Las emociones son como un circuito abierto donde la estabilidad emocional depende en parte de las relaciones que establecemos con los demás.
A diferencia del resto de los sistemas del cuerpo humano que son un circuito cerrado (Circulatorio, respiratorio, entre otros) razón que explica la importancia del líder, sus acciones y como influye en la toma de decisiones.
Los líderes emocionales se convierten en “atraedores límbicos” que ejercen una gran influencia sobre el cerebro emocional de sus seguidores.
Sobre todo, cuando las emociones que ponen en juego, son la empatía, la compasión y el sentido de la comprensión. Por otro lado, las emociones negativas secuestran la atención de unos pocos, rompiendo la armonía ambiental, generando de esta forma un estado de disonancia, donde simplemente todo esta desconectado y desequilibrado.
Es necesario, la formación de gerentes resonantes, capaces de prolongar un tono emocional positivo, para así ecológicamente vivir en un planeta emocionalmente inteligente. El mismo Goleman (1999) definen el éxito de los gerentes, líderes y trabajadores como personas con alto nivel de desempeño, destrezas técnicas y emocionales bien desarrolladas, que les permite alcanzar capacidad de generar sentimientos positivos que los hace cada vez más competitivos para su familia, la gerencia, la sociedad y el ambiente. Esta es la verdadera competencia ecológica, que permitirá la supervivencia de los seres vivos de este planeta.
El planeta tierra es un lugar maravilloso para vivir. La prueba de eso es la enorme cantidad y variedad de especie que han podido adaptarse a todo tipo de condiciones ambientales durante millones de años. Sin embargo el ser humano, el más evolucionado de los animales, está rompiendo el equilibrio de la biosfera, poniendo en peligro la existencia de todos lo que formamos parte de ella.
La tradición occidental parece preocuparse mucho por la autoestima y por la importancia de uno mismo y suele despreocuparse por la armonía interna y externa. Por eso las emociones son parte de una gerencia efectiva a la hora de tomar decisiones. Las emociones y los principios morales que nos gobiernan se asientan fundamentalmente en la extraordinaria importancia que concedemos a las relaciones sociales y en ellas se incluye el ambiente.
Lo que necesitamos dentro de la gerencia ecologista, es universalizar una ética más humana. Una ética que induzca a los individuos y a las sociedades a adoptar actitudes y comportamientos que estén en consonancia con el lugar que ocupa la humanidad dentro de la biosfera, que reconozca y responda de manera sensible a las relaciones complejas y en constante evolución entre el hombre y la naturaleza y de los hombres entre sí. Con lo dicho, se destaca la importancia de la Ecología como competencia de la Inteligencia Emocional para garantizar la supervivencia de todas las especies, incluyendo la humana. Se están empezando a atestiguar los signos de un enorme cambio histórico: Las maneras tradicionales como los hombres han concebido y pensado acerca de la realidad, lo han conducido a la alteración de sus objetivos y manera de actuar, caracterizado por una profunda racionalidad de sus acciones, alejado de todo sentido de empatía, compasión por si mismo y por el mundo. Es aquí donde se esta dando paso al desarrollo del sentido ecologista como parte de las competencias emocionales. La inteligencia Emocional, incluye a la persona y su entorno, Por lo tanto la Inteligencia Emocional y la Ecología son dos conceptos que corresponden a un mismo constructo: “Movere”.
En la persona se manifiesta en contactar con los propios sentimientos, discernir estos sentimientos y orientar la conducta en forma constructiva. En el entorno se determina por la capacidad de liderazgo, la actitud para relacionarse en forma adecuada con otros seres humanos y con el ambiente, buscando la conservación del mismo. Incluye para esto, una serie de competencias como el conocimiento de si mismo, la autorregulación de esas emociones destructivas, a través de acciones preventivas que fomenten la conservación, la autogestión para respetar el hábitat y soberanía de todos los seres vivos.