INTRODUCCION
México es el mas antiguo productor americano, pero su industria de vinos de calidad es relativamente reciente. Los vinos rústicos y el aguardiente (Tequila, Mezcal…) todavía dominan la producción y el país esta eclipsado por sus vecinos del norte (EE UU) y del sur.(Argentina, Chile .. ).
Para mantenerse al nivel de la competencia internacional, ya no puede existir el vino malo. Por supuesto siempre pueden quedar defectos ocasionales.
La tecnología vitivinícola se ha desarrollado tanto que el margen de error es muy limitado. Vea por ejemplo la temperatura de fermentación controlada por computadora o las levaduras producidas en laboratorios.
también la evolución de los caldos esta supervisada por enólogos que lo mismo saben de ciencia que de tierra.
CAPITULO 1
EL INICIO Y LOS MISIONEROS
En la época precolombiana, los indígenas utilizaban las vides salvajes para hacer una bebida a la que agregaban otras frutas y miel; hasta la fecha en algunos lugares se hace el vino de acachul con uvas y frutas silvestres.
Las vides salvajes (cimarronas) estaban cargadas de racimos, pero por su acidez no producían vino. Había especies diferentes de vides silvestres como vitis rupestris, vitis labrusca y vitis berlandieri. Eran diferentes de la vitis vinífera europea, que es la especie de vid más apropiada para elaborar vinos de calidad.
Se considera a Juan de Grijalva ser el primer navegante español que tomo vino con señores aztecas enviados por Moctezuma en el antiguo Tenochtitlan. Fue el día 24 de junio de 1517.
Para los conquistadores y colonizadores españoles el vino constituía parte fundamental de su dieta cotidiana, y por ello se incrementó rápidamente la comercialización de esta saludable bebida en las tierras recién descubiertas. El vino se consumía como alimento, como medicina y como reparador de fuerzas.
La historia del vino en México se desenvolvió durante la Colonia al ritmo de los imposiciones de su metrópoli. Las primeras vides europeas que se plantaron en México fueron traídas por los conquistadores y misioneros españoles .
El viñedo de la Nueva España comenzó a extenderse a partir de la ciudad de México, capital del virreinato, hacia las regiones septentrionales: Querétaro, Guanajuato y San Luis Potosí, alcanzando posteriormente un gran desarrollo en el Valle de Parras, y luego en Baja California y en Sonora. En esa época se desarrollaron también los plantíos en Puebla ( Tehuacan y Huejotzingo).
La vid fue cultivada de inmediato por los misioneros que necesitaban vino para celebrar la misa.
Cuando los jesuitas llegaron en aquella época a la península de Baja California, el cultivo de la uva acompaño sus misiones. Los misioneros transformaron los inhóspitos desiertos en zonas de cultivo y de viticultura.
Sus sucesores, los franciscanos avanzaron hacia lo que ahora es el estado de California en los Estados Unidos de Norteamérica. Su líder, fraile Junípero de Serra estableció 21 misiones de San Diego a Sonora en las que plantaron vides que gozo de especial renombre.
La variedad de uva plantada por los frailes adquirió una denominación especial, la uva misión. Hoy en día, esta variedad también se llama «criolla» en toda Sudamérica.
CAPITULO 2
EL AUGE COLONIAL
Hernán Cortes, gobernador de Nuevo España en el siglo XVI , ordeno el 20 de Marzo de 1524 que cada colono plantara 1000 pies de vid por cada cien aborígenes. Ya desde aquel tiempo se comenzó a practicar la injertación de la Vitis vinífera en cepas autóctonas, lo que entonces no se hacía en ningún otro país del mundo.
Así el capitán Francisco de Urdiñola estableció en 1539 la bodega vinícola en la Hacienda de Santa Maria de las Parras (estado de Coahuila)
En 1626, Lorenzo García inauguro las Bodegas de San Lorenzo y lo vendió en 1634 a Luis Hernández Escudero
Las vides se adaptaron a sus nuevos emplazamientos y fueron los suficientemente productivas para elaborar al mismo tiempo vino y aguardiente.
Después de unos tantos años, la corona española prohibió la producción del vino, por el temor de que en un futuro hubiera competencia con España, porque los viñedos se aclimataron rápidamente.
La Ley XVIII, titulo XVII de la Recopilación de las Indias estableció la total prohibición a sembrar viñas en México pero se podía seguir utilizar los viñedos existentes.
Los misioneros se negaron a acatar tan bárbara disposion y continuaron difundiendo, si bien en pequeña escala, el cultivo de la vid y la elaboración del vino en la Nueva España.
CAPITULO 3
EL SIGLO XIX Y EL PRINCIPIO DEL SIGLO XX
A finales del siglo XIX, la familia Concannon, pionera de la viticultura en California (Livermore Valley) persuadio al gobierno mexicano que aprovechara el potencial vitícola del país e introdujo algunas docenas de variedades francesas en México. En el año de 1895, el gobierno mexicano se preocupo de extender la plantación de las vides, pero este esfuerzo no pudo ser continuo por los cambios sociales del país.
En 1904 James Concannon abandono México pero seis años mas tarde otro vinificador californiano Perelli Minetti planto otra gama de cepas en cientos de hectáreas cerca de Torreón.
Hacia 1900 gran parte de los viñedos mexicanos quedo destruida por la
filoxera y los problemas políticos perturbaron el país durante muchas años después de la revolución de 1910.
Los vinos mexicanos empezaron a producirse seriamente hasta 1920, pero no se logro que tuvieran buena calidad por muchos factores:
faltaba mas conocimiento de la vinicultura, se utilizaba equipo defectuoso y no había una adecuada selección de variedades.
El resultado era vinos blancos amarillentos, tintos oxidados : les faltaba o sobraba dulzor o acidez.
CAPITULO 4
DESPUES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
En 1948 fue creada la Asociación Nacional de Vitivinicultores, que afilió inicialmente a quince empresas. En el período comprendido entre los años 1950 y 1954 se incorporaron catorce compañías más.
La situación general ha cambiado considerablemente a partir de los años 70, por lo que el cultivo de la vid se ha incrementado.
La implantación de variedades de uvas seleccionadas, la instalación de cavas de vinificacion integrando los progresos de la ciencia enologica mas moderna, el mejoramiento del nivel de vida de la clase media, los esfuerzos comerciales y educativos de las grandes marcas, han permitido colocar en el mercado productos de calidad, suscitando en el publico un vivo interés hacia unas nuevas costumbre de consumo del vino.
La producción ya se triplico entre 1970 y 1980. Este crecimiento sin precedente, supone que sean multiplicados por seis cada diez años, o sea, prácticamente por dos cada tres años, la superficie de las vides cultivadas, la capacidad de las instalaciones de vinificacion, de conservación, de embotellado, los esfuerzos de la comercialización y de la distribución y por consiguiente las inversiones humanas y financieras.
En la década de los 70 el consumo anual per capita de vino en la Republica Mexicana era de una tercia parte de botella, subió en los 80 a tres cuartas partas de botella para acabar en los noventas a dos botellas.
Pocos países, pocos productos sobre todos en nuestros días, están confrontados a semejante fenómeno de crecimiento. Se recuerda que en 1980 la importante O.I.V. (Oficina Internacional del Vino) escogio México para celebrar su Asamblea Anual y su gran Congreso.
En esta septuagésima Asamblea General del Vino, se reconoció a nivel mundial la creciente calidad de los vinos mexicanos. En ese momento existían más de veinte compañías productoras de vinos (con más de ochenta marcas diferentes) en el mercado nacional. Después de 1982, cuando quedaron cerradas las fronteras a los vinos extranjeros, se registró un breve lapso de bonanza para los vitivinicultores mexicanos.
En 1987 fueron vendidas en México dos millones de cajas de vino (veinticuatro millones de botellas, de 750 mililitros). De esa cifra, el noventa y ocho por ciento fue de vino nacional.
Los productores de vino se dedican a los mercados de exportación e incrementan la calidad de sus vinos mas que su cantidad. Nuevos estilos de vino, capaces de competir con los de Europa, California y Australia, han permitido obtener vinos blancos con aromas de fruta fresca y tintos ricos, con un color profundo y con sabores y aromas intensos