Hace algunas décadas, las organizaciones se podían dar el lujo de ignorar el entorno internacional. Sin embargo, en la actualidad el número de empresas que hacen negocios a escala global se está incrementando y la limitación a las fronteras nacionales o barreras proteccionistas está disminuyendo. Pero ¿por qué la experiencia global se ha convertido en algo tan importante para las organizaciones? Porque la dinámica empresarial actual exige a ellas reaccionar rápidamente a los cambios del entorno y por consiguiente requieren de recursos materiales y humanos que les permitan alcanzar un mejor posicionamiento en el mercado. Estrategias como el liderazgo en costos, la diferenciación e incluso la creación de valor están revolucionando la forma como se llevan a cabo las transacciones a nivel global.
Estrategia de liderazgo en costos:
El liderazgo en costos es una estrategia que si bien está enfocada en ofrecer dentro del mercado precios competitivos, es bastante amplia, ya que las fuentes para alcanzar una ventaja en costos son sumamente diversas: desde la eficiencia en el manejo de los recursos financieros, incentivos gubernamentales, infraestructura tecnológica o logística, economías de escala, e incluso hasta acceso preferencial a las materias primas. No obstante, hay que tener en cuenta que esta estrategia no busca detonar una batalla campal de precios en la que las empresas pierdan su sostenibilidad económica, sino que trata de aprovechar todas aquellas oportunidades para poder ofrecer a los clientes productos o servicios a un valor razonable.
Son muchos y muy diversos los ejemplos de empresas que han despuntado a través de este tipo de estrategias, las cuales no sólo buscan revolucionar el proceso de compra de sus clientes, sino también transformar la percepción de sus productos y/o servicios ante sus clientes. Por ejemplo: la eficiencia en la cadena de suministro de grandes empresas de autoservicio “retail”, así como los agresivos acuerdos comerciales con proveedores, les permiten posicionarse como empresas líderes en este sector e incluso publicitarse bajo estrategias de precios bajos.
Estrategia de diferenciación:
Otra estrategia es la de diferenciación, con la cual las empresas buscan imprimir en el producto o servicio que ofrecen algún atributo o característica que pueda ser percibida como única. En ésta es posible introducir el concepto de “propuesta de valor”, es decir, la facultad de brindar a los clientes algo único y diferenciado sobre la oferta de los competidores. La clave es llevar a cabo un análisis o investigación de mercado para identificar los atributos que pueden ser considerados como importantes y que no estén siendo atendidos dentro de algún nicho de mercado en particular. Cabe señalar que la exclusividad que esta estrategia requiere puede ser compensada por un precio superior. Para esta estrategia también podemos pensar en una gran cantidad de empresas, tales como del sector tecnológico, las cuales han sido capaces de ofrecer un producto tan atractivo para los consumidores, ya sea por su diseño, calidad o hasta por la tendencia que marcan en el mercado, lo cual les ha permitido ofrecer sus producto a precios tan elevados como los márgenes de rentabilidad que también traen consigo.
Dichas estrategias, aunadas a muchas otras más son herramientas que le permitirán a las empresas a alcanzar una ventaja competitiva en el mercado global. Adicionalmente, los avances en materia de comunicaciones, tecnología, transportes, etc., han permitido que la mayoría de los productos se puedan fabricar y ofertar literalmente en cualquier parte del mundo, es por ello que las empresas hoy en día no pueden aislarse de la influencia global. El mercado doméstico y las políticas proteccionistas pueden traer consigo una cierta estabilidad económica y comercial, sin embargo, la clave está en aceptar el riesgo de traspasar las fronteras y formar parte del dinamismo y complejidad del comercio internacional. Tal es el caso de grandes corporaciones cuyo éxito comercial depende en mayor proporción de sus ventas internacionales que de las ventas domésticas. El autor Richard Daft (2015), en su publicación “Teoría y diseño organizacional” señala que en promedio las firmas internacionales, obtienen 55% de sus utilidades del extranjero y se espera que en una década dicho porcentaje aumente a un 70%. Por consiguiente, diferentes fuerzas económicas, tecnológicas, comerciales y competitivas se conjugan para impulsar la evolución de las empresas locales a trasnacionales.
Es posible identificar cuatro tipos de empresas dependiendo de sus modelos organizativos, las cuales se caracterizan por llevar a cabo actividades más allá de sus fronteras y difieren por la forma como se organizan internamente. Tomando esto en consideración, las empresas pueden ser: multinacionales, internacionales, globales y trasnacionales.
1. Multinacional:
En la empresa multinacional, la matriz se encuentra en el país de origen, mientras que las filiales autónomas se localizan en otros. La empresa tiene una amplia experiencia en mercados internacionales y ha sido capaz de establecer instalaciones de marketing, manufactura o investigación y desarrollo en varios países extranjeros. La matriz tiene dominancia sobre la filial, sin embargo, ésta última es capaz de tomar sus propias decisiones.
2. Internacional:
Podemos decir que una empresa es internacional cuando ésta lleva a cabo actividades en por lo menos dos países y transfieren sus conocimientos o experiencia de la matriz a la filial. Una de las principales características de este tipo de firmas es que la matriz transfiere su conocimiento a las filiales y las filiales buscan aprender de la matriz.
3.Global:
Las firmas globales, se caracterizan porque la matriz y las filiales forman un todo y nunca trabajan de manera independiente, en otras palabras, la empresa trasciende más allá de cualquier país. Las empresas globales ya no piensan en sí mismas como si existieran en un solo país, sino que su mercado es el mundo. Otra diferencia es que en este tipo de empresas, las filiales están totalmente descentralizadas de la matriz.
4. Trasnacional:
La última clase de empresa es la trasnacional, considerada como la nueva modalidad de gestión. Estas organizaciones piensan globalmente, pero actúan localmente, este tipo de empresas explotan los potenciales de sus filiales, sin embargo, toman sus propias decisiones.
Como se puede apreciar son muchas los roles que pueden llevar a cabo las empresas en la arena global. Ante un mundo cada vez más globalizado, pensar en el comercio local, políticas proteccionistas o el cierre de barreras comerciales parecerían ser conceptos que ya se encuentran en el pasado e incluso a punto de la obsolescencia. Históricamente el comercio internacional ha demostrado ser uno de los motores para el crecimiento de la economía mundial. Éste no sólo ha sido un impulsor del desarrollo económico de las empresas e incluso de las economías mismas, sino también del enriquecimiento cultural y social, lo cual ha traído por añadidura un impulso a nivel internacional y el fortalecimiento de las relaciones diplomáticas entre diferentes países del mundo.
El mundo globalizado actual exige a las organizaciones ir un paso adelante a través de la creación de valor. El éxito de esta nueva ventaja competitiva se definirá por las acciones que las empresas puedan llegar a incorporar, tales como: eficiencia en la gestión de costos, nuevas fuentes de diferenciación, reducción de desperdicios, optimización de procesos, etc. No obstante, el círculo virtuoso que involucra más clientes, mayor productividad, mayor rentabilidad, generará grandes oportunidades para que las empresas orientadas al valor incursionen en nuevas categorías de productos y servicios a nivel global. El verdadero reto es aprender a reaccionar a la dinámica tan acelerada del entorno y a la capacidad para incorporar o sobrellevar dichos cambios en los procesos organizacionales. Una empresa que no es capaz de abrir sus fronteras al entorno internacional está destinada al fracaso e incluso a la extinción.
Hoy en día las organizaciones están experimentando una gran cantidad de retos. El primero es la adaptabilidad, poder reaccionar a los cambios y dinamismo del entorno; el segundo es la innovación, encontrar una forma de hacer las cosas de una mejor manera o a través de la diferenciación; y el tercero es el compromiso, hacer que los empleados sean capaces de imprimir en sus actividades diarias creatividad y pasión. Hay una frase que enuncia “a mayor comercio, más desarrollo”, la cual cobra fuerza cuando el comercio es utilizado como un motor para el progreso económico, ya que bien aprovechado puede traer consigo beneficios como: mayores ventas, un margen de utilidad más alto, mayor calidad, mejores precios y en definitiva una mayor ventaja competitiva.
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Bibliografía:
Daft, Richard (2015). Teoría y diseño organizacional. (10ª Ed.). México: CENGAGE Learning.
Hamel, G. (2013). Leadership Excellence. EBSCO.
Manual del Gestor de la Empresa (s.f.). [Digital]. Recuperado de <https://upaep.blackboard.com/webapps/blackboard/content/listContent.jsp?course_id=_96232826_1&content_id=_8626638_1&mode=reset>.