Actualmente, está de “moda” educar las emociones, enseñarlas, reconocerlas, saber controlarlas… es decir, se ha incrementado considerablemente la Educación Afectiva. Sin embargo, se sigue dejando a un lado la esencia y el producto de estas: el Arte.
Saber interpretar, analizar, profundizar, interiorizar, empatizar y ver a través de una obra o cualquier expresión artística, hace sentir, ver y entender la vida. Algo, que resulta imposible al no ser enseñado.
El mundo en el que vivimos nos hace mirar, pero no observar; nos hace creer, pero no sentir; y nos hace sentir, pero no entender. No estamos predispuestos a la observación, interiorización y profundización de algo que pueda afectar a nuestra manera de vivir o a nuestra forma de interpretar la vida.
Esto, hace que caigamos en frustraciones, fracasos, conformismos, rutina, rechazo hacia lo desconocido… en definitiva, en un malestar general.
Aumentando la observación y con ello, nuestras formas de interpretar el mundo, desarrollamos nuestras habilidades emocionales, abriendo un amplio abanico de posibilidades que hacen posible la resolución de cualquier problema que se nos plantee, consiguiendo así, un bienestar emocional.
El medio más adecuado para conseguir esto, como mencioné anteriormente, es ese campo desplazado del ámbito académico, profesional y personal, el arte. Éste, aun estando relegado en un plano casi inexistente de nuestra vida, manifestado de una u otra forma, está presente en nuestro desarrollo personal desde que nacemos y condiciona nuestras emociones, es decir, las modifica, las provoca, las cambia, las fortalece, las agudiza, en definitiva, las enseña. El Arte influye en nosotros casi sin intuirlo convirtiéndose así en la mejor herramienta de trabajo y enseñanza-aprendizaje de las emociones, es decir, de la humanización.
El tipo de educación que fomenta este tipo de enseñanza-aprendizaje, recibe el nombre de Educación por el Arte o Educación a través del Arte. Este término puede confundirse con Educación Artística, pero debemos tener claro que no tienen los mismos objetivos, las mismas metodologías, ni los mismos recursos ni instrumentos. La Educación artística se basa en la enseñanza de una o varias modalidades artísticas, es decir, tiene como objetivo la producción de Arte, mientras que, por otro lado, la Educación por el Arte tiene como objetivos principales:
- Disfrutar del mundo y la cultura
- Incrementar el conocimiento de las experiencias humanas
- Mejorar la calidad de nuestras vidas tanto a nivel personal como social.
Objetivos que hacen posible una apertura personal que favorece, por un lado, un desarrollo tanto creativo como personal que aporte estabilidad emocional; y por otro, un bienestar y una satisfacción que potencie la productividad y la eficacia.
Cada vez es más frecuente encontrar personas perdidas e inmersas en un mundo en el cual no encuentran manera alguna de avanzar ni luchar por sus objetivos. A través del Arte se ofrece una herramienta de trabajo perfecta para romper con esa pérdida y así rescatar a esas personas en situaciones de malestar.
Es necesario una educación que subsane este problema utilizando este medio y recurso de enseñanza-aprendizaje rico en valores y posibilidades poco explotadas; una educación crítica que desarrolle en los receptores un espíritu crítico y analítico de ellos mismos y sus objetivos, basado en el reconocimiento de sus emociones y equilibrado con la cognición.
La primera idea puede parecer una tarea compleja, imposible, o incluso absurda para muchos, pero verdaderamente creo que tenemos ante nosotros una herramienta milenaria y casi inutilizada, al menos correctamente, que podría resolver multitud de situaciones, vidas e incluso contextos en estado de perdida.
Queda mucho camino por delante, mucho trabajo que realizar, pero sinceramente, valdrá la pena caminarlo y trabajarlo.
EL ARTE Y LA EDUCACIÓN DEBEN IR JUNTOS DE LA MANO