La complejidad del sistema educativo es evidencia de la necesidad urgente de una política social que coadyuve la interacción entre el cambio social y el cambio educativo mediante las reformas en las instituciones del saber.
Es por ello, que la planificación en materia educativa se configura hacia esa prioridad ya que vivimos un presente donde la sociedad y el sistema económico cada vez más se interconecta perfilando y definiendo el llamado proceso de globalización, pero así como tenemos un presente evidentemente cambiante, caótico y complejo tenemos un patrón educativo que tiene sus raíces en un pasado que ha agotado su eficiencia.
Por tal motivo, la planificación para la educación es un reto hoy que conducirá en pasos firmes a la sociedad futura que menciona Sakaiya, para comprender que los paradigmas cambian hacia una sociedad donde el conocimiento es y será el pilar de la dinámica humana.
En el ámbito educativo, se puede establecer una analogía con el pensamiento sistémico de Capra, ya que la educación actual es factor de desenvolvimiento de una sociedad, de un sistema, y por ende incide directamente sobre la cultura, la economía, las decisiones políticas, la tecnología, entre otros. Así, crea una especie de red que está implícita dentro de otras redes, formando parte de lo que este autor define como “la trama de la vida”.
En este sentido, la planificación para transformar más que reformar la educación debe radicar precisamente sobre el abordaje de esta como un proceso indispensable que será decisivo en el rumbo que tomara la humanidad. Para ello, es indispensable que el sistema educativo no sea tratado como un evento aislado, fragmentado sino como un todo que tiene interacción con otros holos.
El análisis de la relación e interacción entre la educación y la sociedad que señala Ander-Egg es indispensable para una comprensión mínima de los requerimientos que nuestro sistema educativo actual re quiere para estar aquí y ahora, en conexión con el futuro que ya se visualiza y se define.
Este autor señala que la educación más que una cuestión pedagógica, es una cuestión política, y que quizás una de las debilidades es que los cambios que se introducen en el sistema educativo formal responden siempre a una concepción política e ideológica subyacente.
Lo grave de esta afirmación, no solo es el hecho de que los intereses políticos perturben la dirección cultural, moral y ética que debe sostener a la educación, sino también que muchas veces quienes dirigen los Estados no tienen la mente abierta hacia la comprensión compleja del mundo tal como le refiere Morin.
Si se utiliza la política como medio para definir el rumbo de la educación puede no siempre garantizar la eficacia de los resultados, ya que si dichas políticas o ideologías no son cónsonas con la realidad del contexto la sociedad estará siendo desposeída de su individualidad, de sus derechos y de su espacio-tiempo.
Precisamente, uno de los problemas que adolece la educación es el no reconocer la condición kairológica del hombre y como tal de la educación en cada etapa, pero no etapas que se fraccionan sino cada etapa de la vida del hombre que es parte de su ayer, de su presente y de su mañana; la condición hologógica de la educación es parte importante de lo que se debe rescatar para educar personas integras en su interior, en su relación con la familia, con la sociedad, con los sistemas y con los contextos.
Las ilusiones que dolote el sistema educativo y que bien refiere Ander-Egg son paradigmas y concepciones que deben ser superadas, la planificación no debe hincarse sobre la idea de pretender transformar la sociedad mediante propuestas o políticas aisladas entre si. Tal como lo expresa el autor, se hace un daño social y humano el pretender transformar la educación solo con el incremento de recursos económicos y materiales –ilusión económica-, solo con decisiones políticas –ilusión política-, solo con la teconologización y racionalización del sistema educativo y con la introducción de modelos pedagógicos –ilusión pedagógica-, solo con reformas legales que muchas veces convierte más rígido e ineficiente el proceso educativo y social.
¡NO! todo lo contrario. El pretender y esperar efectos que marquen la transformación cultural con este tipo de ideas aisladas es lo que ha sometido y ha frenado el proceso evolutivo educativo y social. La integración de todos estos factores es sin duda indispensable, pero no son del todo determinantes.
Lo que verdaderamente trasformará nuestra sociedad, y nuestros sistemas culturales es la posibilidad de permitir que cada ser humano sea merecedor de sus derechos, ya que desde allí el individuo actúa en su entorno y es participe de su contexto. Pero sin duda, las condiciones infrahumanas en la que vive la mayor parte de la población mundial ha hecho que cada individuo muera en su interior, y no exprese ese ser vivo que está dentro, fin último de la educación si se alude a su raíz etimológica educere.
¿Los retos? Son muchos! Pero el cambio comienza cuando cada persona descubre el mundo interno y externo, y el papel que juega en la dinámica de la vida.
