Un alumno de mi curso Para Hablar en Público me preguntó “¿Cuáles son los mejores consejos para Hablar en Público?”. Menudo aprieto.
Actualmente, la inusitada cantidad de información disponible se duplica mundialmente cada dieciocho meses y se espera que en los próximos años se duplique semanalmente. En un mundo repleto de información. En este contexto: ¿Cuáles son los mejores consejos para agradar a nuestra audiencia, organizar nuestras ideas con eficacia y expresarlas con pasión?
Mi alumno me hizo un gran favor al preguntarme por los mejores consejos, porque de este modo, pude reflexionar sobre qué autores, técnicas y trucos elegir.
Para sorpresa de muchos, compruebo cada día que los fundamentos, teorías y técnicas para hablar en público se basan aún en épocas de la Antigua Grecia y el Imperio Romano.
En realidad, poco se ha avanzado en el arte de presentar desde Aristóteles y su famosa Retórica, escrita hace más de 2.300 años. Desde su punto de vista, el orador debe persuadir a su público mediante argumentos que contengan valores, emociones y hechos concretos. Los 3 modos de apelación según Aristóteles son los relativos al ethos, al pathos y al logos.
Ethos = Moral
Los argumentos ligados al ethos son de orden afectivo y moral y atañen al emisor del discurso. Se basan en la autoridad y honestidad del orador, a su credibilidad y su relación personal con la audiencia.
Si creemos que el orador es honesto, le conferimos credibilidad. Son, en suma, las actitudes que debe adoptar éste para inspirar confianza a su auditorio.
“A los hombres buenos les creemos de modo más pleno y con menos vacilación; esto es por lo general cierto sea cual fuere la cuestión, y absolutamente cierto allí donde la absoluta certeza es imposible y las opiniones divididas”– escribió Aristóteles en el Libro I de su Retórica.
Pathos = Emoción
Los argumentos referidos al pathos son de orden puramente afectivo, aquellas emociones que conmueven al receptor del discurso. Como argumentos emocionales pueden utilizarse las historias, anécdotas, analogías, metáforas, siempre y cuando el discurso sea entregado con pasión. Las historias eficaces resuenan en el corazón de la audiencia.
El científico, escritor y filósofo cristiano, Blaise Pascal sentenció con acierto, que “el corazón posee razones que la razón ignora”.
Logos = Evidencias
Los argumentos ligados al logos se ciñen al tema mediante alusiones a hechos, datos y razonamientos en el dominio propio de la dialéctica. Se utilizan los argumentos lógicos apoyados con evidencias sólidas, apelando a la razón y a la inteligencia de la audiencia.
Parafraseando a Aristóteles podemos decir que debemos crear un equilibrio perfecto entre nuestra credibilidad personal, en nuestra integridad y competencia e inspirar confianza en nuestros público mientras expresamos el sentimiento auténtico que nos ayude a empatizar. Si nuestras palabras consiguen alinearnos con el impulso emocional de nuestra audiencia podremos crear el ambiente adecuado para la parte razonada de la exposición.
Para mantener su credibilidad ante la audiencia (ethos) es importante que un ponente alcance un equilibrio entre sus argumentos lógicos (logos) y emocionales (pathos). Es necesario exponer hechos en una presentación acompañados de un atractivo emocional. En nuestras presentaciones solemos cometer el error de basar toda nuestra argumentación persuasiva en los datos y hechos (logos) descuidando los otros dos, especialmente la apelación emocional (pathos). Olvidamos que la emoción mueve a la acción más que la razón.
El discurso elocuente según Cicerón
Después de la ascensión de Roma, la técnicas para hablar en público desarrolladas en Grecia fue ron recogidas con entusiasmo por los romanos. La oratoria ganó gran popularidad como una forma de entretenimiento, lo que permitía a los oradores famosos destacar y ejercer influencia política mediante el uso de sus habilidades para hablar en público. Entre ellos estaba Marcus Tullis Cicero – un abogado, político, filósofo, que ganó fama como orador más grande de Roma. Alrededor del 50 AC Cicerón escribió su tratado llamado «De Oratore» donde explicó sus «Cinco cánones de la retórica» que son ampliamente utilizados por muchos oradores públicos hasta el día de hoy.
Según Cicerón, el proceso de preparación del discurso elocuente consta de cinco pasos principales:
- Invención: elección, desarrollo y perfeccionamiento del argumento. Este paso consiste en encontrar el material adecuado tomando en cuenta su importancia general y los intereses de la audiencia.
- Disposición: es la creación de la estructura del argumento en forma coherente. Consiste en seleccionar y ordenar el material desde el principio hasta el final.
- Estilo: En este paso entramos en el proceso de determinar la forma de presentar un argumento, usando técnicas retóricas y la elección de las palabras que tienen el mayor impacto en la audiencia.
- Memoria: Es el proceso de aprendizaje y memorización prestando atención a la locución propiamente dicha. Cicerón daba importancia a la práctica de los matices de la voz para conferir al discurso un estilo natural. Lo que no suena natural, no suele ser recordado.
- Entrega: en el paso final el orador hace un uso efectivo de la lengua voz y el cuerpo. Si ha realizado un trabajo adecuado podrá transmitir un discurso convincente con voz, cuerpo y alma.
Todos los profesionales de la oratoria utilizan estos fundamentos en sus discursos además de la regla de oro: practicar, practicar, practicar.
A veces, quienes creen que no conseguirán dominar sus nervios a la hora de hacer un discurso me preguntan “¿Es realmente relevante saber hablar en público?”.
Mi respuesta es invariablemente la misma: “Por supuesto que sí. Tengo más de 20 razones para demostrarlo y un par de técnicas que te ayudarán a calmar los nervios notablemente”.
Pero de eso te hablaré en otro artículo…