La autoinversión: invertir en uno mismo

Todo ser humano nace dotado de una cierta cantidad de valiosos dones, talentos y recursos. Salvo algunas personas a quienes toca enfrentar situaciones de salud o adversidades económicas graves, una gran mayoría dispone de posibilidades para evolucionar o superar su «karma» y lograr vivir de una manera más digna, satisfactoria y productiva.

Sin embargo, como «no hay comida gratis», a todos nos toca pagar un precio antes de ver cristalizados nuestros más altos sueños. Uno de eso precios, tiene que ver con dedicar recursos a lo que aquí y en lo sucesivo, llamaré la autoinversión.

Autoinvertir significa dedicar principalmente y de manera consciente, energía, tiempo, esfuerzo y dinero al mejoramiento personal general. Se trata de asignar recursos para el éxito de un proceso constante de superación, tal como invertimos en una casa, un automóvil o una empresa comercial.

Sin embargo, por extraño que parezca, millares de seres se proyectan más a conservar lo poco o mucho que han logrado, y a actuar de manera socialmente aceptable para quedar bien con los demás. Y cuando se orientan las acciones hacia esas dos direcciones, el resultado es el autoabandono y el estancamiento.

La autoinversión no debe verse como algo obligatorio. Más bien, como se enseña en el paradigma de la calidad total, el perfeccionamiento constante debe ser visto como algo benéfico y natural para desarrollarnos adecuadamente. Debemos vernos, más bien, como si fuésemos una empresa, una corporación, como el más valioso de todos nuestros activos. Piensa que si enfermas o mueres, ya no quedará nada, materialmente hablando.

Una de las más importantes inversiones que podemos hacer en nosotros, es la inversión para estudios, especialmente de nivel universitario. Uno de los más importantes propulsores de esta idea, es Gary Becker, Premio Nobel de Economía 1992, quien como creador del concepto del «capital humano», afirma que las desigualdades socioeconómicas y de ingresos por trabajo, se explican por las diferencias en las inversiones de capital humano que realizan los individuos.
Señala Becker que algunos ganan más que otros simplemente porque invierten más en ellos mismos. Los más capaces -dice – son los que tienden a invertir más y por eso la distribución de los salarios termina siendo desigual. De algunos estudios vinculado a esta tesis, se desprende que quienes tienen educación universitaria, ganan entre 40 y 70% más que quienes carecen de estudios profesionales. Aunque en ciertos rubros de negocios parece no ser estrictamente requerido, las estadísticas muestran la clara relación entre estudios e ingresos.

También resulta esencial invertir en el cuidado y mejoramiento de nuestra salud. Asignar recursos al descanso una alimentación sana, a visitas a especialistas y médicos, a entrenadores personales, compra de equipos deportivos y asistencia a gimnasios, tiene comprobadamente repercusión positiva. Esta es una inversión rentable en estética, bienestar y prolongación de la vida. Crear una rutina que nos permita sentirnos bien y vernos bien, es algo que no debemos ignorar ni subestimar. ¡Cero excusas!

Para muchos las relaciones lo son todo, y sin embargo, invierten poco en sus relaciones. Llamar a los amigos, compartir con ellos, mantener los vínculos aceitados con gestos de afecto, visitas o regalos trae beneficios emocionales notables, desarrolla el sentido de pertenencia y genera opciones de negocios. Por supuesto, no es ni gratuito ni barato. ¿Y qué decir de esa relación especial que es la de pareja? Los años de relación o de matrimonio llevan a la pareja al aburrimiento y rescatarla puede requerir invertir en un renacimiento amoroso y en acciones de mantenimiento. No digo que debamos materializar el amor, sino poner atención y un poco de nuestros recursos al servicio de un espacio que resulta esencial para nuestro equilibrio interior. Semilla, tierra y agua, pueden producir la más bella flor.

Uno de los aspectos más importantes es la inversión interior, que incluye aspectos psicológicos y espirituales. Invertir en ti quiere decir que eliges tomarte el tiempo necesario para observarte, conocerte, descubrir tus fortalezas y debilidades; significa que eliges aprender a aceptarte y valorarte, así como trabajar a fondo y en serio en tu autoestima y pulirte, como se pule una prenda para que brille y valga más. También puede significar buscar respuestas a las preguntas profundas que solemos evadir, sobre la vejez, la enfermedad, la soledad, la muerte o la existencia de Dios.

Tú como muchos, tiene una oportunidad de vivir de una mejor manera, siempre que consideres la importancia de la autoinversión, y te entrenes, prepares, desarrolles, mejores. Recuerda que si no hay semilla, no hay fruto. Recuerda que mientras más pesada es la carga más fuerza se requiere. Recuerda, que el mismo trabajo que cansa el músculo, también lo fortalece. Nadie puede ser libre esperando que otro venga a liberarlo. Dedícate a limpiar y fortalecer las alas, para que estén listas el día que llegue el viento y te toque volar. Gracias por leerme.

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Yagosesky Renny. (2004, febrero 28). La autoinversión: invertir en uno mismo. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/autoinversion-invertir-en-uno-mismo/
Yagosesky Renny. "La autoinversión: invertir en uno mismo". gestiopolis. 28 febrero 2004. Web. <https://www.gestiopolis.com/autoinversion-invertir-en-uno-mismo/>.
Yagosesky Renny. "La autoinversión: invertir en uno mismo". gestiopolis. febrero 28, 2004. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/autoinversion-invertir-en-uno-mismo/.
Yagosesky Renny. La autoinversión: invertir en uno mismo [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/autoinversion-invertir-en-uno-mismo/> [Citado el ].
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