Todo queremos amar y ser amados. Sin embargo, cuando hemos tenido experiencias negativas, podemos quedar sensibilizados, y considerar como adecuado evadir, tomar demasiadas precauciones, o no volver a intentar amar. Sin embargo, la vida continúa y las oportunidades de vincularse con personas nuevas, parece estar, en ocasiones, a la vuelta de la esquina. Siga leyendo.
Resulta típico en personas que han vivido rupturas conflictivas o dolorosas en sus relaciones amorosas, que puedan experimentar temor o ansiedad, cuando perciben una nueva posibilidad de vincularse, de enamorarse, de entregarse a la intimidad y de hacerse vulnerable ante una nueva pareja.
Aunque en nuestro imaginario mental, por razones de tranquilidad, estabilidad y economía del esfuerzo, quisiéramos que nuestras relaciones más gratificantes fuesen eternas, lo real es que la mayoría de los vínculos emocionales tienen cada vez menor duración, y a su tiempo todos terminan, por causa de abandono, ruptura, o fallecimiento de un miembro de la pareja. Y ya que no es posible alcanzar una compatibilidad total, ni mantener eternamente la compañía del ser amado, es posible que surjan diferencias a veces inmanejables, que nos imponen como alternativas: tolerancia, acuerdo o separación.
Cuando se ha roto una relación de pareja y ha pasado el tiempo de duelo, de asimilación o de recuperación, el organismo nos impulsa a buscar nuevas opciones de conexión emocional y la sociedad llena de buscadores de amor, nos brinda la oportunidad de abrir una vez más nuestro abanico.
Para los que saben manejarse en el mercadeo humano y mostrar sus mejores cartas, las posibilidades de vinculación son numerosas. Así, surgen contactos iniciales y conversaciones de aproximación, hasta que se entra en el terreno riesgoso de la intimidad y el compromiso. Es entonces, cuando aparece la tranca, el freno, el impedimento interior, y el temor a fracasar, a decepcionar, a repetir errores o a sufrir, hacen mella y operan creando auto sabotaje. ¿Qué hacer frente a la aparición de estos limitaciones interiores?
Lo primero que corresponde en estos casos, es desarmar las creencias disfuncionales e inútiles producto de la cultura, que nos asaltan y limitan la claridad mental y el disfrute productivo de las oportunidades.
Pensar que lo que nos sucedió volverá a ocurrir, implica la existencia de cuando menos cuatro ideas erradas: la idea de que ayer y hoy son iguales, que aquella persona será igual a aquella, que cometeremos los mismos errores, y que lo mejor es no arriesgarse para evitar sufrimientos. Rebatamos cada una de estas premisas limitantes producto del sabotaje mental.
En principio, el día de ayer no podría ser igual que el día de hoy por el hecho simple e incontrovertible, de que se trata de dos días diferentes, cada uno con sus variables singulares y diferenciadoras. Cada día es totalmente nuevo, único especial y distinto.
La persona que ahora la agrada, le excita o le emociona, no es como esa como la cual usted compartió afecto en el pasado, puesto que cada una tiene una genética, una crianza y una forma de tomar decisiones, que es totalmente diferente. Cada quien es cada cual.
Si el día es nuevo y la persona diferente, es poco probable que las circunstancias se repitan, si ocurriera, puede usted elegir nuevas maneras de actuar, pues ya ha aprendido de sus errores anteriores. Revise lo que considera fallas superables y visualice que haría en una situación que considere especial. Planifique, prepárese, y podrá responder de manera más adecuada.
Y si está usted entre quienes piensan que es mejor evitar riesgos en el amor, quizás nunca conocerá lo que es una relación plena, llena de la magia y el colorido que sólo el amor puede proporcionar. Puede usted tomar riesgos calculados, dar pequeños pasos y un paso a la vez, pero no puede privarse de avanzar, de crecer y de vivir.
Defina bien lo que desea, en un marco de expectativas razonables, establezca lo que no le gusta, y sepa decir “¡no!” a todo lo que no encaje en sus intenciones predefinidas. Sea estricto(a) para elegir, pero habiendo elegido, debe acercarse, crear intimidad emocional, y pasearse por el paraíso del placer, sin dejar de notar que las personas no están allí para complacerle, para obedecerle o para cubrir sus vacíos o sus requerimientos de autoestima. Para decirlo en palabras de Eckhart Tolle: “las relaciones no están allí para hacernos felices sino para hacernos conscientes.
Suelte el pasado pues todo lo ocurrido no está ocurriendo ni aquí ni ahora; esos eventos por mucho dolor que le hayan causado, son únicamente un registro en su memoria, nada tangible o concreto que le impida retomar el camino. Además, son las personas que se han equivocado, las que han recorrido los más diversos caminos, los que más experiencia y conocimiento tienen y, por ende, los que pueden tomar las mejores decisiones. Todo lo malo tiene un lado bueno.
Si ya se ha asegurado de compartir de manera adulta, si puede relacionarse sin apegos ni exigencias irrealizables, no puedo sino aconsejarle: ¡Adelante! Seque sus lágrimas, salga de la zona gris y camine con renovado entusiasmo hacia una nueva experiencia de placer, amor y plenitud. Gracias por leerme. www.laexcelencia.com.