Históricamente el mundo se ha caracterizado por sus desigualdades e inequidades sociales. Las diferencias que se perciben a escala mundial se replican al interior de los países. Es responsabilidad de los gobernantes buscar el bienestar de aquellos a quienes gobiernan, brindando posibilidades igualitarias de desarrollo material, social y económico, tanto al interior de las familias como en el espacio comunitario en su conjunto.
Uno de los grandes problemas que los gobiernos locales del tercer mundo, deben afrontar para alcanzar el desarrollo, es la escasez presupuestaria con la que cuentan. Por tal razón es que, ya muchos municipios Latinoamericanos, han visto a la «cooperación Internacional», como un aliado estratégico para el financiamiento de proyectos que permitan alcanzar el desarrollo y bienestar de los pobladores con menores posibilidades económicas y que se encuentran situados en los límites de la pobreza y pobreza extrema.
Pero, ¿Por qué a pesar de la ayuda que reciben muchos municipios, de los países desarrollados, aun no se logran resultados en la lucha contra la miseria, el hambre y la desigualdad social?. Nuestra respuesta es: «irresponsabilidad política en las decisiones y escaso criterio técnico en los proyectos que se ejecutan». Es necesario –antes– desarrollar una adecuada priorización de necesidades, el que debería surgir de un estudio serio y concienzudo de la realidad, ello permitiría una correcta identificación de los problemas, el que servirá como base para un buen diseño de propuestas y acciones coherentes con las verdaderas necesidades de la población.
Algunos gobiernos locales latinoamericanos, orientan sus actividades a acciones que brindan cierto rédito político, pero no el bienestar comunitario. A esta falta de responsabilidad en la administración local, se le viene sumando el desempeño deficiente del personal técnico – profesional, que labora en los municipios o ayuntamientos, y principalmente en las áreas encargadas de la planificación y elaboración de proyectos.
Contar con personal calificado para las áreas correspondientes, debe ser sin dudas una de las principales preocupaciones que una gestión conciente y comprometida con el desarrollo de la comunidad, debe tener en cuenta. Esto permitirá contar con personal profesional capaz de plantear propuestas y proyectos que permitan alcanzar un desarrollo integral entre las comunidades más necesitadas y que sufren los azotes de la pobreza y pobreza extrema.
La cooperación Internacional que brindan los países desarrollados, se presenta ante el tercer mundo como una alternativa para la ejecución de proyectos, que con recursos propios sería imposible poder ejecutar. Por ello, es necesario darle un manejo responsable, técnico – profesional. Esto permitiría elegir la opción más adecuada teniendo en cuenta las auténticas necesidades locales, ya sean estas de infraestructura, desarrollo de capacidades, especializaciones e intercambio de experiencias, entre otros.
Toda ayuda es buena, siempre y cuando esta proporcione al beneficiario directo, las posibilidades de sostenibilidad y replica en su comunidad. Esto permitirá elevar el autoestima del pobre y comprometerlo con su desarrollo personal, familiar y local. Ergo, debemos acabar con el inmediatismo, mediocridad y mal manejo político de los proyectos, este es el reto que nos convoca.
