Pasar de una forma de gestión en la cual se programa la producción para empujar la misma a través de los canales de distribución, a una forma enfocada en generar productos y servicios basados en “el tirón” o demanda real del mercado, requiere de una fuerte reforma en la manera de pensar y ver tanto la empresa como sus procesos productivos y comerciales.
La nueva forma de ver y gestionar los stock, las compras, las actividades de mantenimiento, la calidad, la capacitación, la forma de organización y planificación, y la disciplina que gira en torno a la mejora continua, requieren de una reingeniería no sólo de los procesos y actividades, sino y por sobre todas las cosas, de la manera de pensar.
Pensar con los paradigmas de la industria tayloriana ya no es válido, vaya sólo a título de ejemplo que en el año 1994 un microprocesador efectuaba en un segundo 54 millones de cálculos, sólo tres años más tarde pasaba a realizar 100 millones de cálculos por segundo y actualmente ya ronda los 1.000 millones por segundo.
¿Podemos pensar en gestionar hoy una empresa de la misma forma en que lo hacíamos a mediados de la década de los noventa? La respuesta es: no. Pues, con mucha mayor razón resulta inviable gestionar una empresa de la forma en que la estructuro Taylor a fines del siglo XIX y comienzos del XX.
A comienzo del siglo XX nuestro planeta contaba con 1.300 millones de habitantes, hoy ya rondamos los 7.000 millones, donde un solo país que es China Continental tiene actualmente 1.300 millones de habitantes. De cinco países fuertemente industrializados a comienzo del siglo anterior, hoy ya tenemos como mínimo tres docena de países con alto desarrollo industrial. Sin lugar a dudas que las cosas han cambiado, y no en pequeña magnitud. No sólo ha sido un cambio cuantitativo, sino también de carácter cualitativo.
A éstos fuertes cambios las empresas tienen una sólo forma de responder y es a través del de la innovación y la mejora continua. Con la innovación se hace frente a las poderosas alteraciones del entorno, y con la mejora continua se tiende a consolidar y sumar resultados tendientes al mantenimiento de las ventajas estratégicas y competitivas.
El Kaizen como sistema y filosofía de la mejora continua resulta esencial no sólo para consolidar los resultados obtenidos a través de la reingeniería de los procesos, sino que requiere previamente de la reingeniería para hacer realidad tanto la gestión de la calidad total, como así también el mantenimiento productivo total y el sistema “just in time”. Instaurar procedimientos de trabajo organizados en torno a las “células en U”, poner en marcha el sistema kanban, reestructurar el layout, implantar sistemas de gestión y aseguramiento de la calidad, y fomentar el trabajo en equipo a través de los círculos de calidad, requieren de una reingeniería en la forma de pensar, gestionar y trabajar.
Reestructurados los procesos productivos y alterados los conceptos sobre los cuales se basa la forma de pensar la empresa, es recién factible proceder a la aplicación de la mejora continua tanto en los productos y servicios, como en los procesos y actividades que los generan.
No existe posibilidad de mejora continua bajo el Kaizen, sin antes aplicar la reingeniería a los procesos existentes. Además el Kaizen ha de servir para conservar y mejorar los niveles de performance alcanzados como resultados de los procesos de reingeniería.
Justamente la reingeniería como una forma de reforma radical en la manera de comprender y gestionar las actividades y negocios de una organización es lo que sirve de base para pasar de una organización tradicional a una de alta competitividad.
Así pues el Kaizen y la Reingeniería de los Procesos se interrelacionan y auto-influyen mutuamente. La reingeniería sirve a las empresas no sólo para equilibrar capacidades con empresas que las aventajan, sino también para obtener o ampliar tales ventajas. Ante cambios cada vez más acelerados en el entorno, la reingeniería permite una respuesta rápida y efectiva.
El Sistema de Reingeniería Kaizen (SRK ©) se constituye de tal modo en una poderosa arma de gestión, tanto tácticamente logrando la mejora continua de los procesos y productos, como estratégicamente mediante la generación de nuevas y creativas respuestas. La mejora continua con un fuerte componente de creatividad e innovación permite lograr tanto ventajas absolutas como relativas de alto impacto.