Polisémico pensamiento crítico

Sin duda son muchos los conceptos que se manejan con algún sesgo, en función del entorno, el interés, la mentalidad, o simplemente por falta de información. En las organizaciones y por ejemplo, no siempre coincidimos en el significado de la calidad, la estrategia o la innovación. En el terreno de las fortalezas personales, se diría que a veces interpretamos de modo particular el liderazgo, la competencia profesional, la integridad, la destreza informacional, el pensamiento crítico… Detengámonos en el pensamiento crítico, cuya necesidad se ha destacado también en el foro de Davos.

Desde luego, es mucho lo que los expertos (filósofos, psicólogos, educadores…) han escrito sobre esta cardinal fortaleza cognitiva (se diría que en ocasiones con cierto estilo académico que aleja al lector de a pie); es mucho, sí, seguramente todo muy bien pensado y oportuno, aunque no parece haber llegado a todos nosotros porque manejamos a menudo el concepto con alguna imprecisión. Hay quien todavía asocia el concepto de pensamiento crítico al individuo criticón (atento a denunciar fallos, errores y culpables), e incluso a la crítica en general, favorable o desfavorable, es decir, a examinar, enjuiciar; incluso entre los ya aparentemente iniciados, parece tenderse a veces a subrayar algún aspecto del constructo y acaso relativizar o invisibilizar otros.

La inquietud —el critical thinking movement— surgió hace unas cinco décadas, consecuencia de la generalización de la necesidad: se multiplicaban los medios de comunicación y la información misma, e iba emergiendo la denominada era del conocimiento (un tiempo que nos obliga a saber, y asimismo a pensar debidamente sobre lo que sabemos). Había que alentar en efecto el pensamiento crítico lo antes posible, como también la destreza informacional; parecía inexcusable una actitud crítica para manejarse bien con tanta información y de tan desigual calidad.

Se diría que el concepto construido contempla pensar por nosotros mismos con independencia, máximo esmero, apertura mental, buen criterio evaluativo, flexibilidad para reconsiderar las posiciones, conciencia de los propios condicionantes como de los errores cometidos, en busca, en suma, de la objetividad; apunta a pensar debidamente documentados, dudando y tratando de asegurar pasos e inferencias antes de llegar a una sólida conclusión; supone pensar con afán de adoptar las mejores decisiones o soluciones, fruto de una idónea penetración en los desafíos.

Este pensador crítico exhibe en sus cavilaciones algunas virtudes intelectuales, tales como la humildad, la imparcialidad, la perseverancia, el respeto a las posiciones de los demás… Diríase que estamos dentro del campo de lo cognitivo y lo actitudinal, pero en cotas muy estimables por virtuosas. Claro, el pensamiento crítico podría llevarnos a veces a ver las cosas de modo distinto a como lo ven otros —por esta vía y por cierto, desplegaríamos potencial creativo—, pero ciertamente nuestro pensador, al disentir, se muestra contenido, prudente, ajeno al sentimiento de poseer la verdad y la razón.

Sin duda —obviedad—, excelentes pensadores hubo ya en las civilizaciones antiguas, pensadores que se cuestionaron las cosas y buscaron nuevas soluciones, nuevas verdades. Así es, pero en nuestro tiempo todos habríamos de pensar más y mejor, con autonomía y rigor, en busca del acierto aunque conscientes de la posibilidad de error; habríamos de esmerarnos en ello y atender a las diferentes dimensiones cogitacionales: pensamiento conceptual, analítico, sintético, conectivo, inferencial, estratégico, sistémico, argumentativo, inquisitivo, prospectivo, creativo…

Por documentado, perspicaz, independiente en el pensar, no resultaría sencillo manipular o engañar a nuestro pensador crítico, un individuo que no se cree todo lo que lee u oye, sino que desea asegurarse, se documenta y llega convencido a sus conclusiones; no obstante y tal como se le describe, supera la tentación de imponer sus certezas a otros. Si las alcanza, sus certezas son las suyas, fruto de la documentación manejada y de su raciocinio, consciente empero de que es un ser humano falible, perfectible en sus criterios y sus cavilaciones.

Hemos tratado de desplegar con brevedad el constructo. Ya se ve que una construcción de tantas piezas permite poner el énfasis en alguna de ellas, con riesgo, sí, de minimizar otras. De entrada, se apunta a individuos pensantes. Si a algunos puede poner en guardia lo de “crítico”, también podría ocurrir con lo de “pensador”. Quizá todavía recordemos aquello de que “no se te paga por pensar, sino por trabajar” (o aquello otro de Pío Baroja, de que en nuestro país “no se paga por el trabajo sino por la sumisión”); las cosas han cambiado, pero acaso queden organizaciones, entornos, ambientes cuyos líderes prefieran el seguidismo al seguimiento.

De modo que se puede percibir al pensador crítico como muy dado a pensar, como un pensador intenso, agudo, respondón, y hasta se puede incubar cierta prevención al respecto cuando —se entenderá que no pretendemos generalizar— se le tenga por subordinado. Acaso nada de esto encaja en las denominadas organizaciones inteligentes, dentro de la economía del saber; pero sí apuntamos a aquellos entornos (político, religioso, profesional…) en que pudieran ir de la mano el liderazgo y la manipulación con alguna frecuencia.

Parecerá una simplificación atrevida, pero diríamos que, en condición de trabajador, vemos al pensador crítico como portador de “capital humano”, y que lo de “recurso humano” suena más a pensamiento acrítico. Obviamente, lo de “recursos humanos” llegó para quedarse, y los trabajadores más pensantes y los menos pensantes parecen ser vistos, todos, como tales recursos. Sobre la condición de ciudadano, los políticos parecen tomarnos a todos por muy manipulables (especialmente en campaña electoral) y, sobre la condición de creyente, buena parte de los líderes religiosos parecen dar por descontado en sus fieles el pensamiento acrítico, el asenso ante la retórica clerical, ante los dogmas y consignas.

También se viene percibiendo al pensador crítico como un individuo marcadamente escéptico, tendente a negar todo lo que, digámoslo así, no se halle aceptado por el establishment. Desde luego, bueno parece no creérselo todo, pero quizá no tan bueno lo de estrechar la mente ante nuevas posibilidades. Sabemos bien que, a lo largo de la historia, la ciencia oficial —escépticas autoridades en cada rama— se lo ha venido poniendo muy difícil a científicos que traían nuevas respuestas, nuevas verdades; aquí podemos recordar, por ejemplo rápido (y por no hablar siempre de los astrónomos del heliocentrismo), al médico Edward Jenner al final del siglo XVIII y, en relación con la teoría cinética de los gases y ya en el XIX, al también inglés John Herapath o al escocés John James Waterston.

Ciertamente podemos sintonizar bien con el concepto construido, pero también relacionamos a veces al pensador crítico con la criticidad (favorable o desfavorable), con darle muchas vueltas a las cosas y cuestionarlas, o con un cierto escepticismo quizá más próximo a la refutación que a la duda razonable (o sea, de mente quizá más rígida que flexible). Otras veces parece que lo estamos estrechando, reduciendo al aspecto cognitivo más relacionado con el tratamiento de la información que nos llega o a que accedemos.

Hasta aquí la reflexión. Bien entendido en amplitud y profundidad, parece preciso que nos dediquemos al cultivo del pensamiento crítico, en beneficio de nuestra efectividad personal: no parecen caber reservas legítimas sobre su necesidad. Desde luego, la actitud acrítica, crédula, sumisa nos resta dignidad de seres humanos; sin el pensamiento crítico no podemos sentirnos educados, maduros, desarrollados como personas. Los sistemas educativos habrían de esforzarse seguramente más en el desarrollo del pensamiento crítico ya desde la niñez.

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Enebral Fernández José. (2019, octubre 30). Polisémico pensamiento crítico. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/polisemico-pensamiento-critico/
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Enebral Fernández José. "Polisémico pensamiento crítico". gestiopolis. octubre 30, 2019. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/polisemico-pensamiento-critico/.
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