El Perú ha cumplido 187 años de vida republicana y goza de buena salud financiera según los analistas económicos. Es una nación relativamente joven con dos tercios de la población menor de 40 años de edad. Las estadísticas macroeconómicas revelan que continúa creciendo a un ritmo promedio mensual de 7% desde hace 84 meses, estimándose que logre la menor inflación de América Latina y se convierta en el país con mayor crecimiento económico de la región en 2008.
Sin embargo, a pesar de estos óptimos indicadores, la realidad socio-económica de la nación inca que tiene 28’524,083 habitantes, no es ajena a lo que sucede en América Latina, región emergente pero con grandes desigualdades sociales, donde los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres.
En su mensaje a la nación por el día de la independencia (28 de julio), el presidente peruano Alan García Pérez, destacó los logros de su gobierno en el ámbito de la economía, revelando que ésta creció 9% y la demanda interna lo hizo en 13%, justificando de esta manera el brote inflacionario que le preocupa a su administración. Las declaraciones revelan que urge pasar del crecimiento económico al bienestar social para todos los peruanos.
Esta transferencia implica continuar creciendo sostenidamente y lograr reducir la brecha social, que supone también fortalecer los programas gubernamentales «Crecer» y «Sierra Exportadora», principales herramientas de lucha contra la pobreza en la sierra que tiene más de 72,000 centros poblados con un promedio de 100 habitantes cada uno y de difícil acceso por la geografía peruana.
Si bien es cierto que el Perú ha logrado reducir los índices de mortalidad, también es real que las cifras de natalidad siguen incrementándose a un ritmo anual de 2.8%. Es decir, cada año la nación es menos joven, tendencia que es característica de los países desarrollados. La nueva esperanza de vida al nacer es de 74 años para los varones y 77 años para las mujeres, según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática.
Es evidente que para alcanzar los niveles de vida de las naciones desarrolladas se requiere mantener los niveles de crecimiento actuales que deben reflejarse en los indicadores de las calificadoras de riesgo crediticio, bancos de inversión y organizaciones multilaterales de crédito internacional. Por ahora, los beneficios del crecimiento se deben a la aplicación de políticas económicas sensatas y coherentes que exige el proceso de globalización, pero que al mismo tiempo deben tener un rostro más humano.
El desarrollo social se debe sustentar en el manejo responsable de la economía y en la aplicación de programas de reduzcan la pobreza. El grado de inversión otorgado por las calificadoras internacionales de riesgo crediticio como Standard & Poor′s, Dominion Bond Rating Service y Fitch Ratings, debe reflejarse en el bienestar social de los habitantes. No habrá verdadera democracia si la lucha contra la pobreza se debilita por deficiente gestión gubernamental.
La reducción contra la pobreza no sólo debe basarse en otorgar dinero o alimentos mediante programas de ayuda social, sino en la inclusión de elementos que contribuyan al desarrollo integral de la persona. Resultado de esa política es la generación de nuevos y mayores empleos, promoción de una adecuada educación emprendedora, desarrollo de programas integrales de salud, fortalecimiento de la pequeña y micro empresa, impulso del turismo y gastronomía en todas sus facetas, defensa de la biodiversidad y medio ambiente, incremento de las exportaciones y desarrollo de políticas culturales y artísticas. El Perú del mañana se construye ahora y el crecimiento económico es el camino para alcanzar esa meta.