“Muchas cosas que hoy son verdad no lo serán mañana. Quizás, la lógica formal quede degradada a un método escolar para que los niños entiendan cómo era la antigua y abolida costumbre de equivocarse”
Gabriel García M
En la actualidad la mutación y el cambio en la visión de mundo, está pasando de una concepción cientificista de la metodología paradigmática tradicional centrada en la investigación instrumental institucionalizada, en lo eminentemente práctico y limitada a lo intelectivo, a una cosmovisión de campo abierto que envuelve el sueño de una nueva cultura de la investigación científica en la que se rescata al sujeto con todo su potencial creativo y devolviéndole al sujeto el privilegio que le corresponde en el proceso científico.
Es una investigación holista y sistémica verdaderamente eco-social, compleja, comprometida con la vida y sustentada en la idea de unificación de enfoque, es integrativa y holográfica, su orientación asume perspectivas concurrentes, complementarias y muy diversas, ya que acepta que los linderos de toda comprensión, y aproximación epistemológica, están en la acción liberadora, en el sentir y la trascendencia del ser.
Es de advertir que al asumir los planteamientos de la nueva perspectiva investigativa, debemos cuidarnos de NO confundir el “todo” con lo “absoluto”, lo absoluto excluye cualquier relación y por lo tanto es absurdo aprehenderlo, mientras que las comprensiones intuitivas referenciales que resultan de la totalidad, son aproximaciones, que sí nos permiten producir, generar y compartir conocimientos desde una comprensión contextual abierta, verdaderamente integradora y holística, el conocimiento intuitivo dice Capra, F., “se basa en la experiencia directa y no intelectual de la realidad que surge durante un estado expansivo de la conciencia; tiende a ser sintetizante y holístico “ (1998, pág 40)
De esta forma solidaria, si logramos sensibilizarnos, y apreciar tales ópticas alternativas, desde nuevos escenarios intersubjetivos, expresados en las vivencias y los espacios de encuentros de reflexión emergentes en la vida cotidiana de la formalidad académica, entonces tenemos que des-aprender para re-descubrir nuevas formas y modelos epistémicos, que posibiliten observar, codificar y re-simbolizar la información .
De aquí se deduce que la nueva cultura tiene que darse sin el rigor cientificista propio de las especialidades y las disciplinas, se trata de una visión de investigación compleja que se configura dentro del marco de las incertidumbres y el caos en las sociedad red del tercer milenio, eso sí, asume prácticas investigativas tendientes a generar procesos de acción, de transformación en los espacios intersubjetivos, alejadas de la autoridad y del control instrumental que inhabilita la creatividad y fomenta la lógica de en una racionalidad ajustada a la competencia, herencia fiel del modelo patriarcal, “la cultura patriarcal occidental a la que pertenecemos valora la guerra y la lucha, las jerarquías, la autoridad, el poder, la obediencia, el control a través de la apropiación de la verdad” (Maturana, H., citado por Gutiérrez y Prado, 2001, pág. 17).
Desde este conexo los patrones indagatorios de búsqueda y exploración, están llamados a re-tomar con sabiduría el pensamiento reticular, basado en las comprensiones referenciales de las conexiones y los vínculos, abordando lo elemental, lo ontológico, lo metodológico y lo epistemológico: el Ser espiritual re-insertado en su contexto local-global, dotado de conciencia ecológica, que asume lo intuitivo y la mente creativa, lo cotidiano y la complejidad.
Es indudable que alzamos el vuelo desde novedosas insinuaciones y percepciones, de otras preocupaciones, de las necesidades del ser total, integrador porque acoge los -llamados profundos-, y porque pertenecen al SER trascendente. Parte de nuevas propuestas y sensibilidades, diferentes pero complementarias, es la manifestación de la vivencia gestada en el abordaje de un marco conceptual proveniente de la física de vanguardia, que podría acabar con la disyunción y el antagonismo estéril acerca de la polémica y el enfrentamiento sobre el rigor científico que tiene el abordaje de los fenómenos desde el proceso de investigación bajo el tratamiento metodológico de todas las modalidades dentro de los enfoques investigativos: el cuantitativo, el cualitativo y el mixto, resultado éste último del eclecticismo.
Hay quienes piensan que, por sus “bondades” el enfoque mixto es la solución a los problemas metodológicos que enfrenta la investigación, sin embargo basta echar una mirada superficial a una de las definiciones de enfoque mixto “es un proceso que recolecta, analiza y vincula datos cuantitativos y cualitativos en un mismo estudio o serie de investigaciones para responder a un planteamiento del problema” (Hernández, Fernández-Collado y Batista, 2004, pág. 755) para reconocer la necesidad de una nueva cultura de investigación.
La nueva cultura de la investigación compleja, parte de su propio nicho natural, encarnado en el mundo empírico desde la praxis social y rompe con la ilusión de que el conocimiento es “propiedad” exclusiva de expertos, de disciplinas, de profesionales, o de los intelectuales y los científicos.
La investigación compleja es democrática, participativa, colaborativa, es un saber y un hacer en conjunto, es de la colectividad, por eso inventa metodologías, nuevas modalidades desde su holopráxis, porque las modalidades tradicionales de hacer investigación son consideradas como holotipos, derivados de los diez objetivos básicos de la investigación: exploratoria, descriptiva, analítica, comparativa, explicativa, predictiva, proyectiva, interactiva, confirmatoria y evaluativa. Generalmente estos holotipos están ligados en una secuencia continua y, al igual que sus objetivos, cada holotipo es de mayor profundidad porque contiene en su interior, los holotipos anteriores; entonces, se trata de metafases dentro de un proceso permanente de creación, en el cual la realización de cada holotipo abre paso al siguiente.
En la investigación compleja tiene lugar la curiosidad y la creatividad, se crean los métodos; aunque lo nuevo tampoco será adoptado como norma fija, también reconoce el cambio y el poder del mismo en el proceso de re-ligación de los saberes, por ello al abandonarse el paradigma cientificista y las diversas formas de dominación, la nueva cultura de investigación compleja se basa en una lógica des-politizada.
El quehacer de la investigación, queda fundamentado en una nueva concepción del conocimiento, apoyada en los aportes mismos de la neurociencia, el conocimiento se teje en red, una red interconectada de conceptos y modelos aproximados, el conocimiento es vivo e interactivo, su naturaleza “es” proceso , es decir tiene carácter dinámico e inacabado, es por naturaleza cambiante, del mismo modo Bohm reconoce que “el conocimiento también es un proceso” (2002, pág. 82). El conocimiento es intuitivo, se desarrolla sutilmente en las dimensiones del ser, de la sociedad, de la cultura. La práctica de la investigación queda en libertad pues ya no está limitada a lo intelectivo y eminentemente práctico (ciencia formal y ciencia fáctica).
Esta manera de comprender el proceso, permite reconocer que el hacer en la investigación, es básicamente para “conocer”, la búsqueda y la indagación giran en torno al conocer, el cual se hace en la complejidad. Es el conocer para cambiar y promover las acciones, es cambiar las acciones para la liberación, un conocer que “propone un principio de acción que no ordene, sino que organice; que no manipule, sino que comunique; que no dirija, sino que anime” (Morin, 2001, pág. 436)
Las prácticas de la investigación en el tercer milenio, en especial la investigación social debe operar desde el principio de la autoorganización auténtica de los saberes, pues tiene que dejar de sustentarse y abandonar particularmente la lógica racional-lineal. Aquí se propone el abordaje de una investigación sin ataduras ni yugos, que no esté al servicio ideológico del poder económico, tampoco puede estar ligadas las prácticas investigativas a intereses instituidos en el seno de una corriente activista que promueve “la competencia y los estándares de calidad”, al interior de las prácticas de un academicismo deshumanizado, nacido bajo la sombra proveniente de la implementación soberbia de una “metodología fragmentada que caracteriza a nuestras disciplinas académicas y a nuestras agencias gubernamentales” (Capra, 1998, pág. 26).
Con la investigación en el tercer milenio, nos referimos a una indagación propositiva que se establece con fines claramente explícitos, dispuestos para la acción y la creación, una investigación que apuesta al cambio social y a la continuación de la vida. Es una actividad de acción solidaria y responsable.
Las fuentes inspiradoras de la nueva cultura de la investigación son muy diversas, ilimitadas y múltiples, entendiéndose con esto, que sus referentes además de innovadores y sugestivos, provocan reacciones, desconcierto y rupturas de pre-concepciones y prácticas de una muy larga tradición epistémica, ontológica, axiológica y academicista propios de la cultura occidental. Lo propositivo, tiene ese germen cuestionador, revolucionario, dinámico y fresco.
Estas visiones “provocadoras,” se abren como abanicos, y por eso representan multiplicidad de posiciones, por lo tanto son planteamientos e ideas nuevas, procedentes de diversos universos de pensamiento, de personas auténticas, pensadores, humanistas e investigadores en distintos campos científicos. Visiones de personas de mente y espíritu abierto, de una alta sensibilidad humana, capaces de advertir y trabajar en comunidades de aprendizaje y conocimiento, quienes partieron de sus experiencias , pero sobre todo, son creyentes y practicantes de una gran sensibilidad sujetada firmemente en el amor a la vida, y la búsqueda de la trascendencia. Son mujeres y hombres de nuestra época, cuya claridad intelectual se viene de la necesidad que tenemos de una nueva ciencia, ciencia con consciencia como dice Morin “la ciencia nueva –scienza nouva- en gestación es aquella que trabaja, negocia con el alea, lo incierto, lo impreciso, lo indeterminado, lo complejo” (1984, pág. 127).
Por eso, el pensamiento científico que oriente la nueva ciencia y la nueva investigación, debe acreditar la relevancia a la consciencia humana, como lo advierte Edgar Morin y re-significar lo intuitivo, mirar la percepción en torno a bucles reflexivos, engendrados en la gestación de consciencia, los cuales según Morin, producen la atención del sujeto, la conciencia de sí, la consciencia de los objetos de su conocimiento, la consciencia de su pensamiento, la consciencia de su consciencia… la consciencia no sólo permite la reflexión de la mente sobre todas las cosas y la vigilancia crítica, sino también la meditación. (2003, pág. 125)
Quizás una práctica investigativa, sustentada en una ciencia con consciencia, verdaderamente despierte la conciencia colectiva y planetaria y responda a las necesidades que enfrentan las sociedades postmodernas y suprima esas acciones que son cada vez más agresivas, en las cuales el dolor y el sufrimiento humano, el aumento de la violencia y el irrespeto por la vida, han conducido a desangrar en las formas más aterradoras a nuestro planeta. Posiblemente, una metodología de la investigación vivida responda a las amenazas que hasta el día de hoy, enfrenta la naturaleza, el ser humano y la sociedad mundo, frente al calentamiento y el terrorismo global como consecuencia del materialismo y las políticas económicas del capitalismo salvaje.
Leer nuestros problemas con otras miradas, implica buscar en otros ámbitos de nuestro ser, lo cual permite, precisamente, las iniciaciones. En estas tramas, bien configuradas en las obras de Fritjof Capra, es donde se originan las revelaciones que abren nuevos horizontes a las relaciones ocultas que se cobijan en latencias y en las posibilidades; permitiéndonos re-interpretar la investigación a través del complejo enmarañado de las interconexiones y los vínculos que persisten en la vida y en las relaciones sociales.
El acto investigativo implica “un hacer” en caminos abiertos, un sin fin lleno de senderos que acogen el diálogo, la reflexividad y la cooperación entre actores y participantes, aunque la investigación sigue siendo un ejercicio metódico (sentido de “el” hacer), quien investiga es siempre caminante en caminos nuevos e impredecibles, pero indagatorios.
Si alguna pre-concepción requiere ser superada es la metódica, por cuanto, en la nueva ciencia es más importante la significancia del proceso, sus posibilidades de divagar, de volver sobre nuestros propios pasos, no la de inferir, demostrar y generalizar, es decir se tiene que romper con la linealidad. De ahí que hacer ciencia en el tercer milenio, encarna un acto poderosamente creador, holístico, cooperador y heurístico, cuyo sentido sirve de fundamento, para revolucionar los grandes problemas en lo social, desde una nueva racionalidad que acoge lo impredecible a la luz de las incertidumbres, a través de nuevos instrumentos, métodos (en plural) y técnicas, el conocimiento como puente para de-construir y reconstruir la realidad subjetiva.
Los planteamientos anteriores nutren el reconocimiento de la emergencia de una nueva conciencia, que se expande lenta pero categóricamente en nuestras vidas, en los umbrales de una hermenéutica que siembra nuevos valores éticos y culturales, nueva racionalidad científica, así es cómo podemos redescubrir el conocimiento, recuperando la armonía en nuestras relaciones, lo que de acuerdo con Gutiérrez y Prado supone:
La recuperación armónica supone una nueva manera de ver, enfocar y vivir nuestras relaciones con el planeta Tierra y con todo lo que esa conciencia planetaria supone: tolerancia, equidad social, igualdad de géneros, aceptación de la biodiversidad y promoción de una cultura de la vida desde la dimensión ética. (1997, pág. 8)
Las prácticas de investigación dentro de la ciencia del nuevo paradigma, demandan una revolución epistémica y metodológica, que implica la búsqueda abierta de estrategias por la humanización del conocimiento, por consiguiente, postula el despliegue de la evolución del pensamiento como un significativo acto creador y múltiple, nos está obligando a adoptar nuevas miradas y a re-configurar los papeles, tanto el papel ejercido por el investigador o investigadora, como el papel que juegan los paquetes técnicos y tecnológicos en la investigación científico-social, lo empírico y la vivencia de la investigación en el siglo XXI.
No se trata sencillamente de reformular o de reformar sino de transformar la intencionalidad que tiene la aprendiencia de la investigación, vista ésta como salto evolutivo desde su nicho vital, la investigación compleja se alimenta de una concepción integral de la vida, en la que se reconoce la complejidad y las incertidumbres, configura nuevos valores, integra la conciencia, la bio-eco-ética y la espiritualidad, asume otras maneras de indagar e interactuar.
La nueva cultura de la investigación compleja rompe con los esquemas tradicionales de hacer investigación. Por su finalidad la investigación científica y social sigue siendo básica o aplicada, pero por su nuevo sentido reorganiza la actividad cognoscitiva cotidiana dentro de una serie de transformaciones que van directas al tuétano de las exigencias metodológicas y de los tratamientos teóricos.
A la luz de tal razonamiento, nos percatamos que la investigación propicia prácticas de reflexión, promueve formas apropiadas para asumir el cambio y tiene como telón de fondo la transformación y los cambios de actitud, acepta que hoy nos movemos en un mundo globalizado, complejo y multicultural, en el cual vivir, conocer y actuar exige que el sujeto transite sobre las arenas movedizas de la multicriteriedad hacia nuevas maneras de aprehender, compartir y recibir experiencias, las cuales son dibujadas en el correlato de una multi-realidad cada vez más cambiante, abierta, heterogénea y reticular.
Entonces, concluimos que desde esta nueva óptica la nueva cultura de la investigación responde a los desafíos de una nueva cultura planetaria y cósmica, re-conoce la complejidad en el intercambio de saberes, asumiéndola como experiencia metodológica para gestionar y producir conocimiento, como vemos una investigación así, sólo es posible en fractales de apertura y dentro de una perspectiva abierta a la comprensión dialógica sujeto-objeto, la cual admite a la vez la diversidad, la unidad y la reflexividad entre las personas actoras; los saberes son proporcionados a la luz de nuevos conocimientos que han permanecido ocultos en la sombra de los secretos y los misterios de la vida.
Referencias
- Bohm, D. (2002). La totalidad y el orden implicado (4a ed.). Barcelona, España: Editorial Kairós.
- Capra, F. (1998). El punto crucial. Buenos Aires, Argentina: Editorial Troquel S.A.
- Gutiérrez, F. y Prado, C. (1997). Ecopedagogía y ciudadanía planetaria. Heredia, Costa Rica: Editorialpec 97.
- Gutiérrez, F. y Prado, C. (2001). Simiente de Primavera. Protagonismo de la Niñez y Juventud. Guatemala: Producción Save the children-Noruega, proyecto de desarrollo Santiago, PRODESSA.
- Hernández, R., Fernández-Collado, C. y Baptista, P. (2006). Metodología de la investigación (4ª ed.). D.F., México: McGraw-Hill Interamericana.
- Laszlo, E. (2004). La ciencia y el campo akásico. Una teoría del todo. (M. de P. Pascua, trad.) [Versión Microsoft Word]. Madrid, España: Ediciones Nowtilus S.L. Consultado el 12 de julio de 2010 desde http://www.scribd.com/doc/19545345/LaszloErvin-La-Ciencia-Y-El-Campo-Akasico.
- Mejía, J. (1998). Recuperar la conciencia del sujeto. La interioridad dimensión olvidada. Bogotá, Colombia: Cinep.
- Morin, E. (2004). Ciencia con conciencia (A. Sánchez, trad.) Barcelona, España: Editorial Anthropos.
- Morin, E. (2003). Método V. La humanidad de la humanidad, la identidad humana (14 a ed.). Madrid, España: Ediciones Cátedra.
- Morin, E., Ceurana, E., Motta, R. (2003). Educar en la era planetaria. Barcelona, España: Editorial Gedisa, S.A.