La repetición de los errores personales

En la dinámica de la vida cotidiana, todos estamos propensos a cometer errores. Luego al percatarnos, lo adecuado es revisar los hechos y aprender para corregir y tomar mejores decisiones. Algunos, sin embargo, se caracterizan por una tendencia a repetir sus errores. Siga leyendo.

Las equivocaciones forman parte de nuestra dinámica de vida. Por mucho que deseemos acertar siempre, tomar la mejor decisión, decir lo correcto o tener una conducta ideal, muchos factores interfieren en el cumplimiento de esa expectativa perfecta, y lo usual es que nos equivoquemos, que cometamos errores a veces con gran frecuencia. Como decía Dale Carnegie, “reconozco que me equivoco la mitad de las veces”.

En principio debe decirse que no resulta tan sencillo como parece identificar un error, pues las consecuencias de una conducta no están siempre visibles, a veces se detectan tardíamente y, en ocasiones, pueden ser complejas y múltiples pues cada conducta se conecta con otras en una red infinita de causas y efectos.

Además, sucede el peculiar caso de que lo que en un momento nos parece un comportamiento inadecuado, podemos llegar a considerarlo, tiempo después, como una maravillosa decisión. En general, la visión de bueno o malo es relativa para la mayoría, y no hay hasta ahora un acuerdo en cuanto a si las cosas son buenas o malas en sí mismas, (como afirma la deontología), o si sus resultados son los que definen esa valoración (como afirma la teleología).

Asumiendo que fuese posible determinar un error bajo la premisa de que una conducta es inadecuada porque choca con nuestros valores o afecta nuestros objetivos o los de otros, hay un lado positivo en todo esto: cometer errores no pueden considerarse algo esencialmente negativo, pues buena parte de nuestro aprendizaje se basa en el esquema de ensayo y error, es decir, de mejorar a través de la experiencia de vida, en un proceso de revisión, corrección y superación permanente.

Y ¿Cómo considerar negativo aquello que te perfecciona y te permite evolucionar?

Hay grados o niveles en los errores, pues no todos producen el mismo tipo de consecuencias. Algunos nos resultan mucho más costosos que otros: Asesinar a una persona, usar drogas de manera adictiva, desarrollar el hábito de pensar mal de uno mismo o abandonar el cuidado personal, son ejemplos de conductas que generan invariablemente consecuencias negativas. Otras, también tienen efectos adversos, aunque de menor trascendencia.

Un aspecto curioso que ha estudiado la psicología es el hecho de que no todas las personas intentan, como pudiera creerse, aprender a no cometer errores o a reducir su aparición. Algunos los ignoran, otros los niegan, los hay quienes los justifican e incluso, quienes parecen generarlos. No hay que ser un genio para entender que estos caminos conducen como destino seguro a la repetición constante de los mismos errores.

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Esto es así, pues cuando nos negamos a reconocer y superar nuestras limitaciones personales, estas se nos aparecen en la vida cotidiana, en forma de errores, fracasos y conflictos.

Ignorar los errores es una travesura mental, una forma de autoengaño infantil que pretende creer que al cerrar los ojos los problemas desaparecen. La negación suele relacionarse con el temor de enfrentar las consecuencias de nuestros actos. Se sabe que algo salió mal pero se coloca un muro mental para no verlo; más autoengaño.

Justificarlos es una estrategia que busca mostrar otro ángulo del asunto, o intenta tener razón a pesar de que las evidencias señalan lo contrario. Parejas, abogados y políticos lo usan con frecuencia.

El lado más oscuro es el que muestran personas que de manera autosaboteadora, crean las condiciones para la ocurrencia de eventos que ellos saben de antemano que les dejará en problemas. En Psicología esto se conoce como “conducta neurótica” o como la paradoja neurótica y se describe como una tendencia a hacer aquello cuyo desenlace negativo es posible anticipar.

Casos ejemplares de este estilo conductual, son: emborracharse hoy sabiendo que se perderá una cita de trabajo mañana; golpear a la pareja a sabiendas de que será denunciado; violar la libertad condicional en el entendido de que se perderá la libertad y se regresará a la cárcel, pedir dinero prestado a pesar de saber que se podrá pagarlo. Conductas patológicas recurrentes que deben ser tratadas desde una óptica muy seria, en muchos casos reeducativa o incluso clínica.

Como razones causales de estas conductas de recurrencia auto-flagelante, pueden señalarse: temperamento, aprendizaje o trastorno. La mayoría de las veces se vincula con baja autoestima, lo que genera formas de auto-castigo que pretende llamar la atención, pues cada acto destructivo y desesperado es en realidad una petición o un reclamo de afecto y amor, de cuidado, de reconocimiento, y aceptación mal expresado.

Es necesario entender que siempre cometeremos errores, que los errores son a veces cursos de aprendizaje rápido, pero otras, la antesala de consecuencias que pueden hacer nuestra vida una experiencia dura y miserable. Aprendamos de ellos, y especialmente aprendamos a decidir, a planificar, a tomar precauciones y cuando sea necesario, a pedir ayuda. Un apoyo a tiempo puede ahorrarnos años de adversidad. Las mejores decisiones son aquellas que se toman y que sobre todo, se toman a tiempo. Gracias por leerme.

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Yagosesky Renny. (2009, septiembre 2). La repetición de los errores personales. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/la-repeticion-de-los-errores-personales/
Yagosesky Renny. "La repetición de los errores personales". gestiopolis. 2 septiembre 2009. Web. <https://www.gestiopolis.com/la-repeticion-de-los-errores-personales/>.
Yagosesky Renny. "La repetición de los errores personales". gestiopolis. septiembre 2, 2009. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/la-repeticion-de-los-errores-personales/.
Yagosesky Renny. La repetición de los errores personales [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/la-repeticion-de-los-errores-personales/> [Citado el ].
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Imagen del encabezado cortesía de skayne en Flickr