Los espacios geográficos se definen en tiempos históricos y se conjugan con verbos económicos, Los primeros son conjuntos demasiado complejos e inestables; los segundos no se producen espontáneamente y los últimos se manejan a través de leyes específicas.
Sin embargo, a todo el conjunto se deben sumar los hechos sociales y políticos que son producto de condiciones particulares -necesarias, indispensables o simplemente preferibles- conforme a la voluntad del hombre.
El punto de partida de un análisis geopolítico es el realismo crítico, actitud que exige estudiar los hechos físicos de un espacio determinado, simultáneamente a la vida y a la historia que en él vienen evolucionando.
Esto nos lleva a considerar que existen causas que conforman al medio geográfico; condiciones que influyen en las sociedades que en él se desarrollan; e influencias claras o difusas que evidencian e interrelacionan el medio con el hombre que la habita.
Es el caso del enfoque que desde ambas orillas del río Uruguay, argentinos y uruguayos vienen sosteniendo a raíz de la instalación de las fábricas de pasta blanca de celulosa en Río Negro.
Tanto el río Uruguay al igual que el Río de la Plata, fueron y son permanentes escenarios de disputas geopolíticas desde su período colonial hasta los días de su independencia política, tiempos éstos en que llegó a peligrar la paz en la región, incluso con participación foránea.
En todo ese proceso, histórica y políticamente se aprecia una lenta superposición del país formal al país real, quedando de manifiesto que la desunión no podrá favor la interdependencia económica entre las entidades geográficas componentes de la región.
La Nación rara vez tuvo oportunidad de enterarse realmente de lo que ocurría en el Estado.
Ello ha motivado el fracaso de todos los buenos intentos de integración o complementación: URUPABOL, Acuerdo de Cartagena, ALALC, acuerdos fronterizos.
Ahora le está tocando el turno al MERCOSUR.
De la hegemonía a la integración
La rivalidad por los espacios geopolíticos en América Latina, que se inicia luego del descubrimiento colombino y de Cabral en Brasil, fue heredada por el Imperio brasileño y las frágiles repúblicas de lengua española.
En el Cono Sur americano, y en el caso particular de la Cuenca del Plata que se amplía política y económicamente con la firma del Tratado de Asunción (MERCOSUR), los dos países mayores -Argentina y Brasil- mantuvieron por largos años una escasez de diálogo, llegando a una situación de rivalidad por ejercer pretensiones hegemónicas respecto a los países menores de la Cuenca.
Tales actitudes políticas y militares, hacen válida la reflexión de Raymond Aron: “Los actores internacionales dejan de ser socios aceptables si sus pueblos están separados por recuerdos penosos que no quieren olvidar o por el dolor de las heridas que permanecen abiertas”.
Tal el tema secular de la salida de Bolivia al mar y la posición de Chile mantenida invariable desde la guerra del Pacífico.
Dos actitudes enfrentadas
En el pensamiento geopolítico brasileño -o mejor dicho de Itamaraty- el análisis del espacio se refiere principalmente a la definición de una geopolítica aplicada al campo interno y teniendo como objetivo la integración total y la valoración cada vez mayor del territorio nacional.
Conquista y cartografía son conceptos que en Brasil nacieron juntos. (Caso de lo sucedido con el Rincón de Artigas, el Acre boliviano , parte de las Misiones, la Amazonia ecuatoriana).
En tanto en la Argentina, las variables políticas internas desde 1930 hasta nuestros días, no han permitido elaborar una tesis especial unitaria. Practica un federalismo de hecho, pero no de derecho. Los estudios geopolíticos comenzaron a tomar cuerpo teórico a partir de 1940 (Jorge Atencio, J.P.Briano, E. Gugliamelli).
Hace apenas unas tres décadas, a partir del último golpe militar, se viene manifestando una toma de conciencia respecto a reubicar al país en el nuevo contexto regional y en el mundial.
Hay síntomas de un retorno a la continentalidad, al reencuentro con su origen histórico. La gran tarea argentina radica en definir una nueva identidad. El paso del no ser al ser.
El futuro de la integración
La articulación de América del Sur es fundamental para todos los pueblos que la habitan. La historia de este sub-continente nos recuerda ciclos políticos, culturales, económicos, religiosos, tecnológicos, estratégicos y geopolíticos, entre otros. La Cuenca del Plata tuvo los suyos.
Actualmente poco se habla de ella, incluso desde la visión ampliada de Cono Sur.
¿Fracasó lo determinado por las Resoluciones acordadas entre los cinco países que la integran, dentro del Tratado de la Cuenca del Plata?. Un grupo “ad hoc” creado en la 16ª Reunión Ordinaria de Cancilleres del subsistema, (1985) indicó en su informe:
“No se estructuraron formas concretas estables y permanentes para la acción multilateral, lo que determinó que el potencial de cooperación regional careciera de concreción práctica a nivel multilateral.
Una gran dispersión de esfuerzos que a pesar de algunos intentos de ordenamiento en área de cooperación no se pudieron traducir en decisiones prácticas y operativas”.
Desde antaño se pretendió convencer a los pueblos de Iberoamérica -y así, en mucho, lo lograron las potencias industrializadas- de que los males de nuestra región residían en su incapacidad de absorción de las influencias “modernizantes” de los países en desarrollo.
La recomendación fue la necesidad de una total apertura de puertas para la entrada de capitales extranjeros, tecnología sin transferencia, instituciones y formas culturales provenientes del poderoso mundo del “centro”, para usar la expresión de Raúl Prebisch. Se recomendaba a Iberoamérica , paciencia. Se decía: la antesala del desarrollo es el subdesarrollo , una etapa similar a la que todos los países actualmente tecnificados pasaron en su momento.
En mi ecuación, el subdesarrollo no es la antesala del desarrollo, sino la consecuencia del desarrollo de otros países que se manejan en términos absolutos de poder.
De todo ello saco otra conclusión: el proceso de integraciones subregionales -como el MERCOSUR o la comunidad iberoamericana de naciones- debe concebirse en el contexto unitario continental, dentro de lógicas medidas -no utópicas- que pueda facilitar el paso de la dependencia a la interdependencia.