Hola, soy la Tierra, un planeta muy privilegiado.
Ni se imaginan cuán orgullosa me siento de tener unos huéspedes tan importantes y tan inteligentes como ustedes en mi superficie. Tampoco adivinan el placer que me produce alojar, por ahora en exclusividad, la mayor variedad de especies del universo ¿no es así? O es que ustedes conocen algún planeta que tenga siquiera una pizca de vida. ¿Verdad que no? Tampoco yo. Además, mis 4500 millones de años suenan como suficientes para que alguien me haya visitado desde el espacio exterior e indicado dónde más hay vida.
No sé si ha venido pero al menos no me he enterado. A pesar de mi exclusividad no soy vanidosa porque conozco mis limitaciones. Apenas soy una pequeña piedra azul que va flotando en los confines de esta lejana galaxia nombrada Vía Láctea. No sé por qué me escogieron para albergar tanta vida en mi seno, pero lo cierto es que nací para portar vida. Ustedes mismos lo han ido averiguando, pero sin ánimo de ofenderlos, todavía es bastante poco lo que saben de mis comienzos.
Ha transcurrido mucho tiempo desde mi nacimiento, aunque respecto a los 13 mil millones de años del Universo soy una adolescente, pues si lo medimos con la cronometría de ustedes, y le asignamos al cosmos 39 años, entonces yo soy una chica de 13 y medio. ¿Qué les parece? ¿Pero qué edad tienen ustedes? Es una cifra tan pequeñita que hasta resulta divertido calcularlo. Veamos: ustedes, los homo sapiens sapiens, más o menos en su forma actual, aparecieron en Europa hace unos 40 mil años… a ver a ver… ¿quién me dice su edad?… Bueno, a falta de respuestas se los diré yo. Ustedes tienen 0,00012 años, o si prefieren 63 minutos de vida. Les diré que los anfibios, con esa medición, tienen alrededor de un año, los mosquitos seis meses, la extinción del último dinosauro ocurrió hace apenas 60 días, pero ustedes, en números redondos, solo tienen una hora de existencia.
Tengo que reconocer que en el último cuarto de hora, o 10 mil años según su cronometría, han progresado de una manera vertiginosa, a tal punto que me han obligado a dejar mis actividades de adolescente para poder fijarme en ustedes y en todo lo que están haciendo. Por sus logros, los felicito.
En el campo de las ciencias han inventado de todo y en las artes han creado obras sublimes. Cosas inimaginables hace apenas unos minutos para mí, aunque les confieso que no he dejado de pensar en que siendo ustedes los últimos en llegar, han puesto de cabeza el orden que he establecido. Esto me preocupa tanto que ya no voy a conciertos ni discotecas, tratando de descifrar qué es lo que se proponen, porque con tanta inteligencia deben tener un plan, ¿o no? Dígame alguien de ustedes si en verdad existe ese plan y en qué consiste.
Bueno, ante su nuevo silencio creo que no deben tenerlo, porque, ¿cómo un recién nacido de apenas una hora puede tener un plan? Puesto que una cosa son sus ciencias y artes y otra su habilidad de advertir a tiempo la fragilidad del medio ambiente en el que habitan y los daños colaterales que sus actividades podían ocasionar. Han contaminado mis aires, deforestado mis bosques y consumido los peces de mis ríos y océanos. Pero no soy yo quien más ha sufrido, porque siempre he tenido capacidad de reponerme. Si supieran en detalle la cantidad de extinciones, quemazones, glaciaciones que he visto se asombrarían. A pesar de todos estos desastres aquí me tienen, bella todavía como tantos humanos me lo han dicho, recitado o cantado. Más que yo, más bien los agraviados son las diferentes formas de vida que han brotado en mis aires, tierras y aguas desde hace miles de millones de años, como ya les dije.
Disculpen de nuevo, pero creo que ya es hora de que asciendan a otro nivel y construyan un plan que incluya la detención del calentamiento global, causante del cambio climático y de una catástrofe ambiental en ciernes. Pero deben hacerlo a toda velocidad, puesto que los daños en poco tiempo serán irreversibles. Apúrense porque quiero aprovechar lo que me queda de mi adolescencia.