Hace ya muchos años, desde un lejano 1985, las autoras sufrieron discriminación de género cuando al terminar sus estudios de Ingeniería Industrial en el Instituto Tecnológico de Chihuahua se encontraron con que en algunos lugares no eran candidatas para trabajar debido a ser mujeres.
Una de las primeras experiencias y por cierto muy desagradable fue que en una empresa maquiladora de la Ciudad de Chihuahua le dijeron a una de ellas que había presentado el mejor examen, pero debido a que era mujer no le podían dar el puesto el cual finalmente fue ocupado por un hombre.
Otra experiencia fue en una empresa de venta de conductores eléctricos donde el entrevistador le comentó a otra de las autoras que le agradaba su currículo pero no la podía contratar debido a que en ese trabajo se tenía que viajar y que no era adecuado para una mujer además de que debía pernoctar en un hotel y se prestaba a malas interpretaciones.
Es por esto que después de veinte años consideraron interesante realizar un análisis sobre la situación actual sobre la discriminación de género que se presenta en nuestros días.
El resultado de dicho análisis es el que se presenta a consideración del amable lector o lectora.
A pesar de que se habla de igualdad de manera formal en la legislación vigente en nuestro país, en estas últimas décadas no podemos hablar de una igualdad real entre hombres y mujeres. No es posible borrar de un solo golpe siglos y siglos de desigualdad que se empezó a gestar desde los tiempos del Homo Sapiens. Si se revisa la historia podemos encontrar que el ser hombre o el ser mujer ha variado a lo largo del tiempo. Y si nos ponemos a comparar el rol femenino actual con el que desempeñaron nuestras antepasadas (abuelas) veríamos que ha cambiado mucho en muy poco tiempo. Nuestras abuelas se dedicaban exclusivamente al cuidado de la casa y a la crianza de los niños, aún en tiempos de nuestras progenitoras la gran mayoría de las mujeres tenían un papel social de amas de casa y de madres, por lo que era imposible verlas desempeñando un papel laboral o profesional. Todo lo anterior era debido a que el rol del varón era el de ser el proveedor de la casa y la mujer la que atendiera todo lo doméstico.
Por otra parte observamos que el concepto sobre masculinidad ha permanecido así como el rol de género ejercido por los hombres. También vemos que los roles de género tienden a permanecer iguales, a fijar y anclar los diferentes comportamientos que se consideran correctos para los hombres y para las mujeres, es por eso que a pesar de la igualdad formal entre ambos sexos de que pueda gozar una sociedad, es posible descubrir una tendencia muy acentuada a juzgar de manera distinta las actuaciones que realizan las mujeres y las que protagonizan los hombres. El control que ejerce la sociedad se presenta más severo y opone más resistencia al cambio femenino. Si en una empresa se tiene una vacante para un puesto gerencial es mucho mas frecuente encontrarnos que prefieren que éste sea ocupado por un hombre que por una mujer, a pesar de que empezamos a ver que las mujeres están ocupando de manera minoritaria puestos de alta dirección.
Actualmente si accedemos al mercado laboral nos damos cuenta que aún son muchas las empresas que continúan inclinándose por ocupar hombres prioritariamente que a las mujeres, y vemos que también llevan preferencia en los procesos no solo de selección sino también en los de promoción; las mujeres reciben en algunas ocasiones salarios inferiores a los de los hombres por realizar el mismo trabajo, por otro lado, el índice de temporalidad sigue siendo mayor entre las mujeres que en los hombres y vemos que no se renuevan contratos a mujeres embarazadas además es muy notorio que para contratar a una mujer le soliciten primero que se realice una prueba de embarazo. El contexto es social; la discriminación de género no se da individualmente, puesto que son necesarias representaciones de ambos sexos para que pueda darse esta situación: al menos una mujer y un varón. En España, muchas de las cosas hoy posibles para las mujeres han sido logros necesarios para intentar llegar a la igualdad de género -la incorporación de la mujer al mundo laboral, la creación de una legislación para defender los casos de violencia contra las mujeres o incluso cuentas bancarias propias o el voto (Alberdi I, 1999).
Pero en la mayoría de las cuestiones sociales no partimos de esta base igualitaria -despidos por maternidad, acoso sexual en el trabajo, etc.-, no existe una igualdad de género a partir de la cual denunciar la discriminación o desigualdad; muy al contrario: la base de la que partimos es precisamente la supremacía de uno de los géneros. Y esto se refleja continua y fielmente en nuestros medios de comunicación. Incluso se registran casos en que a una mujer joven y guapa se le soliciten favores sexuales a cambio de beneficiarla con un puesto o con una plaza ya sea en el sector público o en el privado. Lamentablemente algunas féminas han recurrido a esta táctica para conseguir un trabajo a promocionarse lo cual hace que algunos hombres sigan ofreciendo este tipo de arreglos discriminatorios.
Existe el principio de la no-discriminación por el sexo, dicho principio se hace legítimo en la Declaración Universal y está en varios documentos de las Naciones Unidas. También aparece consagrado en el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el cual dice: “a igual trabajo debe haber igual remuneración”. Protege también la maternidad referida a los derechos laborales de las mujeres trabajadoras, e incluye el Pacto de Derechos Civiles y Políticos, cuando en su articulado, menciona el derecho a participar en la vida pública sin ser objeto de discriminación, pero sí de la igualdad ante la ley (García Oyarzun, 2005).
Al leer la prensa en México nos damos cuenta que existe un elemento que sigue siendo factor de discriminación en los medios de comunicación: el uso del lenguaje, especialmente a través de la generalización del masculino ya que se le toma genéricamente y como contenedor de las personas de ambos sexos, lo cual ha llevado a que las mujeres aparezcan como invisibles en los textos y en los contenidos informativos. Todo esto se ha dado a pesar de que en el Gobierno de la República actual se ha hecho énfasis en dirigirse a la población en términos de masculinidad y femineidad (chiquillos y chiquillas, hombres y mujeres, ciudadanos y ciudadanas, etc.)
Sin embargo aún y cuando la publicidad está funcionando en los últimos años poniendo en circulación soluciones modernas ante las necesidades del mundo actual, el planteamiento que suele darse es más estético que de fondo a pesar de que se habla de las consecuencias de la incorporación de las mujeres al mundo laboral, la realidad nos sigue indicando que no existe un trato equitativo de hombres y mujeres dentro del discurso publicitario (Melin-Higgins,2001). Al recibir información desde diferentes ámbitos nos damos cuenta de que se siguen reproduciendo valores que sitúan a las mujeres en planos de subordinación y dependencia, el hogar y el cuidado siguen siendo las principales prioridades para las mujeres y vemos que el trabajo fuera del hogar sigue pareciendo natural adjudicárselo a los hombres.
Es muy conocido un falso axioma que asegura por ejemplo que las mujeres deben de ser guapas y los hombres inteligentes. De la misma manera, si nos ponemos a mirar la televisión nos damos cuenta de que a las mujeres se les utiliza como objeto mercadotécnico ya que es muy común encontrar bellas modelos que enfatizan la necesidad de utilizar tal o cual producto dependiendo de que se trate, por ejemplo si es un automóvil la publicidad va dirigida al hombre, si se trata de un producto de belleza a quien se dirigen es a las mujeres que quieren ser tan encantadoras como la modelo que lo publicita. Martín Serrano, un español que realizó un estudio de los estereotipos en la televisión expresó “de los hombres la mente y de las mujeres el cuerpo”.
Pensamos que actualmente la mujeres pueden ganar un salario gracias a la educación que han recibido y ya no solo están sujetas a la administración del hogar y al cuidado de los hijos, de cualquier manera continua la discriminación aunque valga igual un hombre a una mujer no se les considera iguales para efectos de asignarles un sueldo, tampoco se les considera iguales para efectuar algunas tareas como la mecánica o la electricidad por ejemplo. Las mujeres deberían de tener las mismas oportunidades para conseguir un trabajo.
Nos damos cuenta que, lamentablemente todavía existen empresas donde no quieren contratar mujeres debido a que en algún momento pueden ser madres y tendrán derecho a algunos meses de incapacidad, además de que el cuidado de los hijos les pueda distraer de la labor para la cual fueron contratadas.
La discriminación no solamente sucede a nivel laboral también se da culturalmente o contra personas que no tienen recursos. Realmente es muy duro ser una persona discriminada y que no se pueda hacer nada. Por lo tanto proponemos que en los trabajos se trate de todas las personas por igual sin importar sexo, raza, religión, etc. que se pague justamente por el trabajo realizado y que se apoye a los más afectados.
Bibliografía
Alberdi I. La nueva familia española. Taurus, Madrid. 1999.
Garcìa Oyarzun,Ainhoa. Matices sobre la discriminación de género en los medios. Publicado en Internet. Junio 2005.
Melin-Higgins, M. Coping with journalism. Gender in the newsrooms. Ponencia presentada en un seminario sobre Género y Comunicación celebrado en la UAB mayo de 2001.