Resumen
Con este artículo se buscó replantear el papel del líder organizacional, dibujándolo bajo las exigencias del siglo XXI, inmerso en la complejidad y postmodernidad; donde se está requiriendo de líderes que consideren importante: el conocimiento; al ser humano como base primordial de las organizaciones; y al medio ambiente, como lugar de desarrollo y crecimiento; además que se comprometan con fines trascendentes y significativos como lo son la vida, garantizada desde una perspectiva de responsabilidad socioambiental, progreso, desarrollo y prosperidad, sin alterar la posibilidad de la existencia en el planeta, la salud y el equilibrio natural de las cosas.
Abstract
With this article it was looked for to subtracts you the organizational leader’s paper, drawing it low the demands of the XXI century, into the complexity and post modernity; and which requiring of leaders that consider important: the knowledge; to the human being primordial like bases of the organizations; and to the environment, ace development place and growth; also that they commit with transcendent and significant ends ace they plows it the life, guaranteed from to perspective of responsibility environmental partner, progress, development and prosperity, without altering the existence in the planet, the health and the natural balance.
Introducción
Para atender los retos de comienzos del siglo XXI, los gerentes están incursionando en las nuevas tendencias para enfrentar la ciencia de la administración actual. Entre ellas emerge el paradigma de la complejidad, inmerso en lo que hoy día se conoce como postmodernidad; y el cual tiene su asidero, basado en diversos puntos de interés y atención, forjando un tipo de gerencia acorde a las necesidades organizacionales del mañana.
Se están reestructurando los andamiajes de conocimientos científicos y gerenciales, para explicar y entender la realidad del nuevo hoy; a modo de que en el terreno de la praxis, se pueda reducir la incertidumbre asociada a la toma de decisiones, consolidando acciones tendentes al éxito de las organizaciones.
El nuevo enfoque trata de encarar el problema de la gestión empresarial desde una nueva perspectiva, sustentado en un renovado perfil gerencial, en el cual, el liderazgo aparece como la arista principal, y cuyas condiciones lo obligan a ser proactivo y no reactivo, imaginativo y creativo, más que pragmático, y sobre todo a tener una visión holística de las cosas.
En un sentido más amplio, la postmodernidad está designando el nuevo modelo
cultural, que a partir de los años sesenta comenzó a gobernar en el mundo. Este término postmoderno, pretende expresar, según lo plantea Olabuenaga, A. (1998), la forma de saber y poder, de esta nueva época. La cual aunada al paradigma de la complejidad, enfrenta nuevamente a los seres humanos con su esencia real y vital, despojándolos del regio método científico como modo de conocimiento y verdad, y mostrándoles una nueva realidad, centrada en los valores vitales del conocimiento, que son saber, para servir y vivir.
Sobre la base de todo lo anterior, se desarrolló este artículo, donde se replantea el enfoque del líder organizacional, para dibujarlo bajo las exigencias del siglo XXI, el cual está requiriendo de líderes que consideren importante: el conocimiento; el ser humano como base primordial de las organizaciones y del progreso; y el medio ambiente; además que se comprometan con fines trascendentes y significativos como lo es la vida, garantizando desde una perspectiva de responsabilidad socioambiental, progreso, desarrollo y prosperidad, sin alterar la posibilidad de la existencia en el planeta, la salud y el equilibrio natural de las cosas.
1.- La naturaleza de los paradigmas: La complejidad y la postmodernidad
Un concepto fundamental, para poder comprender el enfoque manejado en éste artículo, se centra en el análisis del término paradigma; palabra cotidianamente utilizada en el universo gerencial, pero que los gerentes pueden equivocarse al apreciar el poder del concepto, si éste no está sumamente claro.
Según Morin, E. (1982), el paradigma es un principio de distinciones, relaciones y oposiciones fundamentales entre algunas nociones matriciales que generan y controlan el pensamiento. Es por ello, que detrás de cada paradigma se esconde una matriz epistémica.
Ésta matriz es el trasfondo existencial y vivencial; la fuente que origina y rige el modo general de conocer, propio de un determinado período histórico-cultural y ubicado también dentro de una geografía específica, y, en su esencia, consiste en el modo propio y peculiar, que tiene un grupo humano, de asignar significados a las cosas y a los eventos, en otras palabras, es su capacidad y forma de simbolizar la realidad. De acuerdo con lo anterior, la noción de paradigma y cambio de paradigma son las claves del cambio administrativo.
Por su parte, Kuhn, T. (1962), hace referencia al término paradigma como la manera de ejecución científica reconocida universalmente, que por tiempo provee los modelos de problemas y soluciones para la comunidad de profesionales.
Aunque el autor aplicó este concepto básicamente al desarrollo de la ciencia, el mismo también es válido para aplicarlo a las organizaciones y la administración.
Para los gerentes actuales, el paradigma consiste en realidades organizacionales (como los valores, las creencias prácticas tradicionales, métodos, instrumentos, entre otros)‚ que los miembros de un grupo social construyen para integrar sus pensamientos y acciones.
Kuhn, T. (1962), argumentaba que la ciencia no progresa a través de la acumulación de piezas, en donde el conocimiento y las técnicas aportan los fundamentos para elaboraciones posteriores; sino que avanza a través de una constelación de observaciones, hechos, leyes, teorías y métodos que pueden ser todos compatibles.
Ahora bien, las «verdades» científicas recientes, no son siempre contribuciones permanentes. Por ejemplo, la dinámica Aristotélica o la química logística, son incompatibles con las visiones científicas actuales. De cualquier manera, las viejas visiones no son acientíficas, simplemente por que han sido descartadas; tampoco reflejan la idiosincrasia humana, de mejor forma que las visiones más recientes; debido a que las visones actuales son simplemente observaciones más validas o más «verdaderas».
Estos postulados vienen inmersos en el paradigma de la complejidad y en el enfoque postmoderno. Así como en los progresos de la ciencia, los cambios van de un paradigma a otro; lo mismo sucede en la gerencia y las organizaciones. Citando al Dr. James Womack en su obra La Maquina que cambio al Mundo escrita en 1990, él alude los cambios que han vivido las organizaciones, pasando de la producción de manufactura a la producción en masa, y luego un cambio más reciente que hubo de la producción en masa a la producción ligera.
Otros cambios vivieron también según Reich, R (2005), la línea de ensamble de Henry Ford y los estudios de tiempos y movimientos de Frederick Taylor y Frank Galbraith, pero ninguno de ellos a perdido su vigencia y trascendencia en el tiempo, formando así parte del cúmulo de conocimientos en la producción para las organizaciones.
Similarmente, los gerentes que defienden la producción en masa y aquellos que defienden la del sistema de producción ligera como lo hace Toyota, piensan y actúan de manera distinta, sus diferentes prácticas, creencias, valores y suposiciones definen sus paradigmas. Pero esto no hace perder la vigencia e importancia de cada uno de ellos, sino que aportan hacia esa concepción emergente de concebir al mundo no como parcelas de conocimiento, tal como lo mostró Descartes, sino como la suma de muchos enfoques, puntos de vistas y opiniones, para alcanzar mejores soluciones.
Bajo este nuevo enfoque deben trabajar las organizaciones del siglo XXI si necesitan ser exitosas. La idea radica en aceptar los cambios de paradigmas y de hecho buscar y auspiciar esos cambios, pero sin perder la esencia o subestimar, a aquellos conocimientos que han permitido la movilización de paradigmas.
Según Martínez, M. (2001), el modelo de ciencia que se originó después del renacimiento, ha servido de base para el avance científico y tecnológico de los siglos subsiguientes. Sin embargo, señala el mismo autor, que la explosión de los conocimientos, de las disciplinas, de las especialidades y de los enfoques que se ha dado en el siglo XX e inicios del XXI conocido como postmodernidad, además de la reflexión epistemológica, han encontrado a ese modelo tradicional de ciencia, no sólo insuficiente, sino, sobre todo, inhibidor de lo que podría ser un verdadero progreso, tanto particular como integrado, de las diferentes áreas del saber.
A lo largo de las últimas tres décadas, se han ido desarrollando, según Martínez, M. (2001), las condiciones necesarias y suficientes para que todo investigador serio y de reflexión profunda, pueda, subirse sobre los hombros de docenas de pensadores eminentes, y desde esa perspectiva, divisar las grandes coincidencias de ideas y marcadas líneas confluyentes de un nuevo modo de pensar, de mirar las cosas, de una nueva racionalidad científica y, en síntesis, de una nueva ciencia; la cual presenta notables diferencias con el modo de pensar tradicional, clásico, lógico-positivista.
Se está llegando al final de la ciencia convencional, señala Prigogine, I. (1994); es decir, de la determinista, lineal y homogénea, y se está presenciado el surgimiento de una conciencia de la discontinuidad o compleja, de la no linealidad, la diferencia y la necesidad del diálogo. No solamente se está ante una crisis de los fundamentos del conocimiento científico, sino también del filosófico, y, en general, ante una crisis de los fundamentos del pensamiento.
El problema que se está viviendo radica en el hecho de que el aparato conceptual clásico que se pensaba riguroso, por su objetividad, determinismo, lógica formal y verificación, está resultando corto, insuficiente e inadecuado para simbolizar o modelar las nuevas realidades, sobre todo las que han surgido a lo largo de este siglo que se inicia y finales del XX. Pues, tanto en el mundo subatómico de la física, como en el de las ciencias de la vida, en las ciencias sociales y gerenciales, para representarlas adecuadamente, se necesitan conceptos distintos a los actuales y mucho más interrelacionados, capaces de dar explicaciones globales y unificadas.
Los seres humanos están retomando los inicios del saber, están volviendo la cara nuevamente al arte, la ciencia, la filosofía, que son postulados del enfoque postmoderno. Esa segmentación que se hizo del conocimiento, bajo la teoría de Descartes ha quedado insuficiente para dar respuesta al conocimiento y la forma de conocer; por tal motivo se ha entrado a la integración del conocimiento y se están retomando las esencias primarias de las cosas.
Bajo este enfoque, la ciencia gerencial y las organizaciones vienen abriéndose caminos, y un planteamiento válido para este artículo, es la manera de visualizar a los nuevos líderes, evaluados desde una perspectiva basada no en los viejos paradigmas epistémicos, sino bajo un nuevo enfoque donde son capaces de comprender su responsabilidad con el entorno, incluyendo en él, al ambiente; debido a que están retomando los orígenes de las cosas y dándole valor a lo esencial, que es la vida.
2.- El líder del siglo XXI frente a la responsabilidad socioambiental
Se ha dicho que el que hacer gerencial (Viedna,1992; Hickman,1992) ha evolucionado sobre un camino de búsqueda de principios que en su momento han hecho efectiva la dirección de las empresas. En ese camino se han dado diversos enfoques, se han hecho contribuciones y delineado diversos perfiles ejecutivos, de corte normativo, cuantitativo, conductista, sistémico, entre otros; todos ellos con un criterio racionalistas.
Pero, la búsqueda de una nueva gerencia y un nuevo liderazgo, además de sustentarse en técnicas gerenciales complejas, o en una dirección supratécnica, es decir, en la formación de un sujeto o sujetos con habilidades creativas, de comunicación, de interrelación, identificado con los valores propios de la modernidad, competitividad, innovación, excelencia, que además posea o posean, una visión y sobre todo un propio y auténtico estilo de liderazgo, requiere también, del desarrollo de un nuevo enfoque humano al hacer gerencia, de retomar valores y ética, y ser capaz de enfrentar adversidades.
Un líder dentro de las organizaciones del siglo XXI, e inmerso en el paradigma de la complejidad y postmodernidad, es aquel que pone en movimiento y energiza a su equipo de trabajo. En este proceso de dinamización, ocurre que las personas encuentran satisfacción en sus tareas y responsabilidades, y se construye el trabajo en equipo y la visión compartida.
Por otra parte, como el esfuerzo es compartido, se pueden encontrar beneficios secundarios, entre los que se pueden detallar que el equipo se conoce más, se desarrollan nuevas habilidades y se aprende, a como hacer mejor las cosas.
Maestres, R. (2006), expresa por tanto, que la principal función de un líder es asegurar que la organización se conozca a sí misma y al mismo tiempo conozca a su competencia, consumidores, empleados y también las razones por las cuales se está en el negocio.
Todo lo anterior permite aseverar que el siglo XXI ha traído consigo una nueva visión y estructura de las cosas. Las nuevas generaciones emergentes desde finales del siglo pasado y que están haciendo vida en el presente, han entendido su nuevo papel en las organizaciones, el cual, no implica solo generar un bien y/o servicio, sino, asumir responsabilidad con el entorno y el medio ambiente; conocido esto último como responsabilidad socioambiental.
En este mismo orden de ideas, planteaba Kotter, J. (1999) ¨Debe tenerse en cuenta que no hay nada más difícil de llevar a cabo, ni cuyo éxito sea mas dudoso ni más peligroso de manejar, que iniciar un nuevo orden de cosas¨. Los líderes emergentes del siglo XXI, tienen la responsabilidad en sus manos de plantear ese nuevo orden, a fin de salvaguardar un bien común, que garantiza la producción, rentabilidad, progreso y sobrevivencia: el ambiente.
El nuevo líder en las organizaciones, se debe hacer partícipe de comprender y actuar en aras de una conciencia global, tal como lo señala Siliceo, A. et al. (1999); siendo capaz de percatarse de que el desarrollo y progreso organizacional no puede ir de espalda o en detrimento de la destrucción de los ríos, de las selvas, de los mares, de la capa de ozono, de los animales, del ambiente, de la vida misma, de los seres humanos.
El precio del progreso, no puede ser la muerte del planeta; por el contrario debe indicar el camino para garantizar su larga sobrevivencia, pero en condiciones favorables y estables para garantizar la vida; la calidad de vida. Los líderes del siglo XXI, en ese reencuentro propuesto por la complejidad y la postmodernidad, con los valores, con lo bueno, con lo ético, con lo esencial; deben volver sus caras a las cosas básicas y garantizar la salud de sus organizaciones por medio no sólo del incremento de la producción y ventas, sino por la atención que le dan a su talento humano sustentado en garantizar la vida, la felicidad y existencia de la mayor organización o empresa que existe: el planeta.
Reflexión final
Con el desarrollo de este artículo se obtuvo que:
Las demandas por una nueva administración basada en el saber, son cada vez mayores en este naciente siglo; colocándose cada vez más en tela de juicio la validez y oportunidad de la administración clásica; debido a que la nueva administración o más bien la actual, parece alejarse de los principios científico-racionalistas y de los patrones burocrático-normativos que hasta hace poco constituían el soporte de las organizaciones exitosas (Kliksberg, 1991; Giral, 1991).
La entrada de paradigmas como la complejidad dentro de la postmodernidad, orientan a cambios en el modelo de pensamiento, llevando a una nueva visión no lineal sino integradora. Dentro de ella emerge también el nuevo líder en las organizaciones, quien debe entonces hacer partícipe y actuar en aras de una conciencia global, tal como lo señala Siliceo, A. et al. (1999); siendo capaz de percatarse de que el desarrollo y progreso organizacional no puede ir de espalda o en detrimento de la destrucción del talento humano y del medio ambiente.
El paradigma emergente de la complejidad, que procede de la vanguardia de la física contemporánea, y contempla el universo, junto con los sistemas físicos, biológicos, psicológicos y sociales; como un entramado dinámico y complejo de relaciones entre subsistemas interdependientes; desde el enfoque de las organizaciones se puede traducir, en el cambiante marco de relaciones que en ellas conviven: relaciones entre directivos y trabajadores del conocimiento; con clientes y proveedores; con la sociedad a que se sirve conocido como responsabilidad social; con el pasado y el futuro (cambios, flexibilidad), con el medio ambiente conocida como responsabilidad socioambiental.
En este marco vuelve a relucir la función de liderazgo como un atractor extraño, capaz de crear el orden en el caos al que tienden los sistemas abiertos, tal como lo esboza la segunda ley de la termodinámica; base donde se soporta el paradigma complejo, ya que en ella se establece en un sentido general y amplio, que las diferencias entre sistemas en contacto tienden a igualarse, garantizando que un sistema aislado llegue a igualarse o nivelarse con el entorno. Esto es posible en el hacer gerencial de las organizaciones, debido a que sus líderes provienen del caos de la complejidad y han logrado sobrevivir en y a ellos, restableciendo finalmente el orden.
La visión más clara, acerca del futuro es que la incertidumbre, la complejidad y el dinamismo serán condiciones permanentes para la dirección de las organizaciones. En esta nueva visión, se convierte también al conocimiento administrativo, en un recurso invaluable, por la exigencia social y organizacional que encierra, inmerso a su vez, en la necesidad de contar con una gerencia y liderazgo eficiente, donde el talento humano de la organización sea visto como activo principal, no sólo por razones de competitividad o para estar a la moda, sino y sobre todo, por motivos de sobrevivencia y de desarrollo con equilibrio.
Esta sobrevivencia tiene que pasar necesariamente por una plena identificación con el medio ambiente y el compromiso de preservarlo, como una de las tareas vitales en el que hacer gerencial. Los nuevos líderes deben levantar la bandera del cuidado al ambiente e incluir en las misiones organizacionales esta noble causa, a fin de salir del caos actual y retomar la invitación que hace la postmodernidad, volver a lo esencial, a lo sublime, a lo noble, a lo ético.
Referencias bibliográficas
Giral, J. (1991). Cultura de Efectividad. Idex. México.
Hickman, Ch. y Silva, M. (1992). Cómo Organizar Empresas con Futuro. Granica. Buenos Aires.
Kliksberg, B. (1991). Las perspectivas de la Gerencia Empresarial en los años Noventa. Pensamiento Iberoamericano # 19.
Kotter, Jhon P. (1999). On Gat Leaders Really Do. Harvard Business School Press.
Kuhn, T. (1962). La estructura de las revoluciones científicas. Universidad de Chicago clavar.
Maestre, R. (2006). El liderazgo del futuro. En: Revista debates IESA. pp. 36-39. Vol. 1l. Nº 1. enero – marzo 2006. Ediciones IESA. Caracas.
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Morin, E. (1982). Para salir del siglo XX. Barcelona: Kairós.
Olabuenaga, A. (1998). Modernidad – postmodernidad. Terminología Científico-Social Barcelona: Anthropos.
Prigogine, I. (1994). ¿El fin de la ciencia?. En: Fried Schnitman D., 1994.
Reich, R. (2005). La Reindustrialización de América.
Siliceo A., A.; Casares A., D. y González M., J. (1999). Liderazgo, valores y cultura organizacional. Mc Graw Hill; México.
Viedma; José M. (1992). La Excelencia Empresarial. McGraw Hill. México.