Cómo educar a los niños es la pregunta más difícil de responder cuando somos padres por primera vez. El alimento y la salud que son también nuestras obligaciones, no generan tanta incertidumbre pues son realidades tangibles que podemos monitorear y suplir con menor dificultad y generalmente con poca o ninguna formación profesional.
Por el contrario, educar a los niños es un reto que nos exige capacitarnos permanentemente si queremos ver resultados satisfactorios a largo plazo, no para nuestro beneficio, sino para el de ellos en el futuro mediato.
Lamentablemente, esta sociedad no nos forma para estos fines y las recomendaciones y ayudas aparecen generalmente cuando ya hay poco que hacer: al leer la noticia de jóvenes que se han dedicado a la delincuencia, al observar actitudes contraproducentes en los jóvenes que se inician en el mercado laboral, en la falta de disciplina y orden en los nuevos profesionales, en estos momentos todo mundo opina y pretende enderezar la rama del árbol que creció torcida.
Elementos principales de la educación de los hijos
En base a nuestra experiencia, hemos observado los siguientes puntos como ampliamente aceptados e imprescindibles al momento de formarnos y transferir conocimiento a los niños:
1. Formación en la fe. Insisto sobre el tema de la fe, y esto debido a que es la zapata de una vida sana y productiva. Es ésta la que da fuerzas en los momentos difíciles y el sentimiento de gratitud cuando nos llega la bonanza. La fe alimenta nuestros sueños y es la base de la autoestima y esto porque una fe firme nos permite creer en nosotros, en los demás y en aquello que está por encima de todos y sobre lo que no tenemos control alguno.
2. Formación en la responsabilidad. Ser responsable es saber responder y es indudable que las respuestas adecuadas traen los resultados convenientes. La responsabilidad es la actitud que debemos tomar ante las situaciones positivas y negativas de la vida. Cuando traemos los hijos al mundo, nos hacemos responsables de sus vidas al menos hasta la mayoría de edad. Es imprescindible enseñar a los niños y adolescentes sobre el valor de la responsabilidad en el logro de sus metas inmediatas y futuras.
3. Formación en el amor. Amarse a sí mismo, amar a los demás, amar lo que hacemos, amar nuestros sueños. Enseñar el afecto es más que un mandato. Nuestra sociedad está llena de gente que no sabe sonreír, abrazar, besar, acariciar. Gente que no sabe el sabor de la felicidad. Formamos ingenieros que construyen grandes puentes, doctores que practican cirugías de vida o muerte, abogados con el don de la palabra, pero olvidamos formar el amor que es, junto a la fe, el fundamento de una vida plena y realmente desprendida de las cosas materiales.
4. Formación en administración. No es sólo formación financiera, es enseñar a administrar los recursos limitados: el tiempo, el espacio, el dinero, el agua, los alimentos, etc.
Nuestros hijos deben hacerse conscientes de que vivimos en un mundo limitado y que todo se agota, es inevitable, no podemos hacer otra cosa que administrar los bienes para producir lo mínimo, generar lo suficiente y asegurar lo necesario.
Esta es quizás la formación menos común porque esta sociedad de consumo mira sólo nuestros bolsillos y busca por todos los medios consumir lo que hay en ellos. Nosotros, por nuestra parte, nos dejamos llevar de este vicio y lo transmitimos a los niños creando la falsa idea de que lo que hemos gastado hoy estará disponible mañana sin esfuerzo ni planificación.
Los recursos deben ser producidos al menos al mínimo imprescindible, por lo tanto no van a llegar a nuestra butaca caídos del cielo, debemos hacernos conscientes de lo que necesitamos para una vida digna y planificar cómo vamos a llegar a conseguir esta meta y por último debemos proyectar hacia el futuro los medios que asegurarán una mejor condición para ellos y nosotros.
Este tema es realmente apasionante y estoy seguro que volveré a él desde otra perspectiva, mientras tanto creo que hay suficiente material para incentivar a la opinión, el debate y sobre todo a la acción. Nuestros hijos son nuestra responsabilidad, no son responsabilidad directa del estado, ni de la iglesia. Nosotros los trajimos al mundo sin su permiso, nos toca dar lo mejor de nosotros para compensar este maravilloso regalo de la vida.