Importancia de la ética en la administración de empresas

Introducción

Inicialmente el trabajo humano se limitaba a la adquisición y suministro de los elementos necesarios para la vida cotidiana, pero la creación de núcleos humanos cada vez más numerosos, creo la diversidad de oficios y necesidades; llevó a la diferenciación de las tareas y por consiguiente a la especialización y dedicación para quienes las debían cumplir. Empezó así la génesis de los oficios y en la medida de que a tales oficios se les exigía contenidos teóricos y prácticos, se fueron creando y consolidando las profesiones.

La profesión siendo un legado personal fructificado, y tras ingentes sacrificios y vicisitudes, exige responsabilidad, honestidad, entrega, idoneidad, comunicación permanente y actualización, así, la profesión se ejerce para el beneficio a la comunidad la cual espera y deposita la confianza en que la solución de las requisiciones se realicen con pleno consentimiento.

La vocación como la inclinación natural de una persona por la profesión, realidad compleja que le permite al individuo, a través de su parte laboral lograr la plenitud como persona, hace factible que las personas seleccionen la profesión adecuada y en esta forma desarrollen óptimamente las funciones que competen a esta profesión.

Si no se tiene un comportamiento ético adecuado para la profesión como Administrador de Empresas se tiene corre el riesgo de “caer”.

Desarrollo

En el mundo empresarial, o particularmente en la realización de un negocio, la aplicación de una estrategia, la omisión de información relevante o la desinformación, puede ser beneficiosa económicamente. En efecto, se podría decir que un negocio ha sido bueno no solo porque se han beneficiado ambas partes sino porque uno ha sacado mayor provecho [1]. Se podría establecer que un negocio bueno en el sentido moral, es un mal negocio en el sentido económico, ya que en el sentido moral se busca un acuerdo beneficioso sincero para ambas partes, y en el sentido económico se busca sacar una ventaja desde el punto de vista de la expectativa[2]. Frente a estas posiciones encontradas, es necesario que hagamos un alto en el camino, reflexionemos sobre nuestros actos como profesionales de la administración de empresas, y emitamos un juicio autocrítico por medio del cual podamos establecer una posición sólida, en cualquiera de los dos polos, que nos defina como profesionales éticos, o como todo lo contrario;

¿Se está dedicando la mayor parte del tiempo a tapar hoyos o a ocultar grietas?

Los administradores de empresas que se encaminan hacia el desastre, han perdido la visión global del negocio. En cambio, a menudo, su atención está enfocada en forma miope a aplazar el inminente desastre. Los problemas sustantivos se esconden debajo de la alfombra o son expulsados de la conciencia mientras se dedica obsesivamente a buscar el mejor ángulo a la última mala noticia, escondiendo astutamente cualquier defecto corporativo. Esta caída frenética generalmente es acompañada de una racionalización con la que el líder simplemente busca ganar tiempo y hacer los arreglos sustantivos después.

¿Hay alguien en quien confiar para decirle que el emperador está desnudo?

Es maravilloso tener un coro de asesores y asistentes leales que marchan a las órdenes del Jefe. Pero también se necesita siempre de alguien que avise cuando el equipo o alguien parte de éste marcha hacia el abismo. Tener a alguien que siempre cuestiona todo es especialmente importante, porque aquellos líderes más propensos a la imprudencia y al desvarío son a menudo demasiado aficionados a crear un mundo organizacional que refleja sus propios valores optimistas y tendencias a seguir adelante. Para este tipo de profesionales es clave tener a alguien que pueda hablar abiertamente y darles una evaluación abierta de la situación, con todos sus problemas. No tener este tipo de personas en su organización – o en la vida – es uno de los primeros signos de que puede estar peligrosamente aislado o resguardado.

¿Se es demasiado codicioso?

Nos cuesta mucho aceptar que somos codiciosos. Todos sabemos lo duro que debemos trabajar para llegar hasta la cima; sin embargo, la búsqueda incansable y competitiva por más poder y más estatus se vuelve en un fin en sí mismo. El problema real comienza cuando el apetito por adquirir más se convierte en el factor dominante de cualquier decisión. No solo lo queremos todo, sino que sentimos que tenemos derecho a todo. Eso puede ocurrir con demasiada facilidad debido a la tendencia humana a no asignarles valor a las cosas que antes eran un estándar de progreso y éxito. El profesional alerta trata de combatir su codicia entregando de vuelta algo a la sociedad.

¿Después del anterior cuestionamiento, aunque muy superficial, será éste un buen momento para una pausa, hacer algo diferente o no hacer absolutamente nada?

Aunque sea una pregunta simple, es una de las más difíciles de responder, especialmente en momentos en que parecemos “volar más alto”. Muchos profesionales fracasan justo cuando las aguas parecen más tranquilas. Entonces, permitirse disminuir el ritmo o incluso tomar tiempo libre para reevaluar su camino puede ser la mejor estrategia. Muchas caídas de los líderes comienzan con decisiones rápidas que son tomadas en un día como cualquier otro. Más aun, las decisiones que han hecho caer a muchos profesionales parecen sin consecuencias y fáciles de delegar a cualquier subordinado. Pero una vez que se toman las decisiones parecen tomar vida propia.

Evidentemente, si después de realizar un auto examen a conciencia, hemos detectado algún tipo de falla o deficiencia ética en nuestro desarrollo profesional, es necesario pasar a evaluar la situación más a fondo.

Impacto social del comportamiento ético del administrador de empresas

Se plantea que la ética no es un ingrediente para triunfar en los negocios, pero equivocadamente, ya que los negocios se hacen a través de personas[3], y por lo mismo sería un error llevar la interacción estrictamente al enfoque del beneficio provechoso para el más fuerte.

El hacer honradamente el propio trabajo es una de las exigencias radicales del hombre en cualquier cultura. En el campo de la competencia en la cual la empresa se encuentra inserto, tampoco aplica la estricta visión ética. Por el contrario, la competencia es cruda y para lograr éxito se construyen sofisticadas estrategias de impacto. Esto es una actuación de guerra, donde la mente del consumidor es el campo de batalla.

Una buena actuación ética es simultáneamente una buena actuación profesional. La ética descubre en los hombres algo de más valor que la simple actuación.

La ética empresarial es una exigencia de la persona, cualquiera sea su trabajo. Si genuinamente se mantiene una preocupación por los empleados [4] proporcionándoles «dignidad y respeto», el trabajador estará feliz y motivado por producir calidad. En muchas empresas inmersas en la competitividad y falta de tiempo para todo, los trabajadores son el «recurso humano». Esto puede al menos interpretarse como sujetos que no son personas sino recursos (con todas las implicaciones éticas que esto signifique). Estos recursos son atractivos en la medida que cumplan con juventud, dedicación, resultados, identificación con la empresa, esfuerzo que vaya más allá de la estricta responsabilidad, ser capaz de trabajar en equipo, ser agradables, saber de computación y tener un idioma alternativo. Mejor aun si su costo es «bajo». Este es el comportamiento de las empresas hacia los recursos humanos o mejor dicho, el talento humano en la mayoría de las empresas que interactúan en un ambiente de competencia, y sin embargo existen empresas que no dudan en mencionar que las personas son uno de sus principales activos.

¿Supone entonces la ética un límite para los negocios?

La búsqueda de la rentabilidad no consiste en oponerse a la ética, pues existes cualidades gracias a las que se trabaja más y mejor; y porque hay varias otras dimensiones de la vida que suponen límites a la rentabilidad [5]. Es decir, la respuesta a esta pregunta podría ser «ni solo, ni siempre». Las consideraciones éticas suponen el elemento de racionalidad en los análisis empresariales. La ética resulta ser una dimensión inexorable de la actividad humana y empresarial en la cual hay que desatacar las siguientes consideraciones:

  1. En el lenguaje ético, la dificultad para saber cuándo una acción humana es buena o mala, es similar a la de preguntarse si un negocio será bueno o malo: no tenemos seguridad, pero tenemos una idea suficiente para saber si una decisión es razonable [6]. No basta con contar con las mejores herramientas, para pasar del análisis a la ejecución hay que estar convencidos, hay que prever las consecuencias y responsabilidades. Hay que asumir el riesgo. El paso del ser al deber ser conlleva riesgos. Esto es lo que básicamente tiene en común la ética y los negocios.
  2. El esfuerzo y el éxito, los conceptos que normalmente se manejan en el mundo empresarial tienen connotaciones intangibles y diversas según el concepto que cada uno tiene [7], por lo tanto no se pueden juzgar como verdaderos o convenientes desde la perspectiva de lo cuantificable.
  3. En la medida que consideremos la realidad laboral desde el punto de vista de una necesidad dignificante del ser humano, miraremos al trabajo bajo un profundo sentido de solidaridad. Trabajo y empleo no es lo mismo [8].
  4. La ética empresarial no es un valor añadido la ética es un valor intrínseco de toda actividad económica y empresarial, ya que cualquier actividad empresarial incluye al ser humano. La ética es una exigencia que se hace más significativa mientras mayor es la complejidad social. Si la ética se encuentra inserta en toda actividad empresarial, no puede ser considerada como un Valor Agregado sino como un Valor Componente.

Sí la ética no es un límite para los negocios ¿por qué no promover una Administración basada en Valores?

Los valores éticos se sustentan en el campo de lo moral; en la vida de alteridad y en el encuentro con los demás, con sigo mismo y con lo que nos rodea. Los valores éticos realzan la libertad del ser humano; nos ayudan a guiar nuestras acciones y elecciones individuales. Los gerentes buscan manejar el clima ético en las organizaciones buscando la manera en cómo dichos valores pueden participar en sus negocios.

Las empresas debieran ser conformadas por propósitos responsables dirigidos a la consecución de valores éticos para con la comunidad y los empleados. La actividad empresarial de una organización afecta a muchos grupos constituyentes o Stakeholders [9]. Se exige de ella una actitud responsable para con dicha comunidad, ya que su comportamiento le repercute directa o indirectamente. Ser responsable significa dirigir la empresa midiendo el impacto de su actuación en estos grupos, respetando sus derechos e intereses legítimos. Se requiere evitar el engaño y la desinformación. La honestidad requiere de la rectitud y sinceridad con la información demandada por la comunidad. Las señales que entrega una empresa afectan muchas personas, que confiando en la información, toman decisiones que a su vez afectan a otros. La comunidad confiará en estas señales en la medida que sean honestas.

Además, la confianza necesita del reconocimiento de compromisos implícitos en las promesas. La competencia leal y la consecución por la calidad real son parte de la confianza. Su quebrantamiento perjudica directamente a las personas.

Se debe poner especial atención en tratar de actuar justamente tanto en el otorgamiento de oportunidades al interior de la empresa, como frente a todos aquellos grupos que tienen relación directa o indirecta con el quehacer de la organización.

Se debe también evitar someterse a influencias impropias, favoritismos basados en intereses personales o presentar conductas que afecten la integridad de los ejecutivos. Los gerentes deben tratar de asegurar que sus empleados no caigan en este tipo de influencias. Actuar con integridad supone un comportamiento leal frente a las obligaciones y tareas que se deben emprender, en el marco de la confianza depositada al empleado. En su más completo sentido, se debe actuar conforme a las convicciones a los requerimientos morales, aunque presuponga un costo.

El respeto, significa reconocer que los individuos sostienen relaciones fuera de la empresa, poseen autonomía, privacidad, dignidad, derechos y necesidades.

Por otra parte, los ejecutivos deben procurar el respeto a la propiedad intelectual y privada, poniendo especial cuidado cuando la actividad comercial involucra la propiedad ajena (pública o propia de la naturaleza).

Hacia un Administrador Efectivo

Ser un administrador efectivo es una labor muy demandante, pero en la actualidad, enfrentan desafíos muy particulares. La cada vez más alarmante contaminación industrial nos recuerda que al destinar recursos los administradores inevitablemente incurren en ventajas y desventajas, sin importar lo que hagan o dejen de hacer.

El estudio de quién resulta, y quién debe resultar beneficiado o perjudicado por una acción en particular se denomina ética, la cual estudia también quien goza de derechos de cualquier índole, y quién goza de ellos.

En un plano superficial, es relativamente fácil juzgar si una práctica empresarial es correcta e incorrecta en términos de ética. Lo complejo, en particular cuando las normas convencionales no son aplicadas, consiste en comprender los conceptos y las técnicas de la toma de decisiones éticas para poder establecer juicios de orden moral más adecuados.

Conclusiones

Décadas de investigación en las ciencias del comportamiento siguieren que las personas no son buenas para predecir cómo serán influenciadas por situaciones límite. El proceso de alcanzar la cima casi siempre cambia a las personas de formas que no anticiparon ni tomaron en cuenta. La falta de autoconciencia parece ser parte natural de la condición humana.

Un profesional aclamado puede realmente sucumbir a la imprudencia cuando alcanza el poder. Pero no todos pierden el rumbo.

Por tanto, el comportamiento del profesional de la administración de empresas basado en valores, beneficia a toda la sociedad, a la empresa y a la economía en la cual se encuentra inserta la empresa. Los principios forman la base de la confianza y cooperación; también contribuyen a la moral de los empleados. Es especialmente importante el sentido de orgullo por parte de los empleados en su productividad y actitud general, cuando visualizan pertenecer a una organización que define los valores éticos como un estilo de vida.

[1] Desde el punto de vista de éste último

[2] Ó a veces directamente a costa de la ingenuidad o ignorancia de la otra parte

[3] El factor humano.

[4] Calidad y ambiente, remuneración, sentido de familia, incentivos, seguridad

[5] Ej.: «las normas son buenas para todos, aunque en un momento particular no me favorezcan»

[6] La experiencia como referencia juega un papel determinante

[7] El éxito puede ser entendido por unos como la obtención de mejores participaciones de mercados, o de mayor rentabilidad o de prestigio, etc.

[8] El empleo es bien escaso, y el trabajo es una necesidad natural. El trabajo es la principal fuente de la realización personal.

[9] Proveedores, accionistas, clientes, consumidores, competencia, comunidad general, etc.

Referencias

Boladeras, M. Libertad y tolerancia. Éticas para sociedades abiertas. Barcelona, Publicaciones de la UB. 1993.

Covey, Stephen R. Los Siete Hábitos de la Gente Altamente Efectiva. Editorial Paidós, España, 1987.

Rubio carracedo, J. Ética constructiva y autonomía personal, Editorial Tecnos, Madrid 1992.

Singer, Peter. Ética Practica, Editorial Ariel SA, Barcelona, 1991.

Tugendhat, Ernst. Lecciones de Ética, Editorial Gedisa, Barcelona, 2001.

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Morera Cruz José Orlando. (2004, enero 14). Importancia de la ética en la administración de empresas. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/importancia-etica-administracion-empresas/
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Morera Cruz José Orlando. "Importancia de la ética en la administración de empresas". gestiopolis. enero 14, 2004. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/importancia-etica-administracion-empresas/.
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