El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) acaba de dar a conocer los resultados de la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) correspondiente al año 20041.
A pesar de adoptar en ese año la metodología de encuesta continua (con una muestra de 6.251 mujeres frente a 27.843 en la ENDES 2000), los resultados son comparables para las variables de área de residencia, región, nivel educativo y otras con suficiente grado de agregación.
Sin embargo, la razón principal por la cual resulta interesante comparar ambas encuestas, es que corresponden al momento final de dos enfoques y políticas de salud reproductiva marcadamente diferenciados.
En efecto, la ENDES 20002 proporciona datos sobre la salud sexual y reproductiva al final del gobierno de Fujimori, lo que permite evaluar el impacto del Programa Nacional de Planificación Familiar (PNPF) en su segundo período (1996-2000), caracterizado por su prioridad y verticalidad. Por su parte, la ENDES 2004 refleja la situación de la fecundidad y la planificación familiar al final de las gestiones de los dos primeros ministros de Salud del gobierno de Toledo, conocidos por sus tendencias conservadoras y por los cambios que propiciaron en el PNPF.
Según la Defensoría del Pueblo, en su IV informe sobre supervisión de los servicios de planificación familiar de abril 2005, el sistema de vigilancia de los derechos reproductivos “… permitió identificar a partir del año 2001 nuevos problemas que se presentaron en la ejecución del PNPF y que diferían de los antes mencionados (referido a presiones a proveedores y mujeres para esterilizaciones femeninas, metas fijadas para mujeres en edad fértil exclusivamente para métodos permanentes y jornadas focalizadas en ligaduras y vasectomías), en tanto ya no reflejaban una tendencia compulsiva en la aplicación del programa, sino que, por el contrario, evidenciaban un alarmante desinterés en fomentar el uso de métodos anticonceptivos y en llevar a cabo una adecuada política de control de la natalidad” (Op. cit., p. 11).
La pregunta central que queremos responder es el impacto que estos cambios de política en el PNPF pueden haber tenido en la fecundidad y, sobre todo, en el uso de anticonceptivos según diferentes características de las mujeres. Con ello queremos aproximarnos a los temas de equidad y calidad de los servicios públicos de planificación familiar y a cómo ello promueve o vulnera los derechos de las mujeres peruanas.
Cambios en la fecundidad
En los últimos cinco años (2000-2004), la fecundidad promedio para el país descendió en un 17% (véase el cuadro 1), a un ritmo similar al observado para el período 1996-2000. La fecundidad de las mujeres urbanas descendió a una tasa más lenta (9%) que la de las rurales (16%), pero entre las primeras la fecundidad ya era bastante baja en el año 2000 (2,2 hijos por mujer) y llegó a estar por debajo de la tasa de reemplazo (2 hijos por mujer urbana) en 2004. La fecundidad rural tuvo un descenso significativo en este último quinquenio: pasó de 4,3 a 3,6 hijos por mujer. (de 21% a 9%) como en el rural (de 23% a 16%). Si bien para las mujeres urbanas es esperable este menor descenso de la fecundidad en la medida que esta se acerca a las tasas de reemplazo, se puede asumir que en el caso de la fecundidad de las mujeres rurales, los cambios en el PNPF han contribuido con hacer más lento el descenso.