La globalización de la economía está colocando cada vez más en evidencia la necesidad de abordar y superar lo que en estrategia administrativa se llaman las barreras de tipo interno ó externo que impiden el libre flujo de la inversión, pero que en el caso a tratar impiden la profundización de la democracia económica, en algunos países.
De manera concreta las economías latinoamericanas ó consideradas del tercer mundo, tienen patrones comunes de comportamiento que las identifican e impiden un acelerado desarrollo económico.
Estados formalmente democráticos.
Desde su constitución como estado- nación, estos países están sometidos a una “democracia electoral” en donde los electores, simplemente deciden basados en un conjunto de candidatos preestablecidos seleccionados por dirigentes ó sectores estrechamente vinculados al poder tradicional, quién los va a dirigir durante el período establecido por la constitución de cada nación
Cualquier movimiento ó ciudadano del común que pretenda el poder debe contar con la aprobación de los sectores tradicionales en el poder.
Con esta argucia se garantiza de un lado la perpetuación de los intereses económicos, políticos y sociales del sector social dominante, aparentando democracia.
De otro lado, alrededor del poder político se consolida un modelo de desarrollo económico excluyente para la gran mayoría de la población pero de altos beneficios para un exiguo y privilegiado sector.
Algunas consecuencias de la implementación de este modelo se pueden resumir en las siguientes condiciones:
- Un profundo desequilibrio en el desarrollo económico y social entre el campo y la sociedad.
Este desequilibrio se refleja en el surgimiento de “macrociudades” con apariencia, y, estructura de ciudad del primer mundo, rodeados de inmensos cinturones de miseria, poblado regularmente por personas provenientes del campo en la búsqueda del edén perdido.
El estado se refleja de manera patética en las condiciones de vida de estas poblaciones: insuficiencia en la prestación de servicios públicos, carencia de vías, educación, seguridad pública, salud, empleo e ingresos dignos para garantizar su subsistencia. La consigna es “defiéndase como pueda”.
Las condiciones de vida mencionadas en el párrafo anterior afectan un gran número de pobladores, convirtiéndolos desde el punto de vista económico en agentes “neutros” de la sociedad: consumo por debajo del de subsistencia, no participan de la producción de riqueza como empleados y menos aún en la creación de empresas productivas.
La participación en la vida institucional de éstas comunidades en estos países se reduce al mínimo, por la carencia de instrumentos eficaces de participación. El efecto de la situación mencionada es el predominio de la economía informal ó de subsistencia sobre la formal, con un peso significativo en el conjunto de la economía.
El subempleo, es decir aquellas personas que realizan actividades ajenas para las que están preparados, se consolida como un fenómeno destacado de este tipo de economía, como fuente de subutilización y desperdicio del talento humano.
El resultado? Un mercado estrecho, pequeño, con baja capacidad de consumo y de ahorro, con difíciles condiciones para la ampliación y crecimiento de las empresas.
En la economía actual la investigación y desarrollo es un elemento diferenciador que determina las posibilidades de competitividad de las economías en términos de innovación.
Se requiere una participación estrecha del estado con el sector productivo y sectores académicos, que estimulen la investigación y generen tecnología.
En este campo, la región presenta cifras alarmantes si se la compara con otras regiones del mundo: Según la red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y tecnología (Ricyt), del total de la inversión mundial en investigación y desarrollo para América Latina se destina el 1%, mientras el 27% se destina para Asia, el 42% para EU y Canadá y el 28% a Europa.
Ahora, si consideramos los recursos que cada país destina a investigación y desarrollo, según datos del PNUD (Programa de desarrollo de las naciones unidas), las cifras son aún más significativas.
El país de América Latina que más invierte en este campo es Brasil con el 1% del PIB en orden descendente Chile con el 0.5%, México, Argentina y Venezuela el 0.4% cada uno, y Colombia, Ecuador y Perú 0.1% del PIB por país.
El promedio para la región se sitúa en 0.5%, cifra absolutamente inferior al 3% del PIB en EU, 2.5% en Corea, y el 1.2% de China de su PIB.(1)
Las perspectivas en este campo no son muy alentadoras para la región debido en primer lugar a que las grandes multinacionales que desarrollan la investigación tienen su prioridad en Asia del este, India y Europa del este, según la UNCTAD (Conferencia de naciones Unidas en Comercio y desarrollo).
Una de las razones expuestas por estas empresas es la falta de condiciones favorables para la inversión (léase debida protección a la propiedad intelectual).
En segundo lugar, la mayoría de los estados de la región además de desconocer la importancia de la inversión en investigación y desarrollo para el crecimiento sostenido de sus economías observan sin inmutarse como se despilfarran gran parte de sus recursos en el sostenimiento de clientelas políticas corruptas, descompuestas, alimentadas por los excedentes económicos de cada economía.
Es una gran barrera para la profundización de la democracia económica en nuestra región y el desarrollo sostenido empresarial.
La infraestructura:
Es una carencia histórica de la región, muy pocos países han logrado avances significativos en este campo.
Los costos de producción, transporte y colocación de productos en el exterior se ven significativamente afectados por la carencia de la integración del mercado interno de cada país traducido en vías y sistemas modernos de conexión.
Las bajas tasas de acumulación de capital de las economías de la región requieren de manera complementaria la participación del capital privado para solucionar los problemas infraestructurales planteados.
La tramitología:
A estados manejados de manera prioritaria por clientelas políticas corruptas se corresponden estructuras administrativas altamente burocratizadas, diseñadas para satisfacer las exigencias de esos grupos de poder y no las exigencias, demandas y necesidades de la población a quién debe servir el estado.
Procedimientos engorrosos, innecesarios, cargos injustificados, sinnúmero de trámites oficiales justificadores de la burocracia inepta, trabas a la nueva inversión y sobre todo pérdida de competitividad de estas economías es el costo social altísimo que pagan nuestros países.
Las anteriores, son solo algunas de las significativas barreras que se pueden destacar de la actualidad de la región, sin desconocer la existencia de otras igualmente significativas como la distribución de la propiedad en el campo, en manos latifundistas, religiosas ó de capitales de procedencia dudosa pero al tener influencia en el legislativo, ejecutivo, de nuestras sociedades impiden que esas propiedades se incorporen a la actividad moderna productiva.
Estas barreras deben ser asumidas por la nueva empresa en la región, asumirse como un obstáculo, como un reto, a superar en el propósito de generar riqueza para una sociedad.
La pregunta a realizar es la siguiente, ¿será posible acorto plazo considerando los obstáculos planteados estimular el crecimiento de economías altamente competitivas?