáles forman mi vida? ¿Qué significan los demás para mí? Y entonces, nuestro análisis debe trasladarse del «Yo» al «Tú», es decir, dejar de pensar un poco en nosotros mismo y volcarnos hacia los demás, ser generosos y ver qué necesitan los demás de nosotros.

Mientras no resolvamos nuestra crisis de valores individual y nuestras acciones sean congruentes, seguiremos viviendo en un mundo donde «es lo mismo ser Honrado que traidor, ignorante, sabio, ratero, generoso, estafador; todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor». ¿O podemos cambiar? ciertas cosas son buenas para nosotros porque nos ayudan a alcanzar nuestro fin u objetivo. Si acertamos a descubrir a dónde vamos como hombres, cuál es nuestro objetivo, podremos entonces saber qué es bueno para nosotros en ese sentido.

Conclusión

En conclusión, en nuestros días, mucha gente se deja modelar pasivamente por las costumbres reinantes aceptando, sin examen, las reglas impuestas por el medio social. El hombre según los principios de moral se forja conscientemente una conciencia, se impone asimismo, ciertas reglas que él ha juzgado buenas. Indudablemente, no fabrica él esas reglas totalmente, sino que es la sociedad la que plantea ciertos imperativos, que el hombre se dedica a comprender o a justificar o a modificar. Por los cambios tan acelerados que se han experimentado en las últimas décadas, como consecuencia de los avances tecnológicos y la promoción del libre mercado, todo evaluado bajo la perspectiva de competitividad, eficiencia, eficacia, rentabilidad y economicidad, se han deteriorado las relaciones humanas, debido a la nueva jerarquía de valores que se basan más en un bienestar material individual y se descuida la dignidad de la persona.

Comprendimos que los valores son un conjunto de creencias que nos dictan la forma de conducta más aceptada socialmente.

Los valores determinan las normas morales, es decir que los valores establecen un modelo de conducta aceptable en una sociedad y para garantizar que este modelo sea observado por los miembros de esa sociedad se emiten las normas que regulan la actuación del individuo dentro de la sociedad.

La relación entre ética y los valores es que la primera es el estudio de los actos humanos o costumbres y los valores son en sí esos actos o costumbres preferidos o aceptados por una sociedad.

Solo el ser humano tiene conciencia moral porque solo él tiene capacidad o conciencia de si mismo, de valorizarse y poder juzgar su conducta.
Es importante utilizar la brújula de la «conciencia emocional», para evaluar si la actividad que vamos a emprender vale la pena. Como conciencia emocional se entiende como la capacidad de reconocer el modo en que nuestras emociones afectan a nuestras acciones y la capacidad de utilizar nuestros valores como guía en el proceso de toma de decisiones.

El éxito de las personas en cualquier actividad depende más de las competencias emocionales que de las capacidades cognitivas.

En un mundo tan cambiante encontramos que la flexibilidad, la posibilidad de adaptarse al cambio es más importante que la experiencia.

Entendemos que el ser humano no solamente actúa por razonamiento, también influyen las emociones y los sentimientos.

Las dos grandes instituciones de mayor relevancia en nuestra sociedad: Familia y escuela, tiene una enorme tarea, para poder humanizar a esta sociedad que se encuentra tan deshumanizada. En la escuela se debe hacer un trabajo arduo, para mejorar o cambiar prácticas que dañen u ofendan a los demás, se debe ser muy constante en hacer reflexionar a los niños que al actuar de una manera incorrecta contra una persona, la herimos, le bajamos la autoestima, la hacemos sentir mal, la práctica de buenos valores debe estar presente en todo momento.

Bibliografía

  1. Schmelkes, Silvia. La formación de valores en la educación básica. Silvia Schmelkes. SEP. 2004
  2. Valores Humanos

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Estrada Cruz Cielo Guadalupe. (2010, noviembre 22). Los valores desde la perspectiva humanista. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/los-valores-desde-la-perspectiva-humanista/
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Estrada Cruz Cielo Guadalupe. "Los valores desde la perspectiva humanista". gestiopolis. noviembre 22, 2010. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/los-valores-desde-la-perspectiva-humanista/.
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