Salarios y mercado laboral nicaragüense

LOS POBRES SALARIOS DEL CRECIMIENTO

EMPLEADORES QUE CONTROLAN EL MERCADO LABORAL Y LOS SALARIOS MÁS MÍNIMOS QUE LA LÍNEA DE POBREZA

Resumen

El Mercado laboral nicaragüense no se comporta como lo predice el modelo de mercado en equilibrio neoclásico, este modelo establece que el aumento de los salarios reales reduce el empleo, en Nicaragua, por el contrario, en el período 2001 – 2017, los salarios mínimos y los salarios promedios nacionales crecieron en términos reales, mientras, el empleo pleno se incrementó y se redujo el subempleo, según cifras oficiales.

Pese a ello, los salarios aún se mantienen en niveles extremadamente bajos si se comparan con los salarios de la región centroamericana, las líneas de pobreza y pobreza extrema, y la canasta básica, lo que deja un margen importante para incrementarlos y con ello estimular el crecimiento y el desarrollo económico, la formación de capital humano y elevar la calidad de vida de la población de menores ingresos.

La razón aparente es que los salarios se fijaron en un punto inicial extremadamente bajo, de forma que un período con condiciones favorables para su crecimiento, no logró llevarlo a un nivel que permitiera a los trabajadores garantizar su subsistencia. En este sentido, el funcionamiento del mercado laboral nicaragüense, no encaja en los postulados del modelo neoclásico, siendo mejor explicados por el modelo de mercado laboral denominado monopsónico (un solo comprador), en el que los empleadores definen los salarios y no el mercado.

El conjunto del resto de razones que, al menos en público, aducen los empleadores para mantener los salarios mínimos en niveles bajos, carecen de fundamento teórico y empírico. Lo que tiene fundamento teórico y práctico, es que el mantenimiento de salarios bajos, afecta el crecimiento económico y el desarrollo, por la vía de una demanda interna reducida, precaria y poco exigente, que contrario a lo que se plantea como ideas dominantes, también reduce la competitividad y la productividad.

Del mismo modo, los salarios bajos reducen el desarrollo humano y la calidad de vida de las familias, y generan tendencias a elevar el gasto del estado en materia de educación y salud, crean condiciones para el incremento del estrés y la conflictividad social, afectando de forma especialmente severa a mujeres, niñas y niños, adultos mayores y personas con discapacidad.

Introducción

Todos los años se desarrolla en Nicaragua un debate de suma importancia para el país; el ajuste a la tabla de salarios mínimos, se trata de un debate en el que participan tres actores, los sindicatos, los empleadores y el estado, esto es así por ley de la república, sin embargo, dicho debate se concentra en el nivel de ajuste y poco en sus implicaciones, y cuando se consideran, se destacan sus supuestos efectos negativos.

El salario mínimo es la base sobre la cual se levanta la estructura salarial de Nicaragua, determina el ingreso de buena parte de los asalariados, se ha tomado como punto de partida para definir el resto de salarios hasta más o menos el de los técnicos medios, aunque los empresarios alegan lo contrario.

Se argumenta que los salarios deben ser bajos a fin de que no se reduzca el empleo, que no se afecte la competitividad del país, que no se incremente la inflación y que se multiplique la inversión extrajera. El presente trabajo pretende discutir el comportamiento de los salarios y el empleo, a la luz de las ideas económicas dominante en el país, en los resultados destaca que de acuerdo al comportamiento de los mercados estas ideas no tienen ningún fundamento.

Existe una fuerte necesidad de desarrollar estudios a profundidad del tema, dada su crucial relevancia para el desempeño económico del país, como determinante endógeno del nivel de demanda interna, misma que da soporte a una elevada proporción de los bienes y servicios que se producen y comercian dentro del país. Pero también, porque en dependencia de los anteojos con que los formuladores de política sigan viendo el problema, podrían mantenerse parte de las condiciones que dan píe a la pobreza estructural del país y al reducido tamaño de nuestra economía.

Esta inoportuna discusión, fue realizada sobre la base de información secundaría, pese a ser noticia obligada en los medios de comunicación, la literatura existente sobre el mercado laboral nicaragüense es escasa, por lo que el autor está obligado a reconocer las limitaciones del mismo, en especial en lo relativo a los efectos en la oferta de trabajo de la alta estacionalidad de la demanda de trabajo y de la migración internacional. Sobre los salarios mínimos solo fue posible encontrar un trabajo, casi pionero sobre el tema, aunque lo que está publicado es un resumen del mismo.

Los principales hallazgos apuntan a que los salarios reales mínimos y promedios nacionales, se han incrementado sustancialmente desde más o menos el 2015, siendo los primeros los que muestran crecimientos más impresionantes, mientras el nivel de empleo pleno se ha incrementado y se ha reducido el subempleo en el mismo período. Tendencias contrarias a lo que postula la idea dominante sobre el mercado laboral de; a mayor salario real mayor desempleo.

En los análisis típicos del mercado laboral, se apuntaría a que el mercado nicaragüense, tiene las características de lo que en la teoría se conoce como mercado monopsónico, es decir; los compradores y no el mercado, están definiendo el precio de la mano de obra. La característica dual que se puede asociar a nuestro mercado laboral, no está afectando los resultados observados, esto es, que no se produce una pérdida de empleo en el sector formal (protegido) con un incremento de empleo en el mercado informal (desprotegido) o viceversa.

Los salarios mínimos promedio efectivamente pagados por los empleadores, son superiores a los mínimos legales en buena parte del período para el que se contó con información, por lo que se debe suponer, que las razones de la oposición de los empleadores al incremento de los salarios para que recuperan su poder de compra o se incrementen en términos reales, son distintas a las expresadas en público.

Del mismo modo, los conceptos que utilizan los principales actores para argumentar que los salarios no deben de incrementarse, carecen de fundamento teórico y empirico, se confunde el concepto de competitividad con el de margen de utilidad y ganancia, y estudios metodológicamente robustos contradicen la supuesta relación negativa entre inversiones y salarios adecuados o altos, tampoco se comprueba la tesis de que el aumento de los salarios genera inflación en las actuales condiciones del mercado laboral nicaragüense.

I. Principales elementos del desempeño de la economía nicaragüense

El trabajo se dividió en ocho partes; en la primera se hace una breve descripción del desempeño de la economía nacional entre 2006 y 2017. En la segunda se aborda el marco legal vigente en materia de salarios. En el tercero, se plantean los principales elementos teóricos de análisis del mercado laboral y del concepto de ventajas competitivas y sus implicaciones para los salarios. En el cuarto, se presentan las estadísticas existentes sobre salarios y se relacionan con las líneas de pobreza y la canasta básica. En el quinto, se presentan las tendencias del empleo, en el sexto se presenta un resumen breve de un estudio de OIT sobre el tema, en el séptimo se discuten diferentes vínculos de los salarios con otras categorías económicas y en el octavo se aventuran algunas conclusiones.

El Producto Interno Bruto (PIB) a precios constantes de 2006, creció en el período 2006 – 2017 un impresionante promedio anual de 4.2%, y de 5.3% en el período 2010 – 2017, entre los más altos de la región. Solo en el año 2009 la economía refleja un descenso, asociado a la crisis de la economía internacional que se presentó a partir del 2008 y que aún resentimos sus efectos.

Este importante desempeño de la economía se sustentó en el crecimiento del consumo interno, los sectores que más crecieron en el período 2006 – 2017, fueron electricidad (9.2%), pesca y acuicultura (8.5%), explotación de minas y canteras (7.2%), transporte y comunicación (7%) y agua (6%). Desde el punto de vista del gasto las inversiones crecieron 5.3%, el consumo del gobierno 4.3% y 3.8% los hogares.

Esto fue posible gracias a un crecimiento sostenido de las remesas familiares, los niveles de cooperación internacional recibidos y de las inversiones extrajeras directa. Las primeras crecieron en el mismo período 115%, al pasar de USD $ 697.5 en 2006 a USD $ 1,501 millones en 2017. El crecimiento promedio anual de estos tres indicadores fue de 2% en ese mismo periodo y represento en 2006 y 2007 más del 50% del PIB de esos años. El rápido crecimiento del PIB en el período ha provocado que la proporción del agregado de los tres indicadores se reduzca hasta representar un 35% en 2017.

Sin duda, estas fuentes de recursos han tenido un importante impacto en el desempeño de la economía, muy probablemente más importante que el crecimiento de las exportaciones, al respecto debe destacarse la cooperación venezolana que durante varios años rondo los USD$ 500.0 millones de dólares anuales y fue otorgada en términos líquidos y bastante concesionales.

Otro elemento relevante del desempeño de la economía en estos años, fue la proporción del PIB que se dedicó a las inversiones, en promedio en el período representaron el 30.4% del PIB, lo que fortalece las posibilidades de crecimiento futuro y ubica a Nicaragua entre los países de América Latina con las mayores tasas de inversión nacional. La tasa promedio anual de crecimiento de la inversión del sector público fue de 15.0% y del sector privado de 5.7%.

Es conocido que en abril de 2018 se produjo una crisis, que se originó en un ciclo de protestas callejeras que prácticamente paralizó al país por unos 90 días aproximadamente y transfiguró el ambiente político, provocando una profunda pérdida de confianza de los agentes económicos, una fuerte reducción del empleo y la caída del PIB en 3.8% de acuerdo a cálculos del Banco Mundial.

II. Marco legal de los salarios en Nicaragua

Existen dos leyes en el marco legal nicaragüense que se relacionan con los salarios; el Código del Trabajo de 1996 y sus reformas y la Ley de Salario Mínimo de 2007 que deroga una ley homónima de 1991, en la primera se regulan las relaciones laborales en su conjunto y en la segunda se regula el salario mínimo y establece la composición y el funcionamiento de la Comisión Nacional de Salario Mínimo, el órgano directamente a cargo de la definición y el ajuste periódico del salario mínimo.

El estado de Nicaragua únicamente regula y tutela los salarios mínimos, así está establecido en el artículo 83 del Código del Trabajo; “El salario se estipulará libremente por las partes, pero nunca podrá ser menor que el mínimo legal.” El mismo Código en el artículo 85 define el salario minímo como; “Salario mínimo es la menor retribución que debe percibir el trabajador por los servicios prestados en una jornada ordinaria de trabajo, de modo que le asegure la satisfacción de las necesidades básicas y vitales de un jefe de familia. El salario mínimo será fijado por la Comisión Nacional de Salario Mínimo que se regirá conforme la ley.” (Asamblea Nacional de la República de Nicaragua, 1996).

Por otro lado, la Ley de Salario Mínimo de 2007, en el artículo 2 establece; “Salario mínimo es la retribución ordinaria que satisfaga las necesidades mínimas de orden material, seguridad social, moral y cultural del trabajador y que esté en relación con el costo de las necesidades básicas de vida y las condiciones y necesidades en las diversas regiones del país.” (Asamblea Nacional de la República de Nicaragua, 2007).

Esta última definición del salario mínimo, avanza el concepto hacia las necesidades básica de vida y las condiciones y necesidades en las diversas regiones del país, separándose del concepto de necesidades básicas y vitales de un jefe de familia. En la segunda definición, más reciente que la primera, aparece una tendencia a definir salarios mínimos por regiones atendiendo las diferencias de precios de los bienes básicos.

La Comisión Nacional del Salario Mínimo está compuesta por el Ministerio del Trabajo quien la preside, el Ministerio de Hacienda (MHCP), el Ministerio de Fomento, Industria y Comercio (MIFIC), el Banco Central, una representación de cada una de las Centrales Sindicales y una representación de cada una de las cámaras de los empleadores con representación Nacional. Se trata de un esquema tripartito, estado, empleadores y trabajadores. (Asamblea Nacional de la República de Nicaragua, 2007)

En caso de no haber acuerdo de las tres partes, la resolución que define o reajusta el salario mínimo, será válida con la firma de dos de las partes, la Comisión Nacional de Salario Mínimo una vez instalada tiene un plazo perentorio para definir los salarios.

El inciso a) del artículo 8 de la ley de salario mínimo, establece como función de la Comisión de Salario Mínimo; “Fijar el salario mínimo, teniendo como referencia el costo de la canasta básica de cincuenta y tres (53) productos, la cual debe ser calculada y ajustada por el Ministerio de Salud, el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) y el Instituto Nacional de Información y Desarrollo (INIDE), tomando en cuenta las cantidades y valores nutritivos y calóricos, en niveles saludables, necesarios para los miembros de una familia promedio y tomando en cuenta el nivel general salarial, el costo de la vida y sus variaciones, prestaciones de seguridad social y el nivel de vida de otros grupos sociales y los salarios más altos pagados por el Estado; así como los factores económicos, la productividad y la conveniencia de alcanzar y mantener un alto nivel de empleo.” (Asamblea Nacional de la República de Nicaragua, 2007).

El inciso e) del mismo artículo establece como otra función de dicha Comisión; “Reajustar de forma automática el salario mínimo sobre la base de la pérdida del poder adquisitivo indicado por la variación semestral del Índice de Precios al Consumidor (IPC), es decir la tasa de inflación semestral anunciada oficialmente por el Banco Central de Nicaragua, más el crecimiento real de cada sector de la economía según Cuentas Nacionales del Banco Central de Nicaragua, hasta llegar a un máximo del cien por ciento de la Canasta Básica. Una vez que el salario mínimo de cada sector de la economía logre el cien por ciento de la Canasta Básica, los incrementos posteriores se limitarán a la indexación que determine la variación semestral del Índice de Precios al Consumidor (IPC) anunciada por el Banco Central de Nicaragua.” (Asamblea Nacional de la República de Nicaragua, 2007).

En la practica el reajuste no se realiza de forma automática, cada año el reajuste es una negociación en la que pareciera que el sector privado se juega la vida, por la forma en que pelean cada punto porcentual, mientras los sindicatos parecieran pedir lo imposible, si uno se atiene a las declaraciones de los empleadores.

En este esquema tripartito el estado funciona como amigable componedor. Los sindicatos, como es de esperarse, presionan por un aumento superior al que los empresarios están dispuestos a aceptar. Todos los años el aumento se fija más o menos entre lo que ofrecen los empleadores y lo que solicitan los sindicatos, estos últimos, defienden la formula en la que el ajuste debe reconocer, al menos, el incremento del PIB y la inflación, tal y como dice la ley. Al final todos los años los líderes sindicales, aceptan que; “el ajuste debería ser mayor, pero lo logrado, es lo que se pudo”.

Los empresarios a través de sus representaciones que normalmente tienen al Consejo Superior de Empresa Privada (COSEP), como centro, alegan que el aumento no puede ser alto, lo solicitado por los sindicatos siempre cae en esta categoría, debido a que el aumento de los salarios trae consigo la disminución del empleo, a salario mínimo más alto, mayor desempleo, aseguran. En 2019, la representación de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (MIPYME), que recae en el Consejo Nicaragüense de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (CONIMIPYME), pareciera estar jugando su propio juego, aunque su propuesta de cero por ciento de incremento dejó estupefactos a los sindicatos, aunque luego término prevaleciendo.

Hasta hace unos años las negociaciones de reajustes se realizaban semestralmente. Más recientemente el incremento resultante de ese mecanismo de ajuste, se aplica en dos tramos de seis meses cada uno, con lo cual el reajuste es inferior a lo que debería según la ley y en el caso de las zonas francas, los reajustes se negocian para los siguientes tres años. Actualmente se definen salarios mínimos diferenciados para las siguientes actividades:

  • Agropecuario
  • Pesca
  • Minas y canteras
  • Industria manufacturera
  • Industrias sujetas a régimen especial (Zonas francas)
  • Micro y pequeña industria artesanal y turística nacional
  • Electricidad, gas y agua; comercio restaurantes y hoteles; transporte, almacenamiento y comunicaciones
  • Construcción, establecimientos financieros y seguros
  • Servicios comunales, sociales y personales
  • Gobierno central y municipal

Como se verá adelante, el salario más bajo es el de los sectores agropecuario, silvícola y pesca, y el más alto el de construcción y establecimientos financieros y seguros, en 2018 con una relación de 2.23 veces el último respecto al primero, ¿es esa relación, la diferencia entre los costos de las necesidades básica entre el campo y la ciudad?, a eso pareciera apuntar si nos atenemos a la definición del salario mínimo, sin embargo, la relación entre el salario mínimo para las actividades definidas como; “micro y pequeña industria artesanal y turística nacional (en ambos casos mayoritariamente urbanas) y nuevamente el de la construcción no es muy diferente 2.08 veces (ver anexo 5.a), lo que lleva a considerar, que esa estructura no responde al espíritu de la ley.

En resumen, según la ley, la definición del salario mínimo y los indicadores para definirlo y reajustarlo periódicamente, apuntan a que este, les permita a los trabajadores satisfacer sus necesidades básicas, que se miden a través de una canasta de 53 productos que satisface las necesidades de nutrientes y calorías, de productos de uso en el hogar y vestuario de una familia promedio. Se reconoce la necesidad de lograr que el salario mínimo alcance el 100% de dicha canasta como fruto de un proceso, no obstante, no se establece el plazo de ese proceso, 11 años después de promulgada la ley, aun esto no se logra ni con los salarios más altos de la tabla.

El mecanismo de reajuste periódico tiene de todo menos un carácter automático y su aplicación en 2 tramos reduce por definición los salarios mínimos efectivamente percibidos por los trabajadores. En las negociaciones cada seis meses que se realizaban antes de 2007, los trabajadores recuperaban cada semestre el poder adquisitivo perdido por la inflación (IPC) y ganaban por aumentos del PIB en el mismo período, en el nuevo esquema, el total de recuperación y ganancia, solo se reconoce (digamos en libro) un años después y se paga en dos cuotas durante el año siguiente, cuando se paga la segunda cuota la inflación acumulada en el año que corre, ya erosionó los salarios que reciben y que solo se reajustaron en la mitad de lo que correspondía, pero también erosionó la otra mitad, que comienzan a recibir en el segundo semestre.

La diferenciación de los salarios en 10 categorías, no parece tener mucho sentido respecto a la conceptualización del salario mínimo y los indicadores establecidos para su definición concreta según la ley. Desde esa perspectiva esta excesiva diferenciación más parece el fruto de una mala negociación, donde los trabajadores de los sectores con los menores salarios no cuentan con la suficiente capacidad de presión.

Los salarios mínimos se aplican, además, a las jubilaciones y sirve de base para establecer ciertas multas y penalizaciones del sistema judicial, también se utilizan para establecer el ingreso máximo de las familias para acceder a ciertos beneficios, por ejemplo, los contenidos en la ley de vivienda en cuanto a las viviendas de interés social. Históricamente los empleadores han planteado diversos argumentos para oponerse al reajuste o cuando no hay remedio, a un reajuste mayor, entre los que recuerdo; “no hay que darle tanta importancia al salario mínimo pues son muy pocos los asalariados que perciben el mínimo” o “la productividad de los trabajadores en Nicaragua es muy baja y el salario depende de la productividad”, “los salarios altos reducen la competitividad”, estos y otros argumentos se discutirán en lo que sigue.

III. Los principales modelos que analizan el mercado laboral

En Nicaragua la idea predominante sobre el mercado laboral, afirma que el aumento de los salarios (reales) provoca una reducción del empleo. En este sentido, se considera que el aumento de los salarios mínimos, únicos regulados en el mercado laboral nacional, por encima de los salarios de equilibrio, producirán una reducción en el nivel de empleo.

Las instituciones financieras internacionales han vendido un modelo del mercado de trabajo, en el que se confunde el análisis estrictamente teórico, con la realidad de cada país, este modelo tiene sus bases en las concepciones neoclásicas del análisis de mercado, plantea una lógica casi irrebatible para oponerse a incrementos en los salarios reales de los trabajadores, pero se sustenta en un conjunto de supuestos bastante rebatibles en el caso nicaragüense.

Lo que dice el modelo es que un mercado en equilibrio, precio y cantidades ofrecidas (la curva denominada O) y demandadas (denominada D, grafico de la izquierda), cuando se fija el salario mínimo real (mw, en el gráfico de la derecha) se produce un exceso de oferta (representado por el punto qo respecto al punto qe que representa la cantidad de equilibrio) y una reducción en la demanda (representada en el punto qd), en este caso de mano de obra. Dicho de otra forma; en esas circunstancias, los trabajadores están dispuestos a vender más mano de obra (incorporación al mercado laboral de PEA inactiva, amas de casa, subempleados…) y los compradores, los dueños de negocios, están dispuestos a comprar menos mano de obra. Según este análisis, el resultado es un incremento del desempleo, los empleadores no pueden bajar los salarios por ser ilegal, pero a ese precio están dispuestos a comprar menos cantidades de mano de obra, que las adquiridas antes de establecerse la legislación del salario mínimo. La magnitud de la reducción del empleo dependerá del grado de respuesta de la demanda de trabajo frente a cambios en los salarios, lo que se denomina; la elasticidad precio de la demanda de trabajo, cuanto mayor sea la misma, más pronunciada será la contracción del empleo. Así, se argumenta que la situación resultante de la aplicación del salario mínimo, deviene en un empeoramiento de las condiciones de vida de aquellos a quienes se deseaba beneficiar originalmente.

En el lado opuesto, se encuentra la teoría que afirma que el mercado de trabajo lejos de funcionar en equilibrio, está determinado por un comportamiento monopsonico, en el que los empleadores utilizan su posición privilegiada de comprador, mejor informado que el vendedor, para definir los salarios por debajo de lo que se consideraría el precio de equilibrio. Esta posición en el caso del mercado laboral, no necesariamente requiere de la existencia de un solo o unos pocos empleadores, si no que puede estar determinada por la inexistencia de información útil para los ofertantes de trabajo o la existencia de costos de transacción altos para el cambio de empleo o de ocupación.

Alternativamente se ha desarrollado la teoría de los mercados duales, que intentan explicar el comportamiento del mercado laboral a partir de conceptualizarlo como un mercado segmentado; trabajadores protegidos con mejores salarios y condiciones laborales, y uno desprotegido, sin esas condiciones, en donde la movilidad o inmovilidad de los trabajadores a lo interno de la empresa o fuera de esta, diluye o fortalece los efectos en el empleo de aumentos del salario, haciéndolos indeterminados o en el mejor de los casos diferenciado según el segmento de trabajadores que se evalué.

Una explicación que parece importante para países como Nicaragua, que tiene un amplio mercado de trabajo informal que funciona paralelo al formal. Dentro de esta línea de pensamiento, por ejemplo, se argumenta que un salario mínimo por encima del salario de equilibrio podría reducir el empleo en el grupo de los trabajadores cuyos ingresos se encuentran cercanos al salario mínimo y aumentar el de los que están distantes, los trabajadores calificados, que podría reestructurar el empleo que se demanda e inducir mejoras en la productividad.

O bien, reducir el empleo en el sector protegido, empleo formal, e incrementar el de los no protegidos, empleo informal, lo que en el agregado resultaría en un efecto nulo. Desde otra perspectiva también se plantea la posibilidad que se aumente la carga de trabajo por medio del número de horas que se debe laborar o la carga de trabajo que se debe cumplir para obtener el mismo salario, sin efectos relevantes en el número de contratados.

Desde una perspectiva algo diferente, la teoría de los salarios de eficiencia admite que los aumentos salariales pueden aumentar la productividad del trabajo y, por lo tanto, ello no provocaría la reducción del empleo (Akerlof y Yellen, 1990). Citado por (Velásquez Pinto, 2017). Desde esta teoría, planteada inicialmente por Shapiro y Stiglitz (Shapiro & Stiglitz, 1984), los salarios no son una función de la productividad sino al contrario, la productividad es una función de los salarios, de forma que, trabajadores bien pagados se esforzarán más que los peor pagados para mantener sus empleos y con ellos sus ingresos. Así mismo, se argumenta que existen diferentes factores que podrían reducir el potencial efecto negativo del salario mínimo sobre el empleo e, inclusive, invertirlo. En efecto, desde el lado de la oferta, podría suceder que, frente a incrementos en los mínimos, los empresarios se vieran en la necesidad de realizar cambios en la organización del trabajo que deriven en ganancias de productividad. Desde el lado de la demanda, incrementos salariales a trabajadores con baja propensión a ahorrar pueden generar un incremento en el consumo doméstico con efectos positivos sobre la creación de empleo global.

III.a Supuestos detrás de la competencia perfecta y los precios de equilibrio

Los economistas tendrán que disculparme por el repaso de estos temas que tal vez consideren muy básico, no obstante, para los lectores no economistas estas premisas no necesariamente siempre están presentes en la configuración mental del funcionamiento de los mercados, lo que es vital para la discusión de la idea de a mayores salarios (reales) menor empleo.

El modelo de mercado laboral neoclásico en el que los precios (salarios) y las cantidades están en equilibrio, requiere que el mercado funcione en competencia perfecta, si esta condición no se cumple no es posible hablar de salario de equilibrio. Es generalmente aceptado en economía, independientemente de las tendencias de pensamiento económico, que para que un mercado funcione en perfecto equilibrio se deben cumplir cuatro supuestos;

  1. que el producto sea homogéneo,
  2. que todos los agentes involucrados tengan el mismo nivel de información, de esta condición existe una amplia literatura académica que demuestra que en el mercado laboral existen importantes asimetrías de información,
  3. que los agentes participantes tengan libre entrada y salida del mercado, en el mercado laboral nicaragüenses existen importantes barreras a la entrada y salida, los trabajadores evitan cambiar de empleo o de ocupación, por el costo de encontrar otro empleo y los efectos del desempleo en el consumo familiar,
  4. la existencia de suficientes ofertantes y demandantes, de forma que individualmente nadie pueda influir sobre los precios.

III.b La competitividad según Porter

Algo parecido a lo planteado por Shapiro y Stiglitz (Shapiro & Stiglitz, 1984) nos plantea Michael Porter (Porter M. , 1991), cuando argumenta que las “condiciones de los factores” y de la “demanda”, son dos determinantes de las ventajas competitivas nacionales (el conocido diamante de Porter), en el primero se considera necesario, entre otros, contar con la mano de obra especializada y la infraestructura necesaria, y en el segundo, se considera clave que la demanda sea lo suficientemente sofisticada y exigente como para que presione la oferta en dirección a la mejora continua y la innovación. Los otros dos determinantes que dependen de las empresas son; la Estrategia, estructura y rivalidad de las empresas, y los sectores afines y auxiliares.

Porter, no se refiere únicamente a la especialización de la mano de obra en términos de formación; “… ¿es competitivo el país que logra crear empleos? Por supuesto, esta capacidad es importante, pero los tipos de trabajo –y no meramente el que los ciudadanos tengan empleos con sueldos bajos- parece aún más significativos para el ingreso nacional. Con salarios bajos se tiene mano de obra barata, pero esto dista mucho de ofrecer un atractivo modelo industrial.”

Y más adelante plantea; “Otros argumentan que la competitividad es función de una mano de obra barata y abundante. Pero Alemania y Suecia han prosperado incluso con salarios altos y escases de mano de obra. Además, ¿no debe una nación buscar unos salarios más altos para sus trabajadores como objetivo de la competitividad?” (Porter M. , 2009, pág. 167). Además, este autor considera que entre los determinantes existe una relación de interdependencia, si un país tiene una demanda que presiona por la calidad de los productos que compra, pero no tiene la mano de obra especializada para satisfacer esa demanda, o viceversa, la mano de obra especializada pero una demanda poco exigente, no se produce una ventaja competitiva.

¿Cómo se logra contar con mano de obra especializada y una demanda sofisticada, exigente?, de seguro no se logra con bajos salarios. En cualquier caso, en parte alguna de los trabajos de Porter, una autoridad mundial en el tema, se propone que las ventajas competitivas se logran pagando bajos salarios. Sin duda, el Trabajo de Porter ha recibido críticas en diversos sentidos, al respecto puede verse (Indacochea, 2010), pero ninguna se refiere a la necesidad de salarios bajos para ser competitivos.

Y que les parece la descabellada idea de Henry Ford de duplicar en 1914, los salarios de sus trabajadores, lo que le permitió reducir la rotación del personal, incrementar de forma notable la productividad y reducir costos. Entre otros artículos se puede ver en (Cadarso Vecina, 2012).

O el planteamiento de Carlos Urzúa, Secretario de Hacienda y Crédito Público de México, quien declaró en un panel organizado por el Banco Mundial titulado “Lograr que el crecimiento beneficie a los pobres”, que; “…en el norte de México el salario mínimo se incrementó en 100% y tampoco creo inflación y de hecho aumento el empleo… (Urzúa, 2019).

Por si acaso, debe aclararse que tampoco la teoría de las ventajas comparativa (un concepto distinto al de competitividad) argumenta que los salarios bajos, constituyan una ventaja a explotar y menos que esta se deba construir. La teoría de las ventajas comparativas que analiza exclusivamente el comercio internacional, plantea que los países deben especializarse en la producción de los bienes que requieren alta utilización de los factores de producción abundantes en ese país. Si el factor abundante es la mano de obra, deberían especializarse en aquellos bienes en los que se utiliza mucha mano de obra, no dice que tiene que ser barata o abaratarla, la ventaja debe buscarse en los precios relativos y no en los absolutos. Una discusión didáctica se encuentra en (P. A. Samuelson & W. D. Nordhaus, 2006, págs. 287 – 295).

En resumen, las ventajas competitivas se refieren a la creación y el aprovechamiento de un ambiente de negocios que les permitan a las empresas destacar y el de las ventajas comparativas al mejor aprovechamiento de los factores de producción abundantes en el país.

Las bondades del aprovechamiento de las ventajas comparativas requieren que los mercados funcionen en competencia perfecta, entre otras cosas, con lo que la competencia entre empresas, algo que nuestros empleadores buscan eliminar a toda costa, es una necesidad real para que los efectos que se asocian a las ventajas competitivas y comparativas se manifiesten en el país que busca aprovecharlas de manera efectiva. En resumen, nuestros empleadores buscan ventajas donde no las hay, y desdeñan y tratan de evadir los elementos que si las generan.

IV. El comportamiento de los salarios y de los salarios mínimos en Nicaragua

En la primera parte de este apartado, se discutirá la evolución de los salarios promedios nacionales para referirnos a todos los niveles de salarios reportados al Instituto de Seguridad Social (INSS). En la segunda parte, se abordará lo referente a los salarios mínimos legales y los efectivamente pagados por las empresas, siempre de trabajadores de establecimientos cuyos empleados están asegurados con el INSS.

Los salarios generales se evalúan considerando las siguientes estadísticas que publica el Banco Central de Nicaragua (ver anexo 1);

  • Salario promedio de los asegurados, se refiere al cuadro 3–4 que publica el BCN; “Salario promedio por actividad económica – asegurados del INSS”, en el anexo 1, el dato que se evalúa es el que corresponde a la columna “promedio general”, que corresponde al promedio ponderado de todas las actividades económicas y en el anexo 2 se construye un índice con los datos por cada actividad económica.
  • Índice de salario real de los asegurados, se corresponde con el cuadro III-6 B06 también publicado por el BCN; “Índice de salario real del sector privado, por categoría ocupacional, evaluándose los datos de la columna promedio general, este dato lo presenta el BCN ya procesado, no publica los datos base sobre los que se construye el índice.
  • Salario promedio nacional formal, se refiere al cuadro 3-5 siempre del BCN; “Salario promedio de empleo formal por actividad económica”, se refiere a los salarios que resultan de una Encuesta del Ministerio del Trabajo, recogida de las planillas de empresas de más de 20 trabajadores afiliadas a la seguridad social, incluye 30% del estado y no incluye a defensa.
  • Salarios mínimos efectivamente pagados por actividad económica, se trata del cuadro 3-8 publicado por BCN y tiene como fuente el MITRAB. Este mide los salarios mínimos que los empleadores realmente pagaron a sus trabajadores, el BCN no aclara la metodología con que se recoge esta información y la misma no está disponible en el sitio del MITRAB.
  • Salarios Mínimos legales, la estadística es elaboración propia sobre la base de; (a) para el período 2001 – 2007, 50 años de estadísticas macroeconómicas, 1960 – 2009, Gerencia de Estudios, BCN, S/F, para el resto del período las resoluciones del MITRAB sobre salario mínimo y las Actas de las reuniones de la Comisión Nacional de Salario Mínimo.

Como se observará ninguna de las estadísticas disponibles recoge los salarios del sector informal[1], que generalmente se consideran los más bajos del mercado laboral nicaragüense, véase entre otros a (Brenes Narváez & Cruz Rivera, 2016, pág. 112), (Ramón Talavera & Ortiz Rosales, 2015, pág. 165), (FIDEG, 2016, págs. 25 – 26), pero también el principal empleador, según la Encuesta Continua de Hogares 2012 de INIDE, el empleo informal en Nicaragua alcanza al 81.5% (Ramón Talavera & Ortiz Rosales, 2015) y para 2015 (FIDEG, 2016), encontró que el 72.3% de los empleados estaban en la informalidad, fenómeno que según este mismo estudio afecta más a las mujeres.

[1] En Nicaragua se refiere a negocios que cuentan con entre 1 y 5 trabajadores, que no pagan seguro social y no son profesionales (graduados universitarios), aunque como se conoce el concepto es mucho más complejo que esto, mayor discusión en (Oficina Internacional del Trabajo, 2002), (Brenes Narváez & Cruz Rivera, 2016), para un definición oficial (Vivas Balmaceda, 2005).

Aunque existen diversas estadísticas de salarios, estas solo se diferencias por el segmento de asalariados asegurados que agregan. Algunas de las estadísticas están desde el año 2001 y otras solo desde el año 2006, todas las estadísticas de salarios reflejan los salarios promedios anuales de los salarios observados en cada mes, excepto el de índice de salario real del sector privado, la fuente no indica cómo se construye la información base de este cálculo.

Como se conoce el IPC refleja el comportamiento de los precios de una canasta de productos para un período determinado, reflejando la dinámica de los precios del final del período respecto del inicio de este. Esta diferencia entre la forma de calcular el salario anual y el índice de precios, sesga el crecimiento (positivo o negativo) de los salarios hacia la baja, por lo que se advierte al lector que en realidad los crecimientos positivos son algo mayores y los negativos algo menores.

En este apartado se presentará la evolución de los salarios promedios nacionales, con las advertencias indicadas, los salarios mínimos legales y los efectivamente pagados, así como, el vínculo de los mismos con un conjunto de variables económicas, se intenta demostrar que los salarios han crecido notablemente en términos reales, no obstante, aún se mantienen en niveles en extremo bajos, pese a ello con esos salarios se mantiene el grueso de la recaudación fiscal y hasta se les cobra renta al trabajo.

Aunque los salarios al 2018 se mantuvieron al alza se excluyeron del presente reporte dado que los datos de empleo solo se obtuvieron hasta el 2007, además, los sucesos de abril de 2018 tuvieron un fuerte efecto sobre el nivel de empleo que no puede ser atribuido al comportamiento de los salarios, por lo que los datos de salario de 2018, se excluyeron a fin de evitar confusiones.

IV.a Los salarios promedios nacionales

En todas las series que presenta el BCN, cuyas fuentes son el MITRAB y el INSS, los salarios reales corregidos con el IPC presentan notables incrementos. El salario promedio de los asegurados al INSS, presenta importantes crecimientos de los salarios reales 9.9% en el período 2006 – 2017 y 16% para el 2001 – 2017. Por otro lado, el índice de salario real promedio del sector privado que construye el BCN, muestra así mismo, un crecimiento de 10% para el 2006 – 2017, aunque en este caso el crecimiento se produce únicamente desde el 2017 (anexo 1).

Solo en el caso del salario real promedio nacional formal, se aprecia una reducción de 0.9% para el período 2006 – 2017, sin embargo, cuando esta misma estadística se evalúa en el período 2001 – 2017, se observa un crecimiento de 16.4%. Por lo que entre 2006 y 2017, se debe suponer que los salarios del 70% del estado no incluidos en esta estadística o de los negocios privados de menos de 20 trabajadores afiliadas al INSS, o ambos, han crecido más que el de los negocios incluidos en esta muestra, ya que cuando los primeros se agregan, el salario real se incrementa en ese período.

Los salarios reales por actividad económica en la mayoría de los casos (6 de 9 actividades) presentan en el período 2001 – 2017 crecimiento positivo, aunque, es desde el 2015 que el crecimiento se aprecia con fuerza. Los sectores; agropecuario, comercio y financiero, presentan de manera persistente niveles salariales por debajo de los existentes al inicio del período.

Cuando se toma el 2006 como año base, el crecimiento positivo se produce en 7 de las 9 actividades reportadas, los salarios de la actividad agropecuaria crecen positivamente desde el 2016 y la actividad financiera presenta, contrario al período anterior, crecimiento positivo desde el 2015, con lo cual en el período 2006 – 2017 solo comercio termina con crecimiento negativo y electricidad, gas y agua que se mantiene en el mismo nivel de 2006 (ver anexos 2, 2.a, 2.b y 2c). Con lo que se debe concluir que el crecimiento positivo de los salarios reales se acelera en el período 2006 – 2017.

El comportamiento de los salarios reales evaluados con el deflactor del PIB, presentan así mismo un crecimiento de 6%, el deflactor del PIB es la diferencia entre el PIB a precios corrientes y el PIB a precios constantes (precios del 2006 en este caso). Esta tendencia indica que los salarios también han ganado poder de compra respecto al resto de precios de la economía no incluidos en la canasta de productos que mide el IPC, que supondría un crecimiento incluyente, es decir, que los asalariados asegurados han ganado con el crecimiento de la economía (ver anexo 1).

IV.b Evolución de los salarios mínimos

Los salarios mínimos efectivamente pagados por actividad económica, también presentan, un importante crecimiento en términos reales. En el período 2001 – 2017 el menor crecimiento es en minas 13% y el mayor en el gobierno central 143%, los crecimientos en el sector financiero 129% y en el agropecuario 86%, no son nada despreciables. En el periodo 2006 – 2018, nuevamente minas acompañado de electricidad y gas, presentan el menor aumento, que por menor no deja de ser impresionante; 37% y 39%, mientras que los mayores aumentos están siempre en el gobierno central 94%, financiero 90% e industria manufacturera 78% (ver anexo 3 y 4).

Los salarios mínimos reales legales presentan, así mismo, importantes incrementos, en el período 2001 – 2017 el que menos creció fue el de las zonas francas 86%, el resto creció más de 100%, destacando la industria manufacturera con 149%. En el período 2006 – 2017, aunque los crecimientos son menores, en la mayoría de los casos superan el 90%, siendo el mayor el del sector agropecuario con 103% y los menores con un nada despreciable 30%, que le corresponde a la micro y pequeña industria artesanal y turística nacional, y 59% a las zonas francas (ver anexos 5, 5.a y 5.b).

En el período 2001 – 2017, los salarios mínimos efectivamente pagados por los empleadores, son en general mayores que los salarios mínimos legales hasta más o menos el 2012, desde esa fecha la relación se invierte, pasando a ser mayores los últimos, en otras palabras, para el final del período, los empresarios están violando la ley al pagar salarios inferiores al mínimo legal. Los empleadores no solo se resisten en la negociación a permitir su incremento, sino que también a su implementación. Además, indica poca capacidad (o en su defecto laxitud), de las autoridades para hacer cumplir la ley, lo suyo habría que decir del movimiento sindical en términos de garantizar que la ley se cumpla.

Resulta irónico que en todo el período los empleadores hayan efectuado enormes esfuerzos, para que los reajustes de salarios sean menores que los propuestos por los sindicatos, cuando el salario efectivamente pagado se había mantenido por encima del mínimo legal (ver anexo 6).

Cuatro respuestas podrían explicar ese comportamiento;

(1) oponerse a todo aumento de salarios es un acto reflejo de los empresarios,

(2) efectivamente los salarios mínimos presionan al alza del resto de salarios, en especial los que están cercanos en un nivel superior, por lo que los empresarios luchan por que el salario mínimo legal no suba.

(3) en realidad los salarios mínimos efectivamente pagados, no se refieren al salario que devengan los puestos de trabajo a los que corresponde este nivel salarial, es decir; los puestos de trabajo ocupados por mano de obra no calificada, sino que esa estadística se refiere al menor salario en planilla del negocio, un tema que el BCN no aclara en los documentos “Sistema de Cuentas Nacionales de Nicaragua; Año de Referencia 2006” (BCN, S/F) y “Notas Metodológicas 2004; Indicadores económicos” (BCN, 2010).

(4) los datos están mal, en cuyo caso habría que cuestionar todo el sistema de cuentas nacionales, pero hasta hoy los actores, empresarios, sindicalistas y el estado no han planteado nada al respecto.

En el anexo 6.a, se presenta la relación entre los salarios promedios nacionales por actividad económica a precios corrientes entre el salario mínimo legal, también a precios corrientes, como se podrá apreciar dicha relación tiende a disminuir en todas las actividades incluidas, esto es un reflejo del hecho ya demostrado que los salarios mínimos reales han crecido a una velocidad mayor que los salarios promedios nacionales.

El salario promedio nacional ponderado en febrero de 2019 (C$ 10,941.7), es solo un 17% superior que el mínimo legal de la construcción, servicios financieros y seguros (C$ 9,346.6), esto supone que alguien que trabaja como ayudante en la construcción, pudiera estar ganando lo mismo que un profesional en otras actividades económicas, lo que claramente constituye un desestimulo a la formación técnica y profesional, y precisamente porque el salario de ayudante este muy alto como veremos adelante.

Como se recordará solo el salario mínimo está regulado por ley, el resto de salarios se fijan por acuerdo entre empleador y empleado. El comportamiento descrito anteriormente, implica que los empleadores han aumentado menos al resto de trabajadores que a los que ganan el mínimo.

IV.c Salarios y pobreza

Por otro lado, las líneas de pobreza y pobreza extrema, definida por las Encuestas de medición de Nivel de Vida de 2014 (INIDE, 2016) y 2016 (INIDE, 2016), calculada para un mes y un hogar de 4.9 personas, acorde a los resultados del Censo de 2005 (INEC, 2006), resulta en el año 2014 en C$ 3,507.97 para la pobreza extrema y de C$ 5,670.49 para la pobreza general (equivalente a USD 135.14 y USD$ 218.44 respectivamente al tipo de cambio promedio de 2014). Para el año 2016 resulta en C$ 3,752.98 córdobas para la pobreza extrema y C$ 6,103.66 para la pobreza general (equivalentes a USD$ 144.57 y USD$ 235.13 al tipo de cambio oficial promedio de 2016[2]).

Si lo comparamos con los salarios vigentes al final de cada año veremos que el salario mínimo legal para el sector agropecuario está por debajo de ambas líneas, en ambos años una familia de obreros agrícolas para apenas tener los ingresos equivalentes a la línea de pobreza general, debía de tener dos miembros trabajando con empleo pleno. Por otro lado, con la excepción de Construcción, servicios financieros y seguros, y Minas y canteras, todos los salarios mínimos legales están por debajo de la línea de pobreza general.

[2] Las líneas de pobreza extrema y pobreza general encontradas por FIDEG en 2015 (FIDEG, 2016), son superiores a las de INIDE; C$ 5,085.61 y C$ 10,253.25, siempre para una familia de 4.9 miembros.

En el caso de los salarios mínimos efectivamente pagados en las dos actividades indicadas, la situación es un poco más grave, ya que a partir de 2014 estos son levemente inferiores a los legales, por lo que las distancias entre estos y las líneas de pobreza se incrementan. Por otro lado, el salario promedio nacional ponderado de los asegurados, es en 2014 solo un 46% mayor que la línea de pobreza general, el salario promedio nacional de la actividad; agropecuario, silvicultura, caza y pesca, por el contrario (anexo 2), es en 2014 un 12% menor que la línea de pobreza general y 4% en 2016.

Si el país desea erradicar la pobreza extrema y la pobreza general, es un contrasentido que sus salarios mínimos no alcancen a cubrir la línea de pobreza o se encuentren cercanos a ella. Fuera de los casos de negocios de pobres que emplean a otros pobres, que se pueden encontrar en los micros y pequeños negocios, esta situación implica una transferencia directa de los trabajadores al margen de utilidad de los empleadores. Las políticas públicas en materia de salarios y empleo, deberían orientarse a la eliminación de este nivel de salarios, complementadas con políticas de promoción efectiva de las MIPYME, cuyo principal problema es la escasez de compradores, es decir; de demanda, la misma que depende en buena medida de los salarios.

Algo así, como ir de Poncio a Pilatos, los empleadores luchan por salarios bajos, los salarios bajos mantienen la demanda disminuida, que resulta en un mercado con pocos compradores. En los informes de coyuntura abril 2019 y mayo 2019 de FUNIDES, se lee que el desempleo y el ingreso de las familias, son problemas de bienestar social y se colocan en el mismo nivel de la estabilidad social, un intento de eludir responsabilidades, el bienestar social es un problema exclusivamente del estado, mientras el desempleo y los ingresos de las familias es un problema que comparten los empleadores y el estado, y no son sociales, son económicos, son determinantes de la demanda, que como se indicó es la otra cara de la oferta y del crecimiento económico.

Con los niveles de salarios observados no puede esperarse que la demanda nacional pueda impulsar la oferta en la cantidad y calidad que el país requiere para salir del subdesarrollo. Como ya se ha indicado para producir más y mejor, se requiere que la demanda genere los estímulos correspondientes y que la fuerza de trabajo esté preparada para atender esa demanda. Pero de acuerdo con estos datos, se debe esperar que la demanda se encuentre concentrada en la alimentación de las familias y que estas, a duras penas puedan adquirir los bienes que requieren para alimentarse adecuadamente. Con el diamante de Porter para la competitividad en mente, con esos salarios no debemos esperar que la demanda se torne sofisticada y exigente, y menos que la fuerza de trabajo esté preparada como para atender esa demanda.

IV.d Salario y Canasta básica

La canasta básica de Nicaragua fue el producto de una negociación entre el estado, los empresarios y los sindicatos, actualmente contiene 53 productos divididos en tres grupos de bienes; alimentos, vestuario y usos del hogar. Esta fue construida a mediados de los años ochenta sobre la base de la encuesta de ingreso – gasto realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) entre los años 1984-85. “Estos productos fueron seleccionados de acuerdo a los requerimientos mínimos (nutritivos calóricos[3]) y el consumo de una familia compuesta por seis personas, cuatro adultos y dos niños.” (Treminio Torres, 2013).

Desde entonces la canasta básica se ha utilizado como referente para medir el comportamiento de los salarios. La convicción de que la construcción de la canasta fue realizada con datos correspondiente a una realidad que se había transformado profundamente, llevo a la revisión de su composición, la que estuvo a cargo de la Comisión Nacional de Salario Mínimo iniciando su trabajo en 2005.

En 2007 la canasta básica se ajustó al alza, se eliminaron dos productos del grupo de alimentos (Banano maduro y Café molido) y se agregaron 4 (Ayote, Chiltoma, Naranja y Pastas alimenticias) pero el ajuste más importante se produjo en las cantidades de prácticamente todos los productos, solo 4 artículos no variaron, uno se redujo y el resto se incrementó en muchos casos por encima del 100% de los valores anteriores. Por ello no se puede comparar el valor de la canasta del 2007 con los años anteriores.

Desde entonces se plantea que la canasta básica nicaragüense es la de mayor costo de Centroamérica (Treminio Torres, 2013). Lo que supondría que Nicaragua tiene el salario mínimo más alto de la región o por lo menos las presiones salariales más altas; huelgas por incrementos salariales, manifestaciones, etc., sin embargo, este no es el caso, por el contrario, pese a los bajos salarios reportado en el país, la presión por aumentos es casi inexistente, más allá de la negoción administrativa de los reajustes salariales de la Comisión de Salario Mínimo.

Tanto el salario promedio nacional como los salarios mínimos legales presentan una tendencia a incrementar el grado de cobertura de la canasta básica de 53 productos, de forma que el porcentaje de cobertura entre 2007 y 2018 se duplicó en todos los casos, sin que aún se acerque a cubrir el 100%. El salario promedio nacional de los asegurados cubre en 2018 el 80% del valor de la canasta (ver anexo 8) y el salario mínimo más alto (construcción, servicios financieros y seguros), alcanza a cubrir el 70%, mientras el más bajo (agropecuario, silvícola y pesca), el 31% de dicho costo.

Es llamativo que el salario promedio de todos los asegurados, solo alcance, una cobertura de la canasta, diez puntos porcentuales por encima del salario mínimo más alto de la tabla, ya que este promedio nacional, incluye los salarios más altos del mercado laboral reportados al INSS, gerentes de empresas nacionales y trasnacionales del nivel de Cargill, Claro, Unilever, Walmart, para mencionar algunas, que seguramente rondan los 20 mil dólares mensuales o más.

IV.e Salarios e impuestos

La ley de Concertación tributaria (Asamblea Nacional de la Reública de Nicaragua, 2012) y sus reformas, establece que los trabajadores cuyos salarios son iguales o superiores a los 100,001

[3] El entre paréntesis es propio, según el “Acta número 1 de la Comisión Especial de la Comisión Nacional de Salario Mínimo para Analizar y Reformar la Estructura de la Canasta Básica”. córdobas anuales deben pagar el impuesto sobre la renta del trabajo, la tasa a aplicarse es progresiva según los salarios sean mayores, de la siguiente forma:

Inicialmente la ley contempló una reducción de las tasas (porcentaje aplicable) de 1% anual, entre el quinquenio de 2016 – 2020, que implicaría que el porcentaje mínimo terminaría en 10% y el máximo en 25%, la reforma a la ley concertación tributaria de 2014 eliminó esa posibilidad. La ley establece la posibilidad de que un conjunto de gastos de los trabajadores sea deducible del pago del impuesto, entre otros, el pago del seguro social correspondiente al trabajador, que a la fecha es de 7% (Consejo Directivo del Instituto Nicaraguense de Seguridad Social, 2019), mismo que se deducirá directamente de planilla por parte del empleador.

También son deducibles gastos en educación, salud y contratación de servicios profesionales, hasta por un monto máximo incremental de cinco mil córdobas por año (C$5,000.00) por los siguientes cuatro años, hasta alcanzar un monto de veinte mil córdobas (C$20,000.00) en el año 2017 y los aportes o contribuciones de las personas naturales asalariadas a fondos de ahorro y/o pensiones distintas de la seguridad social, siempre que dichos fondos cuenten con el aval de la autoridad competente. Para obtener estos beneficios los trabajadores deberán efectuar las gestiones correspondientes en la Dirección General de Ingresos y soportar los gastos deducibles con soportes adecuados; facturas o recibos. Lo que hace suponer que mayoritariamente los trabajadores no hacen uso de esta posibilidad.

Lo que implica que los trabajadores solo se beneficiaran del gasto deducible correspondiente al pago del INSS que concierne al trabajador. Lo que da como resultado que un trabajador que percibe un salario de C$ 8,960.66 córdobas mensuales, una vez descontado la contribución al seguro social, debe pagar un 15% de Impuesto sobre la Renta al trabajo sobre el excedente de C$ 100,000.0 córdobas anuales, en ese caso sobre C$ 1.0 córdobas. El salario mínimo de la construcción, instituciones financieras y seguros, a partir de septiembre de 2018, quedo en C$ 9,346.59 córdobas mensuales equivalente a un ingreso anual de C$ 104,307.94, (descontado el pago del seguro social que corresponde al trabajador) por lo cual deben pagar 15% por 4,307.94, que corresponde al excedente de los C$ 100,000.0 córdobas que están exentos.

El salario de esta actividad es equivalente a USD $ 296.22 dólares y la línea de pobreza general oficial de 2016 es de USD $ 213.26 dólares, si se supone que su valor en dólares no vario desde esa fecha, alguien que gana un 39% por encima de la línea de pobreza debe pagar IR. El proyecto de reformas a la ley de concertación tributaria de 2019 indica en su página 7 que; “Como enfoque general, se persigue aumentar la tasa efectiva de Recaudación del IR, la cual en los últimos 5 años en promedio se ha mantenido entre 2% y 2.5%, a pesar que en este período la inflación ha sido baja y el crecimiento del PIB superaba el 4%, las empresas han aumentado su rentabilidad, pero esto no se vio evidenciado en las Declaraciones del IR…”, es decir; alguien que a duras penas sobrevive sin ser pobre paga 15% de IR, pero las empresas en promedio no sobrepasan el 2.5%.

Otra forma de decir lo mismo, es que mientras los trabajadores, si o si, pagan impuestos de renta al trabajo de 15% por devengar el salario mínimo, que a su vez es solo un 39% más alto que la línea de pobreza general, los empleadores que también pagan sobre la base de excedente de sus ganancias netas y subrayo la palabra porque ellos pueden y tienen la posibilidad de deducir todos sus costos mientas los asalariados no, solo están pagando entre un 2% y 2.5%, si a ello se agrega que la mayor contribución de los ingresos locales del estado, es la de los impuestos indirectos, nos daremos una idea de quien paga los platos rotos y quien se lleva lo suyo, la ganancia y lo de todos; los impuestos que se deben pagar.

V. El comportamiento del empleo

No fue posible obtener series de empleo para los períodos y desagregados que se muestran en el apartado sobre los salarios. Las únicas estadísticas localizadas son presentadas por el Banco Central, pero únicamente recogen la composición del empleo por sectores de actividad económica en porcentaje, para el período 2009 – 2017 (anexo 10) y los agregados en porcentajes de las tasas de la Población Económicamente Activa (PEA) y sus ratios con la Población en Edad de Trabajar (PET), el desempleo como proporción de la PEA y subempleo como proporción de los ocupados plenos, para el período 2003 – 2017 (anexo 11).

Estas estadísticas no permiten analizar el comportamiento del empleo de las actividades económicas de manera individual, sin embargo, las tendencias en los agregados de desempleo y subempleo son funcionales para el análisis a ese nivel del mercado laboral nicaragüense. El empleo en Nicaragua presenta cuatro características relevantes que afectan los resultados que aquí se muestran;

(1) El empleo es altamente estacionario. La Actividad agropecuaria y silvícola, presentan notables picos de empleo en determinados períodos del año, la primera durante las cosechas de los principales productos de agro exportación, en especial del Café, la Caña de Azúcar y el Maní, en la silvicultura el grueso del empleo es en los meses de verano. En el caso de la pesca, el empleo es más estable pero menor que los dos anteriores. Así mismo, en el caso del comercio se presenta una fuerte estacionalidad por la concentración de ventas en cuatro períodos del año; diciembre, febrero, abril y mayo, aunque los más fuertes son el primero y el último. Estos ciclos de ventas altas, implican empleo de fuerza de trabajo temporal, remunerada o no, no solo en el comercio, sino que también en varias manufacturas y servicios, como madera mueble con mayor actividad en mayo y diciembre (Romero Jirón, 2010), en cuero y calzado en diciembre y febrero, como se conoce, en turismo la temporada alta constituye el período de mayor empleo, etc.

(2) Por otro lado, los datos de empleo están influenciados por la migración internacional de la fuerza de trabajo, especialmente de jóvenes, lo que es fácil suponer dado el notable crecimiento de las remesas familiares. Sin embargo, el proceso migratorio ha sido constante en el período analizado. Obviamente la migración internacional funciona como una válvula de escape para el desempleo abierto y el subempleo, en especial por la migración hacia Costa Rica, destino de buena parte de la migración de fuerza de trabajo no calificada, sobre todo femenina.

(3) La alta rotación del personal contratado, que se refleja en las oscilaciones de los trabajadores reportados al INSS, y el fuerte proceso de surgimiento y quiebra de emprendimientos de negocios de todos los tipos, propio de los países latinoamericanos en donde los micros, pequeños y medianos negocios, constituyen el grueso de los negocios y el sector informal el refugio de los trabajadores excluidos del denominado sector formal.

(4) El problema del empleo en Nicaragua tradicionalmente ha estado determinado por un elevado subempleo[4] de la fuerza de trabajo y no por el nivel de desempleo abierto. Buena parte de los subempleados son ubicados desde otra perspectiva como cuentapropistas o auto empleados, o como “microempresarios”, otra parte importante de los sub empleados laboran en negocios del sector informal.

Cuando fue posible, se tomó el mismo período del año para todas las series de datos de empleo a fin de disminuir el efecto estacional del trabajo, lo que se indica en los cuadros correspondientes. Los datos de empleo publicadas por el Banco Central, tienen como fuente la Encuesta Continua de Hogares, que realiza trimestralmente el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE). En Ninguno de los casos se tuvo la información base del empleo, ya que el Banco Central solo publica las series como porcentajes.

V.a Concentración del empleo en pocas actividades y los mercados heterogéneos

La estructura del empleo en el país por actividades económicas, refleja que el sector agropecuario, silvicultura y pesca, es el principal empleador con casi un tercio del empleo total, seguido de comercio y de servicios comunales, sociales y personales. En 2017 la actividad agropecuaria y el comercio, representan más del 50% de la fuerza de trabajo ocupada del país. Si se suman los tres sectores mencionados y se agrega la manufactura, estas cuatro actividades, de 11 reportadas, generan más del 77% del empleo total (Anexo 10).

Como ya se indicó en la actividad agropecuaria y el comercio, hay tendencia a que los sueldos estén por debajo o iguales al salario mínimo. Esto se contradice con los datos del empleo, ya que, en condiciones de competencia, se supondría que las actividades en las que existe mayor demanda de trabajo, los salarios deberían crecer más de prisa que en el resto. El principio de a mayor demanda mayor precio, no se cumple en este caso, debido a que la fuerza de trabajo que estas actividades demandan es precisamente la que está dispuesta a trabajar por el salario mínimo o menos.

[4] Se refiere a los ocupados que trabajan menos de las horas establecidas por semana por causas involuntarias, y que están dispuestos a trabajar más horas. También se incluye a las personas ocupadas que durante el período de referencia, trabajan más de las horas establecidas y ganan menos del salario mínimo. Por ejemplo, el salario promedio de minas y canteras que más que duplica el promedio nacional, podría indicar que el marcado laboral de esa actividad, muestra un exceso de demanda de trabajo respecto de la oferta, de forma que pocos trabajadores están dispuestos a trabajar en las minas, por lo que los empleadores suben los salarios a fin de atraer fuerza de trabajo.

Aquí uno de los puntos relevantes del mercado laboral. En general se tiende a representar este mercado como uno en el que se vende un producto; empleo, fuerza de trabajo o mano de obra. Mediante estos conceptos se logra una abstracción que homogeniza el bien que se vende y compra, aunque en los hechos, dicho bien es heterogéneo. La fuerza de trabajo o mano de obra que los empleadores demandan es específica, en el sentido que debe de contar con determinadas cualificaciones, de forma que pueda cumplir las funciones del cargo que debe desempeñar. Aun en las actividades que no requieren de calificación profesional, se requiere como mínimo experiencia y ciertos conocimientos empíricos que se asocian a esta.

Por ejemplo, una empresa agrícola que necesita limpiar a machete un campo, no va a buscar “mano de obra” en un barrio de obreros de la industria manufacturera, ni va a contratar a alguien que no haya trabajado en el campo como chapiador, tampoco una industria manufacturera contratará obreros agrícolas para trabajar en la fábrica, al menos no en un país donde la industria manufacturera ya se ha instalado debidamente.

La demanda y oferta de fuerza de trabajo calificada, es aún más compleja, porque ser más específica y especializada, se puede demandar un ingeniero estructural, o que tenga experiencia en obras horizontales o verticales, en hidrología, etc. El punto aquí es que se trata de productos heterogéneos, distintos entre sí, lo que según la teoría de los mercados debe analizarse y tratarse por separado, ya que como se indicó antes, el análisis de mercado de un producto solo es válido si se trata de un producto homogéneo.

V.b Algunas tendencias del empleo en Nicaragua

Según datos oficiales, la tasa de desempleo abierto paso en el período 2003 – 2017 de 7% a 3.27%, es decir; se redujo más de la mitad. Esto es consistente con el crecimiento económico registrado en los últimos años. Durante todo el período, se registra una tendencia a la disminución de la tasa de desempleo abierto, solo los años entre 2008 – 2010, se aprecian signos de erosión, precisamente los años en que la economía mundial se deterioró producto de la crisis financiera vinculada a la burbuja inmobiliaria, lo que afecto el desempeño de la actividad económica nacional.

Por otro lado, el porcentaje de ocupados con subempleo (sub ocupados entre ocupados) se redujo en – 1.01 puntos porcentuales en el período 2009 – 2017, indicando una reducción relativa de sub ocupados respecto del total de ocupados. Dicho en otras palabras, si el flujo migratorio hacia el exterior fue constante en el período, se habría incrementado el empleo más allá del crecimiento natural de la PEA y se redujo la proporción que representan los subempleados respecto del empleo total, para que esto fuera posible, la disminución del subempleo tuvo que ser mayor que el crecimiento del empleo.

Si este desempeño lo asociamos con el comportamiento de los salarios, es fácil apreciar que se trata de una situación en la que los salarios reales medidos para diferentes indicadores, están creciendo al mismo tiempo que el empleo. Lo que contradice la máxima de las ideas dominantes de que a mayor salario mayor desempleo. V.c El nivel de empleo y los salarios reales

En el análisis tradicional de los mercados existe una relación directa entre el nivel de los salarios reales (salario que recibe el trabajador entre la inflación) y el nivel del empleo, esto es así dado que, se asume que los mercados funcionan en competencia perfecta y que los precios están dado por el estado de la oferta y la demanda, el salario es el precio de la mano de obra, si por alguna razón, por ejemplo la regulación estatal, ese precio es muy alto, los compradores de mano de obra compraran menos y los trabajadores que ofrecen mano de obra incrementaran la oferta, la PEA no activa (en Nicaragua, personas en edad de trabajar que no tienen empleo y no lo han buscado en los últimos 3 meses) se reincorporará a la PEA.

Pero, ¿cuál es el nivel de salario real que equilibra el mercado de trabajo?, a eso habría que contestar; ¡¡¡una más fácil!!!!, nadie en nuestro país lo ha estudiado, el supuesto que se asume es que existen altos niveles de subempleo y desempleo abierto, que indicarían un excedente de oferta de mano de obra, en esas condiciones el salario debe ser bajo, pero de nuevo ¿cuán bajo debe ser el salario para ubicarlo en equilibrio con la demanda de mano de obra, ¿el más bajo de Centroamérica?

De acuerdo con datos oficiales en Nicaragua a estas alturas solo se debería hablar de subempleo, ya que la tasa de desempleo abierto es en realidad baja desde el 2015 el desempleo abierto es menor a 5% (ver anexo 11). En este sentido para que la oferta de trabajo presente excedentes, se asume que los subempleados desean tener un empleo pleno, lo que es posible pero no necesariamente valido para todos los subempleados, ya que parte de los que están en esta categoría son propietarios de su negocio desde hace muchos años y están más en función de consolidar y hacer crecer el negocio, que de obtener un empleo asalariado, que implica perder la cuota de mercado que han ganado y la libertad que ofrece el autoempleo.

De acuerdo con los datos del cuadro anterior, un obrero agrícola nicaragüense que trabaja en las labores del café, recibía al momento de levantarse los datos, USD$ 124.0, pero si emigraba a Costa Rica por ese mismo trabajo, recibía USD$ 538.19 por mes, con razón los cafetaleros nacionales pegaron el grito al cielo cuando Costa Rica decidió legalizar la entrada de cortadores nicaragüense de café a ese país e incorporarlos al Seguro Social. VI. Lo encontrado por otros estudios

“De la revisión de los estudios existentes, es posible postular que las evidencias encontradas son de carácter mixto, puesto que algunos estudios detectan un efecto negativo (Neumark y Wascher, 2008), mientras que la mayoría[5] tiende a no encontrarlo (Stewart, 2004; Dube et al, 2010; Lemos, 2010 o Manning, 2012).” (Velásquez Pinto, 2017)

“Esta conclusión está basada en Doucouliagos y Stanley (2009) quienes realizaron un meta- estudio de 64 investigaciones sobre salario mínimo y empleo adolescente en los Estados Unidos, publicadas entre 1972 y 2007. Al identificar las más de 1000 estimaciones constataron que las más precisas estadísticamente se concentraron en cero o cerca de cero efectos sobre el empleo.

Del mismo modo, el trabajo de Wolfson y Belman (2012) que se centró en estudios publicados desde el año 2000 y generó 201 estimaciones de efectos sobre el empleo total, no reveló efectos de empleo negativos estadísticamente significativos del salario mínimo. Estos mismos autores sostienen que un número significativo de estudios con resultados similares no lograron ser incluidos en el trabajo de Neumark y Wascher (2008).

También dicha conclusión se sostiene al revisar varios estudios más recientes como los de Dube, Lester, y Reich (2010), Addison, McKinley Blackburn y Cotti (2012), Sylvia Allegretto, Dube y Reich (2011), Hirsch, Kaufman and Zelenska (2011) y Sabia, Burkhauser and Hansen (2012), la literatura de salario mínimo en adolescentes mostró una gama de efectos positivos y negativos, pero también una gran alza de las estimaciones más exactas en o muy cerca de cero.” (Velásquez Pinto, 2017)

La mayoría de los estudios realizados encontraron que el impacto de un aumento de los salarios mínimos en el empleo, es poco relevante o cercano a cero, que el aumento de los salarios podría inducir aumentos en las horas trabajadas, algunos de los que encontraron efectos también encontraron incrementos en el empleo informal (desplazamientos del empleo formal al informal), pero también encontraron efectos positivos en los salarios en el empleo informal, así como, mejoras en la distribución del ingreso. (Velásquez Pinto, 2017).

El trabajo de Alaniz (Alaniz, Gindling, & Terrel, 2010), sustentado en información de hogares levantada para fines distintos a los del análisis de salarios, intenta medir el impacto de los salarios mínimos en Nicaragua, al menos lo que se conoce de este, no obstante, deja más dudas que respuestas. Por ejemplo, los períodos en los que se levantaron los datos panel, son siempre los mismos para todos los años, la reducción del empleo encontrada 5% del empleo, para un aumento de 10% en el salario real, ¿cómo se calculó?, ¿se tomó en cuenta la migración, los índices de movilidad laboral, la estacionalidad del empleo y el efecto del surgimiento y quiebra de los negocios MIPYME?

Además, en el estudio se confunde la competitividad o se asume una concepción distinta a la de Michael Porter (Porter M. , 1991), en el sentido que se afirma que un aumento real de los salarios reduce la competitividad (Alaniz, Gindling, & Terrel, 2010, pág. 3), un argumento repetido

[5] El subrayado es del autor del presente trabajo. constantemente por los empleadores del país, que no se sustenta en la conceptualización generalmente aceptada de competitividad.

VII. El resto de rostros de la misma moneda

En este apartado se establecerá el vínculo entre los salarios y la demanda interna, así mismo, se intentará profundizar en algunos de los argumentos más utilizados por los empleadores para resistirse a elevar los salarios y se intentará demostrar que los mercados nicaragüenses lejos de funcionar en competencia perfecta, tienen una tendencia a la conformación de monopolios y oligopolios con comportamiento monopolistas, lo que tiene efecto en los salarios y el nivel de la actividad económica.

VII.a Demanda interna y salarios

Toda economía tiene dos caras; una de estas es la producción, en esta además de elaborarse los bienes y servicios, se desarrolla el conflicto entre salarios y ganancias, si los precios están determinados por el mercado, a mayor ganancia menor salario, la segunda es la demanda, se produce en la esfera de la circulación, las mercancías elaboradas en el ámbito de la producción para que se puedan transformar en ganancia deben venderse, deben encontrar un comprador, es decir; tener demanda efectiva.

La producción en el sistema económico en que vivimos, para que sea interesante al inversionista, necesita que tenga una demanda y esa demanda debe ser efectiva, es decir; la producción debe encontrar una población que la pueda comprar. El crecimiento económico sostenido, debe, por consiguiente, contar con una demanda efectiva en crecimiento.

Los ingresos de la población deben permitirle comprar sus alimentos, también deben permitirle comprar todo tipo de cosas necesarias para la vida de hoy (alimentos, servicios básicos, salud, educación, vivienda, refrigerador, televisor, cocina…), y finalmente acceder a ocio, recreación y cultura. Caso contrario la economía se estanca y se concentra en la producción de alimentos para quienes puedan comprarlos.

Los salarios son claves para los ingresos de las familias, la inmensa mayoría de nicaragüenses percibe sus ingresos a través de los salarios. El PIB como corriente de ingresos mide como se reparte dicho ingreso, en este se consideran cuatro agentes receptores de ingresos, los trabajadores que perciben un salario, el estado que recauda impuestos, la ganancia bruta de las empresas (sociedades y cuasi sociedades) y la ganancia bruta de los hogares que al mismo tiempo son el hogar del productor; campesinos, trabajadores por cuenta propia y micro empresas en especial las que laboran con trabajadores no remunerados.

En Nicaragua entre el 2007 y el 2017 los salarios han constituido entre 36% y el 40% de los ingresos de las familias o del Producto Interno Bruto, medido como corriente de ingresos (ver anexo 9). En estados Unidos, el trabajo recibe casi tres cuartas partes del ingreso nacional (P. A. Samuelson & W. D. Nordhaus, 2006, pág. 223), la diferencia obviamente se relaciona con los bajos niveles salariales que reciben los trabajadores nicaragüenses respecto de las ganancias que perciben los propietarios de negocios. Siempre en el anexo 9, se puede apreciar que los excedentes de explotación bruto, que registra las ganancias de las sociedades y/o cuasi sociedades nicaragüenses, representa en 2017 el 30% del Producto Interno Bruto como corriente de ingresos y como se indicó las remuneraciones de los asalariados constituyen el 40% de ese mismo indicador. Es decir; por cada córdoba que reciben los asalariados los empleadores obtienen C$ 0.75 centavos de córdobas de ganancia bruta, sin contar que la cuenta “ingresos mixtos” también recoge ganancias, pero en este caso de las unidades productivas que al mismo tiempo son el hogar del productor.

Para el lector no familiarizado con estos datos, lo dicho tal vez no implique mucho por lo que tratare de abundar, si en EEUU, con todo y su capitalismo salvaje, el 75% del PIB medido como corriente de ingresos termina en manos de los asalariados, eso significa que las empresas (y los hogares productores) y el estado tienen el 25% del PIB para distribuírselo entre ellos, mientras en Nicaragua esos mismos sectores se quedan con el 60% del ingreso.

Por qué existe una diferencia tan marcada, básicamente porque como dice Stiglitz (Stiglitz, 2012), los empresarios estadounidenses aprendieron a un costo muy alto la necesidad de mantener la demanda en un nivel adecuado y la importancia de los salarios para ese nivel de demanda, pero también para garantizar una elevada productividad. Con lo que toma mayor forma, las referencia a Carlos Urzúa, Secretario de Hacienda y Crédito Público de México y a Henry Ford, efectuadas en el apartado II, relacionadas con los efectos positivos para la economía y los empresarios del aumento de los salarios.

En resumen, la tendencia de los empleadores nicaragüenses de pagar salarios bajos, es un acto suicida, está orientado a matar la gallina de los huevos de oro. El nivel de ingresos es clave en la determinación de la demanda y está fuertemente influenciado por los salarios, ya que estos constituyen la fuente de ingresos de la inmensa mayoría de las familias, cuando los ingresos se incrementan de manera generalizada las compras de todos los bienes y servicios suben, provocando que aumente su producción, por el contrario, cuando los ingresos se reducen las compras disminuyen y la producción se contrae.

Nadie produce bienes que sabe que no venderá, los manufacturadores y productores de bienes y servicios, toman sus decisiones basados en el mercado, si hay compradores a un precio que cubra sus costos más sus expectativas de ganancia, producirán los bienes, sino ajustaran su oferta a la baja. En la economía de mercado, existe una relación directa entre las cantidades demandadas y las cantidades producidas, de ahí la necesidad de que los salarios se ubiquen en un nivel adecuado, a fin de que, al transformarse en demanda, estimulen el crecimiento de la oferta.

Samuelson y Nordhaus lo plantean de esta forma; La demanda de los consumidores tiene que coincidir con la oferta de bienes y servicios de las empresas para determinar qué se produce en última instancia. (P. A. Samuelson & W. D. Nordhaus, 2006, pág. 27). Es decir; si tenemos un pastel de una libra, pero queremos que sea de dos libras, necesitamos dos cosas; (a) inversionistas que deseen producir la otra libra y (b) demandantes que quieran y puedan comprar la libra adicional, de lo contrario el pastel continuará en una libra.

El ingreso de la inmensa mayoría de asalariados se traduce inmediatamente en demanda interna, sin la cual no habría producción, pero el ingreso que perciben las empresas de mayores dimensiones, en la forma de ganancia y sobre ganancia, ¿se traduce inmediatamente en inversión u otra forma de consumo?, al parecer nuestros empleadores esperan que la migración y las remesas, la cooperación internacional y los inversionistas externos, sustituyan por siempre la demanda interna que se debería originarse en el pago de salarios.

VII.b Competencia perfecta versus comportamientos monopolistas

El modelo neoclásico de mercado laboral en equilibrio, es correcto para comprender como funciona un mercado de trabajo en competencia perfecta, lo que no dice, es que en realidad no sabemos cuál es el salario de equilibrio o dicho de otro modo si estamos frente a un mercado laboral en competencia perfecta, de donde se desprende que el salario existente al momento de definirse el salario mínimo, refleja fielmente el estado de la oferta y la demanda de trabajo, es decir; que este sea el salario de equilibrio para el mercado de mano de obra no calificada.

De la mano con los programas de estabilización y ajuste estructural vino la flexibilización de los mercados de trabajo, enfocados en reducir el nivel de influencia de los sindicatos y la reducción de los salarios, (Stiglitz, 2012, págs. 136, 360), pero también trajeron en la maleta, el fortalecimiento de los gremios de los empresarios, que desde mucho antes de los programas, han jugado un papel importante en nuestros países, pero a ellos había que fortalecerlos, no reducir su influencia… en los mercados.

El supuesto de estas políticas, es que los trabajadores al organizarse en sindicatos forman una sociedad, algo así como un monopolio o cartel, que distorsiona el mercado de trabajo, introduciendo inflexibilidad a la baja del salario y presionando por su aumento, también supone que los empresarios no hacen lo mismo, que no se ponen de acuerdo para pagar salarios por debajo de lo que corresponde o que en general no aprovechan su poder de empleador para bajar al máximo los salarios o que no existen barreras en el mercado laboral a la entrada o salida de los trabajadores.

Existe evidencia que los empresarios nicaragüenses tienen fuertes tendencias a comportamiento monopolistas (Romero Jirón, 2016) y a utilizar a su favor, la gran capacidad de influencia que tienen en los centros de toma de decisiones, al respecto se puede consultar el trabajo de Alexander Segovia (Segovia, 2005). No es casual que la mayoría de los capitales importantes del país se concentren en sectores regulados por el estado; Banca y finanzas, energía eléctrica, alcohol, telecomunicaciones, recuérdese que en mercados regulados siempre hay posibilidad de negociación.

Lo primero que se debe establecer para ubicar el salario mínimo real de equilibrio, son los puestos de trabajo a los que le corresponde ese salario, no vaya a ser que se le esté pagando el mínimo a trabajadores calificados, si uno busca estadísticas, lo que se encuentra es el número de personas que devengan ese nivel de salario, no los cargos a los que se les paga o bien el tamaño de las empresas que lo pagan. Después de conocer cuáles son los cargos a los que debería corresponder ese salario, se debe conocer la cantidad de trabajadores que se demandan para llenar esos cargos y luego saber, cuál es la oferta de mano de obra existente para los mismos.

Además, se requiere que trabajadores y empleadores, y se refiere a todos sin excepción, tengan el mismo nivel de información, de lo contrario es imposible que haya competencia perfecta y por consiguiente el mercado se acerque al precio de equilibrio. Ya que las asimetrías de información son una de las causas para que uno de los agentes económicos, se aproveche de esa posición privilegiada y abuse con los salarios. La consideración de las asimetrías de información es tan importante como, por ejemplo; Las personas pagamos la factura de teléfono, luz, agua… por considerarla razonable o porque estamos obligados si deseamos mantener el servicio, no porque estemos convencidos, sin lugar a dudas, que es justo lo que se paga. La razón, tenemos deficiencia de información sobre lo efectivamente consumido y de la tarifa que se nos aplica, lo que conlleva a un enorme gasto social en reclamos, movilidad social y desconfianzas. En los hechos, la economía de la información es una rama del estudio de las ciencias económicas, e la cual las asimetrías de información son un tema clave.

Por otro lado, el modelo de salarios de eficiencia, considera que los problemas de información en el mercado laboral, llevan al empleador a contratar sin tener la plena certeza de la capacidad productiva del empleado. Con el fin de estimularlo para que realicen al máximo esfuerzo, los empleadores pagan por encima del resto de las empresas y de esa forma incrementan la eficiencia y productividad (Caraballo Pou, 1996). En el mercado nicaragüense, las asimetrías de información son utilizadas por los empleadores para pagar menos que el resto, lo que, al generalizarse, generaría salarios a la baja por razones distintas a las condiciones de mercado. En el ideario de los empleadores salarios bajos es sinónimo de aumento de ganancias.

Sin embargo, asumimos el modelo neoclásico de mercado laboral de equilibrio que no dice nada sobre un mercado real, al menos del nicaragüense, ni tampoco de la tendencia de los empleadores a pagar menos y de los trabajadores de defenderse contra esa pretensión… y de ahí se deducen las consecuencias negativas del aumento del salario mínimo para mercados reales.

En este sentido, lo único cierto de la pretensión del modelo neoclásico de explicar el comportamiento del mercado laboral en Nicaragua, está dada por el hecho que se asumió por parte de todos los actores como una verdad absoluta, hasta llegar a constituirse en una idea dominante en el país. Idea que está impidiendo que volvamos la vista hacia políticas salariales que podrían reforzar el crecimiento económico o contribuir a reactivarlo dadas las actuales circunstancias, mejorar la calidad del empleo, reducir la pobreza y el bienestar de la mayoría de familias.

VII.c El conformismo empresarial y sus efectos en los salarios

Un próspero asesor de comercio internacional de café, me comentaba hace unos años, que un cliente, tenía problemas con el traslado del café a puerto, le chuseaban los sacos (le sacaban café a los sacos), entonces el condujo una negoción con el importador para que les compraran “ex work” (en fabrica), normalmente venden franco a bordo o al costado del barco, que implica trasladarlo a puerto.

Se molestó cuando le respondí; que tenía la peregrina idea que el transporte era también un negocio. Esto es conformismo empresarial; su cliente dejo de ganar a cambio de evitarse problemas, se evitó problemas, aunque la ganancia perdida sea superior al beneficio de ahorrase los problemas. En el mundo, los exportadores tratan de llegar hasta el consumidor, los empresarios nicaragüenses van en sentido contrario.

Siguiendo el análisis básico de funcionamiento de los mercados, habría que decir que la política de precios basada en el mercado, tiene un elemento que poco discutimos, en una economía abierta (al exterior) y una política de precios interna que descansa en el funcionamiento de los mercados, los precios internos deberían de reflejar los precios internacionales. Eso no sucede con los salarios ni con los bienes que consumimos, porque hemos aceptado que los salarios, comenzando por el mínimo, se establezcan en un nivel bajo y porque algunas empresas con comportamiento monopolistas elevan los precios internos artificialmente, incluso de los productos que exportamos y por encima de los precios internacionales, por ejemplo, en la carne de res y el azúcar, lo que constituye un subsidio de los consumidores a los “pobres” empresarios de la industria cárnica y de los ingenios (Romero Jirón, 2016), que también participan en la definición de los salarios .

Continuamente se escucha a los empleadores argumentar que el aumento de salarios reduce la competitividad, pero como ya se ha visto el concepto de competitividad no tiene nada que ver con salarios bajos, por el contrario, requiere de salarios sino altos, al menos adecuados. Al parecer los empresarios confundieron competitividad con margen de utilidad y ganancia, ya que lo que si reduce el incremento real de los salarios es el margen de utilidad de los empleadores, siempre que el precio del bien que ofertan no se incremente en términos reales.

Como es de suponer, esto representa una amenaza al crecimiento y por ende al empleo, todos estaremos de acuerdo que en el actual sistema económico, los empleadores requieren de un nivel de ganancia para desarrollar la producción de bienes y servicios, también deberíamos estar de acuerdo que el nivel de ganancia debe ser justo y para que sea justo, debe de aproximarse a una media social, además, debe reconocer el nivel de riesgo asumido, aun nivel de riesgo mayor que la media social, incluido el desarrollo e implementación de innovaciones, le debe corresponder una prima de riesgo en la ganancia.

Se debe recordar que la ganancia no es lo mismo que el margen de utilidad del producto o servicio, aunque están relacionados, un margen de utilidad alto, debería favorecer la obtención de elevadas ganancias y viceversa, pero no siempre es así, por ejemplo, el margen de utilidad en la producción de un quintal de Café, se supone similar para un propietario de una plantación grande y un propietario de una pequeña plantación y en ocasiones el margen en las pequeñas plantaciones es mayor porque su tamaño le permite no utilizar químicos importados y reemplazarlo por trabajo.

Pero esto no garantiza una mayor ganancia respecto a la explotación grande, ya que este último no puede exportar directamente, debe hacerlo a través de un empresa exportadora y muy probablemente no tiene recursos para poner en el mercado Café oro, lo que implica que debe compartir la ganancia media de la producción de Café con otros agentes y si estos tienen comportamientos monopólicos podrán precios artificialmente altos a sus servicios, lo que reducirá la ganancia del propietarios de la pequeña plantación, aunque tenga un margen de utilidad superior o igual al del propietario de la gran plantación.

Los salarios solo están relacionados con el margen de utilidad, el resto de elementos para obtener una elevada ganancia, depende de las capacidades administrativa y gerenciales de quienes son responsables de las unidades productivas; posicionamiento en el mercado, investigación y desarrollo, logística, inversiones, administración de personal, rotación de inventarios, etc., por ello frente a la imposibilidad de cumplir con las expectativas de ganancia, el ajuste para lograrlo no debe ser con salarios bajos, no debe ser mejorando el margen de utilidad, de esa forma se premia la ineficiencia administrativa y gerencial. Si se asume que todos los empleadores tienen capacidades gerenciales más o menos estándar, la gestión de costos en materias primas, insumos, equipos y herramientas, y gastos administrativos, es también estándar y que los precios de estos bienes están determinados por el mercado, también que el sistema financiero funciona como debería; financiando las actividades económicas rentables, entonces tendremos como resultado que los empleadores no pueden mejorar el margen de utilidad a través de estos elementos, quedando solo los costos por salarios.

Salarios más bajos aumentan el margen de utilidad y viceversa, pero los salarios tienen al menos dos funciones que nos interesan, permite a los trabajadores cubrir sus necesidades y con ello crear las condiciones para aumentar la productividad y ser más competitivos, y por otro lado, puestos en circulación, hacen parte importante de la demanda total de la economía y posibilitan el crecimiento económico del conjunto de actividades.

Si nuestros empresarios se conforman con las ganancias que les genera una actividad económica centrada en una suerte de extracción de renta (en el sentido feudal) minimalista de su actividad, no es correcto que el resto de la sociedad lo aceptemos y menos aún que hagamos coro con ellos para mejorarles su margen comercial a través de salarios que no superan la línea de pobreza y en el caso de la actividad agropecuaria la línea de pobreza extrema.

Pero cómo se las ingenias los productores agrícolas ticos para pagar 4 veces más del salario mínimo nicaragüense. ¿Y los costos?, pagando esos salarios en una actividad con alto uso de mano de obra, ¿los cafetaleros ticos aún son rentable?, no, ellos le venden al mercado internacional de Júpiter, ahí pagan mejor el café, Pero, ¿por qué los cafetaleros nicas no vende a Júpiter?, pues porque son conformistas, ya lo decía de forma reiterada el Doctor Francisco Mayorga; centavito en mano…

De un lado, se piensa que salarios bajos es una buena idea para el crecimiento y esto se convierte en una idea dominante, luego los productores hacen menos negocios que lo que pudieran para ahorrarse problemas, lo que les deja menos ganancias y esa pérdida se traslada a los salarios de los trabajadores.

VII.d Defendemos el margen de utilidad o el futuro del país

Tenemos entonces que los salarios bajos no afectan solo el bienestar general de los asalariados, sino que el funcionamiento de toda la economía, tanto por limitar las posibilidades de incrementar la productividad como por contraer la demanda total. Desde la otra perspectiva aumentos de salarios implica menos margen de utilidad, pero mayor productividad y actividad económica. Ya se dijo que el umbral de la ganancia es la media social, pero ¿Cómo podemos medir la ganancia media social?

Una manera de hacerlo es compararnos con el resto del mundo, en especial, con los países cuya estructura económica y social se parece a la nuestra, por ejemplo, los países de Centroamérica; producen bienes similares a los nuestros, venden a los mismos mercados que nuestros productores y su fuerza de trabajo presenta características más o menos similares a la nuestra.

Entonces un productor de Café hondureño (el ejemplo puede ser con cualquier producto y país), que vende al mismo precio que nosotros ¿cómo hace para pagarle a sus trabajadores más del doble de lo que se paga en Nicaragua?, pero aún, ¿cómo hace un costarricense que paga cerca de 4 veces más?, sin duda que los productores medianos y grandes plantearan que el problema son los rendimientos por manzana del cultivo y es cierto, los rendimientos de Nicaragua son bajos respecto al resto de Centroamérica.

Pero ¿no son los empleadores (productores) los responsables de los rendimientos del cultivo? Entre sus funciones está la gerencia de la unidad productiva, el estado no puede ser responsable, al contrario, en estos años les ha dado cualquier cantidad de concesiones y los trabajadores menos, los trabajadores no deciden, cómo pueden ser los trabajadores culpables de la mala gestión del gerente, y dejo fuera a los pequeños y un segmento de medianos que en realidad enfrentan condiciones adversas en materia de mercados.

No es posible que la ineficiencia de los propietarios y gerentes de las unidades productivas, se traslade a los trabajadores en la forma de salarios bajos, la sociedad al permitir este estado de cosas premia la ineficiencia y destruye su futuro. Si los productores desean tender la hamaca y esperar que el árbol de dólares les florezca y dé sus frutos en sus manos, hay déjenlos, el país tiene que avanzar hacia su desarrollo.

VII.e Costos o ventas, ¿dónde está el equilibrio?

Si bien los salarios hacen parte de los costos de producción, también son determinantes de las compras que se harán en la economía y del nivel de las ventas de los productores y manufacturadores. El punto es responder a la pregunta; ¿qué nivel de salarios mantiene una estructura de costos que mantenga la rentabilidad y estimule la demanda como para contribuir al crecimiento?, aunque siempre es más fácil procurar que se mantengan bajos, aunque sea al costo de reducir las ventas y la actividad económica, esto es lo que llamo; “el conformismo empresarial”.

El costo social de salarios bajos los pagamos todos sin excepción, incluso los exportadores, en la forma de sociedades atrasadas y subdesarrolladas, el señor Carlos Pellas lo plantea así; “no pueden existir empresas exitosas en sociedades fracasadas.”

El impacto de los salarios en los costos de producción depende del peso relativo de los mismos en los costos totales, a mayor uso de mano de obra en el proceso productivo en relación a capital (equipos), mayor peso de los salarios. Por ejemplo, un estudio de la industria avícola nacional encontró que en el costo de producir un pollo industrializado de 3.4 libras, los salarios directos e indirectos, representan solo un 4.26% del costo total (Centeno, Somarriba, & Olivas, 2008), ¿Cuál podría ser el efecto de un aumento de los salarios mínimos en los costos de producción?, si el estudio de (Alaniz, Gindling, & Terrel, 2010) encontró que el 48.71% de los trabajadores del sector privado pequeño y grande ganan igual o menos al salario mínimo, es decir; que deberíamos de esperar que la mitad de estos trabajadores ganen el salario mínimo.

Pero el mismo estudio del sector avícola, llama la atención sobre el grado de concentración de esta industria en unas pocas empresas, lo que se ha profundizado con la llegada de Cargill al país, las empresas avícolas generalmente se encuentran integradas verticalmente, estas públicamente han discutido el acuerdo que tienen con los sorgeros para comprar el sorgo industrial a un precio preferencial, de lo que fácilmente se deduce que cuentan con algún sistema para fijar el precios a los consumidores distinto al del mercado, que les permita trasmitir a los consumidores el subsidio implícito en el precio preferencial a los sorgeros. Es decir; asumen que pierden competitividad si permiten aumentos de salarios, aunque la competitividad sea otra cosa y al final, tenga un impacto mínimo en los costos, pero no admiten que pierden competitividad al no competir entre sí. Porter estaba loco con su concepción de competitividad.

Por otro lado, difícilmente se encontrarán a alguien serio que discuta la importancia de los salarios en la determinación de la demanda interna, en Nicaragua el 40% del PIB lo reciben las familias en la forma de salarios, con todo y que son bajos y que en el medio rural las unidades de producción familiares de subsistencia, por mucho la mayoría, no perciben salarios por su trabajo, lo que si se encontraran, es el planteamiento de que el mercado interno tiene una función económica marginal, lo que importa son las exportaciones. Estos detractores a ultranza del mercado interno, tendrán muchas dificultades para explicar el desempeño de la economía en los últimos años, en especial la crisis económica que vivimos hoy.

“…La crisis demostró lo equivocadas que eran esas ideas acerca del mercado de trabajo: Estados Unidos, que supuestamente tiene el mercado laboral más flexible, tuvo un rendimiento mucho peor que otros países con una mayor protección laboral (como Suecia y Alemania). Y la Razón es obvia: los recortes salariales reducen la demanda total y agravan la crisis.” (Stiglitz, 2012, pág. 352) en este trabajo del premio Novel, el lector puede encontrar una discusión amplia sobre el tema.

Los empleadores nicaragüenses con capacidad de incidir en la toma de decisiones, han creado un ambiente en el que se le pide a la sociedad que acepte que; (a) nos paguen bajos salarios, (b) ellos determinen los precios de los productos que nos venden, la canasta básica está copada de empresas o grupos de estas, con comportamientos monopolistas, carne de res, pollo, huevo, harina de trigo para pan, arroz, azúcar, energía eléctrica, leche fluida… etc., (c) se les debe de exonerar de impuestos y si se los cobran, pues los trasladan al consumidor, para eso tienen la organización que les permite actuar con comportamientos monopolista.

Dicho de otro modo; permítanme trabajar a costos reducidos, sin competencia de mercado, no me cobren impuestos, y cuando lo estime, déjenme subir los precios para obtener un poco más de ganancia y si a alguien no le gusta, se permiten recordarnos que gracias a ellos se genera empleo y crecimiento económico.

Lo que no dicen es que el capital con el que generan empleo e inversiones, no necesariamente proviene de la ganancia media social de su actividad (la ganancia proveniente de mercados en competencia), sino de la proporción de salarios que no le pagan a los asalariados, al mantenerlos bajos y de los precios abusivamente incrementados que cobran por sus productos, que le venden a los mismos que le pagan bajos salarios, en esas circunstancias; bajos salarios que implica una demanda reducida y precaria, sin competencia de mercado, que implica poco incentivo a la innovación y mejora continua, y costos reducidos a su satisfacción, ¿Cómo esperan que el país prospere?

Hasta ahora se ha podido crecer gracias al consumo que permite la captación de ahorro externo; donaciones, créditos concesionales, remesas familiares e inversión extranjera directa, acaso pensamos que ese modelo de crecimiento es sostenible, la situación actual del país parece decirnos a gritos que no. VII.f Más de lo mismo o inversiones con empleos de calidad

Que los salarios bajos atraen las inversiones, constituye una de las aseveraciones más discutibles de nuestros tomadores de decisiones, una encuesta del Banco Mundial encontró que de 10 indicadores que los inversionistas toman en consideración para invertir o no, en un determinado país, los salarios ocupan el octavo lugar en importancia crítica, el primero es la estabilidad política y la seguridad, y el segundo el entorno legal y normativo, (Banco Mundial, 2018), sin comentarios.

Y efectivamente la evidencia corrobora esto, o es que acaso; ¿INTEL puso su inversión en Costa Rica por sus bajos salarios?, no, según los que han estudiado el caso, lo hizo por la formación profesional de su fuerza de trabajo, que obviamente es respaldada por salarios altos, si no fuese así, les pasaría lo mismo que a nosotros que formamos profesionales para que busquen a donde irse, porque nuestros salarios no los estimulan.

Además, los datos continúan demostrando lo contrario de lo que se asume como idea dominante, Nicaragua presenta los niveles salariales más bajos de la maquila en Centroamérica (ver ilustración 7), los países del área competimos por las inversiones de las empresas maquiladoras.

Sin embargo, pese a que Nicaragua ostenta los salarios más bajos de región, la Inversión Extranjera Directa (IED) que llegó a Centroamérica entre 2011 y 2017, no fue mayoritariamente hacia nuestro país, este ocupa el segundo lugar de los países que menos recibieron, siendo El Salvador el que menos recibió (ver anexo 12). Los países que más recibieron IED fueron Panamá y Costa Rica, precisamente los países en los que los salarios mínimos son los más altos de la región, la razón las IED a esos países es de alta tecnología y para este tipo de inversión es más importante la calificación de la fuerza de trabajo, que los bajos salarios.

La siguiente cita ofrece luces sobre el tema; “El Gobierno de Costa Rica ha estimado que la contribución de las empresas de zona franca a la economía del país alcanzó en 2015 los 3.000 millones de dólares, en su mayor parte por el pago de salarios, más elevados que la media[6], por las compras que estas empresas hacen en la economía local y por el trabajo indirecto que generan. Este monto representa un 5% del PIB nacional.” (CEPAL, 2018).

Tampoco obtuvimos el mayor número de empleos proveniente de la maquila, como se observa en la ilustración 8, Nicaragua es el segundo país con menor generación de empleo por maquila. Lo que obviamente contradice la idea de que la abundancia de mano de obra y los salarios bajos, son un aliciente para la atracción de inversiones y la generación de empleos. Al respecto se alega que la atracción de inversiones en manufacturas de alto uso de mano de obra y escasa calificación como la textil-vestuario (confección), es clave para países con esas características, una industria que según la CEPAL a abandonado países como Costa Rica y Panamá por sus altos salarios (CEPAL, 2018).

[6] El subrayado es del autor del presente trabajo.

Pero aun cuando esto sea cierto, con todo y que los datos lo contradicen, y nos encontráramos en el proceso de atraer a estas empresas, el país debe responderse que preferimos como futuro mediato, los niveles de inversión extranjera directa de Costa Rica o Panamá y la contribución a la economía de los 3 mil millones de dólares que deja a la economía tica las zonas francas o continuar con nuestros niveles de inversión actual y los 757 millones de valor agregado que reportó para el 2015 la asociación de zonas francas de las américas, en su informe zonas francas de Nicaragua 2017. (Asociación de Zonas Francas de las Américas, 2017).

Por otro lado, una nueva amenaza está tomando fuerza para el empleo en la manufactura y los servicios; la automatización. Aun cuando la tecnología correspondiente apenas se está introduciendo en los procesos de producción y por consiguiente aún su generalización requiere de tiempo, los países cuyo desarrollo requiere de IED para su crecimiento y desarrollo, también requerimos de mucho tiempo para que nuestra mano de obra este capacitada para esa tecnología, una discusión amplia del tema en (CEPAL, 2018, págs. 163-167). Y si por los previos sacamos el día, el panorama no es muy aliciente.

VII.g Reducir la inflación o muerte

Una premisa que se maneja en el país, es que un aumento de salarios trae consigo la inflación, un fenómeno que nos hace recordar épocas amargas de nuestra historia, al respecto las declaraciones de un prestigioso economista nacional “…Muchos creen que aumentando los salarios van a estar mejor, pero podrían estar peor, porque se incrementa la inflación por presión de costos por el lado de la oferta, y por el otro lado, hay que tomar en cuenta que la productividad de la economía en Nicaragua es muy baja”. (Avendaño, 2017). El supuesto que hace el entrevistado es que la economía está funcionando en competencia perfecta, los precios están orientados a costos y la ganancia refleja la media social.

El hecho que los salarios reales estén creciendo, es indicativo que los salarios están aumentando a mayor ritmo que la inflación. Pero llama la atención que la inflación anual es menor en los años en que el crecimiento de los salarios es mayor. Lo que apunta a que la idea de que los aumentos de salarios, generan inflación por el lado de los costos, enfrenta serias dificultades para sostenerse en la realidad nicaragüense. La misma refutación es válida para quienes defienden la tesis de que un aumento de los salarios incrementa la inflación por el lado de la demanda, o sea, que al subir los salarios esta se traducirá en un aumento de los precios. En el gráfico de la izquierda se compara la inflación anual y los salarios promedios nacionales ponderados.

Además, la teoría económica básica nos enseña que el principal estimulo de mercado para que la oferta aumente es el precio, precios altos en competencia de mercado es igual a crecimiento de la oferta y con ella del empleo, ¿acaso no nos alegramos cuando suben los precios internacionales? Otra cosa es la hiperinflación que se refiere a un proceso inflacionario fuera de control, inflación ya tenemos, pero excesivamente baja para un país tan pobre como Nicaragua.

Una de las lecciones más conocidas de los programas de estabilización (políticas antiinflacionarias), es que frenan el crecimiento de la economía, esto es el aumento real de la producción de bienes y servicios. La demanda de un país es la suma del gasto del gobierno, el gasto de las empresas y el gasto de las familias (P. A. Samuelson & W. D. Nordhaus, 2006, pág. 402), si el gobierno y las familias reducen su gasto y la oferta continúa en su mismo nivel, los precios bajan, se reduce la inflación, pero con precios bajos los ofertantes (productores agrícolas, manufacturadores, productores de servicio…), no están dispuestos a incrementar la oferta, por una sencilla razón, no hay a quien venderle.

Se argumenta a favor de las políticas antiinflacionarias que, si el mercado interno está deprimido, los ofertantes deben enfocarse en la producción para la exportación, el mercado mundial puede adquirir esos productos y con ello dar salida a la producción, aumentando el empleo y los ingresos de las familias y …, eso es lo que dijeron hace unos 27 años y desde entonces hemos visto, muchos esfuerzos y frustraciones de una gran cantidad de nicaragüenses que lo han intentado y reintentado. Resulta que no siempre es tan fácil reinsertarse en los mercados y menos en el internacional como vendedor.

Es infinitamente más fácil, reinsertarse como comprador, en especial, si se cuenta con los recursos para comprar, Nicaragua ha contado con importantes recursos de la comunidad internacional para comprar en el mercado internacional, en la forma de apoyo a la balanza de pagos, está mide lo que vendemos y lo que compramos en el mercado internacional y cómo se financia la diferencia, en estos años el país ha aumentado a una mayor velocidad las compras que las ventas, lo que ha provocado un aumento del déficit, que se financia con recursos de la cooperación en la forma de donaciones y créditos en condiciones blandas; bajas tasas de interés y una buena cantidad de años de gracia.

Aunque suene mala palabra para algunos, por qué no pensar en sustituir importaciones, mientras se mejorá la capacidad de exportar. Por qué no soñamos un rato y vemos los pastizales que se mantienen sin vacas, convertidos en plantaciones de árboles maderables, que luego se convierten en materia prima para los muebleros y el estado de Nicaragua comprándole a los muebleros los muebles para las oficinas, y a las familias con ingresos incrementados, porque se les paga lo justo, comprando zapatos nacionales, quienes al encontrar compradores en el país incrementan la oferta y reinvierten sus ganancias en tecnología, que nos permite reinsertarnos en los mercados internacionales de zapatos, ya tenemos la tierra y los cueros, hacen falta las voluntades, el apoyo y los estímulos de mercado correspondientes.

Obviamente no se trata de que provoquemos un aumento descontrolado de la inflación, se trata de que los mercados funcionen adecuadamente y que la apropiación de riqueza sea lo más justa posible. Contener los salarios para controlar la inflación en épocas de crecimiento, es dificultar dicho crecimiento y en épocas de recesión es incrementar las presiones a la caída de la producción. Se trata de que los empresarios trabajen para obtener una ganancia adecuada a su esfuerzo y los trabajadores obtengan lo que les corresponde, por lo que siempre hacen; trabajar.

En qué nivel debe permitirse el aumento de los precios y por consiguiente de los salarios (que es el tema que tratamos), es una interrogante compleja, hay que tomar en cuenta que la inflación no solo depende del aumento de los salarios también depende del gasto público (compras del estado) distinto al pago de salarios, de la caída en la disponibilidad de divisas y de la inflación internacional. Pero, aunque sea un tema complejo puede manejarse, si hay voluntad y el seguimiento adecuado a las estadísticas. Y el país lo va a agradecer.

No fue eso lo que hicimos desde la gran depresión de los años 30 hasta los 70 – 80, cuando las ideas neoliberales se hicieron predominantes. Pero, recordemos que buena parte de estas ideas estaban dirigidas a liberar recursos de los países, para que estos pudieran pagar la abultada deuda externa, de forma que el sistema financiero internacional no colapsara. Que los países abusaran de su capacidad de incrementar la demanda a través del endeudamiento, no invalida la teoría detrás de este planteamiento, ni los enormes beneficios que tuvimos de su aplicación durante esos años.

VII.h Economía de mercado y los precios que no cubren los costos de “producción”

Las políticas económicas de orientación a mercados, argumentan que la competencia induce a que los precios se fijen atendiendo a los costos de quienes producen más eficientemente más una expectativa de ganancia, más impuestos si los hay, lo que obliga a que constantemente se introduzcan innovaciones que permitan llevar al mercado productos más baratos o lo que es lo mismo, de mayor calidad, en estas circunstancias las ganancias se obtienen de ventas mayores o del privilegio obtenido por una innovación en la tecnología o en los procesos. Esto es lo que se designa como eficiencia de los mercados.

Siguiendo la lógica del modelo neoclásico de mercado laboral funcionando en equilibrio, el precio de la mano de obra; el salario, debería de cubrir el costo de su mantenimiento, más una expectativa de ganancia, más impuestos por consumir ese bien (Seguro social, INATEC y otras prestaciones), si el salario no cubre la línea de pobreza, obviamente no se están cubriendo, ni siquiera, los costos de “mantener” la fuerza de trabajo. Las familias cuyos ingresos dependen del trabajo asalariado, deben rebuscarse adicionalmente otros medios para sobrevivir, este esfuerzo y la aceptación de determinadas privaciones (educación, salud, vivienda, alimentos…), constituye una transferencia de los asalariados a sus empleadores.

Además, en un mercado en competencia perfecta, cuando el costo de producción no es cubierto por el precio, (si se trata de una situación permanente, por ejemplo; un cambio en los gustos de los consumidores), el mercado se ajusta por la vía de la salida de los productores que no pueden mantenerse en el mercado a ese precio, reduciendo la oferta hasta algún punto en el que los productores más eficientes pueden mantenerse en ese mercado, si la perturbación es transitoria (alguien importó un lote del bien, en liquidación en el mercado internacional), los ofertantes disminuyen su producción (parte de la producción sale del mercado), al mantenerse la demanda en el mismo nivel que antes de la importación y agotarse esta, el precio y las cantidades producidas tienden a volver al equilibrio existente antes de la perturbación. ¿Qué pasa en el mercado laboral?, los ofertantes (trabajadores que venden su fuerza de trabajo) no tienen ninguna posibilidad de ajustar la oferta a la baja, no es cierto que, al día siguiente de la caída del precio de la mano de obra, los trabajadores decidan renunciar de sus trabajos para ajustar la oferta, es más, la oferta continúa creciendo por el aumento de las edades de la población, ni los productores se salen del mercado ni ajustan las cantidades que oferta.

Entonces, ¿cómo se ajusta la oferta en el mercado laboral?, pues sencillo, la curva de oferta se desplaza hacia la derecha, manteniendo las mismas cantidades ofertadas y demandadas, pero a un precio inferior, independiente de que la perturbación del mercado sea transitoria o permanentes y ahí el mercado deja de funcionar en competencia perfecta (ver ilustración 5), ya que este comportamiento del mercado laboral constituye un estímulo para que los empleadores bajen los salarios, debido a que este mercado no contiene ningún mecanismo para ajustarse en la forma que predice el modelo. Para bajar los salarios no se requiere reducir el monto que reciben cotidianamente, basta con no ajustarlos según aumente la inflación.

El motivo para que esto suceda es que los trabajadores no pueden salirse del mercado, el costo de transacción es demasiado elevado; dejar de comer y que dejen de alimentarse sus hijos y todos los que dependen del asalariado. En esas circunstancias el mecanismo de ajuste es aceptar el nuevo salario, reducir el consumo en la familia, incorporar a otro miembro de la familia al mercado laboral o una combinación de las anteriores, cualquier similitud con la vida real no es mera coincidencia. De ahí que se sostenga que, asumir que el mercado laboral se comporta como uno en competencia perfecta, en donde el precio de equilibrio muestra fielmente el estado de la oferta y demanda de los factores, puede ser una verdad teórica, que puede representarse en el papel o la pizarra, pero que en la vida real no tiene ningún fundamento.

De regreso a Nicaragua, para alguien que conoce un mínimo del funcionamiento del sector agropecuario y no tiene intereses corporativos en el sector, resulta inexplicable el mantenimiento de esos niveles salariales, en especial, si conoce a los propietarios de plantaciones de Café, Ajonjolí, Maní, Arroz de riego, Soja, Caña de Azúcar, o está dedicado a la actividad Ganadera, etc., aunque por supuesto su discurso frente a temas de salario o impuestos, entre otros, es que mañana quiebran.

Desde otra perspectiva, este nivel de salarios atenta contra el desarrollo de la productividad. Aunque aún en Nicaragua, por lo que se escucha en los medios de comunicación, se conciben los salarios como una función de la productividad, actualmente en el mundo, en especial en el desarrollado, se está aceptando cada vez más, que la productividad del trabajo depende de los salarios, esta discusión se ha desarrollado a partir del trabajo; Equilibrium unemployment as a worker discipline device (Shapiro & Stiglitz, 1984).

Si los empleadores pagan a los trabajadores por debajo de los costos de “producción” de la fuerza de trabajo, por qué esperan obtener a cambio un volumen de trabajo adecuado y con la máxima calidad. Acaso no sabemos que “lo barato sale caro”, la productividad implica producir más con lo mismo o de mayor calidad, o ambos, pero si no se paga un precio adecuado por el “bien” que adquirimos, incluso con mercados funcionando como lo predice el modelo neoclásico del mercado laboral, los empleadores no deberían esperar un producto “made in USA”, a lo sumo “chino” en el sentido que les dan a estas frases en el mercado Oriental.

Los salarios bajos también atentan, contra el crecimiento de la producción por escases y precariedad de la demanda interna, de la que dependen ramas industriales completas como la avícola, porcina, el maíz, arroz, buena parte de frijoles, cuero-calzado, madera-muebles…

VIII. Conclusiones

VIII.a Problemas en el marco legal y su aplicación

Si las diferencias en las definiciones del salario mínimo existentes entre el Código del Trabajo y la Ley de Salario Mínimo de 2007, meten ruido a la aplicación concreta del concepto, el procedimiento establecido en la ley para fijarlo, lo termina haciendo ambiguo, en el sentido que la ley no manda a que cubra la canasta o una determinada proporción de esta y que en un período de tiempo explícito, se alcance una cobertura del 100%.

Por otro lado, aunque la ley establece un mecanismo de reajuste “automático”, en la practica la Comisión de Salario Mínimo negocia cada reajuste como que lo está fijando por primera vez. La ambigüedad de la ley, permite una negoción del nivel en que se fija y un proceso de definición y reajuste que podría ser infinito, sin que el salario mínimo alcance a cubrir el costo total de la canasta de referencia.

En general, esto no garantiza que se cumpla con el concepto de salario, visto como la retribución de la fuerza de trabajo que permita su reproducción, o dicho de otra manera que cubra el costo de mantener a dicha fuerza de trabajo. Lo que afecta la calidad de vida, la productividad, el desarrollo de las familias y el crecimiento económico. En estas circunstancias, las familias implementan mecanismos alternativos que les permitan sobrevivir, ajustar el consumo familiar, ampliar la jornada de trabajo en actividades complementarias, etc., lo que implica un subsidio desde las familias hacia los empleadores.

La definición de los salarios mínimos en Nicaragua a través de una tabla con 10 agrupaciones de actividades económicas e igual número de niveles salariales. No es consistente con la misma definición del salario mínimo, en el cual las únicas diferencias que se reconocen son las regionales y no las sectoriales, las profundas diferencias salariales existentes entre las actividades agropecuario, silvícola y pesca, y micro y pequeña industria artesanal y turística nacional con las actividades construcción y servicios financieros y seguros, es excesivamente amplia como para tener justificación económica, sobre todo si se considera que el salario mínimo se aplica a puestos de trabajo que no requieren calificación. El esquema de reajuste del salario mínimo utilizado en los últimos años, actúa en contra de la recuperación del poder de compra de los asalariados por efecto de la inflación y reduce en términos reales el aumento esperado por crecimiento económico. Los salarios al reajustarse anualmente para disminuir el efecto de la inflación, incorporan la inflación pasada, lo que no significa que recuperen el poder adquisitivo que perdieron durante ese año, eso ya se perdió, ni tampoco que estén protegidos contra la inflación futura, lo único que implica es que el día cero (día en que se reajusto el salario), este tiene incorporada la inflación que les hizo perder poder adquisitivo en el período anterior, pero al día siguiente, si hay inflación, comienzan nuevamente a perder poder adquisitivo.

De esta forma un reajuste que reconoce la inflación y el crecimiento económico del año anterior, pero que se paga en dos tantos del año, implica que la mitad del reajuste aprobado se erosione en la misma proporción de tiempo en que se distribuyen los tantos del reajuste, aunque los trabajadores aún no lo reciban. En este sentido, la política salarial y los mecanismos definidos por la Comisión de Salario Mínimo para su reajuste, refuerzan la tendencia hacia salarios bajos.

La diferencia en el crecimiento de los salarios mínimos por actividades económicas, tampoco tiene sentido más allá de la disposición diferenciada de los empleadores de aceptar una reducción en sus expectativas de ganancia. Sí la lógica económica de los reajustes al salario mínimo, es la de recuperar la capacidad de compra de estos salarios e incorporarles los beneficios del crecimiento económico, como se puede explicar que entre las actividades económicas existan disparidades de comportamientos, ¿unos son afectados más que otros por la inflación?, ¿unos se merecen un mayor beneficio del crecimiento económico que el resto?

VIII.b El mercado laboral es un mercado de competencia imperfecta

El mercado laboral nicaragüense se asemeja más a un mercado del tipo monopsónico, aunque con elementos de lo que se conoce como; mercado laboral dual, de forma que son los empleadores los que están definiendo los salarios y no el mercado. Está afirmación se sustenta en;

i. El mercado laboral nicaragüense no se comporta como lo predice el modelo neoclásico de equilibrio. Dado que, los salarios reales promedios de las actividades económicas (promedios nacionales, salarios mínimos legales y efectivamente pagados), presentan una tendencia alcista, al mismo tiempo que el empleo pleno se incrementa y el subempleo se reduce. Este comportamiento contradice la esencia del modelo teórico, a través del cual, se ha justificado la resistencia de los empleadores a incrementar los salarios.

Este modelo supone que la fuerza de trabajo es un bien como cualquier otro, que se vende y compra en un mercado que funciona en competencia perfecta, por consiguiente, que el precio, en este caso denominado salario, lo establece el mercado o, dicho de otro modo, la demanda y la oferta. Las tendencias observadas en los salarios no confirman estos postulados, lo que nos llama la atención sobre la necesidad de analizar el fenómeno con unos anteojos menos sesgados por las ideas dominantes.

ii. Los salarios no regulados por el estado (todos los salarios por encima del mínimo), aunque se incrementaron lo hicieron menos que los salarios mínimos, sin que existan razones para ello, por el contrario, por encontrarse en niveles bajos, se supondría que al menos debieron crecer al mismo ritmo que los salarios mínimos legales y por incorporar salarios de fuerza de trabajo calificada, escasa en el país, el crecimiento debió ser mayor. El mayor crecimiento de los salarios mínimos legales, implica un cierre de las brechas salariales, que apuntaría a una reducción implícita de la complejidad del trabajo calificado, si esto no es real, la otra posibilidad, es que hay un excedente de mano de obra para los trabajos calificados de forma que estos salarios estén en el o muy próximos al punto de equilibrio de mercado, pero la realidad nos indica que la fuerza de trabajo calificada en el país es escasa, lo que apunta a salarios altos, si nos atenemos al mercado en competencia neoclásico. Por lo que la única explicación lógica, es que en realidad el mercado laboral nicaragüense no funciona en competencia y uno de los jugadores está determinando los precios.

iii. Los salarios se están fijando en un nivel extremadamente bajo. Varias de las actividades económicas, entre las que destaca el sector agropecuario por ser el mayor empleador del país, incluidas en la tabla de salario mínimo, no alcanzan a superar la línea de pobreza extrema y otro grupo importantes de actividades a penas la superan por poco. La construcción, establecimiento financieros y seguros, la actividad con los salarios mínimo legal más alto de la tabla, supera por poco la línea de pobreza general, aunque estos salarios se hayan incrementado notablemente hacia el final del período estudiado.

La lógica de los mercados en equilibrio o lo que es lo mismo, en competencia perfecta, para cualquier bien, es que el precio del bien fijado por el mercado está orientado a costos, la competencia por conseguir compradores obliga a los ofertantes a bajar los precios, hasta un límite; los costos de producción más la expectativa de ganancia (y si hay un impuesto, la tasa correspondiente), por debajo de ese umbral los ofertantes salen de mercado o reducen su producción hasta el nivel en que no pierden (si la escala se lo permite), este es un ajuste intrínseco del mercado y es en parte a lo que llamó Adam Smith; la mano invisible del mercado.

Siguiendo esa lógica, frente a salarios que no cubren los “costos de producción” de la mano de obra, se debería suponer que los trabajadores debieron salir del mercado, ya que los costos no están siendo cubiertos por el precio de mercado del bien que ellos ofertan, suponiendo que la línea de pobreza constituye el costo de la mano de obra, con todo y que es un costo de indigencia. En realidad, de acuerdo con los postulados del modelo neoclásico, ese costo debería reflejar el costo de tener una vida digna; nutrición adecuada, vivienda, salud, educación, esparcimiento y cultura.

Pero es falso que los trabajadores al no pagárseles un salario adecuado, pueden ajustar la oferta saliéndose del mercado, ni siquiera en la cantidad de horas que desearían vender su fuerza de trabajo a ese precio, es todo o nada y los trabajadores deben tomar el todo o renunciar, y no renuncian porque el costo de quedarse sin empleo es muy alto para ellos. Esto es lo que se denomina una barrera a la salida del mercado para los trabajadores. En estas condiciones dejó de haber competencia de mercado y los postulados neoclásicos del mercado en perfecto equilibrio dejaron de tener algún sentido.

Y aún peor, la oferta de trabajo en el mercado laboral aun con salarios por debajo de la línea de pobreza, continúa aumentando, pues la población continúa creciendo y aumentado su edad, la oferta de trabajo crece a diario en nuestras latitudes, independientemente del precio que tenga la mano de obra y de que ese precio lo asigne el mercado o los empleadores.

Los empleadores nicaragüenses aprovechando esta característica del mercado laboral, fijan los salarios en el nivel más bajo que el marco legal y la correlación de fuerza con los sindicatos se lo permite, que en el caso nicaragüense implica para miles de trabajadores, ganar por debajo de la línea de pobreza. El promedio nacional ponderado de los salarios de los empleados asegurados al INSS, no supera significativamente la línea de pobreza general.

Esto constituye una suerte de acto suicida de los empleadores, por varias razones;

No es posible esperar que una fuerza de trabajo con esos ingresos y las carencias implícitas, mejore su productividad

Este nivel de salarios hace imposible que la fuerza de trabajo esté preparada para asumir los retos que plantea el mejoramiento de la competitividad, tal y como actualmente se entiende está

Y probablemente lo más importante, en el corto plazo limita enormemente el volumen y la calidad de demanda interna, misma que sustenta la oferta de la inmensa mayoría de negocios del país, con lo que se afecta las posibilidades de crecimiento y desarrollo nacional

iv. Si hay un mercado en el que la información obviamente es deficiente, es el mercado laboral, los empleadores no pueden saber antes de contratar a un trabajador, si este es capaz de cumplir con sus expectativas de cantidad y calidad de trabajo, que necesitan para un determinado puesto de trabajo – salario, hasta que lo contratan y ha pasado un período de tiempo, los trabajadores desconocen en general, la demanda de trabajo existente en el mercado, en especial la directamente relacionada con sus cualidades específicas, de ahí las necesidad de las oficinas de empleo, las ferias de empleo y las secciones de empleo de los diarios y otros medios de comunicación.

Si el mercado laboral no se ajusta como debería, cuando los salarias están al alza ni cuando están a la baja, si aparentemente los empleadores están definiendo los salarios y no el mercado, si el acceso a la información del mercado es imperfecta, si hay barreras a la salida de los ofertantes, si no es cierta la idea dominante de que un aumento de los salarios reduce el empleo, debemos concluir por fuerza de la razón, que estamos frente a un mercado de competencia imperfecta, un mercado monopsónico.

VIII.c ¿Por qué aun producimos lo mismo que en la época de colonia?

En estas condiciones para que los salarios y el trabajo cumplan las funciones económicas que deberían, se requiere sin duda de un aumento de la regulación estatal, para lograr que se encause en dirección a fortalecer el crecimiento, el desarrollo y la estabilidad del país. Imaginemos que pasaría si se aumentan los salarios hasta un nivel que permitan a los trabajadores una vida decente para nuestro medio, eso reduciría la ganancia de los empleadores, sigamos con el caso del Café, ¿dejarían de producir las grandes plantaciones?, los propietarios de pequeñas plantaciones, no usan mano de obra no familiar y si lo hacen, utilizan otras formas de intercambio no monetarias.

Aquí un dilema interesante, ¿le meten motosierra a la plantación de Café? o ¿tratan de mejorar su ganancia incrementado los rendimientos de las plantaciones?, si esto último no fuera posible no estaríamos con los rendimientos cafetaleros más bajos de Centroamérica. También Nicaragua se encuentra entre los países con precios promedio de exportación más bajos de la región (Martínez Rocha, 2018). ¿Hacia dónde volver la mirada?, seguro que los trabajadores no son los culpables y el estado solo lo es, por no hacer nada. Salarios por debajo de la línea de pobreza implica que las familias concentren sus gastos en un mínimo de alimentos que garanticen su sobrevivencia, en esas condiciones la única posibilidad de que el país desarrolle capacidades en la producción de otros bienes, está dada por la inversión extranjera, que de por sí vendría con los pies hinchados, ya que lo que no puede exportar no tiene donde venderlo, siempre la producción para la exportación requiere contar con un mercado donde colocar los productos que por una u otra razón no pueden ser exportado.

En el actual estado de desarrollo de la producción mundial se considera al conocimiento como uno de los determinantes del crecimiento sostenible, los principales elementos de este, se han traslado hacía tipos de producción en los que importa más el conocimiento, la productividad y la competitividad que la disponibilidad de factores (abundancia de mano de obra, por ejemplo). Las condiciones que enfrenta nuestra fuerza de trabajo del “sector formal”, porque la del sector informal es aún peor, asociadas a los niveles salariales, difícilmente les permitirá avanzar en procesos de educación de alta calidad, como para que en el mediano plazo, el país pudiera dar un salto en materia de desarrollo, mientras tanto seguimos con la maquila a la saga del resto de países de la región.

Esta situación podría estar contribuyendo a que Nicaragua se encuentre en una “trampa de bajo nivel de ingreso de equilibrio” (Adelman, 2001), el país puede crecer incluso a tasas relativamente altas en determinados períodos, pero persistir en bajos niveles de ingresos, originado en; (i) los bajos ingresos de las familias reforzados por salarios que no cubren la línea de pobreza, (ii) la elevada concentración de la riqueza, (iii) la elevada tendencia monopolista de la oferta, (iv) disfuncionalidad de las instituciones, (v) la elevada inestabilidad de todo tipo, que conduce a dificultades de previsión, (vi) por la tendencia de la política económica de; mantenga lo simple, estúpidos (KISS, por sus siglas en ingles), (vii) por fallas de coordinación de las políticas económicas, (viii) por la persistencia de fuertes fisuras en la sociedad nicaragüense.

VIII.d Muchos argumentos y pocas realidades

Para justificar la existencia de salarios bajos y posicionarse en contra de su aumento, se han planteado múltiples argumentos; el aumento de los salarios reduce en nivel de empleo, el aumento de salarios reduce la competitividad, la productividad del trabajo es baja en el país y los salarios dependen de la productividad, el aumento de los salarios reduce las inversiones, entre los más importantes.

No obstante, pese a su cantidad y lo razonable que pudieran parecer, incluso como para que los mismos trabajadores los asuman, ninguno encuentra sustento en los datos del mercado laboral nicaragüense. Incluso al menos en dos casos, pareciera existir desconocimiento del concepto que se utiliza como argumento:

El aumento de los salarios reduce la competitividad, un rápido examen del pensamiento de una autoridad en la materia, nos revela todo lo contrario, salarios adecuados o altos parecieran favorecer la competitividad, por sus efectos en el nivel de preparación de la fuerza de trabajo y la calidad de la demanda, y en el mejor de los casos para el argumento, la búsqueda de una elevada competitividad tiene entre sus objetivos la meta de mejores salarios para los trabajadores. En todo caso, en la literatura relacionada no hay una sola palabra que favorezca la idea de que los salarios bajos aumentan la competitividad. La baja productividad del trabajo en el país impide que los salarios sean mejores, este planteamiento tiene al menos dos problemas para sostenerse; (a) la productividad es una responsabilidad directa de los gerentes, por lo que, el argumento conlleva un escenario en el que las dificultades de los gerentes, la pagan los trabajadores en la forma de salarios reducidos, lo lógico sería que la pagaran los empleadores en la forma de márgenes de utilidad reducidos, para que exista un estímulo a la mejora gerencial, (b) Existe una amplia literatura sobre la idea, cada vez más extendida, de que la productividad del trabajo es una función positiva de los salarios, es decir; a mayor salario mayor productividad, una relación con mayor lógica que la propuesta por los empleadores, en el sentido, que es difícil esperar una elevada productividad de una fuerza de trabajo con problemas de alimentación, de salud y pensando en cómo resolver la carencia inmediata de la familia.

Por otro lado, la idea de que los salarios altos reducen las inversiones, no puede sostenerse frente a los datos de Inversión Extranjera Directa en la región Centroamericana, Nicaragua con los salarios más bajos en la maquila, es el segundo país con menos inversiones y en el que menos empleo han generado las maquilas, la principal fuente de inversión extranjera en la región y por la cual competimos todos los países. Paradójicamente la mayor acumulación de Inversión Extranjera Directa está en los países con los salarios más altos; Panamá y Costa Rica.

Este argumento tampoco se sostiene en los estudios que se han realiza sobre los criterios que los inversionistas consideran al momento de decidir en qué país invertir, de diez criterios críticos considerados los salarios están en el octavo lugar de importancia.

VIII.e Los salarios y el nivel de actividad económica

Se argumentó que existe una tendencia gerencial conformista en los empleadores nicaragüenses, esta tendencia se refleja en múltiples formas, pero tal vez la de mayor relevancia está determinada por el tamaño de la demanda interna, que se origina en la idea de que se obtienen más beneficios de los salarios bajos que de una demanda dinámica y de calidad, que solo puede obtenerse de salarios adecuados o altos.

En la actualidad los únicos mercados con cierto movimiento son los de alimentos de primera necesidad, estos mercados normalmente no presentan niveles llamativos de dinamismo, más allá del crecimiento natural de la población, ya que en Nicaragua la demanda es poco exigente y de alta precariedad, cambios en los patrones de preferencias se inclinan más hacia sustitutos de menor precio, esto se debe a que las familias no tienen para más que los alimentos.

Esto mantiene en dificultades a los negocios denominados MIPYME, que dependen en su inmensa mayoría de la demanda interna, este es el caso de las ramas madera muebles, panificación, cuero y calzado, alimentos y bebidas, comercio y servicios, entre los más importantes, también dificulta el crecimiento y desarrollo de actividades en las que una parte importante de la producción, depende de las compras domesticas; granos básicos, pesca, turismo, ganadería… hago extenso el planteamiento, porque generalmente se plantea que el mercado interno no es relevante para la economía, al respecto se debe reconocer que más recientemente FUNIDES, ha planteado que el crecimiento económico logrado hasta el 2016, está siendo empujado por el consumo doméstico ver por ejemplo; (FUNIDES, 2016, pág. 13). En estas condiciones la oferta interna no alimenticia debe conformarse con la demanda del 20% de la población que tienen ingresos como para comprar productos no esenciales, con el agravante de que la propensión a importar de estos consumidores es alta. Lo que no parecen entender, es que su lucha por salarios reducidos, limita sus posibilidades de mejorar la escala de sus negocios y en este caso, la actitud de los representantes de las MIPYME urbanas en la Comisión Nacional de Salario Mínimo, es suicida o al menos autoflajelante.

Los empleadores nicaragüenses prefieren un margen de utilidad elevado por unidad de producto, que una taza de ganancia abultada del período, es así como, encontramos sin mucha dificultad empresarios que obtienen un 200% de margen de utilidad con una venta al día, cuando pudieran efectuar 5 ventas por día obteniendo el 50% de margen en cada venta y ganar más por día, pero… quien quiere esos márgenes pudiendo obtener 4 veces por encima.

Esto es lo que se hace con los salarios, salarios reducidos aumentan el margen de utilidad, pero hacen escasear a los compradores. En resumen, debemos de asumir que la demanda interna y la actividad económica es una función de los salarios. Las remesas y las donaciones, abonan y actualmente son claves para entender el desempeño económico, pero no son endógenas al modelo de funcionamiento de la economía y si hasta hoy nos han salvado la vida, cuidado, depender de ellas no es sostenible.

Una economía que no puede retribuir adecuadamente los factores de producción está funcionando mal, si los empresarios alegan que no es posible retribuir adecuadamente el trabajo y ello fuera cierto, la economía nicaragüense está funcionando realmente mal, no estamos produciendo los productos correctos o con la tecnología adecuada o los precios están mal. Estarían dispuestos los empresarios a producir sin obtener ganancias o peor aún, que los precios a los que venden no cubran sus costos de producción. Salarios bajos implican demanda reducida, que a su vez achica el tamaño de la economía y con ello la recaudación del estado y los ingresos de la seguridad social.

VIII.f Los niveles de salarios encontrados, bloquean el desarrollo humano y la calidad de vida

El estado de Nicaragua ha efectuado importantes esfuerzos a través de diversos programas sociales, en busca de mejorar la escolaridad del país, esfuerzo que no se ha limitado a la dotación aulas y profesores, sino que se ha extendido a garantizar un tiempo de alimentación, el calzado, la mochila (maleta) y útiles escolares, todo lo cual debería ser proveído por los padres si sus ingresos se lo permitieran, está es otra forma de subsidio desde el estado a los empleadores, no obstante, la elevada dependencia de las familias de estos apoyos, si bien reduce las presiones salariales no constituye el mejor camino para que las familias sientan que están garantizando su sobrevivencia, pero también conduce a ineficiencias en el sentido de que, favorece a las que lo necesitan y a las que no.

Dificultades adicionales de las familias, enfermedades, accidentes, muertes de miembros que aportan al ingreso de núcleo familiar, nacimiento de nuevos miembros o catástrofes asociadas a fenómenos naturales que reducen en parte o totalmente al patrimonio de la familia, se traducen casi de forma directa en el abandono escolar de los hijos en edad de estudiar. En este sentido los salarios reducidos incrementan la vulnerabilidad de las familias.

Por otro lado, las familias cuyos ingresos dependen de los salarios, cuando estos se mantienen en los niveles observados, se ven imposibilitados de acceder a una vivienda digna, que permita su desarrollo adecuado, lo que induce vulnerabilidades como el hacinamiento, que puede, bajo determinadas circunstancias, traducirse en violencia hacia las niñas y adolescentes. Además, puede inducir a que las familias consideren prioritario que las adolescentes miembros del hogar se casen, a fin de reducir la presión sobre los ingresos de la familia; generalmente un traslado del problema que reduce los derechos efectivos de las adolescentes y reproduce el ciclo de pobreza.

De la misma forma, los bajos niveles de ingesta de alimentos nutritivos, facilitan que las personas adquieran enfermedades que de otra forma no las contraerían, lo que no solo afecta los ingresos de las familias, sino que presiona sobre el sistema de salud pública, incrementando las tenciones presupuestarias. También, los salarios bajos tensionan el sistema de seguridad social por dos vías; (a) menores ingresos del seguro social, ya que las contribuciones patronales y del trabajador se fijan como una proporción sobre el salario, (b) los problemas de salud asociados a problemas nutricionales aumentan de forma directa los gastos del sistema.

Todo ello tiene efectos en la capacidad de las familias de reproducir la fuerza de trabajo, el desarrollo humano de la mano de obra y contribuye a reproducir patrones de exclusión de niñas, niños, mujeres, adultos mayores y personas con discapacidad. Así mismo, aumenta los niveles de ausentismo y reduce la posibilidad de aumentar la productividad del trabajo. De mantenerse estos patrones de salarios, incrementaremos la brecha entre las posibilidades del país y lo que exige el mercado internacional en productos y calidad de la fuerza de trabajo, la velocidad de aprendizaje, la disciplina y el trabajo duro ya no serán suficientes.

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