Quizás, nos preguntemos de vez en cuando, por que debemos de hablar de emocionalidad, cuando constitutivamente nuestra esencia biológica está impregnada de ella. Y nuevamente nos envuelve, la reflexión sobre la forma y la necesidad de hacer coherente nuestra personalidad con la extensión de ella. Entonces, cómo se conjuga el liderazgo emocional con los negocios. La duda surge cuando, los contenidos que instalamos, lo hacemos a partir de los objetivos que se pre-establecen (externalidades) para entregar, información sostenida en la programación o diseños elaborados con la intencionalidad de generar una o varias competencias; según, los objetivos planteados.
Sin embargo, muchas de las estrategias y programas entregados están situadas, a partir de la plataforma de nuestra experiencia, conocimiento y creencias de lo que posiblemente, necesita el “otro” o los “otros”. En este sentido, toda la información es amoldada a lo que creemos y pensamos. Este proceso dinámico de lo que creemos y pensamos, está consustancialmente sostenida por las emociones en la subjetividad y valoración que damos a lo que se hace y se gestiona.
La vitalidad y eficacia de nuestros logros, no se hace materialidad en la forma de retención del conocimiento (efectos cognoscitivos) de quienes son intervenidos conceptualmente y formativamente; sino más bien, en la adecuación estructural mental, surgida de la comunicación e información que se entrega. En otras palabras, la emocionalidad en el liderazgo de los negocios, surte efecto cuando nos conectamos relacionalmente mediante, la biología, racionalidad, emocionalidad y espiritualidad con los demás, generando que la información entregada se trasforme no sólo en conocimientos; sino más bien, en saberes inteligibles y factibles de ser intencionado por la significancia y sentido que ello genera.
La dualidad (racionalidad/emocionalidad), entonces, se conecta en la forma de aprendizajes. La retroalimentación que supone, las relaciones establecidas y generadas por la necesidad de mayor conocimiento y entrega por parte del líder y la receptividad de éstos, permite la transformación de la organización, mediante la modificación de la forma de pensar que impacta a cada uno de los integrantes de una organización; por supuesto, que este impacto se sustenta primero, en la transformación personal que luego se sostiene y se vuelve a religar en una transformación, inter y transpersonal.
La emocionalidad del liderazgo en los negocios, es efectivo cuando su sinapsis comunicacional se traduce en la comprensión de la cultura y tradiciones de la organización, impactando y trasformando a su vez, la normas, regulaciones y reglas que restringen, la creatividad y los sueños de quienes la componen. Pero, este proceso no lo determina quien lidera ni tampoco de quienes son liderados. Surge de la capacidad de gatillar, la integración en la conexión de todos sus participantes. La paradoja de este proceso, señala que la emocionalidad no se centra en el negocio mismo, sino que fuera de él. El negocio es el anclaje que une, los sueños de uno (cubrir necesidades/eliminar la angustia) con los sueños de otros (necesidades cubierta/sentir satisfacción), en la cual la materialidad racional y lógica, se sostiene sólo por la emocionalidad de ser feliz.
