La transmisión de rumores es habitual dentro de las empresas. Los mensajes se distorsionan al pasar de una persona a otra de forma que, al final, todos los miembros de la cadena contribuyen a crear una nueva «información»: el rumor.
Ya sabemos desde niño, cuando jugábamos al telegrama, que cuando un mensaje se va repitiendo de boca en boca, resulta tan distorsionado que puede llegar a ser irreconocible.
Pero lo más interesante es observar como cada uno de los miembros de la organización que participan en el rumor no solo modifica, o quita, sino también crea información.
Existen diferentes investigaciones (Allport y Postman; Transmisión de rumores) donde se demuestra que la transmisión de la información es una experiencia de grupo en la que se crean los rumores y se distorsiona la realidad a través de los testimonios sucesivos.
En este artículo, vamos a ver que las alteraciones de la información siguen diferentes leyes.
Ley del empobrecimiento o de nivelación
A medida que una información circula, tiende a hacerse más corto, más conciso, más fácil de comprender y de contar, omitiendo numerosos detalles.
Esta es la forma de distorsión más conocida. Se suprimen detalles y se recorta el texto original, pero no siempre son las informaciones menos relevantes las que desaparecen. Se observa por ejemplo que la profusión de datos numéricos obnubila la atención distrayéndola de focos más importantes.
Observe el siguiente ejemplo, que constituye un juego bastante conocido. Si no lo conoce, puede jugar con nosotros en cuyo caso debes contestar la pregunta final sin volver a leer el texto, claro.
«Conduces un autobús de 50 plazas que sale vacío del retiro. En la primera parada suben 5 niños. En la parada siguiente baja un niño y suben 10 adultos. En la parada siguiente baja un niño, dos adultos y suben 8 adultos más. En la parada siguiente baja un niño y bajan la mitad de los adultos. En la parada siguiente baja un niño y 7 adultos. ¿Cuántos años tiene el conductor del autobús?»
El exceso de información mata a la información y oscurece el dato más importante del texto.
Ley de acentuación o de agudización
Es la percepción, retención y reproducción de un número limitado de detalles que provienen de un contexto más amplio. Este mecanismo provocada la retención selectiva de palabras extrañas o llamativas, modifica la dimensión relativa de los objetos descritos, produce cambios en los movimientos incluidos en el relato, etc. Consiste por ejemplo en relatar una conversación pasada acentuando alguna palabra o frase que nos ha resultado llamativa, o en modificar la línea de la conversación en función de nuestras convicciones.
En la cena que la dirección de la empresa ofrecía a todos sus empleados por Navidad, el Director General acostumbraba a clausurar el evento con un discurso. Empezaba por la alegría de estar todos reunidos en esta celebración, seguía por las felicitaciones por haber un año más superado los objetivos y, tal vez por esta tendencia que tienen los oradores a no saber acabar, seguía con «simples recomendaciones sin importancia» como pensar a apagar las luces del vestuario de la empresa al salir «porque la luz es dinero y varias veces la encuentro encendido», o bien algo similar.
Al día siguiente, cuando un empleado comentaba la cena con algún compañero ausente, algún proveedor o cliente de confianza, resumía así el evento: «bueno, nos ha pagado una buena comida para echarnos mejor el puro de las luces al final». Todo lo demás se había perdido.
Ley de asimilación
Consiste en conservar y reorganizar la información alrededor de ciertos motivos o detalles centrales.
Existen varias formas de asimilación:
Asimilación del tema central: consiste en reducir o acentuar detalles de manera que se los haga corresponder a la idea dominante del relato, con el fin de aumentar su coherencia, su verosimilitud y su lógica.
Dicho en otros términos: contamos las cosas tal como nos las creemos. Cuando varios elementos del relato parecen carecer de coherencia, no dudamos, aunque sin darnos cuenta, en añadir informaciones para hacerlo más lógico. Es una gran fuente de creatividad, normalmente inconsciente e involuntaria. Se produce porque el cerebro humano es capaz de establecer puentes entre informaciones desconexas, lo cual es la base del razonamiento deductivo. Sin embargo, a veces, esta capacidad nos hace jugarretas, es un motivo frecuente de rumores infundados.
Asimilación por condensación: consiste en hacer que se fusionen dos detalles, en lugar de mantenerlos separadamente.
Es un fenómeno relativamente habitual que amalgama dos informaciones sin relación en una sola.
Pedro informó a su atareadísimo jefe de que no había podido recepcionar la mercancía en el Puerto porque había sufrido un fuerte atasco en el camino. Al ver que no podría llegar a tiempo para despachar en aduanas, había ido a esperar a un familiar en el aeropuerto.
Cual no fue su sorpresa cuando oyó comentar a la secretaria del jefe por teléfono que el puerto estando atascado, los envíos habían llegado por avión y estaban en el aeropuerto.
Su jefe había mezclado dos informaciones y fabricado una nueva.
Asimilación por anticipación: algunos detalles de la información adquieren un significado acorde con los pensamientos o convicciones de aquél que los transmite.
Antonio G. estaba sorprendido por el brillante éxito conseguido por una tienda del centro de la ciudad, llamémosla X. Tanto que no paraba de augurar problemas de todas clases: no podrán aguantar, tienen demasiados gastos, el mercado se cansará, etc. Un día oyó como familiares, relatando sus actividades de la mañana, comentaban: «y quisimos pasar por la tienda X, pero había un cartel dónde ponían que estaba cerrada». Antonio cogió el teléfono y llamó a su hermano para «informarle» de que la tienda X ya había cerrado. «Ves como yo tenía razón, que no podría aguantar». El único problema es que Antonio no prestó la debida atención al relato. La tienda estaba cerrada… porque era más de las dos. Y volvió a abrir por la tarde, así como en todos los días laborables desde hace 4 años que ocurrió el incidente.
Las 3 cribas de Sócrates
Alguien se acercó una vez a Sócrates para contarle el último rumor:
– Voy a contarte la última noticia que se comenta en Atenas sobre nuestro amigo X.
– Antes de contármela, dime primero ¿lo averiguaste tu mismo, o solo te lo han contado?
– Me lo han contado, pero lo dan por cierto.
– O sea ¿qué no puedes estar totalmente seguro porque no lo has podido averiguar tu mismo. Solo piensas que es cierto ¿exacto?
– Efectivamente, así es.
– Y dime, la transmisión de esta «noticia» ¿va a beneficiar a nuestro amigo?
– No exactamente. De hecho, podría … perjudicarle.
– Otra cosa para terminar, ¿escucharlo me resultará provechoso en algo, me aportará algo de lo que carezco ahora?
– La verdad es que no. No es más que una noticia.
– Sí. Y por lo que entiendo, una noticia que ni puedes certificar que es cierta, ni va a beneficiar a nuestro amigo, ni me va a proporcionar algo útil. Así que si no es cierta, ni bondadosa ni útil, no me comentes esta noticia y permíteme que te recomiende que tu mismo la olvides.
Ya sabéis, los rumores no son más que rumores, pero se propagan con una velocidad tanto mayor que añadimos leña al fuego. Por nuestra parte, os recomendamos hacer como Sócrates, pasar los rumores por las 3 cribas y si no las cumplen: ¡olvídelos!