El periodismo, tal como fue paradigmáticamente concebido hace unas cuantas décadas, se encuentra en un proceso de reinvención para adaptarse a las nuevas formas de llegar a las audiencias a través de los medios electrónicos de internet.
A las vicisitudes a las que se enfrenta un periodista en el día a día como lo es el tener que ajustarse a las líneas editoriales del medio en que labora, tener que pasar los temas de sus artículos y escritos por el visto bueno a criterio del jefe en turno, cumplir con la “cuota” de noticias, teniendo que informar de lo que “no es noticia”, pero que sirve para llenar los espacios, el tener que elaborar reportajes por encargo para reparar o crear una imagen determinada de alguien o de algo, o ajustarse a la agenda que terceros establecieron sobre lo que se debe hablar o de lo que no, se suman nuevos problemas, mayores retos y también oportunidades.
Nuevos problemas al encontrar que su oficio ahora debe encontrar la forma de llegar a nuevas generaciones de audiencias, que por tendencia van abandonando los medios tradicionales. Poco a poco se van extinguiendo los lectores de los medios impresos en papel y los espectadores del periodismo televisivo, siendo reemplazados por nuevas generaciones para los que las revistas y periódicos son objetos poco conocidos y menos atendidos, generaciones nuevas que no se acostumbran (afortunadamente) al papel pasivo de ser meros tele espectadores, un nuevo y peligroso problema, pero también un apasionante reto para el periodista.
El publicar en la Red implica a veces enfrentarse directamente, sin red de protección, a derechos de réplica que en automático se producen, a reproches e incluso a amenazas. Ahora se suman además de los anteriores, los nuevos retos de aprender a manejar nuevas tecnologías y conocer a utilizar métricas de análisis de visitas al artículo publicado o al blog recién alimentado, problemas para aprender a redactar los contenidos con estilos más aptos para los nuevos dispositivos electrónicos móviles, a tratar de comprender los lazos gregarios entre los públicos meta y a enfrentarse a la competencia de múltiples opciones de lectura en el internet, que ofrece infinidad de fuentes para las nuevas generaciones, y encontrarse de repente en competencia por la pelea de conseguir más lectores no sólo con colegas de otras latitudes, sino también con periodistas “emergentes” que sin un medio de comunicación tradicional como respaldo, de acuerdo a la magnitud de su talento o de la popularidad del “trending topic” que manejen, de la noche a la mañana se pueden erigir en nuevos líderes de opinión y captar seguidores.
Las oportunidades que vienen con estos cambios también son interesantes, al enfrentar al periodista tradicional a un nuevo contexto electrónico, en dónde de repente el talento individual puede encontrar espacios de libertad, de hacer más periodismo de investigación, de moverse en una arena electrónica en dónde puede crear sus propios espacios, y tratar de evitar el yugo del tradicional “Portero” institucional que todo medio tradicional tiene y que decide que se publica y que no.
En síntesis, las nuevas tendencias generacionales y la tecnología obligan a reinventar el oficio del periodismo, haciéndolo más complicado pero también más interesante, permitiendo a los periodistas el ejercer su trabajo en forma más libre, más apegada a sus convicciones o percepciones particulares, y a obtener señales más objetivas del grado de influencia personal que puedan tener sobre determinado segmento de lectores.