Prologo
En la primera parte del trabajo se hace una introducción global a los microcréditos, explicando su razón de ser y el avance experimentado en los últimos años desde la perspectiva de la Cumbre Internacional del Microcrédito.
Se analizan asimismo todos los elementos que deben considerarse a la hora de diseñar y ejecutar un programa de microcrédito: la clasificación de beneficiarios, los limitadores y condicionantes del éxito de los programas, los tipos de interés y, en definitiva, las características distintivas del microcrédito con respecto al crédito tradicional. También se hace un breve repaso histórico de lo que han sido los programas de microcrédito desde los años 60 hasta la actualidad. Más adelante se hace una distinción entre las disitintas instituciones que proporcionan microcrédito –desde el sector informal hasta las instituciones financieras, pasando por las ONGs-, para luego centrarse en un aspecto clave en el trabajo: el análisis de la metodología empleada en los distintos programas: el préstamo individual, los grupos solidarios y los bancos comunales.
A partir de entonces, el estudio se centra en analizar la organización y los servicios financieros de 3 modelos exitosos que, como rasgo común, se caracterizan por su buen funcionamiento y su positivo impacto en las comunidades donde operan. El primer modelo es el que antes apareció desde un punto de vista cronológico: el Grameen Bank. Un merecido reconocimiento a la institución pionera en microcréditos basados en una metodología grupal. Este modelo ha servido de base a otros posteriormente y supuso una revolución en el panorama microcrediticio, ya que hasta entonces los pobres estaban excluídos por definición del acceso a un derecho fundamental como es el crédito.
En la tercera parte se analizan 2 modelos que suponen una interesante evolución de la metodología microcrediticia: FINCA Internacional y FINCA Costa Rica. A través de la metodología de Bancos Comunales creada por John Hatch, los clientes participan de la gestión de su propio banco, lo cual constituye una gran novedad. El modelo costarricense, además, experimenta nuevas posibilidades, adaptándolas a las necesidades de la población, y consigue resultados sorprendentes. El más notable, el desarrrollo de Empresas de Crédito Comunal con capital accionario a través del novedosos concepto de microinversión.
El último modelo que se analiza, el de los Grupos de Autogestión Financiera, parte en un incio del modelo de FINCA Costa Rica, para posteriormente irse transformando en un modelo cada vez más sencillo que apuesta por utilizar tan sólo los fondos propios de la comunidad para formar el fondo de crédito. Se demuestra así que con los recursos de la propia comunidad se pueden financiar un gran número de actividades bien sentidas por la población más marginada de la sociedad. Los resultados obtenidos con los Bancos Comunales de capital accionario (“Bancomunales”) son más que esperanzadores, sobretodo debido a que requiere muy poca financiación para su buen funcionamiento y porque las personas se involucran de forma máxima en su propio desarrollo. Y ésta es una de las principales conclusiones finales.
PRIMERA PARTE: VISIÓN GENERAL DEL MICROCRÉDITO
1. Introducción
Como todo el mundo, los pobres necesitan tener acceso a servicios financieros constantemente. El crédito, concretamente, es un derecho fundamental que el sistema financiero tradicional ha excluido, por definición, a los más necesitados. No por ello los pobres dejan de pedir prestado cuando tienen una necesidad vital -sufragar necesidades básicas de consumo en momentos de ausencia de liquidez- o microempresarial –emprender una nueva actividad o mejorar la existente-, sino que el coste de hacerlo es muy elevado, suficiente como para impedirles salir del círculo de la pobreza. La culpa no es de los prestamistas o usureros que les cargan unos intereses altísimos, es un problema estructural e institucional y, aunque los avances realizados en los últimos años son satisfactorios, todavía son insuficientes.
Más que los microcréditos –concepto relativamente nuevo- lo que saca de la pobreza es el viejo concepto del ahorro. De la misma manera que en la Europa del siglo XIX la revolución industrial fue financiada con los excedentes de la agricultura -hasta que no hubo ahorro no hubo inversión-, lo mismo sucede con las microfinanzas –concepto más amplio que, además del crédito, incluye la provisión de otros servicios financieros como el ahorro, seguros o transferencias a hogares con bajos ingresos-. En contra de lo que se creía durante muchos años, se ha venido demostrando que los pobres tienen capacidad de ahorro para devolver un préstamo. El problema es de acceso, ya que disponen de pocos medios a su alcance para movilizar sus pequeños excedentes temporales. Las estructuras financieras de los países no han tenido en consideración este hecho durante mucho tiempo. Se han limitado a negar un derecho fundamental como es el crédito, argumentando que los pobres no tienen capacidad de pago ni bienes con los que responder en caso de impago de sus préstamos.
Pero cuando se les ha dado una oportunidad, un gran número de ellos no la han desaprovechado y han demostrado que son muy buenos pagadores. Su voluntad de salir de la injusta situación de pobreza en que se hallan y su amor propio explican las elevadas tasas de retorno de los créditos, muy superiores a los registrados por la banca tradicional. Ésta, en consecuencia, ha visto un negocio rentable en los microcréditos y se ha introducido en el negocio de conceder créditos a los pobres, creando Instituciones Microfinancieras (IMFs) a tal efecto. Obviamente, este tipo de instituciones busca una perspectiva comercial en absoluto incompatible con el deseable impacto social –que persigue el otro tipo de IMFs: el formado por ONG crediticias y generalistas-. De hecho, un buen programa de microcrédito ha de ser rentable en aras a lograr su sostenibilidad y permanencia en el tiempo. Parece claro que el objetivo de un programa de microfinanzas sea el de proveer servicios financieros permanentemente, y no tan sólo hacerlo durante un periodo de tiempo limitado, dado que las necesidades de las personas son permanentes. En definitiva, en el sector microcrediticio conviven dos tipos de prioridades: la social -a través de la rentabilidad- y la de la rentabilidad -a través de lo social.
Aunque el crédito por sí solo no es suficiente para impulsar el desarrollo económico y social, sí que es un facilitador o un noobstaculizador que permite que los pobres adquieran su activo inicial y utilicen su capital humano y productivo de manera más rentable. Además, permite sufragar necesidades básicas de consumo en momentos de ausencia de liquidez. No es, en cambio, la panacea que hará desaparecer la pobreza en el mundo por sí sola, simplemente permite a sus beneficiarios estar en una situación de mayor oportunidad, que es la de tener acceso al crédito en un entorno de cierta actividad económica. El reembolso del microcrédito supone una forma de capitalización basada en pequeños pagos frecuentes que ha demostrado ser efectiva y que puede contribuir a mejorar las condiciones de vida de los prestatarios a través de un incremento en su capacidad de generación de ingresos. Además, las metodologías grupales –en contraposición al tradicional crédito individual- provocan efectos colaterales muy positivos, derivados del asociacionismo y de la construcción de capital social.
1.1. Los tres mitos
En la mayoría de los casos, el sector financiero oficial no tiene en cuenta la tendencia de las personas muy pobres a ayudarse a sí mismas trabajando por cuenta propia. Dado que comúnmente no se reconoce que las personas más pobres tienen capacidad crediticia o ahorradora, y puesto que con los métodos bancarios habituales otorgar un préstamo de 10.000 dólares o de 100.000 dólares cuesta prácticamente lo mismo que otorgar uno de 100 dólares, los pobres no se consideraban un mercado rentable para el crédito. De hecho, es cierto que el microcrédito es más caro en términos relativos y por ello el sector financiero oficial ha construido 3 mitos acerca de los pobres, que han sido rebatidos, y por lo tanto han demostrado ser excusas infundadas para no prestarles servicios aludiendo un elevado riesgo y un escaso coste-beneficio.
En consecuencia, las personas muy pobres se ven obligadas a recurrir a los prestamistas tradicionales, que pueden llegar a cobrar intereses de hasta el 10% al día (tasa anual del 3.650%). Al tener que pagar esos intereses exorbitantes, los pobres siguen siendo pobres y pasan esta carga, y a menudo la deuda, a las generaciones futuras. Los 3 mitos han sido refutados en la práctica por las numerosas instituciones que brindan microcrédito desde los años 70 -siendo el Grameen Bank el primero que quebró este perverso sistema, como se verá más adelante- y han sido recopilados por la Campaña de la Cumbre del Microcrédito[1]. Son los siguientes:
- Las instituciones no pueden llegar a los más pobres porque resulta muy costoso identificarlos y motivarlos.
- Si una institución logra llegar a los más pobres, no puede alcanzar la autosuficiencia financiera.
- Una institución que de una u otra manera logra llegar a los más pobres y alcanza la autosuficiencia financiera, sólo va a añadir a la gente muy pobre la carga de la deuda.
La acepción del término “mito” es “saberes convencionales fuertemente sostenidos”. Pero no importa cuán fuertemente se sostenga una idea, si no refleja la realidad, es un mito.
1.2. Avance de los microcréditos
Los microcréditos son un instrumento efectivo y cada vez más utilizado en los programas para el alivio de la pobreza. Tanto es así que en febrero de 1997 se celebró la Cumbre del Microcrédito en Washington, auspiciada por Naciones Unidas, donde representantes de 137 países lanzaron una campaña con el objetivo de alcanzar en el 2005, con esta forma de préstamo, a los 100 millones de familias más pobres del mundo[2]. La Campaña de la Cumbre del Microcrédito ha mantenido el compromiso de cumplir con los cuatro temas centrales de la Cumbre de 1997:
- Servir a los más pobres,
- Servir y empoderar a la mujer,
- Formar instituciones financieramente autosuficientes, y
- Asegurar un impacto positivo y medible en las vidas de los clientes y sus familias.
A finales de 1997, el número de clientes contabilizados era de 13,4 millones, de los cuales 7,6 millones se contaban entre los más pobres, aquellos que viven con menos de 1US$ al día[3]. A finales de 2002, el número contabilizado ascendía a 67,6 millones de pobres, de los cuales 41,6 millones eran “de los más pobres”. Todo indica, pues, que el objetivo para el 2005 es alcanzable. Desgraciadamente, la necesidad de colocar fondos sin importar el cómo hacerlo puede ser un factor distorsionador en las comunidades donde se quiera aplicar un programa de microcrédito, como se verá durante el presente trabajo.
Por lo que se refiere a la oferta de microcréditos, el número de programas dedicados a esta actividad ha crecido paralelamente a la demanda satisfecha. Según la cumbre de microcrédito, de 618 instituciones reportadas en 1997 se ha pasado a 2.572 en 2002 (Ver Tabla 1). Se ha de recalcar que el número total de instituciones dedicadas a las microfinanzas es muy superior, las cifras aquí reportadas representan a las instituciones que cumplen los requisitos formales que pide el Plan de Acción de la Campaña[4]. En esta metodología, uno de los datos que se piden es la herramienta de medición de pobreza utilizada para determinar el número de clientes más pobres. De ahí que no todas las instituciones y organizaciones se puedan inscribir a la Campaña, ya que no todas, ni mucho menos, pueden medir el nivel de pobreza de sus clientes antes de recibir su primer préstamo, para determinar posteriormente el porcentaje de clientes más pobres que han cruzado la línea de la pobreza. Es decir, pocas IMFs pueden medir el impacto real de sus programas, ya que ello es costoso.
Tabla 1: El avance de los microcréditos en los últimos 5 años
Año | Nº de programas reportados | Nº total de clientes servidos | Nº total de clientes “más pobres” servidos | % de clientes
“más pobres” respecto al total |
1997 | 618 instituciones | 13,478,797 | 7,600,000 | 56.38 % |
1998 | 925 instituciones | 20,938,899 | 12,221,918 | 58.36 % |
1999 | 1,065 instituciones | 23,555,689 | 13,779,872 | 58.49 % |
2000 | 1,567 instituciones | 30,681,107 | 19,327,451 | 62.99 % |
2001 | 2,186 instituciones | 54,932,235 | 26,878,332 | 48.92 % |
2002 | 2,572 instituciones | 67,606,080 | 41,594,778 | 61.52 % |
Fuente: Microcredit Summit Campaign y elaboración propia
El numero total de clientes servidos – según este recuento – ha ido creciendo significativamente, pasando de 13,4 M en 1997 a 67,6 M en 2002, lo que supone un incremento del 404,5% en 6 años (67,4% de incremento promedio para este periodo). Por lo que se refiere al número de clientes “más pobres” servidos, el incremento experimentado en 6 años alcanza el 447,2%, lo que supone un 74,5% de incremento promedio, cifra relativamente superior a la alcanzada por el número total de clientes pobres. También puede apreciarse que el número de clientes más pobres servidos representa más de la mitad de los clientes servidos, excepto en 2001, cuando el número de clientes totales se incrementó en 24 M y el de clientes más pobres tan sólo lo hizo en 7 M.
En la tabla 2 se puede ver el tamaño de estas instituciones en cuanto a número de clientes. La Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) estima que existen en todo el mundo
7000 instituciones que brindan microcréditos[5]. La misma institución hace otra estimación que nos hace ver que, si bien la cifra de 100 Millones para el 2005 es muy prometedora, todavía queda mucho camino por recorrer: el número de usuarios potenciales de este tipo de servicios financieros se calcula en alrededor de 500 millones. El Grupo Consultor de Asistencia a los más Pobres (CGAP) va más allá y estima en 1000 M la cifra de clientes potenciales que no tienen acceso a estos servicios[6].
Tabla 2: Tamaño de las instituciones
Tamaño de la institución (en términos de clientes más pobres) | Número de
instituciones |
Número combinado de clientes más pobres | Porcentaje que representan respecto al total |
1 millón o más | 8 | 13,545,168 | 32.6% |
100,000 –999,999 | 25 | 6,414,155 | 15.4% |
10,000 -99,999 | 222 | 5,961,996 | 14.3% |
2,500 -9,999 | 410 | 1,958,777 | 4.7% |
Menos de 2,500 | 1.904 | 1,003,372 | 2.4% |
Redes (NABARD, ACCU Y BRDB) | 3 | 12,711,310 | 30.6% |
Fuente: Microcredit Summit Campaign
Los organismos internacionales de desarrollo han utilizado fórmulas frecuentemente poco acertadas para combatir eficazmente la pobreza. El principal defecto ha sido el paternalismo con el que se han enfocado los multimillonarios programas. Otro efecto colateral ha sido la dependencia generada con estos programas o la falta de empoderamiento de la población beneficiaria, aspecto este crucial para el desarrollo de comunidades y personas. Como sucede frecuentemente en la muchas veces viciada Cooperación Internacional, la mirada ha estado puesta más en los organismos cofinanciadores (y en sus percepciones a menudo erróneas sobre la realidad de las comunidades pobres) que en los propios beneficiarios.
Afortunadamente han surgido nuevas iniciativas en el ámbito local por parte de emprendedores sociales y ONG, algunas de ellas sorprendentemente ingeniosas, poco costosas, autosostenibles y eficaces. El presente estudio pretende analizar la evolución general de las distintas metodologías empleadas en los microcréditos y centrarse en aquellas que son más interesante a la hora de mejorar las condiciones de vida de las personas y de empoderarlas. Los nuevos modelos han conseguido ser eficaces desde lo local, desde la realidad cotidiana de los países del Sur y han utilizado el asociacionismo y la generación de capital social como verdadero motor de desarrollo. A estas personas innovadoras debemos nuestro reconocimiento y gratitud. Muchos pobres ya lo han hecho.
1.3. Microfinanzas en diferentes regiones del mundo
Para hacerse una idea global del funcionamiento de distintas IMFs en diferentes regiones del mundo se puede observar en la tabla 3 distintos indicadores recopilados en el año 2001. Aún tratándose de una pequeña muestra de IMFs analizadas, puede servir para hacer algunas constataciones que no sorprenden, teniendo en cuenta las características de las regiones analizadas. Asia es el continente más poblado del planeta y el número de clientes promedio de cada una de las 22 IMFs analizadas en esta región es muy superior a la de otras regiones: 301.190 clientes, frente a 12.408 en Latinoamérica y 11.378 en África. Este último continente refleja ser el más pobre de todos con unos créditos promedio de 166 US$, frente a 299 US$ en Asia y 695 US$ en Latinoamérica; además, el ratio de crédito promedio entre el PIB de cada región confirman la pobreza del continente africano, que alcanza el 51,7% con tan sólo 166 US$ de crédito promedio. Por lo que se refiere a la feminización de la pobreza y los microcréditos, en los 3 continentes las mujeres representan más de la mitad de la clientela servida: 76% en África, 75% en Asia y 61% en Latinoamérica.
Tabla 3: Microfinanzas en diferentes regiones del mundo
Indicador | Latinoamérica | África | Asia | Europa Este | ||
IMF analizadas | 52 | 24 | 22 | 12 | ||
%IMF
autosostenibles |
67% | 17% | 55% | 25% | ||
Nº clientes promedio | 12.408 | 11.378 | 301.190 | 1.958 | ||
Crédito promedio | 695 | 166 | 299 | 1.975 | ||
Crédito promedio/PIB | 44,4% | 51,7% | 40,7% | 146,5% | ||
% mujeres clientes | 61% | 76% | 75% | 41% | ||
Morosidad 90 días | 1,9% | 0,8% | 1,8% | 0,3% | ||
%Financiación cial. | 58% | 53% | 44% | 9% |
Fuente: MicroBanking Bulletin. Abril 2001.
Con datos de 2004[7] de la misma fuente (Gráfico 1), la autosuficiencia financiera de una muestra mayor de IMFs analizadas pone de relieve que Asia es el continente con mayor porcentaje de IMFs autosostenibles, lo cual tampoco debe extrañar dado que los primeros programas microcrediticios se desarrollaron allá, y por lo tanto son los que mayor madurez han adquirido. Latinoamérica le sigue a continuación con un porcentaje elevado de autosuficiencia, quedando África en último lugar y donde más hay que hacer para conseguir la sostenibilidad de las IMFs que allí operan.
Gráfico 1: Autosuficiencia Financiera por regiones
Fuente: The MicroBanking Bulletin.
2. Elementos a considerar en un programa de microcrédito
2.1. Clasificación de beneficiarios
Al referirnos a los pobres como usuarios de los servicios financieros, hay que distinguir entre varias categorías dentro de lo que se denomina el sector informal de la economía, compuesto por trabajadores familiares sin remuneración, trabajadores domésticos, trabajadores por cuenta propia y asalariados vinculados a actividades económicas de pequeña escala. Los clientes de servicios financieros suelen ser moderadamente pobres o microempresarios. Existen grandes instituciones que también sirven a los extremadamente pobres, como el Grameen Bank y otras iniciativas en Bangladesh y en países extremadamente pobres. Sin embargo, el éxito de estos programas puede ser más que dudoso en otros contextos culturales.
Existen varios métodos para clasificar la pobreza, siendo el más conocido y generalizado el que utiliza Naciones Unidas en función del ingreso per cápita diario de las familias. Se obtienen así tres niveles de pobreza:
- Extrema Pobreza = Inferior a US$1.00 al día
- Pobreza Media = Entre US$1.00 y US$1.99 al día
- Sobre Línea de Pobreza = Mayor a US$2.00 al día
- Ciñiéndose al ámbito microcrediticio y microempresarial que nos ocupa, me parece interesante la clasificación que hace Fundación CODESPA, obteniendo 4 niveles de pobreza[8]:
- Indigentes: No formaba parte del ámbito microcrediticio aunque han surgido algunas excepciones interesantes, que de todas maneras requieren un componente mixto de asistencia social. En Bangladesh destacan 2 iniciativas: el programa para indigentes del Grameen Bank[9][10] y el programa IGVGD (Income Generation for Vulnerable Group Development) del Bangladesh Rural Advancement Committee’s (BRAC), que se desarrolló entre la ONG microfinanciera BRAC y el Programa Mundial de Alimentos (PMA)10.
- Extremadamente pobres: Los que malviven en condiciones ínfimas, aunque pueden disponer de techo y el vivir con otros miembros familiares les permite sobrevivir. Obtienen algún pequeño ingreso esporádico, por lo que sí son clientes potenciales de algunos –no muchos- programas de microcrédito, como por ejemplo el Banco Mundial de la mujer (World Women´s Banking) y el propio Grameen Bank. Estas 2 primeras categorías corresponderían a un ingreso per cápita diario inferior a US$1.00.
- Moderadamente pobres: Personas con capacidad de generar ingresos, aunque éstos no son estables ni regulares en el tiempo. Un claro ejemplo lo constituyen los habitantes de zonas rurales, que viven y trabajan de actividades agropecuarias. Si bien la pobreza en estas zonas suele ser muy extrema, también es cierto que existe una limitada capacidad de generación de ingresos, suficiente para poder obtener microcréditos. Por ello, éstos y el siguiente grupo constituyen los principales clientes del microcrédito. Este grupo obtiene un ingreso per cápita promedio de entre US$1.00 y US$1.99.
- Microempresarios: Personas que se dedican a actividades comerciales muy simples, trabajan por cuenta propia y en solitario, o bien con la ayuda de otros miembros de la familia. Son aquellas personas que poseen un pequeño negocio dentro del sector informal: un puesto de venta ambulante, un sencillo taller de reparación, un pequeño taller de confección instalado en su propia vivienda, por citar algunos ejemplos. Aquellos que consolidan y hacen crecer su negocio podrán acceder al sistema financiero formal, aunque la mayoría no llegarán a disponer de garantías reales suficientes para ello. El ingreso per cápita diario de este grupo supera los 2.00 US$.
2.2. Aplicación del microcrédito
Para cada una de estas categorías se han desarrollado distintas metodologías y estructuras operativas para satisfacer las necesidades financieras de estos grupos de clientes de forma sostenible. Las necesidades que motivan a las personas a solicitar microcrédito son de dos tipos:
- De aplicación en la microempresa: Para su funcionamiento -como compra de materias primas- y como inversión –para la compra de activos fijos-. La primera necesidad suele representar un monto pequeño y ser financiada a corto plazo, mientras que un activo fijo requiere de una cuantía mayor y un más largo plazo para reembolsar.
- De aplicación en la economía doméstica o para el consumo: mejoramiento de la vivienda, obligaciones familiares o imprevistos.
En la actualidad muchas organizaciones e instituciones ofrecen microcrédito, pero muy pocas lo conceden para el consumo. La mayoría de programas utilizan recursos externos suministrados por organismos cofinanciadores, los cuales condicionan su utilización a financiar actividades exclusivamente generadoras de ingresos. La realidad es que cuando los fondos son externos la tasa de reembolso es muy baja, ya que no existe sentido de propiedad del dinero prestado: pertenece a un acaudalado programa del Norte y la motivación por devolverlo es escasa. Cuando se condiciona la concesión del crédito a una nueva actividad ideada desde el Norte el resultado suele ser peor. En ambos casos, cuando existe una actividad a financiar o cuando se propone una nueva actividad, la utilización real de los recursos por parte de la población beneficiaria se hace en función de sus necesidades inmediatas, entrando aquí la bien lógica picaresca de los clientes, que argumentan utilizar los recursos para el fin estipulado en la formulación del proyecto, pero en la práctica destinan los fondos a sufragar necesidades básicas, probablemente de consumo.
De hecho, la causa del fracaso de los grandes programas de cooperación con componente microcrédito es no tener en cuenta este tipo de aspectos cotidianos. Aún así, los multimillonarios programas les siguen concediendo créditos “productivos”, lo cual parece lógico desde un punto de vista teórico, de marco lógico. En cambio, desde el punto de vista del cliente necesitado de un bien de consumo tan importante como puede ser un medicamento, alimentos, o una mejora de la vivienda, sus posibilidades de financiación –aparte de la mencionada y necesaria picaresca- no pasan ni por recurrir a la banca formal –dada su ausencia de garantías reales- ni a la mayoría de programas de microcrédito -ya que el consumo no está estipulado en la formulación del proyecto-, con lo cual tendrá que endeudarse de forma excesiva con prestamistas y por lo tanto se empobrecerá más todavía.
Por todo ello, valoro muy especialmente aquellos modelos que sí contemplan el crédito al consumo, destacando los modelos que manejan fondos de la propia comunidad (como son los Bancos Comunales de capital accionario) donde no hay limitación alguna a su utilización, además de modelos muy maduros, como puede ser el Grameen Bank con su múltiple tipología de créditos. Todos ellos objeto de análisis en el presente estudio.
2.3. Limitadores de éxito en los programas de microcrédito
Para que el microcrédito sea eficaz ha de existir, obviamente, un nivel mínimo previo de actividad económica en la comunidad donde se promueva el programa. El Grupo Consultivo de Ayuda a la Población más Pobre del Banco Mundial (CGAP), que cuenta con un programa de microfinanzas, sostiene que el microcrédito es realmente eficaz si, además, existe capacidad empresarial y talento gerencial. De lo contrario, los beneficiarios simplemente se endeudarán. Aunque cierto, este segundo aspecto no es tan importante como el primero, dado que de la necesidad y la propia práctica surge la capacidad, como demuestran a diario millones de personas sin recursos.
Además de cumplir esta premisa básica –la existencia de un mínimo nivel de actividad económica-, se han detectado, en 30 años de variadas experiencias en el sector de las microfinanzas, determinadas circunstancias que pueden frenar el éxito de un programa de MF. Son las siguientes11:
- Poblaciones dispersas, que dificultan la accesibilidad a los clientes de un modo regular;
- Dependencia de una única actividad económica para toda la cartera de clientes-prestatarios (por ejemplo una única cosecha);
- Utilización del trueque en lugar de transacciones en efectivo;
- Probabilidad de crisis futura (hiperinflación, violencia civil);
- Inseguridad jurídica o un marco legal que cree barreras para la actividad microempresarial o microfinanciera;
- Falta de cohesión social, que disminuya las posibilidades de utilizar metodologías de crédito sin garantías reales.
El caso de la hiperinflación, típico de países latinoamericanos, es una variable exógena que no puede controlarse, pero sí ser protegida. Con la introducción relativamente reciente del concepto de microinversión financiera en acciones y participaciones de los Bancos Comunales, se protege a los pobres de la inflación al obtener un rendimiento elevado del dinero que aportan para posteriormente ser prestado –lo cual no sucede con los depósitos de ahorro, de muy escaso rendimiento-. Una interesante idea con la que desaparece uno de los tradicionales limitadores de éxito en los programas de microcrédito.
2.4. Características distintivas del microcrédito con respecto al crédito convencional
Las distintas instituciones dedicadas a las microfinanzas comparten unos rasgos distintivos con respecto a las instituciones financieras convencionales (bancos comerciales y empresas financieras): en ambas existe una estructura de propiedad, una tipología de clientes, un crédito ofertado y una metodología. Estas características distintivas pueden generar un perfil de riesgo muy particular para las instituciones dedicadas a los microcréditos, distinto al de las instituciones financieras tradicionales. Aún habiendo diferencias sustanciales en la tipología de IMFs, cabe mencionar aquí 4 características comunes a todas ellas12:
– La estructura de propiedad de las instituciones especializadas en microcrédito es diferente de la de instituciones financieras convencionales; éstas tienen accionistas institucionales individuales con mentalidad comercial, con “grandes bolsillos” que les permiten ofrecer capital adicional en un momento de crisis y que presionan a la institución para que rinda todo lo posible. Por el contrario, las propietarias mayoritarias de las instituciones especializadas en microcrédito son las ONG a partir de las cuales fueron creadas. Generalmente no se puede contar con las ONG para obtener respaldo financiero en los momentos de crisis.
- Los clientes de las IMFs son diferentes de los de las instituciones financieras convencionales. Por lo general son empresarios de bajos ingresos que tienen negocios familiares rudimentarios y documentación formal limitada. Por lo tanto, se les considera normalmente prestatarios de alto riesgo.
- El crédito que ofrecen las IMFs es diferente del que ofrecen las instituciones financieras convencionales. Los préstamos son más pequeños, sus plazos más cortos y los tipos de interés más altos. Como resultado, la cartera de préstamos de las IMFs muestra un particular perfil de riesgo: está más fraccionada, lo que disminuye el riesgo, pero la rotación es más alta, lo cual lo incrementa. La cartera también suele estar más concentrada geográficamente, sino el seguimiento de los clientes sería muy costoso (en los microcréditos, la IMF va al cliente y no al revés, como sucede en la banca tradicional).
- La metodología de préstamo del microcrédito difiere de los procedimientos de las instituciones financieras convencionales. El análisis de la reputación y el flujo de caja es más importante que las garantías y la documentación formal. En muchos casos las cuotas se pagan semanal o quincenalmente, no mensualmente. Esta metodología se fundamenta en la naturaleza de los clientes de las instituciones de microcrédito y es apropiada para ellos, pero también implica elevados costes administrativos. Los costes de operación (en relación con los activos) son mucho más elevados que en la banca tradicional. Este hecho debe remarcarse puesto que los altos costes de transacción son una diferencia fundamental con respecto a la banca tradicional.
Así pues, las instituciones de microcrédito son entidades con elevados costes administrativos, cubiertas por altos tipos de interés generados por una cartera conformada por un gran número de prestamos a corto plazo, sin garantías y concentrados geográficamente.
2.5. Condicionantes del éxito en programas de microcrédito:
Es importante señalar las 5 condiciones que deben reunir las instituciones microfinancieras para lograr sus objetivos:
- Permanencia, para prestar servicios financieros a largo plazo;
- Escala, a fin de alcanzar un número suficiente de clientes;
- Focalización, con el objeto de llegar a la población pobre;
- Sustentabilidad financiera, para no depender de donanciones externas y poder sobrevivir en el tiempo.
- Inmediatez en la entrega.
Se han mencionado anteriormente las maldades de los grandes programas de microcrédito con fondos externos rotatorios, que se ciñen al cumplimiento de un proyecto de duración limitada en el tiempo. No cumplen, por lo tanto, la permanencia y, en consecuencia, tampoco la escala. La sustentabilidad financiera es otro de los aspectos que no se tiene tan en cuenta cuando los programas se nutren de fondos externos y éstos son abundantes.
La inmediatez en la entrega es uno de los puntos en que pueden y suelen fallar los modelos y programas que se nutren de fondos externos. Un retraso en la concesión de fondos por motivos burocráticos es el pan de cada día en la Cooperación Internacional y en los gobiernos. En cambio, los que utilizan fondos de la propia comunidad están disponibles desde el primer momento. Este es un aspecto crucial, dado que cuando surge una necesidad y no se dispone de fondos para cubrirla, es importante que se obtenga el financiamiento de inmediato, de lo contrario de poco servirá obtener un préstamo cuando la oportunidad haya pasado: la adquisición de semillas para una siembra, una oportunidad de negocio o la adquisición urgente de un bien de consumo como puede ser la adquisición de medicamentos o la reparación de una vivienda.
2.6. La importancia de la tasa de interés
Uno de los elementos a considerar en un programa de microcrédito es el tipo de interés. Al dirigirse a los pobres, uno podría considerar que la tasa debería ser baja. Y se equivocaría: el interés es el único ingreso regular y seguro que dispone una IMF para cubrir los altos costes de prestar su dinero, ser autosostenible y garantizar su permanencia en el tiempo. De no ser así, al terminarse el programa, los pobres seguirían pidiendo prestado a prestamistas informales, que les cargarían una tasa mucho más elevada. Por lo tanto, una tasa alta no es ningún obstáculo, ya que en términos relativos no lo es para los clientes. Los programas que disponen de una gran cantidad de fondos provenientes de donantes privados o gubernamentales también deben intentar ser sostenibles, dado que los fondos externos son, por naturaleza, inseguros, y cuando dejen de fluir, sería deseable que se continuara prestando un servicio financiero a las comunidades, que lo necesitan constantemente. No por ello las tasas deben ser abusivas. Lo que se debe buscar es que las tasas sean justas, que compensen los costes sin duda, pero que haya un esfuerzo porque esos costes sean el resultado de programas eficientes13.
Existen 3 tipos de costes que debe cubrir una IMF para conceder microcréditos14. Los dos primeros, el coste de obtener el dinero que se va a prestar y el coste de los préstamos impagados, son proporcionales a la cantidad prestada. Por ejemplo, si el coste sufragado por la IMF para obtener financiación es del 10% (un préstamo de una entidad financiera o de una agencia de desarrollo) y experimenta un 1% de impagos de la cantidad prestada, entonces estos dos costes serán de 11$ para un préstamo de 100$, y de 55$ para un préstamo de 500$. Por lo tanto, un interés del 11% cubrirá los costes de ambas cantidades prestadas.
El tercer tipo de coste es el coste de transacción y no es proporcional a la cantidad prestada. El coste de transacción de un préstamo de 500$ no es muy distinto de uno de 100$. Ambos préstamos requieren de la misma cantidad de tiempo para formalizar el préstamo con el cliente, hacer el desembolso, recibir los reembolsos y hacer el seguimiento del préstamo. Supongamos que el coste de transacción es de 25$ por préstamo y que el plazo es de un año. Para cubrir los costes de un préstamo de 500$, la IMF tendría que recibir intereses de 50$ + 5$ + 25$ = 80$, que representan un interés anual del 16%. Para un préstamo de 100$, la IMF ha de cobrar unos intereses de 10$ + 1$ + 25$= 36$, que representa un interés anual del 36%. A primera vista esta tasa puede parecer abusiva, especialmente si los clientes son pobres. Pero en realidad esta tasa refleja el hecho de que cuando el tamaño de los créditos es muy pequeño, sus costes de transacción son proporcionalmente mayores. La sostenibilidad debe ser perseguida con unas tasas de interés adecuadas y, sobretodo, minimizando los costes al máximo. Los que mejor cumplen este requisito son los modelos financieros locales, que se analizarán más adelante.
3. Breve evolución histórica
Hasta llegar a las distintas tendencias que convergen en la actualidad en el ámbito microcrediticio, se ha recorrido un largo camino que se inició en los años 50. Aunque hay que aclarar que muchas culturas han adoptado desde tiempos inmemoriales distintos mecanismos informales de crédito; lo que aquí se refiere son metodologías formales institucionalizadas.
Los proyectos de desarrollo empezaron a introducir programas de crédito subvencionados a determinadas comunidades objetivo. Estos programas fracasaron en su mayoría. Los bancos rurales de desarrollo que facilitaban esta financiación sufrieron una masiva erosión de su capital debido precisamente a los tipos de interés subvencionados y a la escasa disciplina de pago entre los beneficiarios. Además, los fondos no siempre llegaron a los más pobres, sino a los más favorecidos de entre la comunidad rural.
En los años 70 se iniciaron programas experimentales primero en Bangladesh y luego en Brasil. La creación del Grameen Bank en Bangladesh supuso la introducción de una nueva, revolucionaria y efectiva metodología, verdadero origen de los microcréditos. Estos programas concedían pequeños créditos a grupos de mujeres muy pobres para invertir en pequeños negocios. Este tipo de crédito a la microempresa se basaba en Grupos Solidarios (GS) en los que cada persona del grupo garantizaba el pago de todos los miembros, sustituyendo así la tradicional garantía real por la confianza en el grupo y en las personas.
En los años 80 y 90 los programas de microcrédito mejoraron sustancialmente su metodología y cambiaron las concepciones que se tenían a la hora de financiar a los pobres. En primer lugar, enseñaron que la gente pobre, especialmente las mujeres, tenían unas excelentes tasas de retorno de los créditos, muy superiores a las del sector financiero tradicional en los países desarrollados. En segundo lugar, mostraron que los pobres podían y querían pagar tasas de interés elevadas, que permitían cubrir los elevados costes de las instituciones microfinancieras que les prestaban crédito. Estas 2 importantes características –elevadas tasas de retorno e intereses capaces de cubrir los costes- han permitido conseguir la autosostenibilidad de las instituciones a largo plazo, además de alcanzar a un gran número de clientes. Lo cual, a su vez, ha permitido desarrollar una verdadera industria que se impone ambiciosos objetivos, como los 100 M de familias clientes en el 2005, año internacional del MC para Naciones Unidas.
En la tabla 4 se puede apreciar la evolución de las microfinanzas en las últimas décadas, desde los primeros créditos agrícolas hasta la forma más evolucionada que han alcanzado algunas instituciones microfinancieras, las reguladas por las superintendencias bancarias. Éstas forman parte del sistema financiero formal, y por lo tanto, pueden captar ahorro de terceros, entre otras características. Cabe decir que las IMFs que han optado por graduarse son sólo una parte del gran número de IMFs que proporcionan servicios microcrediticios. Si bien su grado de intermediación financiera es mayor que las IMFs no reguladas, estas últimas desempeñan un papel importante a la hora de alcanzar determinados estratos sociales y de intervenir en comunidades más desfavorecidas, más propias de ONG que de instituciones financieras formales.
Tabla 4: Evolución de los microcrédito desde los años 60
Etapa | 60´s – 70´s Créditos agrícolas | 80´s – 90´s IMFs | 2000-
IMFs reguladas |
Socios | Proyectos/ONGs | Instituciones | Sistema financiero |
Servicios | Crédito | Crédito y ahorro | Servicios financieros |
Ahorro | No hay capacidad | Sí hay capacidad | Ahorro externo e interno |
Carencias | Capital físico | Instituciones eficientes | Tecnología |
Estrategia | Subsidio microempresarial | Subsidio institucional | Rentabilidad alternativa |
Fuente: CGAP, Finance of Microfinance, octubre 2002
4. Tipología de instituciones que proporcionan microcrédito
4.1. El sector informal
En primer lugar, como se ha mencionado ya, el sector informal incluye a los prestamistas informales que no llevan ningún tipo de registro de los préstamos, trabajan en la calle, prestan dinero a muy corto plazo y cobran unos intereses muy por encima de los de mercado. Son conocidos vulgarmente como usureros y forman parte del paisaje cotidiano de los países del Sur. Hasta que surgieron las primeras iniciativas en microcrédito que pretendían ayudar a los más pobres, suponían la única alternativa para acceder a financiación y continúan siéndolo donde la industria microfinanciera todavía no ha logrado penetrar15. Esta situación de poder hace que los que disponen del capital apliquen unos intereses elevadísimos, como puede ser un 20% mensual o un 10% diario. En este caso, los que proporcionan esta financiación no ayudan a salir del círculo de la pobreza, más bien al contrario, perpetúan dicha situación. Esto fue observado por el profesor Yunnus en la aldea de Jobra, en Bangladesh, verdadero laboratorio del microcrédito.16
En 1974, una ciudadana de esta aldea –Sufia Begum, primera prestataria formal de un microcrédito- trabajaba todo el día para fabricar taburetes de bambú. La materia prima le costaba cinco takas (equivalente a 22 céntimos de dólar), que tenía que pedir prestados dado que no disponía ni tan siquiera de esta pequeña cantidad. Los intermediarios o usureros le prestaban esta cantidad con la condición de tener que venderles el fruto de su trabajo –el producto transformado, osea, los taburetes– al final de la jornada para reembolsar el préstamo. El precio de venta era de cinco takas y cincuenta paisas (céntimos de taka), con lo cual el beneficio de la artesana era tan sólo de 50 paisas (equivalentes a dos céntimos de dólar) por todo un día de trabajo. El problema de falta de capital inicial le atrapaba en el círculo vicioso de pedir prestado a un intermediario para venderle enseguida el producto de su trabajo. El intermediario se las arreglaría siempre para pagarle a Sufia un precio que no le permitía reembolsar los materiales y satisfacer sus necesidades elementales, obligándole siempre a pedir prestado. Esta práctica, de tan habitual que es en los países en vías de desarrollo, se considera normal, aunque no deja de ser una relación de semiesclavitud. Su solución vino con el crédito, que le posibilitó revender sin compromisos sus productos en el mercado, obteniendo un margen bastante mejor entre el coste de los materiales y el precio de venta en el mercado, muy superior del que obtenía con el usurero. Gente como Sufia no era pobre por pereza o por falta de habilidades. Eran pobres porque las estructuras financieras no tenían la vocación de ayudarlos a mejorar su suerte. Era un problema estructural y no un problema de personas.
Así pues, el mercado de crédito estaba acaparado por los prestamistas locales, que arrastraban a sus clientes cada día más lejos en el camino de la pobreza. En la actualidad siguen existiendo los usureros, pero afortunadamente coexisten diversas tipologías de instituciones microfinancieras que proporcionan crédito y otros servicios a los clientes pobres. En este sentido, es justo reconocer el mérito de M. Yunnus al crear la primera institución microcrediticia (el Grameen Bank) y la primera metodología basada en el crédito grupal, que ha sido el punto de partida de muchas otros modelos y programas.
El sector informal también incluye a las asociaciones locales que son pequeños grupos de ahorro y crédito en los que los miembros contribuyen con una pequeña cantidad que depositan para crear un fondo que se va prestando rotatoriamente a sus miembros en función del capital disponible. Este tipo de entidades recibe el nombre de ROSCAs (“Rotating Savings and Credit Associations”, Asociaciones de crédito y de ahorro) y son populares en muchos países, por ejemplo en República Dominicana (con el nombre de “San”) o en Venezuela (“Susu”). Este sistema está muy generalizado en el sector informal de la economía y puede resultar útil cuando no hay otras opciones de financiación, pero es imperfecto por varios motivos: en primer lugar, el orden en que se conceden los créditos es aleatorio ya que se suele hacer por sorteo; el primer beneficiario ve satisfecha su necesidad de crédito al momento, pero el último puede esperar varios meses en hacerlo. Hemos visto que la inmediatez en la disponibilidad de crédito es una de las características básicas que ha de cumplir cualquier modelo y los ROSCAs no lo cumplen. En segundo lugar, es un modelo ineficiente, ya que al recuperar la aportación inicial – lo cual puede suceder al cabo de varios meses, incluso años- la cuantía retornada es la misma que se aportó, lo que significa que el dinero ha estado “durmiendo” y no se ha obtenido ningún rendimiento del mismo, hecho particularmente grave en países con elevada inflación. Y en tercer y último lugar, el modelo puede ser muy injusto, dado que si uno de los miembros no reembolsa el préstamo, desaparece el fondo comunitario, con lo que, además de perder la cuantía aportada, muchos de sus miembros no habrán tenido la oportunidad de haber utilizado el fondo. Por lo tanto, aunque los ROSCAS pueden representar la única opción de financiamiento de algunas personas, desde el ámbito que nos ocupa, la ausencia de una metodología adecuada y de mecanismos de control deslegitimizan este sencillo método.
Estos mecanismos informales de crédito son considerados valiosos por parte de la población con escasos recursos, ya que representan en muchos casos la única posibilidad real de conseguir un crédito, aunque no se pueden considerar unos mecanismos adecuados en tanto en cuanto no son eficientes ni baratos. Además, el sector financiero informal no puede, obviamente, atender necesidades como pueden ser la colocación de depósitos, algunos tipos de crédito y las transferencias de dinero. Estos servicios más desarrollados tan sólo lo pueden ofrecer las IMFs especializadas y reguladas. Y aquí pasamos a analizar las distintas tipologías de IMFs.
4.2. Tipología de IMFs
Las IMFs pueden clasificarse según su nivel de intermediación financiera, que se refiere a la capacidad jurídica, operativa y financiera para ofrecer una amplia gama de instrumentos financieros, tanto activos (créditos e inversiones) como pasivos (cuentas corrientes, de ahorro, etc…). A mayor cantidad de servicios disponibles para la clientela, mayor es la capacidad de intermediación financiera de la institución, y por lo tanto de generación de ingresos.
Existen dos maneras de crear una IMF en función de si se ha promovido desde una ONG o desde un banco. En le primer caso estaremos hablando de un “up-grading” de una ONG que se especializa en lo financiero y en el segundo de un “down-grading” de una institución financiera formal que entra en el mercado de los microcréditos. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) distingue 4 grupos de IMFs17 que recogen las dos situaciones descritas:
Instituciones financieras convencionales: Son sociedades por acciones como Bancos y Financieras Cooperativas y Mutuales, que han decidido penetrar el mercado de la microempresa sin abandonar sus nichos tradicionales de intervención. Estas instituciones se caracterizan por abordar diferentes segmentos de mercado y por no estar concentrados en la cartera de microcrédito. El interés por el emergente mercado de la microempresa es una situación relativamente nueva y experimental, razón por la cual la cartera ligada a dicho segmento representa un porcentaje bajo del total de los activos.
Instituciones financieras especializadas: Son aquellas instituciones financieras reguladas, generalmente sociedades anónimas, que fueron creadas con el objetivo especifico de atender a la micro y pequeña empresa. Sus activos se concentran en el segmento de mercado de la microempresa y están facultadas para captar ahorro de terceros. Operan como organizaciones sin ánimo de lucro, aunque cada vez son más las que se “transforman” en instituciones financieras autorizadas y supervisadas. En este proceso, habitualmente se crea una institución financiera nueva y la fundación o asociación sin fines de lucro original adquiere una participación mayoritaria en ella, dejando de prestar servicios financieros por sí misma.
ONG crediticias: Se trata de aquellas instituciones que, manteniendo su base jurídica de asociación sin fines de lucro o de fundación, se dedican, única o principalmente, al financiamiento de la microempresa. Eventualmente realizan actividades de capacitación y asesoría técnica de microempresarios, las cuales forman parte de la estrategia de educación crediticia del cliente y de recuperación de los créditos.
ONG generalistas: Al igual que las ONG crediticias, estas instituciones son asociaciones sin ánimo de lucro o fundaciones, con la diferencia que, además del otorgamiento de préstamos, proveen una amplia gama de servicios de desarrollo empresarial y de apoyo social. Por lo tanto no están específicamente enfocadas en la actividad financiera.
4.3. Principales características
Si en un apartado anterior se analizaban las características distintivas del microcrédito con respecto al crédito convencional (la estructura de propiedad, la clientela, el tipo de crédito que ofrecen y la metodología) ahora se analizarán las principales características comunes a todos los tipos de IMF. Son las siguientes18:
La estrategia institucional indica los principales motivos que llevan a las IMFs a intervenir en el campo de la microempresa. Estas estrategias persiguen por lo general, dos tipos de objetivos: el logro de importantes índices de rentabilidad o el deseo de lograr un impacto en el nivel de vida del cliente. Una combinación de ambas lógicas, de finanzas y de solidaridad, es también practicada por muchas instituciones. Identificar la tendencia de la IMF en cuanto a su misión y estrategia, es un tema de suma importancia, puesto que define, por lo general, los mecanismos de dirección y de funcionamiento de la institución. En todo caso, el surgimiento de la competencia en la oferta de servicios de microfinanzas, tiende a que las IMFs, al margen de la lógica de intervención, busquen obtener excelentes índices de productividad y de calidad de cartera para mejorar las tasas de interés activas y diversificar su oferta de servicios financieros.
La forma jurídica es el estatus legal adoptado por las IMFs para ejercer la actividad crediticia. Cabe señalar que las instituciones financieras convencionales y las especializadas son generalmente reguladas por las entidades de control de organismos financieros de cada país (IMF reguladas), en tanto que las ONG crediticias y generalistas no lo son. La forma jurídica que adopta la IMF tiene importantes repercusiones en sus características operativas y financieras. Las instancias de gobierno son más convencionales en las instituciones reguladas, en tanto que las ONG disponen de una libertad más amplia para diseñar sus centros de decisión. En lo financiero, las IMFs reguladas cuentan con las posibilidades legales para practicar diferentes instrumentos de crédito y de captación de recursos, mientras que las ONG tienen limitantes de regulación para diversificar sus instrumentos activos (créditos e inversiones) y pasivos (depósitos de ahorro).
El tercer elemento indica el tipo de cliente al que se dirigen prioritariamente las IMFs. Como se ha comentado anteriormente, son las ONG quienes, en muchos casos, estarían destinando su oferta crediticia a los sectores de más bajos ingresos, o a las microempresas de menor tamaño. En cambio, son las instituciones financieras reguladas las que presentan una mayor tendencia de atención a empresas con un mayor grado de evolución, dadas las garantías que proveen y su historial crediticio. No es que haya una correlación perfecta entre el tipo de institución y el tipo de cliente, lo que sucede es que existen limitantes de orden jurídico, financiero y operativo, para que instituciones financieras reguladas puedan llegar a clientes de muy bajos ingresos. Por ejemplo, en el ámbito jurídico, el marco regulatorio no acepta, por lo general, la garantía solidaria, al no ser una cobertura tangible de un riesgo financiero.
Los instrumentos crediticios son los productos de financiamiento que normalmente ofrecen las IMFs a la microempresa, los cuales se configuran en función del riesgo del cliente y del tipo de garantía. Los créditos grupales (Bancos Comunales y Grupos Solidarios) son utilizados para atender a los clientes de más bajos ingresos, mientras que los créditos individuales son orientados hacia las microempresas que disponen de garantías prendarias y de referencias de buen comportamiento crediticio.
Los instrumentos de captación de recursos son determinados por el estatus jurídico de la IMF y por el volumen y calidad de sus activos.
En la tabla 5 a continuación se puede observar resumidamente las principales características operativas que se acaban de mencionar y en el Apéndice 1 se pueden ver las Fortalezas y Debilidades de cada tipo de IMF.
Tabla 5: Principales características operativas de distintos tipos de IMFs
INSTITUCIONES
FINANCIERAS CONVENCIONALES |
INSTITUCIONES
FINANCIERAS ESPECIALIZADAS |
ONG
CREDITICIAS |
ONG
GENERALISTAS |
|
ESTRATEGIA | Penetración nuevos mercados
Imagen y filantropía |
Impacto social Rentabilidad | Impacto social Generación de márgenes | Impacto social Autosuficiencia financiera |
FORMA JURÍDICA | Bancos y Financieras cooperativas y mutuales | Bancos
Financieras |
Asociaciones sin fines de lucro
Fundaciones |
Asociaciones sin fines de lucro Fundaciones |
CLIENTELA | Diversos segmentos Microempresa es minoritaria | Micro y Pequeña empresa | Microempresa Segmentos de población más pobres | Microempresa Segmentos de población más pobres |
INSTRUMENTOS CREDITICIOS | Diversos para cada segmento de mercado. En general crédito individual | Grupo solidario
Crédito individual Leasing y otros |
Grupos
Solidarios Crédito individual Banco comunal |
Grupos Solidarios
Crédito individual Banco comunal |
INSTRUMENTOS
PASIVOS Y DE PATRIMONIO |
Acciones, Quasicapital, Bonos, Bolsa, Líneas de redescuento,
Certificados, Ahorro, Préstamos |
Acciones, Quasicapital, Bonos, Bolsa, Líneas de redescuento,
Certificados, Ahorro, Préstamos |
Préstamos
Garantías, Certificados de Aporte Patrimonial, Acciones |
Préstamos
Garantías Certificados de Aporte Patrimonial, Acciones |
EJEMPLOS | Bco. del Pacífico
(Ecuador) Banco del Comercio (Costa Rica) |
Banco Solidario
(Bolivia) Multicredit Bank (Panamá) |
Red FINCA
Red Banco Mundial de la Mujer |
Fundación Cesap
(Venezuela) Red CARE |
Fuente: Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
5. Metodología empleada en los distintos programas
Las principales metodologías que utilizan las instituciones de microfinanciación son los individuales o grupales. Los microcréditos se asocian frecuentemente a la ingeniosa metodología grupal inventada por el Grameen Bank de M. Yunnus en 1976, cuando sustituye la de la banca tradicional por una nueva que simplemente le da la vuelta en casi todo. Los Bancos Comunales son organizaciones locales autogestionadas que prestan servicios financieros, además de ser una metodología crediticia. El microcrédito individual apareció de la mano de la organización ACCIÓN Internacional y está ligado a actividades microempresariales, destacando, además del crédito, la asesoría de negocios. Actualmente hay muchas instituciones de microfinanciación que trabajan a la vez con las dos metodologías. Es decir, tienen su cartera de crédito separada en 2 bloques, cada uno de los cuales funciona distintamente. Veamos por separado las 3 metodologías.
5.1. Préstamos individuales
En este caso, el crédito es solicitado por una única persona, que responde ante la institución de la devolución del capital y de los intereses del préstamo. Normalmente, en este tipo de créditos suele tratarse de cantidades mayores que en el caso de los Grupos Solidarios o los Bancos Comunales, lo cual refleja que se focalizan principalmente en una clientela moderadamente pobre. En esta metodología no hay tanta diferencia entre la banca tradicional y las microfinanzas, de hecho es habitual que la IMF pida garantías reales a los prestatarios. El destino del crédito puede ser tanto para capital de trabajo como para la adquisición de activos fijos; en este último caso, los plazos pueden llegar hasta los 24 meses.
Se presupone en los clientes una disciplina de pago propia de los microempresarios, que no dejan de ser la “casta alta” de la pobreza. En cambio, los reembolsos mucho más frecuentes que se efectúan en el Grupo Solidario hacen que los más pobres aprendan disciplina en el pago, lo cual tiene que valorarse como un efectivo ejercicio de autoformación sin coste adicional. No es del todo correcto decir que los préstamos individuales saquen de la pobreza, ya que la mayoría de estos prestatarios ya están fuera de ella.
El inicio de esta metodología de créditos nace en América Latina gracias a la iniciativa de la Fundación Carvajal de Cali y la colaboración de ACCIÓN Internacional. Una de las principales características de este programa en Colombia era la preeminencia de la capacitación sobre el crédito. El crédito se considera como algo complementario a un adecuado programa de capacitación y asesoría de negocio, que constituye la pieza fundamental que permitirá un mejoramiento de la microempresa. Esta acertada filosofía sigue formando parte de la Fundación Carvajal de Cali y de muchas otras ONG de la región asesoradas por ésta. (ACTUAR, FUSAI, FUNDECAP, FUNDADES, etc.).
5.2. Grupos Solidarios
Esta metodología consiste en que el préstamo es solicitado y tramitado por un grupo de personas, que responden solidariamente del crédito. Es decir, si algún miembro del grupo no consigue devolver su parte, el resto tiene que devolverlo por él. Normalmente los grupos suelen estar constituidos por miembros de una misma comunidad, con un notable grado de conocimiento entre ellos, donde cada grupo es responsable de la selección de sus miembros. La metodología de los Grupos Solidarios fue creada por el Grameen Bank en Bangladesh en 1976 y se expandió por Asia –por la evidencia de su efectividad en uno de los países más pobres y el más densamente poblado del mundo- y también por América Latina –de la mano de ACCIÓN Internacional, que replicó y adaptó el modelo Grameen-.
La metodología de los Grupos Solidarios tiene tres finalidades fundamentales:
- Conseguir atender a la demanda de crédito por parte de personas de escasos recursos,
- Lograr la autosuficiencia financiera de las instituciones que desarrollan los programas y
- Ser capaces de atender a un número grande de personas.
Sus principales ventajas son que facilita que la tasa de morosidad sea baja y que abarata los costes de gestión de los créditos, además de otras indirectas, ya que promueve la mentalidad asociativa, que es muy positiva para posteriores acciones, como la realización de actividades en común. El asociacionismo permite obtener resultados muy positivos en otros ámbitos, como puede ser el logro de una mayor presión política ante las autoridades o la compra común de materias primas a un menor precio. En el caso del Grameen Bank en Bangladesh se produjo una auténtica revolución social, dado que las mujeres –que representan el 98% de los clientes- obtuvieron un alto grado de empoderamiento del que carecían absolutamente al ser tratadas como ciudadanas de tercera clase. El éxito de esta metodología en la lucha contra la pobreza –sobretodo en Bangladesh- implica también una dimensión social y favorece la emancipación política de los pobres19. En otros países las tensiones en los grupos han sido más fuertes y han impedido el éxito de otros programas.
El otorgamiento de los créditos funciona de la siguiente forma: el grupo decide qué cantidad necesita tomar prestado cada uno de sus miembros; a continuación la institución aprueba la cantidad total solicitada por el grupo y hace el préstamo al grupo, cuyos miembros responden solidariamente del mismo. Lógicamente, si alguno de los miembros del grupo tiene dificultades para devolver el préstamo, los demás le presionan para que lo devuelva. Si en la banca tradicional se piden garantías reales (prendarias) como señal de desconfianza ante una solicitud de crédito, aquí la garantía es la presión grupal. Hasta que el grupo no devuelve todo el crédito no se le conceden más créditos, de ahí la presión del grupo. Una vez devuelto el préstamo, el grupo está en condiciones de solicitar otro. Los trámites suelen ser muy sencillos y el modo de operación de la institución suele estar muy descentralizado, con el fin de asegurar la agilidad y rapidez en la gestión de los créditos. Las cantidades prestadas en este tipo de créditos suelen ser pequeñas y los períodos de devolución, cortos. Un inconveniente de esta metodología es que puede generar tensiones en los grupos, ya que si un miembro no paga, los cuatro restantes se verán perjudicados y presionarán al moroso, en ocasiones de forma más o menos violenta. De ahí que el propio GB haya flexibilizado esta metodología, como se verá más adelante.
5.3. Bancos Comunales
La metodología de Bancos Comunales está formada por asociaciones de crédito y ahorro gestionadas por la propia comunidad. La autogestión es una importante característica que le diferencia de los Grupos Solidarios, que son gestionados por los órganos rectores de una organización como
- Esto quedo demostrado en las elecciones generales de Bangladesh del 12 junio de 1996. La tasa departicipación en esas elecciones alcanzó el 73% y, en la mayoría de regiones, las mujeres votaron más que los hombres, hecho sin precedentes en la historia de ese país. En el pasado, las mujeres habían sido excluídas completamente de la sociedad y los conservadores, paternalistas y fundamentalistas religiosos les amenazaban con todo tipo de castigos si se oponían a las reglas dictadas por ellos mismos. Para escapar al poder de los prestamistas, no seguir mendigando en las calles y pedir prestado en Grameen se requiere mucha voluntad, disciplina y coraje. El mismo coraje que para ir a votar. Esto significó para ellas una nueva reivindicación de libertad y de justicia. Más que votar por un candidato o partido, votaron por un ingreso digno, una casa con instalaciones sanitarias y agua potable. Fuente: YUNNUS, M. Hacia un mundo sin pobreza, cit. puede ser el Grameen Bank. Las principales razones por las que se crea un banco comunal son:
- Mejorar el acceso de sus miembros a los servicios financieros,
- Fomentar el ahorro entre sus miembros
- Formar un grupo de auto ayuda en la comunidad
La mayor parte de las instituciones que han impulsado la puesta en marcha de Bancos Comunales se ha basado en el modelo diseñado por John Hatch, fundador de FINCA Internacional, y que está recogido en su libro “The village bank manual”(1989). Este tipo de programas fue diseñado inicialmente para llevarse a cabo en zonas rurales y principalmente con mujeres, que son los principales clientes de los microcréditos20. No obstante, la metodología de los Bancos Comunales ha sido adaptada por diversas organizaciones, buscando la mejor adecuación a las circunstancias de cada lugar, de ahí que hayan surgido variantes a la metodología inicial.
Se ha mencionado anteriormente que una de las razones para crear un Banco Comunal es la creación de un grupo de auto ayuda. Los Grupos de Auto Ayuda son el principal modelo de microfinanzas utilizado en India, cuya metodología y organización se asemejan mucho a la de los Bancos Comunales. En la actualidad tienen más de seis millones de clientes, de los cuales el 90% son mujeres. Se estima que el número de GAA en el país surasiático asciende a 400.000. Este interesante modelo combina las fortalezas de las ROSCAs junto con el apoyo de las instituciones financieras formales.
Los GAA son parecidos a los ROSCAs en tanto en cuanto se basan en el ahorro de sus miembros. En cambio, son distintos en varios aspectos: sólo pueden ser miembros los pobres, son mucho menores (de 10 a 20 miembros) y reciben préstamos de bancos para suplementar sus recursos. Este link con otras instituciones es fundamental. En India, el éxito de este modelo se debe al apoyo que han obtenido los GAA por parte del programa del Banco Nacional Agrícola y de Desarrollo Rural (NABARD)21. Finalmente, cabe mencionar que los GAA se han empezado a federar entre ellos, en aras a alcanzar la viabilidad financiera y la autosostenibilidad. Los resultados obtenidos demuestran que las federaciones de GAA crean economías de escala, reducen los costes de transacción, permiten la provisión de servicios de alto valor añadido e incrementan el empoderamiento de los pobres. El crecimiento del programa NABARD ha sido espectacular en los últimos 7 años, como refleja la Tabla 6 adjunta22.
Tabla 6: Evolución de los GAA en India. Programa NABARD
Año | 1997 | 1998 | 1999 | 2000 | 2001 | 2002 | 2003 |
Nº de Clientes | 146.166 | 243.389 | 560.915 | 1.608.965 | 3.992.331 | 7.837.000 | 10.760.400 |
Nº de clientes muy
pobres |
58.613 | 97.599 | 224.927 | 645.195 | 1.600.925 | 3.130.000 | 8.608.300 |
Fuente: Microcredit Summit Campaign
La metodología de Bancos Comunales aporta nueva luz al microcrédito y por ello se analizará el primer programa que la utilizó en Costa Rica –de la mano de FINCA CR- y un modelo muy similar en Venezuela.
[1] Fuente : DALEY-HARRIS, SAM. Estado de la Campaña de la Cumbre del Microcrédito. Informe 2003.
[2] De esta manera, el 2005 ha sido considerado por la Asamblea General de Naciones Unidas como el Año Internacional del Microcrédito. 23 Julio 2003. Fuente: UNITED NATIONS CAPITAL DEVELOPMENT FUND (UNCDF).
[3] La Campaña define a “los más pobres” a quienes están en la mitad inferior del grupo de personas que viven por debajo de la línea de pobreza de sus países. La dificultad estriba en la utilización de herramientas efectivas para la medición de la pobreza actualmente en uso. Se calcula que en la actualidad 1.200 millones de familias viven con menos de 1US$ al día (extrema pobreza); de éstas, “los más pobres” según la defincición de la cumbre (mitad inferior bajo la línea de la pobreza) son 240 millones de personas. Fuente: DALEY-HARRIS, SAM. Estado de la Campaña…Op.cit.
[4] El Plan de Acción pide los siguientes datos:1) número total de clientes activos (clientes que actualmente tienen un préstamo); 2) número total de clientes activos que estaban entre los más pobres cuando recibieron su primer préstamo; 3) la herramienta de medición de pobreza utilizada,si es que alguna se utilizó,para determinar el número de clientes más pobres; 4) el porcentaje de clientes mujeres más pobres; 5) monto promedio del primer préstamo; 6) número total de ahorradores activos; 7) cantidad promedio de ahorros por ahorrador; 8) porcentaje de clientes más pobres que han cruzado la línea de la pobreza; 9) la herramienta para medición de impacto utilizada para determinar el número de clientes que eran muy pobres cuando tomaron su primer préstamo y que ya han cruzado la línea de la pobreza; 10) los servicios financieros o de desarrollo de negocios que se ofrecen, si los hay; y 11) porcentaje de autosuficiencia financiera que ha logrado la institución. Fuente: DALEY-HARRIS, SAM. Estado de la camapaña…Op.cit
[5] Fuente: The virtual MF Market (UNCTAD). Consultado 20/10/2003.
[6] Fuente: THE CONSULTATIVE GROUP TO ASSIST THE POOR (CGAP). Consultado 12/06/2004.
[7] Fuente: THE MICROFINANCE BULLETIN. Consultado 14/10/2004.
[8] Fuente: Estudios CODESPA, Servicios Financieros y Empresariales a la Microempresa, Madrid. 2002.
[9] El Grameen Bank, además de servir a los más pobres (aquellos que sobreviven con menos de 1$ al día) –contrariamente a la tendencia actual en el sector, que se focaliza en los menos pobres-, recientemente se fomenta en esta IMF el acceso a crédito por parte de miembros indigentes, que gozan de unas condiciones especiales y del apoyo del banco, el cual ofrece “capital de riesgo compartido” para asociarse con estas personas en sus pequeños emprendimientos. Fuente: DALEY-HARRIS. Estado de la campaña…Op.cit.
[10] El programa identifica las familias más vulnerables y les subsidia con alimentos ligados a cursos de capacitación (como por ejemplo cuidado de gallinas) y al compromiso de un pequeño ahorro familiar mensual. Cuando las familias completan el programa están cualificadas para acceder a los servicios que provee el Programa de Desarrollo Rural de BRAC (como por ejemplo microcrédito, cuidado de la salud y asesoría legal). El primer programa de IGVGD, de 2 años de duración, se inició en 1985 y contó con 750 familias. Al finalizar esta primera experiencia, el 80% de éstas utilizaba servicios de microcrédito y otros relacionados. Debido al éxito de esta iniciativa, el Gobierno de Bangladesh, el PMA y el BRAC expandieron el programa, alcanzando en el año 2000 la cifra de 1,2 Millones de personas que lo habían.