México precisa de un Organismo Internacional contra la Impunidad y la Corrupción

La corrupción parece imbatible en la política y en la gestión pública mexicana. Su práctica recorre todas las escaleras y serpientes de la estructura del Estado. Y por todo el territorio nacional. A todo nivel se toleran corrupción e impunidad, invadiendo al Estado. En esa compra de las decisiones del gobierno, cierta iniciativa privada participa activamente por las rutas de la Norma y por las cañerías del Poder, que con muchos altos funcionarios forman una yunta criminal. El interés público se sustituye por el privado, lo económico sobre lo político. Lo que explica el comportamiento depredador de sectores como el de la construcción y el de la Banca. Es la descomposición cultural de la Política, de su lógica, acotación y valor, erosionando la democracia, negando la igualdad, fomentando la impunidad y la violencia.

Para muchos es un mal endémico, para otros es sistémico y en no pocos es estructural. Para mí, es énfasis del poder en el gobierno, gestor de complicidad retroalimentada y estabilizada funcionalmente en las instituciones. Un proceso tipo bancario donde se guardan, invierten y prestan lealtades, favores e intereses, públicos y privados. Se registran deudas y pagos en un entramado simbólico-social inmaterial arropado por un aparato jurídico que protege a corrompidos y a corruptores, a controlados y a controladores. Un conjunto de actos y actores adrede “normalizados” que van por la libre seleccionando blancos a exprimir. Una corrupción “Gestiministrada”. Se gesta, se reproduce y se administra.

De ese proceso se elige y se otorga autoridad a la gente en el poder. No acepta a los mejores, ni hay manera de limpiar a los peores. El artefacto cultural nacional le refuerza, justifica, construye imágenes y premia. La forma infecta que los encumbra crea a su alrededor un roído gremio. No habido purgas solo revanchas políticas. Una laya astuta, incapaz de reformarse, convencida que debe transitar impune de un cargo a otro. Una práctica política en un círculo vicioso corruptor de una democracia defectuosa. Con oficiosos que a cambio de dispensas reciben todo tipo de apoyos para la maquinaria sospechosa de la ineficacia. Su reelección permitirá una corrupción prorrogada en un contexto enturbiado por la impunidad. Esa ventaja será el mejor aliado de la perversidad. ¡Y contarán con fuero!

Los males de México hacen fracasar las ideas aportadas por las mentes más prestigiadas de la filosofía  social. Los ciudadanos no tenemos garantía un control eficaz entre los poderes. La impunidad muestra lo inútil del poder judicial. Y el legislativo hace lo imposible para no fiscalizar al poder político. Dudamos del Estado de derecho por tanta discrecionalidad en el ejecutivo. Una descomposición del Poder donde fiabilidad y confianza se perdieron por una CORROSION institucional. La corrupción es individual.

Enfrentar a la corrupción, es topar con el control del poder político. De ahí lo difícil de combatirla. El Control, uno de las caras del poder (la dominación, la fuerza y la influencia son las otras), parecería una forma de negación del Poder y causa escozor a los políticos que se le oponen. Mas su objeto es la defensa de las libertades y los intereses de los gobernados, así como la legitimidad y la efectividad institucional. La Constitución (madre de las normas y del ejercicio del poder) estriba su eficiencia, en que las obligaciones de ella derivadas sean observadas, lo que converge en el Control. En México, la Constitución ya no controla el ejercicio del poder. El derecho mexicano y, el sistema jurídico por el producido, no responden al presente. Varios intelectuales pugnan por una nueva Constitución, por una nueva República, por un nuevo Estado de derecho. Hay que Deconstruir el sistema, concluyen.

La capacidad de los políticos para influenciar el ejercicio de poder, fuera de las reglas sino en acuerdos aleatorios y simbólicos, está fuera de control. La Constitución no asigna influencias. Y los instrumentos para controlar el Poder no operan como pautas de derecho sino como prácticas políticas. El Poder informal y/o el paralelo, almácigos de la corrupción, andan desbocados por la resistencia a legislar sobre aparejos que la controlen, incluso en los que garanticen la legitimidad del proceso político. En la decadencia y retiro del Estado, no son raras tantas mafias, carteles y grupos de presión. Nos acercamos a la desestabilización por dos vías; una por la indignación y, por la que construyen los facciosos.

El control que se ha practicado ha sido a favor del Poder Político. Los instrumentos para controlarlo son la parte débil de la Constitución. Esa anemia deliberada facilita la fuga del infractor, la gestión corrupta, la violencia administrativa y un poder canalla. Explica porque los partidos quieren cooptar a las instituciones ciudadanas e independientes. Buscando una suerte de impunidad con controles por ellos atenuados y mediados en aquellos encargados de normar, investigar y de sancionar. En la alternancia política hubo mutuas consideraciones entre partidos, indulgencias a líderes y cordura en removidos. Reciclando funcionarios, usufructuando al sistema, sin desarmarlo. Los panistas protegieron a priistas y viceversa. Así no hay remedio y, la cosecha de corruptos nunca se acaba.

Es poco posible que un poder corrompido se auto controle. En 35 años el control interno no sirvió. La fiscalización de la gran corrupción, con los pelos de la burra en la mano, salió por la alfombra roja de la puerta giratoria. Ahora el SNA pretende controlarla a través de múltiples agencias que por anomia disfuncional no se articularán en un sistema sin fronteras, que no garantiza integración y éxito. Habrán más controles partidistas que constitucionales, en los nombramientos de sus comisionados intervendrá el Senado, la Presidencia y los Diputados. Un croquis listo para la negociación de cuotas y cuates en instituciones presuntamente autónomas. Operará dentro de un poder político intocable, víctima de una democracia “capturada”. Los poderes Legislativo y Judicial seguirán gozando de opacidad. Faltó una ley de protección a denunciantes a casos de corrupción que complemente las existentes. La clase política se protegió dejando el Fuero. Por sí acaso. No incorporó la coacción de divulgar las declaraciones patrimoniales y las de interés del servidor público. No hay mecanismos para recuperar fortunas acumuladas a la sombra del poder público. Queda fuera el carácter retroactivo para los corruptos de los últimos 30 años, al menos. Habrá borrón y olvido para ellos. Lo caido, caido. No hay instrumentos para la reparación del daño al erario y/o al ciudadano.

Una suerte de maraña burocrática de controles diagonales, verticales y horizontales, sin tipificar decisiones estratégicas y tácticas. Muy difícil de enlazar fuera de las teorías del poder, del control y de la decisión. En su concepción dominó el enfoque burocrático. La ausencia de esa diversidad teórica será dificultad práctica abriendo la oportunidad a la injerencia política en más de alguno de los tramos estorbando su articulación, sobre todo al final de la cadena, en la sancionatoria. Su carácter nacional topará con la voluntad de jefes regionales para conformar los sistemas estatales anticorrupción. Será más complejo que arrear una manada de gûicos por el Ceboruco. Sí agregamos la falta de recursos en un ambiente de autocensura y de Corrosión Institucional, es probable que el combate a la corrupción sea inocuo; una estrategia fallida por inefectividad de diseño, en el mejor de los casos dará resultados dentro de 15 años. ¿La sociedad aguantará?. Además los posibles controladores vendrán del mismo sistema y/o de una educación superior salpicada por la corrupción. No olvidar que en ellas se formaron muchos de los corruptos distinguidos. Incluso el SNA puede por sí mismo convertirse en un ente descompuesto.

Es tiempo del control externo por instituciones ajenas al gobierno. Los organismos internacionales son partidarios del control por agentes independientes, tribunales de cuentas, fiscalías y auditorías externas que garanticen; imparcialidad; independencia (intelectual, política y económica) por estar fuera del ámbito de los poderes establecidos. Precisamos de una entidad internacional que complemente el trabajo del SNA, para fiscalizar a la alta corrupción, en la cúspide. La de políticos y empresarios. Que procese violaciones existentes. La recomendación internacional abona en esta necesidad para; legitimar al gobierno, evaluar su fiabilidad institucional, visar a sus altos funcionarios. México firmó convenciones internacionales contra el soborno, la extorsión y el desvío de recursos públicos. Aceptemos un arbitraje internacional contra la impunidad y la corrupción, que evite la Corrosión Institucional y formas degenerativas de gobiernos canallas vinculados con poderes paralelos que nos tienen hasta la madre y en total indefensión. Con la certificación de tal organismo impediría la fiscalización de los EUA, fortaleciendo nuestra soberanía. De no hacerse, la Madrota Impunidad y sus hijas la violencia y la corrupción seguirán regenteando el burdel.

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Gaxiola López José. (2018, abril 12). México precisa de un Organismo Internacional contra la Impunidad y la Corrupción. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/mexico-precisa-de-un-organismo-internacional-contra-la-impunidad-y-la-corrupcion/
Gaxiola López José. "México precisa de un Organismo Internacional contra la Impunidad y la Corrupción". gestiopolis. 12 abril 2018. Web. <https://www.gestiopolis.com/mexico-precisa-de-un-organismo-internacional-contra-la-impunidad-y-la-corrupcion/>.
Gaxiola López José. "México precisa de un Organismo Internacional contra la Impunidad y la Corrupción". gestiopolis. abril 12, 2018. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/mexico-precisa-de-un-organismo-internacional-contra-la-impunidad-y-la-corrupcion/.
Gaxiola López José. México precisa de un Organismo Internacional contra la Impunidad y la Corrupción [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/mexico-precisa-de-un-organismo-internacional-contra-la-impunidad-y-la-corrupcion/> [Citado el ].
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