Una de las consecuencias mas graves de la primera Guerra mundial fue, sin duda, la destrucción del sistema Monetario Internacional que hasta 1913 estaba regido por el patrón oro, siendo la libra esterlina, como lo es ahora el dólar para el sistema basado en los acuerdos de Bretón Woods, la moneda que servia de comodín para facilitar las transacciones internacionales que el oro físico limitaría. Durante los 33 años seguidos que el patrón oro rigió al Sistema Monetario, los países expresaban su moneda en una cantidad fija de oro, estableciendo así unos tipos de cambio fijos para todos los países acogidos al sistema.
Teóricamente, el sistema basado en el patrón oro, se lo consideraba como totalmente automático y que no necesitaba de medidas gubernamentales, nacionales o de la cooperación internacional para su correcto funcionamiento. ¿Por qué?, porque en cada país la emisión de billetes por parte del organismo emisor estaba regulada estrictamente en función de las existencias de oro. Si la cantidad de billetes aumentaba, era como consecuencia del crecimiento del stock de oro.
Las reservas de oro, pues, tenían que ser equivalentes a la cantidad de billetes en circulación en base a la proporción establecida para cada moneda. El sistema, como cualquier sistema monetario, adolecía de fallas. Pero tenía la virtud, contrario al sistema originado en Bretton Woods, de garantizar los pagos internacionales a la vez que protegía a los nacionales de la devaluación de la moneda y de la consiguiente perdida y desasosiego que el proceso devaluatorio lleva aparejado.
De ahí que, cuando en 1947 Rep. Dominicana estableció el peso como la moneda de circulación nacional en lugar del dólar, y pese a que los acuerdos de Bretton Woods, a diferencia del patrón oro, hacían del sistema monetario internacional un acto voluntario jurídicamente regulado tendente a ordenar las relaciones entre los distintos países participantes, el régimen disciplinado de Trujillo prefirió acogerse al patrón oro porque ofrecía mayor seguridad y confianza a los depositantes.
Observe, carísimo lector, que el papel moneda dominicano, aun lleva la impresión «peso oro», porque cuando se emitió por primera vez y durante todo el remanente de la era de Trujillo, el manejo monetario dominicano se mantuvo estrictamente acogido al esquema del patrón oro y como el equivalente en oro de un dólar era de 0.88867 gramos de oro, el peso dominicano se emitió y respaldó con igual equivalencia, por lo que valía igual que un dólar y a veces un poquito mas.
Una de las grandes virtudes del sistema monetario apoyado en el patrón oro, era que el equilibrio de las relaciones monetarias entre sus participantes se obtenía dejando funcionar el mecanismo libremente, es decir, sin ingerencia de tipo político. Por eso, Trujillo no tocó, ni con el pétalo de una rosa, los asuntos monetarios razón por lo cual, el peso mantuvo un valor estable hasta que la era terminó. En las actuales circunstancias, por el contrario, son los gobiernos los que actúan activamente en estrecha relación con el Fondo Monetario para lograr la estabilidad de la moneda, pero sin el uso preventivo de una camisa de fuerza.
Tal vez la falla principal del sistema basado en Bretton Woods, sea que el FMI no aplica medicinas preventivas. Viene cuando el daño esta hecho, cuando la intervención política en los asuntos monetarios ha creado los desordenes e indisciplina fiscal que destruyen, económicamente hablando, todo el soporte de la sociedad. Tampoco controla adecuadamente a los gobiernos del tercer mundo, cuyas crecientes necesidades, unida a la indisciplina y nacionalismo trasnochado que caracterizan a nuestros países, nos inducen a violentar todas las normas que harían bueno el actual Sistema Monetario Internacional y pretejerían a nuestra gente de políticos inescrupulosos y economistas ineptos que echan mano de las devaluaciones para robar el ahorro a millones de inocentes que pierden, a veces en solo días, lo que ganaron en docenas de años de duro batallar.
La principal característica positiva del sistema monetario basado en el patrón oro, era la constancia en el valor de la moneda. No había posibilidad alguna de provocar una devaluación inesperada que escamoteara los ahorros de todo un pueblo de un día para otro. Las crisis eran crisis reales, no artificiales como pueden y se crean ahora frente a los propios ojos del Fondo Monetario Internacional. Claro que el sistema, como dije antes, tenía sus inconvenientes. Por ejemplo, beneficiaba a los países poseedores de oro al permitirles emitir dinero en cantidades abundantes en tanto que los países pobres y emergentes, dadas sus limitaciones de oro, tenían que limitar la cantidad de dinero en circulación a sus existencias de oro. También, la falta de liquidez tendía a volverse endémica y a provocar un aumento de la deflación y de los desequilibrios que afectaban a cada economía. Pero aun así, el sistema cumplía los requisitos más importantes de toda emisión monetaria: brindaba seguridad y confianza. Conseguir ambas cosas, en las circunstancias actuales, es muy, pero muy difícil, a menos que aceptemos de una vez por todas la dolarización o, mejor aun, retornáramos, si ello fuera posible, al patrón oro.