Hoy conductas de éxito te invita a reflexionar sobre todo el potencial que tienes dentro de ti mismo(a) y que a partir de esta lectura debes comenzar a reconocer y poner en práctica. Te digo esto porque el cambio comienza dentro de nosotros mismos.
Nosotros, no podemos dar nada de lo que no tenemos. Damos lo que tenemos; y, por supuesto, somos lo que damos. Si lo que tenemos son conflictos y confusiones, conflictos y confusiones desparramamos entre los que nos rodean. Por el contrario, si lo que tenemos es tranquilidad y paz creativa y apasionada por lo que estamos haciendo, como si fuera un hobbies, entonces ese entusiasmo y esa energía será la que esparciremos a nuestro alrededor. Jamás vamos a insistir demasiado acerca de la importancia de que el cambio comienza y termina dentro de nosotros mismos.
Todo lo demás viene, dentro y fuera, por añadidura. Para eso, tenemos que liberarnos de las resistencias o los temores, en nuestras mentes. Tenemos que combatir esa situación. Tenemos que llegar a las profundidades de nuestro propio ser. Allí, en esas profundidades, todos trabajamos creativamente; y, ¿saben?, allí, todos somos uno solo. Allí no hay conflictos.
Allí está la verdadera inteligencia.
Hay que pensar a partir de la aceptación de lo que es y no, ser negativo(a) o poniendo resistencia a lo que te ocurre. No por abandono o rendición, sino simplemente porque eso es lo único que ahora existe. Lo que hubieras querido que ocurriera, no existe, no ocurrió, y jamás podrá existir, si no cambiamos al presente, con sus propias reglas del juego. Y, para cambiarlo, tenemos, primero que nada, aceptarlo, comprenderlo e incluso enfatizar con esa realidad de nuestro ahora, de nuestro presente. ¿Es esto tan difícil de comprender y aceptar? Si, como bien dicen, a los problemas, hay que verlos desde afuera.
En otras palabras, yo diría, mirémoslos desde adentro de nosotros mismos. Pero en un adentro más allá del de nuestra mente. En este marco, lo importante y lo creador, es el ahora. El ahora tiene toda la fuerza y vitalidad para transformarnos y transformar nuestras sociedades. Miremos todo esto en el contexto de nosotros mismos, de nuestra empresa o negocio, de nuestro país, y seres del mundo. Y, dentro de ellos, dentro del papel, casi «de almas» que tenemos que jugar cada uno de nosotros individualmente. Somos, dentro de nuestras individualidades, la totalidad de nuestro país y de nuestros mundos.
¿Cómo aprendemos de nosotros mismos y de los demás para realizarnos cada vez más y mejor?
Todo lo bueno y lo malo está dentro de nosotros mismos, estemos o no conscientes de esa realidad indiscutible.
Siempre te digo que emprender no es solo iniciar un negocio, ser mejor dentro de la organización en que trabajes (pública o privada), entre otros.
Para ser y tener un espíritu emprendedor es necesario reinventarnos a nosotros mismos cada día. Por eso, el descubrir nuestras propias herramientas y desarrollar todo el potencial que tienes hay que comenzar por ti.
De esto, casi no hay duda, cuando examinamos o interpretamos las experiencias culturales, folclóricas, antropológicas, arqueológicas y de la literatura pasada a través de los siglos, en papel, en piedras y en múltiples otras manifestaciones de la humanidad durante su historia escrita y no escrita. Y, de todo esto, nos convencemos aún mucho más, cuando logramos introducirnos y tomar conciencia de nosotros mismos, y de la forma en que el universo se replica, dentro de nosotros mismos. La realización y mejoramiento de nosotros mismos, no es más que el proceso interminable de toma de conciencia cada vez más profunda de todo lo anterior, hasta que todo lo anterior pase a nuestro consciente.
Entre las múltiples herramientas a nuestro alcance, tenemos, además de a nosotros mismos, a las apreciaciones y evaluaciones conscientes y a veces inconscientes que hacemos acerca de los demás. De los otros, lo que más nos saca de quicio, son aquellas de sus características similares a aquellas de nuestras propias características con las que más descontentos estamos al interior de nosotros mismos. Y, a la inversa, aquellas de las características del prójimo que más apreciamos, por lo general son aquellas que nosotros también tenemos, en diferentes grados, y que, lejos de molestarnos, nos satisfacen.
En otras palabras, para sacar a la superficie, tomar conciencia, asumir y comenzar a mejorar, y efectivamente mejorar aquellas de nuestras características que más nos anclan y hunden en lo que más nos disgusta de nosotros mismos, tenemos que detectar aquello que más nos disgusta de nuestro prójimo. Entonces, en lugar de molestarnos con ellos, más bien agradezcámosles y, lo más importante, aprovechemos la oportunidad para reflexionar, focalizar y actuar más en profundidad dentro de nosotros mismos.
Las 10 reglas que al parecer nos gobiernan, son:
1.- Aprender a aceptarnos y a crecer a partir de lo que somos y tenemos y no a partir de lo que quisiéramos ser o tener.
2.- Reconocer que la vida, a través de nosotros mismos, de los demás y de nuestras circunstancias, constantemente y en cada momento nos presenta con lecciones para aprender y superar, tal como si estuviéramos en un programa de educación continua.
3.- Darnos cuenta que realmente no hay errores, que sólo hay, lecciones que aprendemos o no aprendemos, que superamos o que no superamos, y que, todo lo que nos pasa, como lecciones que son, son solamente experiencias vivenciales de la realidad misma.
4.- Observar y estar claros que, aquellas de las lecciones con la que las circunstancias de la vida nos enfrentaron y, por cualquier razón, no aprendimos ni superamos, se siguen repitiendo, una y otra vez, infinitamente.
5.- Vivir y aprovechar la realidad de que nuestro aprendizaje, el proceso de enseñanza-aprendizaje en el que vivimos y viviremos, jamás termina.
6.- Aceptar, tomar conciencia, asumir y aprovechar que indudablemente no hay nada mejor que el «aquí y ahora,» el «allá y después» no existe, aunque alguna vez vaya luego a existir, toda vez que, para entonces, ya se habrá debidamente transformado en un «aquí y ahora,» sobre el que SÍ podemos actuar.
7.- Vivenciar que, los otros, los que nos rodean, son espejos de nosotros mismos, a través de los cuáles podemos aprender, crecer y realizarnos nosotros.
8.- Recordar que todo lo que hacemos de nuestras vidas, es, pura y exclusivamente, nuestra propia responsabilidad. Somos los artífices de nuestro propio destino.
9.- Reconocer que, todas las repuestas, sin excepción, están dentro de nosotros mismos. Los demás pueden o no ayudarnos a encontrarlas, pero jamás pueden darnos esas.
10.- Saber que diariamente tenemos que recordarnos y hacer frente a todas y cada una de las reglas anteriores, según sea la prioridad del momento.
Todo depende de nuestra realización personal y el éxito de nuestros emprendimientos de cualquier índole. Todo es, al final, bueno, por malo que parezca, siempre que lo sepamos aprovechar. No hay algo ni nada más cierto que aquello de que «no hay mal que por bien no venga,» si es que, a eso que llamamos «mal,» empleándolo como una lección experiencia de la vida, lo utilizamos para aprender la lección que nos toca aprender en cada momento, evitando así que, esa misma lección, la vida, o sus circunstancias, nos la tengan que repetir, una y otra vez, sin que podamos avanzar y acercarnos más «hacia nuestra graduación» en la Universidad Eterna de la Vida.
PENSAMIENTO: No olvidemos que, «nada se pierde, y que todo se transforma.»