Sobre Gerónimo, uno de los pocos indios que aparecen en las enciclopedias, puede leerse en la versión española de la Wikipedia “…fue un jefe de los apaches de Norteamérica. Nacido el 16 de junio de 1829 y fallecido el 17 de febrero de 1909….destacó como líder apache en los enfrentamientos de estos con las autoridades de EE.UU. y México”.
La versión inglesa coincide con la española en mostrar a Gerónimo como un líder a nuestra imagen clásica.
Sin embargo, el liderazgo de Gerónimo era un tanto especial.
En marzo de 1858 una compañía del ejército mejicano atacó un campamento apache mientras los hombres estaban comerciando. Masacraron a los pobladores, entre ellos, la mujer, hijos y madre de Gerónimo.
Las tribus apaches decidieron vengarse y designaron a Gerónimo como líder militar. Este, respondiendo a las expectativas, condujo a sus guerreros en una expedición que aplastó a la guarnición mejicana.
Para los apaches la venganza se había cumplido, ya no era necesario un jefe militar. Sin embargo, Gerónimo, que había ganado un enorme prestigio, no pensaba lo mismo. Quería seguir batallando.
«Intenta convencer a los suyos para realizar otra expedición. En vano. La sociedad apache aspira al reposo una vez alcanzado el objetivo colectivo. Gerónimo tiene, pues, un objetivo individual que requiere arrastrar a la tribu. Quiere hacer de la tribu el instrumento de su deseo. Pero a lo más, Gerónimo solo consigue convencer a algunos jóvenes ávidos de gloria y botín. Para una de sus expediciones, el heroico ejército de Gerónimo se componía de ¡2 hombres!
Los apaches, que habían aceptado el liderazgo de Gerónimo por su habilidad de combate, le volvían sistemáticamente la espalda cuando quería llevar adelante su guerra personal.» (Clastres, 1978, p.184-185).
Los apaches, como algunas otras sociedades tradicionales, no tenían estructuras jerárquicas definidas. El liderazgo no estaba asociado a un puesto sino a la persona. Mientras la persona conseguía un beneficio para el grupo, era seguida. Cuando el grupo percibía que sus actos y decisiones no producían el beneficio esperado, era abandonado como líder (no destituido, pues no ostentaba un cargo institucional del que destituirlo).
En las empresas, un líder sostiene su liderazgo sobre dos pilares: una jerarquía establecida y el carisma personal.
La primera tiene la ventaja de generar estabilidad: asegura que la empresa tendrá un jefe que se encargue de dirigir al grupo sin que esto dependa de una persona en concreto. Tiene la desventaja de que el grupo tendrá que aceptar tanto a un buen jefe como a uno malo.
El segundo pilar, el carisma, es la dimensión del liderazgo a la que casi todos nos referimos cuando hablamos de liderazgo. Define la atracción que provoca un seguimiento convencido, confiado y voluntario de un grupo de gente hacia una persona.
De manera que, por ejemplo, en una empresa, la tribu, quiero decir los empleados, seguirán al jefe por una combinación de dos cosas: porque no tienen más remedio (jerarquía) y porque desean hacerlo (carisma).
El carisma es un concepto que implica la existencia de “otros”. Se tiene carisma para alguien. El carisma, que convierte a un jefe en un líder, más que emanar del sujeto es proyectado por el grupo en el sujeto. El grupo infunde «liderazguidad». Nadie, no importa cuantos máster tenga, idiomas domine o de quién sea hijo, puede obligar a un grupo a seguirle con voluntariedad convencida.
Claro que ciertas aptitudes personales pueden ayudar, por así decir, a resultar atractivo como líder. Los cursos de management suelen incluir temas como comunicación; habilidades sociales; gestión emocional; o, directamente, liderazgo. Pero una cosa es ganar belleza como líder y otra que seas escogido como pareja.
De modo que parece que desarrollar la capacidad de liderazgo pasa por conseguir que el grupo te atribuya carisma. ¿Por qué un grupo necesita infundir carisma a una persona y convertirlo en su líder? La respuesta parece tener que ver con satisfacer cierta necesidad y la creencia de que esa persona puede conseguirlo. Así, el pretendiente a líder debería preguntarse: qué necesita el grupo en este momento.
Los apaches necesitaban vengarse de los mejicanos. Creyeron reconocer en Gerónimo los valores y aptitudes que estimaban necesarios para lograr ese objetivo, y acertaron. Apoyados en unas características personales, imbuyeron a Gerónimo del carisma necesario para delegar en él su autoridad, confiar y seguirle en la guerra hasta la muerte.
El episodio descrito entre los apaches y Gerónimo nos muestra, además, otra característica del liderazgo: el líder parece dibujarse con mayor nitidez, es imbuido de esa «liderazguidad» reconocible con mayor claridad por el grupo, en momentos puntuales asociados a una necesidad perentoria de ese grupo.
Piensen en ello: Shackleton y sus exploradores; Fabio Máximo y el derrotado Minucio y su ejército (ver artículo “Líderes contra el Líder”); M. Luther King y la comunidad negra norteamericana; o, en la peor versión del liderazgo, Hitler y el pueblo alemán.
No solo se trata solo de ejemplos sesgados por haber pasado a la historia, conozco otros episodios nada históricos, cotidianos, en empresas, que comparten con los anteriores a un jefe que fulge como líder al darle al grupo algo que demandaba de forma apremiante.
Lo que nos conduce a una nueva pregunta, ¿qué necesidades tiene un grupo? Bueno, esto será materia para un próximo artículo.
Notas al pie:
- Recuperado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Ger%C3%B3nimo. Acceso 10 de octubre del 2012.
- Pierre Clastres (1978).La sociedad contra el estado. Barcelona, Editorial ÍNDICE, Artes Gráficas.