Nos encontramos en la era del petróleo post-convencional. Ya nos comienzan a sonar las palabras de Shale Oil, Shale Gas, perforación multidireccional, hidráulica o fracking, well-pad, etc…. Como publicaba The Economist el pasado mes de Octubre. Se espera en los próximos años una nueva fiebre del «oro negro» en regiones donde hasta ahora no se consideraban petroleras, muchas de ellas en el primer mundo.
¿Que nos espera? ¿Estamos preparados? Se ha hablado bastante hasta el momento y con mucha controversia, de las consecuencias de este tipo de explotación en los mantos acuíferos y en el subsuelo, las cuales quisiera dejar más allá de la consideración este artículo, para centrarme en el impacto directo y muy significativo en el paisaje de estos territorios en la forma de cerros recortados con plataformas petrolíferas en sus cimas, una intrincada red de caminos abiertos que no llevan a ningún lugar hasta entonces conocido, ríos y arroyos visiblemente afectados debido a la extracción de materiales y agua para la construcción, así como la deforestación, entre otras afectaciones.
Ocurre, que en los yacimientos no convencionales, debido a la baja permeabilidad de la roca, la producción por pozo es generalmente baja e inestable en el tiempo, por lo tanto, se deben perforar miles de estos en cada pequeño territorio, y lo más habitual es que no resulte rentable la canalización del crudo a través de ductos hasta las baterías de separación. En consecuencia, el transporte del petróleo se suele realizar en camiones cisterna a través de estos caminos que, además, fueron indispensables durante los trabajos de perforación.
Si bien existen métodos probados para minimizar los daños de estos trabajos y además no son demasiado costosos ni complicados resulta sorpresivamente poco frecuente su implementación.
El caso del proyecto Chicontepec en México
Para ilustrar lo anterior, me gustaría explicar el caso del proyecto Chicontepec (PATG) en México en el cual participé activamente como consultor en el diseño de procesos, especialmente en lo que respecta a la coordinación entre empresas y en la puesta en práctica de las medidas de mitigación ambientales, para ello seguía las recomendaciones del diagnóstico del Plan de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
En principio todo suena bien. ¿Pero cómo funcionaban las cosas en la práctica? Entre los años 2008 y 2010, cada día al amanecer, desde ciudades como Poza Rica un ejército de empresas constructoras salían con dirección a la selva y las zonas rurales. Ejército, es la palabra que parece más adecuada por su logística cuasi-militar. PEMEX, la compañía petrolera, entrega a sus contratistas unas coordenadas y una fecha de inicio de los trabajos de perforación que a veces parecen una auténtica misión cuasi-imposible, inmediatamente hay que ubicar el lugar, que puede estar en lo alto de una pirámide precolombina, (personalmente me tocó descubrir tres de ellas enterradas en el lugar exacto marcado por las coordenadas) en un manantial que no se divisa desde el satélite o en cualquier otra parte, aunque generalmente se hayan sobre una colina. Seguidamente hay que realizar el estudio de impacto ambiental de la zona, estudio geotécnico y geohidrológico, el estudio topográfico, conseguir permisos de Instituto Nacional de Antropología, diseñar la plataforma y el trazo más adecuado de los caminos de acceso y negociar con cada uno de los propietarios y vecinos de la zona las compensaciones correspondientes. Todo ello en cuestión de días o máximo semanas antes de iniciar la construcción propiamente dicha localizando los bancos de materiales más adecuados (generalmente en los ríos más cercanos) conseguir permisos de extracción y acordar el transporte con los sindicatos correspondientes. Ante cualquier retraso, hay múltiples empresas que esperan indemnizaciones millonarias por tener su equipo detenido sin trabajar.
Si entenderse y trabajar en cuanto a procedimientos formales, dentro de una empresa es difícil, máxime en la industria de la construcción sincronizar los procesos de centenares de empresas en un macroproyecto de miles de millones de dólares, resulta más que retador. Es lo más parecido a encontrarse en una cadena de producción a nivel regional, si por algún pequeño detalle una actividad no se lleva a cabo en tiempo, toda la cadena podría colapsar. Y en cada «actividad» hay un contrato de por medio, alguien que paga, alguien que cobra y muchos otros intereses en juego.
Retrospectivamente, como valoración totalmente honesta, el proyecto Chicontepec ha sido un fracaso hasta ahora, no se logró beneficio económico y sí se produjo un sustancial daño ambiental. Lo dicho suena como tirar tierra encima de mi propio trabajo pero hace falta responder la pregunta ¿Estaban mal diseñados los procedimientos de trabajo?
Historia de un fracaso
Basado en datos empíricos de compañías que trabajaban en México y en Texas, en 2008 el tiempo de perforación en Chicontepec (México) era similar que el que conseguían en Estados Unidos, y nuestro coste sustancialmente menor (y eso que la mayoría de las empresas contratistas implicadas no contaba con ninguna experiencia previa) Nuestros procedimientos de trabajo y planes de calidad, seguridad, salud en el trabajo y protección ambiental eran exportados (copiados) para ser utilizados en sus sedes matrices, por ejemplo, a través de mi empresa The Integral Management Society, desde México, ayudamos a lograr la certificación para San Antonio Internacional y Dowell Schlumberger. Dentro del país, PEMEX, concibió inicialmente que Chicontepec fuera un modelo de desarrollo sostenible, y eso se notaba en cuanto a un mayor rigor en comparación con empresas que venían de otras regiones como Campeche o Tamaulipas.
¿Que sucedió entonces? Para el año 2013, el tiempo de perforación en Texas y su coste, se habían reducido a tan solo una cuarta parte de lo que se tardaba inicialmente mientras que en Chicontepec seguíamos exactamente igual…. la industria petrolera americana había dado un salto hasta convertirse en lo más parecido a fábrica o maquila a gran escala, toda una revolución en sincronía y especialización. Algo tan impresionante como reducir en un 75% el tiempo de trabajo en 5 años, implica tan solo realizar cada nuevo proyecto un 10% más rápido que el anterior. En México, tristemente, aun contando con los mismos procedimientos de trabajo, a la práctica, no se han podido llevar a cabo.
Para estandarizar los procesos, también hay que estandarizar las ganancias, y eso requiere inversiones estables a largo plazo. En estos años han habido demasiados cambios de responsables en PEMEX Región Norte y demasiadas empresas contratistas que vienen y van. Cada nuevo responsable está urgido de soluciones rápidas y mágicas, y viene con su séquito de proveedores para lograrlo, estos proveedores subcontratan buena parte de las actividades sin ningún tipo de estabilidad y el ambiente generado es «o me hago rico o me hago pobre, pero debe ocurrir hoy».
La realidad es que resulta muy difícil seguir los procedimientos de trabajo en bajo la sensación de crisis o caos. La mayoría de empresas a las cuales proporcionamos consultoría tienen un horizonte de negocio de 6 meses, es decir, en este tiempo, o rentabilizan la inversión o la consideran por perdida, internacionalmente, este tiempo puede ser de hasta 10 años. Esto mismo ocurre con los responsables de las empresas transnacionales, y los auditores, incluyendo los de Desarrollo Sustentable de PEMEX.
Que nos espera en el futuro y que nos interesa realmente
Actualmente, el proyecto se denomina Chicontepec 14, yo me encontraba apoyando a empresas antes del Chicontepec I. Han pasado menos de 6 años desde entonces y cuando explico a los recién llegados que estaba ahí, me miran como a un dinosaurio prehistórico. Pero no estaba únicamente yo ahí, también lo estaban los ríos, las montañas y los tramos de selva, o lo que queda de ellos. Resulta también muy complejo hacer un seguimiento de las afectaciones en periodos de 6 meses.
¿Algo ha cambiado? Sí, en estos días, se están iniciando los trabajos de los contratos integrales, estos que son para los próximos 30 años y para iniciar estos contratos se debe realizar una evaluación ambiental previa y esta debe ser entregada y aprobada por la paraestatal. No dejan de realizarse comentarios sobre si se vende o no PEMEX a los extranjeros, y en este caso que ocurrirá con el dinero de la venta, o de los contratos, o del incremento de producción que se promete…. en fin de a cuanto nos toca, eso es lo que realmente nos preocupa, pero tarde o temprano lo que «nos toque» o a quien sea que «le toque» nos lo gastaremos… pero las montañas y los ríos seguirán ahí ¿En que estado? ¿Cual será su afectación y en que podremos aprovecharlos? ¿No es ese el verdadero patrimonio de un país para las futuras generaciones? Pues no hay apenas interés, ni presión al respecto para que se publiquen estas evaluaciones ambientales que se han realizado y los planes de manejo para los próximos 30 años. ¿Que podemos esperar entonces?
Información basada en la exposición y las respuestas a los empresarios participantes durante la conferencia de Iván Abril Palma al respecto del Proyecto Aceite Terciario del Golfo en la Universidad UNAM en Ciudad de México en noviembre del 2013.