José Martí fue el más preclaro de los grandes hombres de las luchas de independencia de la Patria y el decoro ciudadano. Fue un incansable luchador anticolonialista, combatió por una América unida, desde el Río Bravo hasta la Patagonia; sufriendo deportación y exilio.
Han sido abundantes los estudios e investigaciones sobre el Apóstol cubano, sin embargo, como hombre de leyes, poco se le ha estudiado; que sepamos hasta ahora, muy pocos trabajos se han escrito sobre el tema.
Hemos querido rendirle este sencillo homenaje al Martí jurista; el más universal de todos los cubanos, “con todos y para el bien de todos”. Expresado en el articulo 1 de la Constitución socialista de Cuba.
En el año del 156 aniversario de su natalicio; y en el 114 de su caída en combate, en Dos Ríos hemos hecho una minuciosa y amorosa búsqueda en toda su producción, separando las ideas, interpretándolas, ordenándolas, seleccionándolas, calcificándolas; procurando, dentro de los límites de las posibilidades, darle unidad a la gran obra jurídica martiana.
Si se cumple el propósito planteado, se contribuirá a facilitar el conocimiento y estudio de esta faceta de la obra martiana, y nos sentiremos plenamente satisfechos, con la grata sensación de una ilusión realizada de un deber cumplido.
Fue Martí un hombre polifacético. El centro de su preocupación era el hombre, para el que soñaba la superación y el bienestar. Se interesó, por las ciencias, las artes, las letras, la filosofía y el derecho.
El derecho tenía forzosamente que atraerle, porque fue revolucionario en la más alta y pura acepción del vocablo: empezó realizando revoluciones de ideas, para terminar en revolucionario de acción, hasta sacrificar su propia preciosa vida en aras de sus ideales de redención y libertad.
Tenía que interesarle el Derecho hasta por necesidad espiritual, buscando, desesperadamente, las armas para la lucha y la lógica compensación: antes las arbitrariedades, ante los crímenes, ante la opresión de la patria indefensa, ante los propios sufrimientos, opuso su rebeldía, que no le permitiría odiar, porque para todos cultivaba su “rosa blanca”, y sus investigaciones en el campo del Derecho, como necesaria, como indispensable explicación.
Tenía que estudiar, pues, y amar el derecho, para mejor servir a Cuba. Por algo iba a asumir, en el futuro, la responsabilidad de crear el Estado cubano, y de organizar sobre bases jurídicas, la República.
Así podría ejercitar, como sólo él aceptaba, a satisfacción de conciencia, los sagrados derechos de la Patria.
En sus discursos, en su epistolario, en sus artículos periodísticos, en múltiples escrito, se inclinó preferentemente a lo jurídico, estudiando temas que abarcan desde diferentes ramas del Derecho hasta la Filosofía del Derecho.
En verdad asombra, y conmueve hasta lo más íntimo, la magnitud de su producción, la serenidad de sus juicios, la firmeza de sus opiniones y de sus propósitos, la clara visión del futuro, que le perdiera adelantarse al pensamiento de sus contemporáneos y legando la maravilla de su obra genial, que pudiera ser considerada como la Biblia Martiana.
Sus trabajos son la obra de un pensador y de un estudioso, y así puede calificarse, no obstante haberle realizado en un ambiente de precipitación y de incertidumbre y demuestran un profundo conocimiento de la esencia del Derecho. Reflexionar sobre Martí jurista, exige situarnos en la concepción y límites que se tenga del Derecho, del Derecho y su enfoque deontológico, de su esencia y fundamentos, de dejar establecido la cuestión epistemológica, su carácter real.
Encomiable resulta situarnos, por ejemplo, ante el Martí crítico, literato o poeta, porque no sólo se trata del oficio de acudir a normas sustantivas o procesales de rigor, se está ante principios a seguir por la ciencia del Derecho.
A ciencia cierta, la vida activa de Martí en el ejercicio de su profesión como jurista es brevísima, apenas cubre el tiempo que trascurre desde septiembre de 1878 hasta septiembre de 1879, un año, y lo sería en San Cristóbal de La Habana.
Solicita autorización para ejercer de abogado pero se le deniega por no poseer la documentación necesaria y trabaja como pasante en el Bufete de Don Nicolás Azcarate, luego con el Licenciado Miguel F. Viondi, también como pasante. Al no legalizar su titulo por enfrentar problemas de índole económica, no ha de jurar fidelidad a España; en su breve estancia en La Habana, une, a su trabajo de pasante, la de ser elegido Vicepresidente, del Club Central Revolucionario de La Habana, el 18 de enero de 1879.
Su elocuencia y sagacidad, unida a la excelencia como orador, hacen que pronuncie conferencias, dejando perplejo a mismísimo gobernador en una de ella. Se le ofrece una alcaldía interina y se le nomina como diputado liberal a las Cortes.
Nace su hijo Ismaelillo, todo ello sucede en el período posterior al Pacto del Zanjón y a la Protesta de Baraguá. En septiembre de 1879 es detenido por conspirar con Juán Gualberto Gómez y otros patriotas a favor de la libertad de Cuba.
El 7 de julio de 1893, Martí pronuncia una conferencia en la Escuela de Derecho de Costa Rica por invitación de la Asociación de Estudiantes. Aún están húmedas, las firmas del Pacto del Zanjón, cuando en 1878 expresa que los derechos se toman, no se piden, se refiere a los derechos ciudadanos que debe proteger la Constitución ya que a su juicio se arrancan no se mendigan.
En su obra encontramos ideas rectoras, tales como, las que abogaban por la plenitud del Derecho, de que un gobernante cuando acepta con la Constitución y leyes adicionales que el cargo representa, advierte que no pueden tenerse miramientos constitucionales por lo que anidan en el seno de la Constitución con ánimo de herirla y devorarla. Será quien nos deje dicho: “yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la divinidad plena del hombre.”
En España lo sacude en lo más hondo se su alma, el vil fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina, el 27 de noviembre de 1871, y su voz se alza en su condena. Por entonces aparece en ese país “El Presidio Político en Cuba” y, “la republica española ante la revolución cubana” donde expresa “ y si Cuba proclama su independencia por el mismo derecho proclama la república; manifiesta que la gloria y el triunfo no son que un estímulo al cumplimiento del deber. En la vida práctica de las ideas, el poder no es más a toda manifestación de justicia, la voluntad firme ante todos los consejos de la crueldad o del orgullo…. Sobre el sufragio libre, sobre el sufragio consciente.”
Sus estudios de derecho
Llegado a Madrid, pronto se relacionó con la sociedad. Su prestancia, su simpatía, su palabra fácil, su talento, su juventud, y sus dolores, le crearon amistades y sinceros afectos.
El “Presidio Político en Cuba” y la “República Española ante la Revolución cubana”, se fijaron como a golpe de cincel, en la conciencia y en la historia de la Patria.
Lee con pasión, con avidez, con la ansiedad y la angustia de que cree tener poco tiempo, y falta de libros propios, frecuenta las bibliotecas públicas, obteniendo en éstas, y en los museos, su amplia y asombrosa cultura.
Los círculos intelectuales le reciben y escucha con gran interés. Empezaba a ser respetado, por sus folletos, escritos, discursos, como político, letrado y orador . Siente fortalecer su fe, que se vuelve inquebrantable y austera en los destinos futuros de Cuba.
Defiende los ideales patrios en cuanta ocasión se le presenta. Al iniciase como orador, y lo hace tan brillante, que vislumbra ya en él lo que fuera después. Su nueva vida no la había hecho olvidar su vida pasada. La Patria oprimida seguía viviendo en él, y su corazón vehemente, leal, apasionado, con las noticias que recibía de Cuba, se aceleraba aún más en su pecho, como queriendo saltar fuera, para unirse la ritmo angustiado, dolorido, del corazón de sus compatriotas.
Su vida es modesta, y sus poderes económicos muy limitados; pero la simpatía y el aprecio que había despertado entre sus compatriotas, le resuelven su difícil situación, proporcionándole clases a particulares. Ya tiene para sus pequeñas necesidades y para sus grandes lujos: los libros, los muesos de arte y el teatro.
Por entonces regía en España un plan de estudio que favoreció a Martí: Este plan le permitió matricular, y examinar, materias universitarias, sin haber terminado los estudios de Segunda Enseñanza que dejara en tercer año, al cerrarse, en La Habana, el colegio de Mendive. Pudo, pues, y gracias a esta anomalía, matricularse en la Escuela de Derecho de la Universidad Central, el 31 e mayo de 1871.
Tenía el propósito de estudiar con afán, para terminar su carrera; pero diversos factores le entorpecieron sus planes. Las actividades patrióticas, por un lado las dificultades económicas, que le obligaban a trabajar sin descanso y por otra; su estado de salud, delicado y modesto fueron sus grandes obstáculos. En presidio; las cadenas le habían ocasionado en la ingle una lesión intensa y dolorosa; reflejo fiel de su sufrimiento pasado; y las dos operaciones que le habían practicado no habían sido satisfactorias. Sólo logró aprobar dos asignaturas: el Derecho Romano, primer curso, y el Derecho Político y Administrativo; en cambio había sido suspenso en Derecho Romano, segundo curso, y en Economía Política.
Martí decidió alejarse de Madrid. La capital española no resultaba el ambiente propicio, adecuado para terminar sus estudios, pues ha habían pasado dos años, desde que se matriculara en la Universidad Central, y sólo había logrado aprobar las dos asignaturas mencionadas.
Traslado a Zaragoza. Su graduación
Se traslada al Instituto de Zaragoza. Examina entre los años 1873 y 1874, el resto de las asignaturas en Derecho y en Filosofía y letras. Al mismo tiempo que cursaba estos estudios universitarios, lo hacia también de las asignaturas de Bachillerato. Realizó los ejercicios el día 30 del propio mes de grado de Bachiller en Arte los días 25 y 27 de junio de 1874, y los de Licenciatura en Derecho.
Cuando se prepara para su graduación en Derecho, en aquella mañana del 30 de junio de 1874, incomunicado durante tres horas, meditó su tesis. Desarrolla de forma oral, el tema sacado al azar “Párrafo inicial del libro primero título segunda de la Instituta de Justiniano. Del derecho natural de gentes y civil.” El tribunal examinador lo aprueba, y de este modo obtiene el grado de Licenciado en Derecho Civil y Canónico. El 24 de Octubre por su brillante exposición ante el tribunal examinador, obtiene calificación de sobresaliente, y alcanza el grado de Licenciado en Filosofía y Letras.
El derecho constitucional
Si se conoce que la Constitución socialista cubana de 1976, refrenda en su artículo uno que: “Cuba es un Estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como república unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana”, se puede recordar que Martí quiso crear una República ideal, estable y digna. Pensó fundarla sobre las bases más firmes, y la mayor firmeza y seguridad plena que creyó encontrar, fue en el necesario aporte de hombre de “virtud y deshonor para gobernantes y gobernados.”
Su ideal de República fue algo extraordinario; su visión fue genial y sintió y presintió, como ninguno, las necesidades cubanas, y los acontecimientos tanto nacionales como continentales que influirían notablemente en el futuro de Cuba; y concibió las formas y el modo para salvarnos de peligros amenazadores.
Su obra resulta grande y notable por haber sido realizada en tan pocos años. Obra de dedicación constante, decidida, apasionada. Escribió y habló mucho. Escribió en periódicos y revistas de diferentes países, y publicó folletos e hizo gala de sus ideales en nutrido epistolario. Y pronunció múltiples discursos, elocuentes, de estilo magnífico, sugestivo, apropiados para levantar el ánimo caído de la emigración y para unir a todos los cubanos en el ideal de la libertad.
Empleó tres medios para, a través de su labor revolucionaria, crear una república: la pluma, la palabra y la organización.
No es fácil la tarea, y así lo dice claramente: “No a mano ligera, sino como conciencia de siglos, se ha de componer la vida nueva de las Antillas redimidas. Con augusto temor se ha de entrar en esa grande responsabilidad humana. Se llegará muy alto, por la nobleza del fin; o se caerá muy bajo, por no haber sabido comprenderlo. Es un mundo lo que estamos equilibrando: no son dos islas las que vamos a liberar.”
Para él no basta con querer la libertad y la República; es preciso el sacrificio y la virtud hermanados. Hay que renunciar a muchas cosas en bien de la República. Es indispensable “ser hombres de virtud y de honor”, no sentir “envidia”, ni ser “interesado” y dejar a la “vanidad.”
Y concibe, distribuidas, como sembradas en sus diversas producciones, las siguientes bases constitucionales:
- La Constitución, “la Ley primera de la República, será el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre” . Ese es el mejor, el más eficiente modo de elevar a los hombres e igualarlos.
- Se organiza la República, teniendo como base “con todos y para el bien de todos”.
- Surgirá “al amor de la libertad y a la facilidad para el trabajo, refrendada en el artículo 45 de la Constitución de la República se expresa: “El trabajo en la sociedad socialista es un derecho, un deber y un motivo de honor para cada ciudadano”.
- Abolición de la pena de muerte.
- La justicia será la base de la República, base firme, por que “sólo se salva y perdura lo justo”. Habrá que “poner la justicia tan altas como las palmas”.
- La virtud será guía de gobernantes, que gobernará conforme a las leyes. “Obediencia es el gobierno”.
- La honradez caracterizará al mandatario público, el cual no tomará, ni para sí ni para los suyos, lo que es patrimonio nacional, y que sólo recibe en concepto de depósito y custodia.
- Se actuará, se resolverán los problemas políticos y sociales, enfrentándolo valientemente, porque “aplazar no es resolver”.
- Mantenimiento del poder civil.
- Se establecerá “una República justa”, en la que serán respetado los interese legítimos y la voluntad ciudadana.
- Libertad del culto religioso, esto se refrenda en el artículo 55 que expresa “El Estado, que reconoce, respeta y garantiza la libertad de conciencia y de religión, reconoce, respeta y garantiza a la vez la libertad de cada ciudadano de cambiar de creencias religiosas o no tener ninguna, y a profesar, dentro del respeto a la ley, el culto religioso de su preferencia”.
- Preparación mejora y superación del hombre por medio de la educación. La enseñanza es libre, obligatoria y gratuita, esto se refrenda en el artículo 51 que expresa. “Todos tienen derecho a la educación.”
- En el artículo 45 de nuestra Constitución Socialista refrenda que “El trabajo en la sociedad socialista es un derecho, un deber y un motivo de honor para cada ciudadano.
- El trabajo es remunerado conforme a su calidad y cantidad; al proporcionarlo se atienden las exigencias de la economía y la sociedad, la elección del trabajador y su aptitud y calificación; lo garantiza el sistema económico socialista, que propicia el desarrollo económico y social.” Derecho inalienable del individuo.
El derecho laboral
Las enseñanzas sobre el derecho laboral comienzan en Cuba a partir de 1933, ya que para entonces comienzan a traducirse en normas jurídicas la doctrina martiana.
Martí es un apasionado del trabajo, y reconoce sus ventajas y sus méritos, y los exalta. “La conciencia humana crece: el trabajo no es hacer mérito, sino obedecer: la arrogancia de la voz que llama al hombre al trabajo indica que se está seguro de que este ha de aborrecerla.”
El hombre crece con el trabajo que sale de sus manos. Y por eso se siente satisfecho con el trabajo realizado. La influencia del trabajo sobre la libertad es innegable. Lo afirma. “la libertad segura se va por el trabajo de las manos, puro y creador, por los trabajos reales de la mente, no por lo de alquiler y ornamento.” . Sólo se puede ser una de dos cosas: “trabajadores o lacayos”.
El trabajo está en íntima relación con la nación, e influye sobre ella. Es la gran influencia de lo social y lo político. Habla de a enseñanza obligatoria, libre y gratuita, y el trabajo adecuadamente retribuido.
Le inquieta el tremendo problema de la ignorancia de las clases que tienen a su lado la justicia, y la incapacidad moral de unos hombres para ver y reconocer los derechos de otros hombres.
No concibe el odio ni la pugna entre ricos y pobres. Tampoco entra en su ideario la lucha de clases por eso dice que “Hermanas en nuestro oficio. No hay más que dos clases entre los hombres: la de los buenos y los malos. Enoja oír hablar de clases. El trabajo no es más que el arte de acuñar las ideas en oro y plata. No trabajar es renunciar a los derechos. (…) la facilidad en el trabajo es el principal enemigo de los revolucionarios”. De ahí el trabajo deviene en eficaz instrumento.
Martí observa el medio ambiente y, habiendo sufrido mucho, comprende el sufrimiento de los demás. Se considera el abogado de los pobres de los humildes, de los sin fortuna, de los maltratados.
Propone como medida legislativa, las siguientes:
- Reformas de la organización industrial.
- Purificación del régimen de las empresas
- Limitación de las horas de trabajo (8 horas)
- Constitución de tribunales arbitrales.
- Distribución equitativa de los productos de las industrias.
La justicia con los trabajadores asegura la paz pública. Sobre las bases de la equidad, de la justicia, de la sencillez, establece “su régimen político social”.
El derecho penal
En Derecho Penal Martí no produjo mucho. No son en realidad verdaderos estudios penales suyos. Sus trabajos fueron más bien, labor periodística: crónicas; pero en sí, crónicas admirables, como tales.
Martí actúa como lo que es: un abogado periodista, que demuestra en sus escritos sus conocimientos jurídicos como una técnica periodística de primer orden.
En esos trabajos van surgiendo las ideas brillantes, las definiciones breves y correctas, las notas de genialidad. A ratos define un delito: cohecho, el asesinato, el adulterio.
Otra se muestra como abolicionista y combate la pena de muerte, no tanto por debilidad como por convencimiento firme “debe ser ley en los tribunales- predica- el ahorro de la vida humana.” . Increpa a los hombres.
Y dice con ironía: “Llaman justicia a esa que mata” y luego, en unos de sus arranques geniales escribe con frase imperecedera, que señale un principio básico de la ciencia penal moderna: “¡Justicia podría llamarse la que evita!”.
Para Martí, el miedo y los peligros amenazadores no dominarán nunca al hombre ni le impedirán delinquir.
Y llama la atención sobre algo que dice: “la pena de penitenciaría, que es menos odiosa, es más eficaz, más temible para el criminal que la pena de muerte.”
Clasifica los delitos en legales y morales. Cree firmemente en la reformas de los hombres. Estudia el régimen penitenciario y encuentra en los delitos el elemento fundamental, la intención.
El derecho civil
Martí estudia distintas instituciones del Derecho Civil en esta materia no escribió una obra, ni siquiera una monografía completa. Sus trabajos la mayor parte de las veces son artículos periodísticos, escritos a correr de la pluma y obedeciendo a la urgente necesidad de escribir para comer. Pero a pesar de ello, resultan obras notables, y sus juicios certeros, atinados certeros, afortunados han perdurado.
Un ejemplo de cuanto venimos expresando lo tenemos en su juicio sobre el nuevo Código Civil de Guatemala.
En Guatemala escribió “los Códigos Nuevos” un juicio critico, breve y certero, y una “Reflexión destinada a preceder los informes traídos por los jefes políticos a las conferencia de mayo de 1878”. Son producciones serenas, serias, reposadas, y que ponen de relieve “sus condiciones de hombre de leyes, político, gobernante”.
En los Códigos Nuevos escribió “ este amor a la claridad y sencillez, que distingue a las almas excelsas, determinaron en Guatemala la formación de un nuevo Código Civil, que no podía inventar un derecho, porque sobre todo existe el natural, ni aplicar este puro, por que había ya relaciones creadas”
En los Códigos Nuevos escribió “este amor a la claridad y sencillez, que distingue a las almas excelsas, determinaron en Guatemala la formación de un nuevo Código Civil, que no podía inventar un derecho, porque sobre todo existe el natural, ni aplicar este puro, por que había ya relaciones creadas”
Martí admite la existencia de un derecho natural y su dicotomía con el derecho positivo. “Es pues, el Código; sus autores atendieron menos a sus propias glorias de legisladores adelantados, que a la utilidad de sus país.
El en espíritus, el Código es moderno; en la definición claro; en las reformas, sobrio; en el estilo, enérgico y airoso.
Con claridad expresa que la codificación del Derecho no es para la gloria del legislador, sino para el beneficio y utilidad; y tiene que servir como arma contra los abusos de los explotadores.
Derecho de familia
Considera Martí a la familia como la base fundamental de la sociedad moderna. Es partidario del matrimonio, por que como expresa bien “la vida está en la capacidad y en el sacrificio” y en el matrimonio, expresa que es más suave goce en el comercio de las almas. Comercio dulcísimo, que idealiza y eleva a ser querido a cimas inaccesibles. Es la poesía, pero es también la fuerza de la vida.
Para Martí la mujer es la principal fuerza que sostiene el hogar. Y sin mujer no pude haber hogar arreglado; sin ella no hay orden ni belleza en el hogar. Al pensar en la mujer, piensa también en el modo que para él es el contenido, y el continente de la familia. De éstas ideas generales deduce sus conclusiones y desarrolla sus ideas en el Derecho de familia. Se muestra partidario del divorcio, no desea el divorcio, pero lo considera indispensable en ciertas cosas.
Admite la investigación de paternidad ilegítima, pero la prohíbe cuando en ella afectan los derechos que esos hijos tienen respecto de la madre o de los parientes de éstas.
Examinado el matrimonio y el divorcio piensa también en el adulterio. La única manera de evitar éste es la castidad de la mujer. Para Martí el adulterio es una mácula terrible al matrimonio y es como robar la paz a dos almas.
A modo de conclusiones
El pensamiento martiano está lleno de ideas jurídicas, que resultan muchas veces principios básicos. No importa que no haya producido una obra fundamental y completa. Su pensamiento es múltiple. Es como la luz cuando no tiene en sí un obstáculo que lo impida alumbrar. Irradia claridad en todas direcciones.
Muchas veces, adelantándose a correr de los tiempos, a las ideas dominantes en su época, expresó criterios, doctrinas, propias, novedosas, no comunes en sus días.
Martí fue en el hermoso campo del Derecho, “un verdadero precursor” en ocasiones un innovador, otras veces un reformador. Crear el estado cubano sobre bases jurídicas, organizar jurídicamente a la Patria.
Martí fue un ecléctico, en su afán noble y honrado de obtener la mejora y la superación social aceptando lo mejor de las doctrinas diversas. Pensaba que había que aplicarse a la consecución de lo bueno.
Entendía que había que orientar al hombre hacia una mayor justicia, más pura, más clara, para obtener lo que se llama un mundo mejor. Era preciso combatir males sociales pero con propósito ejemplarizante. El sólo aceptaba la vida como consagración a la mejoría de toda la humanidad.
Al estudiar sus ideas económicas, por que el sentido de lo jurídico va unido inseparable a ellas, nos sorprendió su facilidad de expresión, su tecnicismo consumado y su enfoque certero.
Fue un demócrata convencido. Decidido partidario de la igualdad entre los hombres.
Estamos habituados a pensar en Martí como el apóstol de nuestra libertad, como el poeta el educador, el periodista, el orador. No lo recordamos como el hombre de Derecho, que legó a nuestra república múltiples principios jurídicos, para que sirvieran de base e inspiración a nuestra Constitución socialista y leyes.
Sufrió Martí; pero lucho más que sufrió. En su lucha toda, empleó el instrumento de la palabra, hablada escrita. Su pensamiento fue semillero próvido que cayó en terreno fecundo.
Escribió para otros hombres y sobre otros países; pero con el pensamiento puesto en Cuba, y en los cubanos, fijamente, sin desviación, en marcha siempre hacia el norte coronado de luz.
Allí estaría esperando la libertad, santo entre los santos. Era la independencia de la Patria, pero era también la paz. La paz para los hombres de buena voluntada; la paz para su espíritus atormentado en una larga agonía de toda su vida.
Más para él, no sería la paz de su vida. Era un elegido de los dioses y tenía que morir joven, según el decir popular.
Pero la tumba en él no era el término, sino la vía. Sigue viviendo para Cuba como anunciara su pensamiento inmortal. La muerte no es verdad cuando se ha cumplido la obra de la vida; truécase el cráneo pensador; pero viven perpetuamente y fructifican los pensamientos que en él se elaboraron.
Sus ideas encajan en ocasiones, en el Derecho Constitucional, en el Derecho Penal, en el Derecho Civil, en el Derecho de familia, en el Derecho de Sucesiones, en el Derecho de Contratos. Se ha afirmado, también que en la propia Guatemala comenzó a escribir una obra de Derecho, nada sabemos de ella, y desgraciadamente se le tiene por extraviada. Quizás algún día aparezca, para mayor gloria y fama suya y de Cuba.
Como prueba también de su producción jurídica, tenemos sus interpretaciones de la Constitución mexicana.
En sus variados escritos suele encontrarse enseñanzas valiosas sobre Derecho Constitucional, sobre Derecho Laboral, sobre Derecho Financiero, sobre Derecho Agrario, sobre Derecho Penal, sobre Derecho Civil, etc.
Fue el más extraordinario de los abogados, extraordinario por sus condiciones éticas, de honestidad, de profundo saber, de originalidad de ideas, de bondad, de amor sin límites a la libertad, de su sacrificio. Y fue también el más dichoso de los abogados porque tuvo por cliente principal, ejercitando a plenitud todos sus derechos, a la más ideal, pero también la más pobre, la más desdichada, las más maltratada, la más triste: la Patria.
Bibliografía
Barreras Antonio y Martínez Malo: “José Martí y el Derecho”, conferencia pronunciada en la Asociación de Funcionarios del Poder Judicial, repertorio Judicial. Año 1953.
Constitución socialista de 1976
Garrigó Roque E. “América, José Martí”, La Habana 1911.
Márquez Sterling Carlos: Martí, Maestro y Apóstol, La Habana, 1942.
Martí y el Derecho. Biblioteca Jurídica de Autores Cubanos y Extranjero. Volumen CLXII. Año del Centenario de José Martí. Jesús Montero, Editor, Obispo, 521. La Habana 1953.
Revista Cubana de Derecho Número 4 de 1991. Editada por la Unión de Jurista de Cuba.